miércoles, 27 de mayo de 2009

Y ustedes, ¿se acuerdan? (Barça 2 - 0 Manchester United)

Andres Pérez | ¿Se acuerdan de lo que sucedió en el año 2004? El Oporto rácano e industrial de Mourinho comandado magníficamente por Deco se imponía en la Copa de Europa. Días después, Grecia, la Grecia de Otto Rehaggel, la Grecia del absoluto cerrojazo en torno a Nikopolidis se imponía en la Eurocopa. En una Eurocopa mediocre y aburrida, donde el único aliciente de observar a un equipo netamente inferior imponiéndose a todos los demás le dio atractivo. Hagan memoria. Observen. Recuerden ahora lo que sucedió, hará en un mes, el año pasado. España se impuso ante el resto de Europa con un fútbol preciosista, técnico, virtuoso, ofensivo, precioso. Estilista. Un fútbol protagonizado por benditos locos, obsesionados con la estética, despreocupados por todo aquello que no sea jugar al ataque, jugar no ya a ganar, sino a crear arte. Anoche el Barcelona, tal y como hiciera el conjunto de Aragonés hace un año, alcanzó exactamente la misma hazaña. El Barça, este Barça, es historia. Leyenda. El Barça ha conseguido demostrar al mundo que un valor, una filosofía torpedeada por el fútbol pragmático, es capaz de conquistar el planeta.

Es posible que cada uno tenga sus gustos, que la propuesta del Barça no tenga porqué contentar a todo el mundo, pero desde este mínimo rincón de Internet permitan que un servidor se maraville y se congratule de que éste sea el fútbol que impere. El fútbol que conquiste títulos y no se convierta en polvo. No creo que haya comparación entre aquel Oporto y este Barça, como no la hay entre aquella Grecia y esta España. En cinco años el fútbol ha cambiado, y lo que antaño parecía estar determinado por el tacticismo y la ortodoxia de los entrenadores ha dejado paso a un fútbol dominado por la valentía, por el virtuosismo. Por los futbolistas. Por Xavi. Una vez más, Xavi se alzó por encima del bien y del mal y dictaminó el sino de un partido. Su letanía es silenciosa. Dibuja el fútbol como nadie y desiste de llamar la atención. No por ello se ha de menospreciar su valor, ya que, entendamos, Xavi es por méritos propios y más allá de lo que diga el fútbol mediático, el mejor jugador de la Eurocopa y el mejor jugador de la final de la Copa de Europa.

Y posiblemente el mejor jugador del planeta junto a su fiel escudero, junto al más completo y por antonomasia virtuoso. Junto al héroe de Stamford Bridge, Iniesta. Ambos, junto a Puyol, han ganado en un año cuatro títulos de alcance y han otorgado tanto a la selección como al Barça otro estatus histórico. Es una obviedad, sí, pero hay que recordarlo: el Barça ha ganado todo lo que ha disputado este año; y voy más allá, no sólo ha ganado sino que lo ha hecho de la manera más brillante posible, con un fútbol perfecto ante el cual los rivales no tienen nada que hacer. No es tanto la maravilla que fabrica Xavi y engalonan los demás cada partido lo que hace de este Barça un prodigio como la capacidad que tiene de adormecer a su rival, de amilanarlo, de conseguir que, embelesado, se diluya entre las triangulaciones infinitas de unos diabólicos pequeños futbolistas. La prueba más refutable de ello es el Manchester de anoche. Se hundió, anonadado, ante el fútbol de su rival. No supo desplegar su juego, lo cual no implica que no lo tenga. El Barça anula a los rivales, ahí reside su verdadero mérito.

Y anoche, obviamente, no podía ser menos. En realidad, si detalláramos en verdadera profundiad los pormenores de la final, encontraríamos un partido plano y común. Común entendido como la tónica general a la que el Barça nos trae acostumbrados durante toda la temporada. No fue un partido brillante, ni emocionante. No más brillante que el resto de año que el conjunto de Guardiola lleva firmando. Guardiola. Otro inciso: Xavi es su reflejo como fue el reflejo del pensamiento de Aragonés en Austria. Esta es una obra de Guardiola, su más perfecta creación. Su valentía, su aplicación absoluta en cada circunstancia de su ideario futbolístico hacen de su figura la clave para comprender todo lo sucedido este año. Decíamos que el partido fue común. El Barça jugó siempre a lo que ha jugado durante todo el año y ante tal caudal el Manchester se diluyó, se ofuscó, se perdió, no comprendió jamás lo que se gestaba a su alrededor. Puro fútbol.

Comenzó el conjunto de Ferguson, quien ayer erró el planteamiento de manera escandalosa, altivo, poderoso, campeón de Europa. Personificado todo ello en Cristiano Ronaldo, egoísta y ególatra como pocos pero un gran jugador a fin de cuentas. Cuatro disparos suyos sirvieron para desquiciar el planteamiento inicial del Barcelona y sembrar dudas sobre si el conjunto baulgrana podría dominar y aplastar al Manchester tal y como lleva haciendo desde que comenzó el curso futbolístico. Duraron las dudas diez minutos. El tiempo suficiente para que Iniesta arrancara frente al mundo desde el medio campo, abriera a Eto'o y éste firmara un golazo tras sentar a Vidic. De ahí al final de la primera parte sólo hubo un equipo sobre el terreno de juego. Un equipo, que por cierto, desistió de imponer su ley inmediatamente. Sabe el Barça, y ahí reside otra de sus virtudes, que la paciencia es una virtud magnífica cuando se plantea un fútbol de este calibre. No se lanzó desaforadamente por tanto a por el partido. Lo templó. Lo dominó. El Manchester no tuvo capacidad de respuesta en ningún momento, se empequeñeció resignado.

El descanso era el mayor enemigo del conjunto barcelonés ya que permitiría al Manchester despertarse de su letargo constante. Lo hizo. Comandado por Ronaldo, claro, quién si no. Salió Tévez y el Manchester se lanzó hacia arriba, esperanzado de encontrar algún agujero entre el magnífico entramado que Guardiola había tejido. Sin embargo resultó contraproducente ya que la disposición táctica del medio campo de Guardiola unido a la inseguridad del conjunto mancuniano permitió que Xavi e Iniesta se hincharan a robar balones con el equipo rival envalentonado en la meta de Valdés. Esto es, espacios. Espacios cuando Messi, Eto'o y Henry son lanzados por Iniesta y especialmente por Xavi, es sinónimo de peligro. Lo fue, pero el Barça perdonó las tres ocasiones claras que tuvo seguidas al comienzo de la segunda parte y el Manchester, vivo una vez más, volvió a creer. Erróneamente, quizá, pero creyente a fin de cuentas. Se lanzó arriba y su caudal ofensivo no fue más que un leve arañazo en el lomo de la fiera.

Xavi, una vez más, levantó la cabeza. Armó su pie derecho. La puso en la cabeza de un genial Messi. Firmaron, entre ambos, el segundo ante la pasividad de Ferdinand. El Barça terminó el partido en el área del Manchester. Como España en Viena. Quizá, cuando el fútbol de diez años en adelante se vuelva de nuevo táctico y tedioso, los que hayamos presenciado a este Barça nos preguntemos: "Y ustedes, ¿se acuerdan del Barça de Xavi, de la España de los bajitos?". Comprenderemos entonces, que fuimos afortunados.

Vía | Wikipedia, Más que Fútbol
Imagen | El País

Más que Fútbol ● 2009

martes, 26 de mayo de 2009

Valladolid y Betis se inmolan (Jornada 37)

Andrés Pérez | El drama de cada año. Éste, en concreto, semejante al del anterior. En la lucha por la supervivencia, por mantenerse un año más en Primera y seguir gozando de los beneficios económicos que los contratos televisivos otorgan, conviene no desistir hasta que todo este perdido. Ni considerar que la temproada está salvada pese a que, a diez jornadas del final, uno ostente, altivo, trece puntos por encima de los puestos de descensos. Conviene mantenerse fiel a uno mismo, no perder la cabeza, quizá confiar en el proyecto y en el entrenador de turno, luchar, sufrir, creer. Tener fe. El Sporting la ha tenido durante toda la temporada y por eso venció en Valladolid. En pucela, por su parte, se dejaron arrastrar por una corriente efímera. Tres puntos de treinta posibles es motivo suficiente para descender. Y, en estas, ennegrecida por la larga sombra de la final de la Champions, se presentará el próximo fin de semana la jornada decisiva. En la que, un año más, quien gane se salva. El gol de Luque así lo ha designado. El Betis decidió inmolarse hace tiempo, en Málaga no hizo más que confirmarlo. Tanto los andaluces como el Valladolid le dan vida a los demás.

El Valladolid, ganando al Sporting, se salvaba. Ni más ni menos. Una utopía, por completo, puesto que el gol para el conjunto de Mendilibar parece ser pecado. Se adelantó el Sporting, empató el Valladolid gracias a un jugador sublime, elegante y rebosante de clase y altanería llamado Pedro León; sin embargo, el Sporting, empujado por su afición, inagotable e incansable desde cualquier grada en que el conjunto de Gijón juegue un partido, desempató el encuentro. Fue Bilic. Le dio vida. Hoy el Sporting lo tiene relativamente fácil. Como todos, ganando se salva. La diferencia es que se enfrenta a un rival caído, al Recreativo, que perdió en casa ante un Racing que se jugaba la definitiva permanencia, no fuera a sucederle lo que finalmente sufrió el Betis. Empatar, o perder, plantarse en la última jornada con serias posibilidades de descener. Una losa psicológica que siempre hunde al equipo más bonito. Si el Zaragoza fue quien el año pasado no tenía equipo para luchar por el descenso, es el Betis este año quien asume ese papel.

Como Osasuna venció al apático Barça campeón de Liga, se sortea un puesto de descenso para cinco equipos. Por este orden: Betis, Valladolid, Getafe, Sporting y Osasuna. Al enfrentarse Betis y Valladolid entre sí, quien gane se salva. Sobran las explicaciones. El Osasuna se enfrenta al Real Madrid más lamentable de los últimos tiempos en casa, con lo que, su aparente victoria debiera estar asegurada. Nunca se sabe cómo puede reaccionar un equipo tan intempestivo e irracional como el Madrid, sin embargo, ante la falta de obejtivos y la amenaza que se cierne sobre el equipo de reestructuración total, se antoja complicado que el equipo de Juande Ramos plante cara seriamente. El Getafe, que hundió al Numancia no sin agobios, pugnará con un Racing en tierra de nadie; el Sporting se la juega en casa ante el ya descendido Recreativo, el rival que fue y Betis y Valladolid, en casa de los verdiblancos, vivirán un drama. El empate sólo le sirve el Betis, y una derrota podría hundir a sendos. Tiene el Valladolid todas las papeletas para descender, sí, por trayectoria y por jugar contra el más fuerte en su casa. Sin embargo, las jornadas finales, cuando se juegan con la soga al cuello, con la amenaza de un descenso, son impredecibles.

El partido en Valladolid |



Vía | Más que Fútbol, YouTube
Imagen | Marca

Más que Fútbol ● 2009

domingo, 24 de mayo de 2009

La mejor liga del mundo

Andrés Pérez | ¿Todavía alguien se lo cree? La diferencia abismal de Barça y Madrid respecto al resto durante este año no es una cuestión baladí.

Vendemos que somos la mejor Liga del mundo pero aquí, dos días antes del partido no se sabe a qué hora se va a jugar. Los incumplimientos de los contratos audiovisuales por parte de algunos clubes han generado una gran inseguridad jurídica. Con este precedente, ¿quién va a invertir en el fútbol español?

Las idas y venidas, el futuro, el pasado y el presente de la Liga, en vilo.

Vía | El País

Más que Fútbol ● 2009

viernes, 22 de mayo de 2009

Tirando a dar | ¿Y ahora qué?

Eduardo Lázaro | Exacto, ¿y ahora qué hacemos para pagar lo que cuesta la chapuza de Matuzalem? Alrededor de 13 millones de euros deberá pagar el Real Zaragoza al Shakhtar Donetsk —que entre la victoria en UEFA y esto debe estar dando aplausos con las orejas— por la contratación hace dos años del amigo Francelino.

No es menos claro y justo que un futbolista no pueda rescindir unilateralmente y como le venga en gana su contrato profesional sin recibir sanción alguna. Si esto fuera así carecerían de mero sentido los propios contratos. Pero tampoco es menos cierto que detrás de los movimiento de mercado tiene que haber uno o varios responsables del club que estimen las actuaciones pertinentes y que hagan un seguimiento exhaustivo de los movimientos para preservar, ante todo, la integridad e imagen del club contratante.

Pues bien, no sé a ciencia cierta detrás de quién esta la culpa de esta nueva verguenza a soportar —amén de losa económica—. Cuando Matuzalem escribió una carta a su club ucraniano diciendo que no le verían más el pelo por allí apoyado por su representante y con la aprobación de soslayo del Real Zaragoza se estaban vulnerando las normas establecidas; nos guste o no. El jugador no tenía ningún motivo personal de peso para poder acogerse a la Ley FIFA que podría haberle amparado; salvo los motivos evidentes que cualquiera puede pensar si se para a ello un poco.

Retomando el título del post, ¿y ahora qué?; ¿ahora quien va a salir a dar la cara?, ¿veremos a algún representante zaragocista disculpándose por esta cagada histórica —riánse de la Champions-cagada Lass-Huntelaar—?, o, como suele suceder, ¿se pasarán las culpas de unos a otros para acabar pagando el pato el club? Desde luego que aquí no hay buenos ni malos, que unos actúan y otros son autores morales. Y que al final vamos a acabar pagando todos. Como mínimo el escarnio que esto supone. Ahora, esperemos que el Señor Agapito Iglesias haga gala de ese dinero que dijo tenía; sí recuerden, ese fajo que debía esconder cuando dijo tras el descenso que no hacía falta vender a nadie —claro, algunos me corregiran diciendo que no incluyó en su discurso el término mal-vender, que es distinto—.

De una forma u otra esto es lo de siempre, a rumiar el mal trago en casa y tirar p'alante que los que están van a seguir haciendo y deshaciendo a su antojo y nadie va a depurar responsabilidades. Y después de todo esto, zaragocistas del mundo, sigan confiando en que el año que viene estaremos en Primera... que visto el panorama no es lo de menos. Por cuestión de alegrarse un poco, vamos...

Vía | Marca
Imagen | As, Marca, Equipo

Más que Fútbol ● 2009

jueves, 21 de mayo de 2009

El Shakhtar, merecido campeón (Shaktar Donetsk 2 - 1 Weder Bremen)

Andrés Pérez | Para cuando el Werder Bremen se lanzó a por el partido sin paliativos era demasiado tarde. Se traicionó a sí mismo el conjunto de Schaff y lo pagó caro frente a un equipo armado de espíritu brasileño y fortaleza del este. Una ambigüa por bizarra mezcla que depositó ayer, por primera vez en su historia, un título continental en las naranjas vitrinas del naranja estadio de Donetsk. El Shakthar siempre fue más. Jugó sin miedo, al ataque, agarrando el balón, jugando con temple en las inmediaciones del área de Wiese, combinando, siempre dado el pase correcto en el momento preciso, tocando y moviéndose, en esencia, la única verdad del fútbol. La defensa del Bremen se hundía ante la movilidad de Ilsinho o de Willian por las bandas y era incapaz de contener el poderío físico de Luiz Adriano. Llegó el gol ucraniano y respondió por error ajeno más que por virtud propia el Werder con un gol de Naldo. Poco a poco el Werder intentó adueñarse del partido, sin embargo, para cuando quiso darse cuenta de que no podía porque allí no estaba Diego, Jadson, en la prórroga, tras un partido en nada espectacular, hizo justicia si es que tal termino existe. Le regaló al Shakhtar su tesoro más preciado.



Vía | YouTube
Imagen | Marca

Más que Fútbol ● 2009

domingo, 17 de mayo de 2009

Tirando a dar | Sentimiento

Eduardo Lázaro |  Cuentan por ahí que un jugador llamado Ander Herrera y futbolista del Real Zaragoza, al día siguiente del encuentro que daba por concluída la Copa del Rey 2008/2009 , compareció ante los medios de comunicación alicaído por la derrota del Athletic de Bilbao. Convendría comentar que Ander no sólo es nacido en Bilbao, si no que buena parte de su familia reside allí. Por tanto, por sus venas corre sangre "leona", que duda cabe. El pequeño de los Herrera, hace escasos meses, quizas pudo tener pie y medio en la plantilla del club vasco; y no sólo eso, además, muchos de sus allegados lo habrían vivido con ilusión. En esas estamos que, en la comparecencia antes mencionada, un atrevido periodista quizá embriagado por la final de la noche anterior le espetó: "Tendrías que haberte marchado..."

Ante tal declaración, 'Herrerica' salió de su estado decaído, alzó la cabeza bien alto y fijó su mirada en los ojos de aquél periodista. Frunció el ceño y, en clave acorde a su edad, declaró riguroso: "Ni de coña. Yo soy zaragocista y nunca he tenido duda de que quería quedarme aquí". Suficiente. Y suficiente es porque, para el objetivo que el club persigue ahora, se necesitan jugadores así. Jugadores que sientan al Real Zaragoza, gente dispuesta a partirse la carita por unos colores, profesionales que agradezcan el reconocimiento a la grada y que, a su vez, disfruten con ella en el éxito y sufran más que nadie en la derrota.

Convendría recordarle a ese periodista, que por mucha final copera que disputara el club bilbaíno, el Real Zaragoza ha ganado en los últimos 25 años —los que llevaba Bilbao sin comparecer ante una final— unos cuantos títulos más. Y habría que recordarle también, que ese victimismo y esa desilusión sobran en la carrera 'con el pedal a fondo' que es este año la parte alta clasificatoria de la Liga Adelante —para que no se enfade el BBVA, hablando de vizcaínos—. El Real Zaragoza y sus colectivos simpatizantes han de mantener la ilusión y la motivación en estos momentos intacta, porque sin ella y sin ellos, un equipo no es nada. Y un equipo sin identidad no es nadie. Por tanto, es de agradecer por parte de la afición, el gesto de un chaval que ha mamado Zaragoza desde su más tierna infancia. Aplaudir sus valores y tomar como referente de futuros proyectos a aquellos que su raíz este en la tierra, en esta tierra.

Que Aragón y Zaragoza no pueden permitirse el lujo de desaparecer de la primera división, y que al final de todo, queda el nombre del club. Y el club se engrandece, en este caso, con la savia de Aragón. Gracias Ander por tu fidelidad e ilusión. Ojalá algún día, en esas noches de gloria de las que tanto estamos necesitados, tus brazos alcen al cielo estrellado algún tesoro preciado.


PD: ¿Cuando empezarán a contactar con Lafita?

Vía Más que Fútbol
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Más que Fútbol ● 2009

jueves, 14 de mayo de 2009

Historia del Fútbol | El fútbol como instrumento político

Andrés Pérez | Televisión española procuró darle la menor relevancia al himno nacional. En el momento de su interpretación, la cadena estatal decidió marcharse a publicidad alegando que un error humano había impedido escuchar la sonora pitada que determinados sectores de la afición del Barça y del Athletic dedicaban a la Marcha Granadera. La censura en cuestión otorga al abucheo una relevancia mayor al que tiene, otorga a un hecho consabido un carácter sorpresivo, para algarabía de tantos y escarnio de muchos. No por extravagante debe sorprender, sin embargo. El fútbol históricamente ha servido, o al menos así lo han intentado los grandes mandatarios, como instrumento político. Su capacidad de embriagar a las masas ha sido, es y será un caramelo para quienes desde el poder, pretenden aletargar a la población, convencerla, dominarla con toda la parafernalia pertinente. La pitada de la final de Copa no es mas que el ejemplo de todo ello.

Ambos equipos, tanto Barça como Athletic, son dos equipos cuyos directivos históricamente han pretendido catalogar como nacionalistas. Identificarlos con un sentimiento ideológico. El Barça de hecho, desde sus inicios, siempre aglutinó a una amalgama social de variopinta ideología, estamento social o religión; sin embargo, la diversidad propia de una ciudad cosmopólita como Barcelona jamás impidió que el equipo azulgrana fuera considerado la identidad de Cataluña en el exterior. Su lema no es casual: Més que un club. Más allá del fútbol. Manuel Vázquez Montalbán consideró en su día que el Barça sustituye a la añorada selección catalana por el mundo y Pujol, ex presidente de la Generalitat, otorgó la Cruz de San Jorge —la máxima distintiva que expende el gobierno de Cataluña— al Barcelona por la defensa de los valores catalanes que éste llevaba a cabo por el mundo.

Así como el Barça ha sido identificado comúnmente por propios y ajenos como simbolismo de Cataluña y de la sociedad catalana, el Athletic, a falta de tener una dimensión mayor y de cimentarse en una base social más amplia, ha sido históricamente el baluarte del nacionalismo vasco. No hace falta más que contemplar su plantilla. No hay jugadores extranjeros, en lo que supone, más allá de la interpretación política que se le pueda dar, todo un ejemplo de cómo sobrevivir en primera durante más de cien años con la cantera. Más allá del fútbol, el Athletic ha sido asociado históricamente al PNV. Sin ir más lejos, el lehendakari del País Vasco en el exilio y durante la Segunda Repúblia, José Antonio Aguirre, fue, antes de ocupar Ajuria Enea, jugador del Athletic de Bilbao. La dictadura franquista solapó durante cuarenta años los símbolos nacionalistas lo que provocó que durante la transición explotara con más fuerza que nunca el ansia nacionalista, ejemplificada en el Athletic.

Sin embargo, no solo para soflamas nacionalistas ha sido utilizado el poder de subversión del fútbol. Franco utilizó las victorias de la selección española durante los sesenta para ejemplificar cómo el sistema político e ideológico español, es decir, el franquismo, era superior al comunismo soviético. No en vano, en la Eurocopa de 1960, el combinado nacional hubo de retirarse en cuartos de final por orden expresa del gobierno franquista, cuando debía enfrentarse al conjunto soviético. El acto provocó que la selección, por aquel entonces legendaria con Di Stéfano, Puskas o Kubala, entre otros, en sus filas, no pudiera conquistar un más que probable primer título continental. Lo hizo, sin embargo, cuatro años más tarde frente a la propia Unión Soviética. El triunfo se mostró como la victoria frente a las hordas comunistas rusas, de alto valor propagandístico.

Más allá de España, durante los alborotados años treinta europeos, los fascismos se sirvieron del fútbol para ejemplificar como el sistema triunfaba por encima de todo lo demás. Mussolini procuró en exceso ganar el Mundial de 1934, celebrado en su Italia fascista, sobornando árbitros y amedrentando rivales, cuando no recurriendo a la violencia tan característica de cualquier régimen autoritario. Hitler por su parte identificó al combinado alemán con el saludo romano durante la interpretación del himno, y tal fue la humillación a la que hubo de someterse tras caer derrotado en Berlín ante Austria, que Sindelar, la legendaria estrella del conjunto austríaco y máximo artífice de la victoria austríaca frente a los alemanes cuando todo estaba designado para que sucediera exactamente lo contrario, desapareció para siempre días más tarde, en uno de los capítulos más oscuros del fútbol. Sindelar evidenció el proyecto de superioridad aria de Hitler al vencer en un partido de fútbol y al negarse a jugar con el conjunto combinado de Austria-Alemania. Medio mundo se hizo eco de ello, un golpe así, no podía quedar impune.

Durante los tiempos en color, si hay un país donde la política está íntimamente ligada al fútbol es Italia. Italia, el país desastre por excelencia. Raro es el año donde no se difunden noticias de algún aficionado muerto a manos de otro, o de algún policía caído por la violencia de los tifosi. Sin ir más lejos, el Milan glorioso de Arrigo Sacchi estuvo presidido por el actual presidente de Italia, Silvio Berlusconi, poseedor de un emporio que va más allá del fútbol y de la política. Di Canio, ex-jugador del Lazio, alzaba el brazo como lo hacía Il Duce cada vez que anotaba un tanto frente a su afición lazial, cuyo sector más radical se caracteriza por ser fascista sin tapujos. Controvertidos suelen ser los encuentros entre el Livorno, cuya afición se declara izquierdista y el Lazio, equipo mayoritario en Roma a pesar de su paulatina decadencia.

Incluso una guerra tiene por nombre el fútbol. El Salvador y Honduras se enfrentaban en un partido de fútbol allá por 1969, y tras los graves altercados al término del encuentro, ambos países decidieron declararse la guerra. No fue más que una tapadera que escondía los motivos reales: luchas de poder en ambos países evidenciadas en la deportación masiva de trabajadores salvadoreños en Honduras. Probablemente unos pensarán que es una falta de respeto silbar un himno nacional, sea de la índole que sea. Probablemente, si consideramos que silbar la marsellesa, por ejemplo, es irrespetuoso debamos considerar lo mismo respecto al himno español. Probablemente, quien escuchara los silbidos de anoche interprete que todos los allí presentes detestan España. Sí. Todo ello es muy probable. Lo que también es probable, a buen seguro, es que nadie recuerda al mismo tiempo que un día de junio, cuando la Selección Española se proclamó campeona de Europa, no pocos fueron quienes festejaron por las calles de Bilbao y de Barcelona el título nacional.

Sindelar y los nazis |





El himno censurado |



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Vía | Más que Fútbol, Wikipedia, YouTube, Marca, Todos los mundiales, Asociación Deportiva del Livorno de Madrid
Imagen | As, Wikipedia, Google Images

Más que Fútbol ● 2009

El Barça fue simplemente fiel a sí mismo (Barcelona 4 - 1 Athletic)

Andrés Pérez | Conviene, antes de ponerse a hablar de los pormenores de la final de Copa, analizar en profundidad el verdaro valor de un trofeo devaluado. Ayer Valencia fue una fiesta. Suena a tópico pero no deja de ser real. Es, de lejos y sin ningún tipo de lugar a duda, su celebración la mayor alegría que el fútbol español pueda ostentar. El trofeo que de verdad debiera llevar por bandera. Anoche vivió su día más grande del año, nadie puede olvidarlo, nadie debe hacerlo. La Copa, la defenestrada por todos Copa del Rey, resucita cada año a mediados de mayo. Lo hace a lo grande. Sin paliativos. Mostrando la viveza de las gentes de este país, la alegría de sus aficiones, la elegancia de las mismas al resignarse a la derrota humildemente o el estilo de quienes ganan al saber reconocer a quien enfrente anima, su esfuerzo, su labor, su innegable mérito a pesar de la derrota. Ayer, como el año anterior, como hace dos años, las aficiones fueron las auténticas protagonistas de la fiesta. Por ellas vive el fútbol, más aún, para ellas. A pesar que desde la Federación pretenden olvidarlo, ellos, nosotros, hacemos el fútbol. Hacemos de noches como la de ayer, gloriosas.

Porque fue una noche memorable. Se revivía la final clásica del fútbol español, entre el Barcelona, máximo estandarte del campeonato copero y el Athletic, histórico venido a menos que atraviesa una sequía de veinticinco años, ideología futbolística puesta en duda y tantos llantos después. Fue absolutamente conmovedor comprobar como, más allá del resultado, la afición del Athletic necesitaba de una cita grande, un lugar donde revivir todo lo que antaño fueron y ahora recuerdan con apasionada nostalgia. Finalizado el partido, destrozado su equipo por una máquina casi perfecta de hacer fútbol, la afición no hizo más que enarbolar sus bufandas y dejarse la garganta demostrando que más allá del resultado, en días como los de ayer lo importante es llegar. Supone la de anoche una derrota incluso, me atrevería a decir, dulce. Perdió el Athletic contra un equipo omnipresente, superlativo, de otro planeta, que practica un deporte ajeno al que el resto de conjuntos del mundo intentan interpretar. Cayó el Athletic frente a un Barça legendario, con la sensación de trabajo cumplido, de haber superado a quienes estaban a su nivel durante el resto del campeonato. La final ante el conjunto de Guardiola era un caramelo prácticamente inalcanzable. Los dulces días de cuartos de final y semifinales, el auténtico premio.

Suena duro, no lo negaré, resignarse de tal modo ante una derrota. Fue más dura, probablemente, la derrota por idéntico resultado del Zaragoza ante el Espanyol, o la del Madrid ante el propio Zaragoza. La de ayer, la derrota que el Barça infligió a un muy noble Athletic, es una derrota que no duele tanto como las demás. No lo hace porque se produce ante un fenómeno paranormal. Todos y cada uno de los aficionados y jugadores que anoche representaban al Athletic, sabrán hoy a la perfección que ningún equipo en circustancias normales, le hubiera podido hincar el diente al Barça de esta temporada. Al Barça. Quizá no merezca la pena siquiera narrar lo sucedido, alabar al equipo culé, destacar sus virtudes, limar sus defectos. Se ha hablado tanto durante toda la temporada de una escuadra legendaria que no merece la pena resaltar el nimio hecho del trabajo bien hecho. Anoche el Barça hizo lo que todo el mundo esperaba que hiciera. Fue fiel a sí mismo, y, dada la aplicación práctica de su filosofía y la calidad física, técnica y mental de sus jugadores, no podía suceder otra cosa más que lo que lleva sucediendo toda la temporada. Una victoria. Redonda.

Merece Guardiola un aplauso. No ya por su fútbol —lleva recibiendo aplausos por él durante toda la temporada— sino por dar una lección de como respetar al torneo mayor de España, al inicio de todo, a la Copa. Harían bien tantos equipos en no dejar de lado un torneo prestigioso, que alegra la temporada de la afición y le permite disfrutar de un día absolutamente perfecto sea cual sea el resultado final. El Barça está en la final por el tesón que Guardiola ha mostrado para conquistar un trofeo devaluado por los demás, por su inteligencia a la hora de dosificar esfuerzos, por su elegancia cuando decidió que la Copa es un título igual de importante que los demás. Diran, es cierto, sí, pero siempre jugó con los reservas. No menos cierto. Sin embargo, ahí andaba Messi en el Calderón, o ante el Valencia. El Barcelona ha querido la Copa desde un principio y no se resignó, como el resto de conjuntos grandes hundidos en la más absoluta mediocridad, a dejarla ir como un trofeo menor, como un asunto baladí. Solo por eso, por luchar un torneo progresivamente devaluado, Guardiola ya merece más de un elogio.

Los demás le llegan y le llegarán por su manera de entender el fútbol. El fútbol que rehúye del patadón. El fútbol de Xavi. El de Messi. No fueron pocas las veces que anoche, Pinto, en vez de colocar el balón en un lateral del área pequeña presto al despeje como la mayor parte de arqueros del mundo, posó el cuero en pleno corazón del área y abrió a banda a uno de sus centrales. El Barça construyó en un partido de importancia supina la mayor parte de sus jugadas así. Esquivando la adelantada presión del Athletic desde la línea de fondo de su portería. Tocando a lo largo y ancho del terreno de juego hasta alcanzar la meta rival, y machacarla. Por momentos, fue un recital, un espectáculo, una muestra de insultante poderío. De belleza. Algo que debiera ser enseñado en las escualas de fútbol. Lo hizo incluso cuando durante los primeros quince minutos, la ansiedad de un cuarto de siglo sin títulos del conjunto de Caparrós provocó la parálisis cerebral del Barça.

Marcó Toquero en un córner, un balón aéreo, probablemente el único defecto que le cabe a este Barcelona. Lo hizo y el Athletic se vino arriba moralmente, abajo futbolísticamente. Se acorraló atrás, sabedor de la imposibilidad de mantenerse en pie en un cara a cara frente a semejante boxeador, probablemente escogiera el camino correcto dadas sus limitaciones, pero ni aún así consiguió evitar el chorro ofensivo orquestado magníficamente por Xavi. El Barça tardó alrededor de veinte minutos en recuperarse del gol de Toquero. Cuando lo hizo, jugó a lo de siempre. A lo mismo que jugó con el resultado en contra en el Bernabeú. Y, curiosamente, hubo de ser Yayá Touré quien, tras una jugada magnífica, reventara la red de Gorka Iraizoz, quien, desconsolado, lloraría finalizado el partido de pura rabia. De impotencia. Ahí, posiblemente, terminó la final para el Athletic.

Terminó puesto que no fue capaz de poner en apuros a Pinto jamás. A pesar del empate en el marcador, parecía que el Barça lo tenía todo controlado. Su fútbol desembocó en un caudal ofensivo insostenible por momentos durante el final de la primera parte y el inicio de la segunda. Parecía que, tarde o temprano, debía llegar el gol, por pura lógica racional. Llegó, de la mano de Messi. Minutos más tarde, marcaría Bojan. En diez minutos la final había finalizado y el Athletic no conocía el verdadero motivo. Es tan bello este Barça que cuando te mata, ni siquiera lo hace con la crueladad despiadada de otros grandes equipos. Lo hace suavamente, práctiamente queriendo no ofender, asumiendo de antemano que es su fútbol quien provoca la humillación sistemática del rival. Sería Xavi, ese genio, quien firmaría el cuarto con un golpeo excelente de libre directo. Suave, parabólico, perfecto, a la escuadra. Fue Xavi pero pudieron ser tantos más. Para entonces el Athletic comprendía ya que su guerra había finalizado, que el sueño de la Copa no era precisamente más que un sueño. A pesar de todo ello, la afición se mantuvo en pie, impertérrita, consciente de que la magnitud de la derrota exigía una respuesta no menos grande. La dió. Los últimos veinte minutos de partido fueron suyos, de las aficiones. Para deleite de ambas. Para escarnio de quienes decidieron enterrar la Copa en los más bajos fondos de su proyecto deportivo. Para goce del aficionado al fútbol, lo practique quien lo practique.

Vía | Más que Fútbol, YouTube
Resumen | El País, Marca, La Vanguardia, Público

Más que Fútbol ● 2009

martes, 12 de mayo de 2009

Y digo yo | Censurando, la portada del Marca

Juandi Mora | Yo escribo, como siempre que lo hago para este bendito blog, con ganas de meter cizaña y de hacer daño a esa llaga ya madura donde sea que esté. Señores de Marca, muy señores míos. Tururú, esperad un momento —por eso de mi raulismo campante— sí, está bien dicho, tururú. Son ganas, de verdad que son ganas. Hay un señor que puede estar en el banquillo —y será presidente de este bendito equipo—, el que está en examen. Un jugador franquicia, dice sé —yo cultivado en NBA— es el jugador que marca diferencias, el que quiere todo el mundo. Señores de Marca, me repito. Si no quieren al 7 díganlo. Pero milongas de estas de medio pelo, de diario vendido a espuertas por una sociedad futbolelizada, no.

Milongas, me encanta la palabra, hay muchas en la prensa como para ponerla de portada. Que sí. Que mi fuente me dijo esto. Que sí. Que Ramón Calderón tenía fichado a Kaka' y Tatín a Pelé. Pues también. Señores, que Raúl puede ser el más criticado por esos que dicen que sus goles no valen lo mismo que los de Eto'o o Villa. Pero ¿de ahí a mercancía? 40 kilos dicen que va a cobrar. 40 canicas, me jugaba con ustedes a que no se va. Ostia, que osado el que escribe. Me corroe aquello del "el tio de Y digo yo" es raulista. Sí. Nunca engañé. Este señor tiene treintaytantos como diría Lina Morgan. Si alguien tiene que pagarle es el Madrid. Si alguien tiene que venderle es el madridismo. Amén, amigos.

Vía | Terra, Marca
Imagen | Marca

Más que Fútbol ● 2009

lunes, 11 de mayo de 2009

Desde segunda con amor (De paja y vigas)


Andrés Pérez | Escribía el domingo Javier Monsón en el As, a propósito del Huesca - Zaragoza:

(...) creo que Zaragoza, la Zaragoza deportiva y futbolística, se ha equivocado lamentablemente en su enfoque. Se equivocó no queriendo venir a El Alcoraz y haciendo que el club devolviese las entradas. Se equivocó planteando el derbi desde un extraño victimismo paternalista (...) El Zaragoza no ha demostrado nada, fue un Barcelona favorecido arbitralmente ante un Chelsea que perdonó en su más clara ocasión, que en la primera parte fue superior y que no tuvo fortuna (...) ¿El Zaragoza? Ójala suba... bien lejos."

Dice el refrán que hay quienes tienen la extraña virtud de ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Supongo que Javier Monsón, un columnista más de la redacción As en Aragón, es uno de ellos. Como lo deben ser tantos y tantos aficionados del Huesca —que me disculpen quienes no den cabida en su ser a estos sentimientos— que tan visceral odio destilan por cada esquina cada vez que la palabra Zaragoza se escucha. Entran en estado de ebullición de inmediato. Como si del diablo se tratara.

Desconozco el porqué. Da la casualidad que, desgracias del destino, el Zaragoza cuajó el año pasado una temporada deplorable y se vió exiliado un año más a la Segunda División, al tiempo que el Huesca vencía en cierto campo de Écija y se ganaba con todo el merecimiento de este desdichado mundo un billete al paraíso. Universos paralelos. Como lo llevaban siendo años y años. No en vano hacía más de cincuenta años que sendos equipos aragoneses no se enfrentaban entre ellos. La rivalidad, huelga decirlo, es inexistente desde Zaragoza puesto que dado su ostracismo en el fútbol español, el Huesca ha sido siempre un actor desconocido desde la capital de la comunidad. Sin embargo, he aquí la sorpresa, descubre la afición blanquilla que en Huesca, ese club del que tantos se alegraron el día de su ascenso —servidor, iluso, incluído—, la mayor parte de su visceral población no sólo no festeja las remotas y nostálgicas victorias zaragocistas sino que odian con toda la fuerza de su corazón cualquier aspecto cotidiano que rezume colores blancos y azules y tenga el león por bandera.

Pardiez, farfulla la afición maña. Somos una especie de anticristo en ciernes. Comprendo que la afición del Zaragoza no sea considerada como la mejor del mundo, de hecho yo mismo reconozco que La Romareda es un campo destinado a que cada hombre y mujer de esta bendita ciudad descargue su frustración contra los jugadores, directivos y entrenadores del conjunto blanquillo, cumplan con su labor o no. Hasta ahí lo comprendo. Comprendo que nadie del Huesca haya de celebrar un gol de Ewerthon puesto que cada uno es muy libre de elegir el equipo al que seguir, llorar, criticar u obviar con la más insultante indiferencia. Todo ello cabe en mi mente. Lo que no alcanzo a comprender, quizá porque aún la radicalidad no corre por mis venas o porque el universo en el que yo resido de mente y espíritu es por completo antagónico al de tantos personajes, es el profundo desprecio que destilan la mayor parte de aficionados del equipo oscense hacia el Zaragoza.

Verbigracia. El mismo sábado se escucharon gritos de ánimo hacia el Hércules, ese club hermanado históricamente con el Huesca; berridos contra la Virgen del Pilar como si mancillando el nombre de una estatua su equipo se acercara más a la meta rival y, como no podía ser de otro modo, continuas alusiones a la estancia del Real Zaragoza, un conjunto al que presuponemos grande dentro de esta enorme piel de toro llamada España, en segunda división. Reconozco que ésto último debió ser hilarante para cualquier aficionado del Huesca, quien, si se precia medianamente, odiaría hasta un punto respetable de cara a la opinión pública oscense al conjunto vecino. Toda una lección de elegancia. Temo recordar que Zapater aún guarda con cariño y ahínco el amado escupitajo, repleto de clase y estilo, que un oscense dedicó con toda la amistad que en su corazón pudiera residir a su zamarra del Zaragoza. No negaré la mayor. La afición del Zaragoza es un buen ejemplo de sociedad escatológica. Por el contrario, la oscense, a tenor de las sabias palabras de Monsón y de las imágenes que aún mi retina guarda en la memoria, es el civismo personificado. Y, una vez he reflexionado, desmiento y me desdigo el título de este clarividente post. De paja y vigas nada. El Zaragoza, que no contento con robar el encuentro ha de difamar sobre la elegante afición de Huesca.

Vía | Más que Fútbol
Imagen | Diario del Alto Aragón

Más que Fútbol ● 2009

Fiesta aguada (Jornada 35)

Andrés Pérez | De tan felices que el Barça se las prometía, parecía previsible que el Villarreal terminara por reventar el último globo de la fiesta y dejar la Liga, matemáticamente, en el aire. Virtualmente quedó decantada tiempo atrás y el Madrid no hizo el sábado mas que confirmar ésto último en favor de un Barcelona que, lejos de celebrar, enmucede y se entristece ante la nueva baja de Abidal para la final de la Copa del Rey y la más preocupante aún baja de Iniesta para sendas finales. Posiblemente, Iniesta, héroe de Stamford Bridge y hoy por hoy uno de los mejores jugadores del planeta si no el mejor, no estará ni en Valencia ni en Roma. Por el bien del fútbol, que esté en Roma. Lo de Valencia, y en Bilbao mientras tanto aplauden con las orejas, parece utópico. Sea como fuere, Llorente de nombre Joseba se encargó él solito de aguar las esperanzas de los más de noventa mil ilusionados aficionados que no contentos con gritar antes de tiempo aquello de 'campeones, campeones' ya tomaban Canaletes con objeto imperioso de celebrar la decimonovena Liga. Quizá algún niño llorara anoche. Enhorabuena Llorente.

Antes de que el Villarreal se postrara como el invitado sorpresa en la fiesta del flamante campeón de Liga, el Madrid, el día anterior, un sábado como otro cualquiera, decidió abandonarse a sí mismo y pisotear su escudo en favor de un Valencia que, sí, en efecto, pareció magnífico. Lo pareció, y quizá volviera a recuperar el nivel de antaño, pero ante aquel Madrid todo parecido con la realidad era nulo. Absolutamente. Ningún jugador, tan siquiera Casillas —fragrante error en el segundo gol—, antaño héroe entre la mediocridad, mantuvo el nivel. Quizá hastiado definitivamente de tanta incompetencia a su alrededor. Sergio Ramos personificó tal apatía. Temo que si nadie hace algo por solucionar su cabeza, termine perdido para la causa de manera indefinida. Silva, Mata y Villa, otros tres pequeños jugadores, casualmente los tres españoles, decidieron dinamitar una y otra vez el prestigio y el honor del sevillano por la banda izquierda. Lo consiguieron. Aquel antaño coloso pareció ayer una marioneta en manos de tres despiadados asesinos quienes juntos, centimetro arriba, centímetro abajo, no alcanzan la altura de Metzelder. Creo.

Es el estilo de la selección española quien ha minado al Real Madrid en el tramo final de temporada. Primero el Barça y acto seguido el Valencia. Queda por ver si el Villarreal tan pronto da lo que quita venciendo al Real Madrid y permitiendo que el conjunto de Guardiola se proclame campeón antes de pisar el césped el próximo fin de semana. Jugó a ganar el Villarreal y a especular el Barça, y por tanto, miles de niños y no tan niños congregados anoche en el Camp Nou, hubieron de ver como la oportunidad inmejorable de celebrar un título bajo la luz tenue del sol de media tarde se esfumaba entre la perspicacia de Llorente y la audacia de Ibagaza. El partido, por cierto, fue precioso. Dos equipos empeñados en jugar bien al fútbol regalaron todo un manual de cómo atacar y no defender, algo que deleita al espectador neutral y saca de quicio a tipos como Sacchi.

Al tiempo que el Atlético ganaba en plan Real Madrid y que nadie de los de arriba pinchaba, por abajo, el auténtico aliciente de estas últimas jornadas ligueras, cada equipo atravesaba su via crucis particular. El Numancia empató con el Valladolid finiquitando, puede que definitivamente, su ascenso. El Sporting decidió hacerse el seppuku y regalar al Almería la vicotira, permitiendo la salvación de uno de manera matemática y aumentando la agonía del otro. Curiosa y digna de análisis, si no fuera porque hoy se tiñe de tintes dramáticos, está siendo la temporada del Sporting. Es, probablemente, uno de los equipos con las peores defensas de Europa, pero practica en ataque un fútbol merecedor de algo más que la antepenúltima posición. No lo ocultaré. Me disgustaría su descenso, tras años de luchas intensas en el infierno de segunda. Quien tampoco ha de jugar con fuego es Osasuna. Perdió trea a cero frente a un Getafe que toma aire a costa de un equipo excesivamente maltratado por los árbitros, quizá, pero que tampoco muestra argumentos futbolísticos de auténtico peso como para sobrevivir sin apuros un año más en primera. Y por último, el Betis. Recuerdo la temporada del Zaragoza del año pasado y me apiado de tan, probablemente, desdichada afición. Diría que, si el Sporting supiera defender, el Betis descendería. Pero lo primero es un condicional, y como tal, la probabilidad de que un equipo con Sergio García y Oliveira descienda de nuevo, es baja. Pobre Sporting.

Clasificación | (pincha aquí)

Resumen del no alirón del Camp Nou:



Vía | Más que Fútbol, El País, Wikipedia, YouTube
Imagen | Marca

Más que Fútbol ● 2009

domingo, 10 de mayo de 2009

Momentos que he vivido | El Gol de Nayim y la Recopa del Zaragoza

(Coincidiendo con el decimocuarto aniversario de la consecución del Real Zaragoza de la Recopa, se inician hoy en Más que Fútbol una serie de relatos personales, alejados de la crónica o del objetivismo si es que existe. Relatos individuales, en los que cada uno contamos aquellas hazañas futbolísticas que tanto nos marcaron previamente a 2006, antes de que este blog existiera. Que lo disfruten)

Eduardo Lázaro |
…Y entre los muertos habrá siempre una lengua viva para decir que Zaragoza no se rinde…” - Benito Pérez Galdós, genio y escritor.

Aquél 10 de Mayo de 1995, la ciudad de Zaragoza respiraba fútbol por los cuatro costados y Aragón, así como España, rendían pleitesía a un equipo que desarrollaba un juego osado, vistoso, vertical y, sobre todo, atrevido. Las clases en los colegios de ambos márgenes del río Ebro fueron un pasatiempo para los que como yo, niños de EGB por aquel entonces, esperábamos las 20.15 horas de la tarde. En el recreo se jugaba al fútbol con una valentía y agresividad inusitada. Ese día jugaba nuestro Real Zaragoza, esa noche íbamos a "trasnochar". Paradójicamente, la retransmisión de TVE comenzó con puntualidad británica. Las primeras imágenes nos mostraban a los afortunados aragoneses que habían podido asistir al Parque de los Príncipes de París. En sus rostros se dibujaba la ilusión, la esperanza y sobre todo esa mueca pícara de quien se sabe partícipe de una proeza así como de una parte de Historia —sí, con mayúsculas—.

Jesús entró al estadio con sentimientos encontrados; sentimientos de alegría y confianza así como de congoja y ¿por qué no?, algo de escepticismo. Ataviado con la camiseta blanquilla pudo inmortalizar su estancia en aquella final saludando ante las cámaras que retransmitían para toda España mientras guardaba fila camino de su localidad en la grada. Jesús era niño como yo, sólo que un poco más grande. Su ilusión y la mía —y la nuestra— nos igualaba a todos como un ente, como hermanos zaragocistas. Que hubiéramos mojado la oreja en cuartos de final al Feyenoord y en semifinal al Chelsea no era nada comparable a tener enfrente al todopoderoso Arsenal —muy típico por aquellos días escuchar en la ciudad del cierzo aquello de "El Arsenál de Inglaterra"—. El caso es, que de Inglaterra o de Gran Bretaña, llegaban a París en calidad de defensores del título conquistado un año antes al vencer al Parma.

La empresa no era nada fácil, pensaba Jesús. En su cabeza resonaban de carrerilla los nombres de los defensas gunners: Winterburn, Tony Adams, Martin Keown, y Lee Dixon. Sin olvidar al omnipresente David Seaman. No importa, Juan Eduardo es grande, se autoconvencía. No quería ni pensar en la calidad de un medio campo comandado por Ray Parlour, Paul Merson y Stefan Schwarz, jugadores sinónimo como mínimo de seriedad y trabajo. Tampoco quería hablar de la pólvora de Ian Wright o de John Hartson, vaya. El primero, icono de su equipo a.B. —antes de Bergkamp—. El segundo, típico delantero inglés —aunque era galés— poco fino pero con capacidad de golear allí donde estuviera.

Embebido en sus pensamientos observaba al resto de parroquianos cantar enfervorizados. Y es que el Real Zaragoza acababa de hacer acto de presencia en el césped de París. Pose y foto para la posteridad. Jesús sumó su garganta a la causa. En sus pantallas cerebrales se proyectaban fragmentos a modo de película de tantos y tantos partidos vividos en La Romareda para llegar hasta donde ahora se encontraba. Sabía que el joven Víctor había armado un equipo fuerte con jugadores de poco renombre pero con casta, compromiso y entrega. Y por esto estaban ahí. Cedrún defendiendo la Historia; Belsué y Solana limpiando los dos carriles; Cáceres y Aguado liderando la resistencia; en medio del barro Nayim, Santiago Aragón y Poyet; y arriba, como culminación del descaro aragonés, los tres espadas: Pardeza, Higuera y Juan Eduardo Esnáider. Un 4-3-3 impúdico y fresco.

Jesús ya no pensaba en los otros, Jesús creía. Creía en la camiseta que llevaba puesta, creía en el escudo del león y creía en su equipo y en su gente. Los primeros minutos pasaron del tanteo inicial a un tímido dominar del conjunto inglés más acostumbrado a estas citas. Andoni, mientras, solvente. Seguro por alto y bien defendido por sus centrales. El juego, correoso y viril impidió romper las tablas antes del descanso, por tanto, 0-0 en el marcador al descanso. Mientras, la afición maña ya había tenido tiempo para darle un baño a la inglesa. En el segundo tiempo el dominante pasó a ser dominado y Jesús lo intuía. Había que hacer un gol, por pura justicia poética. No había vuelta atrás, el Real Zaragoza se estaba acomodando en los brazos de la épica —y en las botas de Santi Aragón— y ésta se hizo de rogar hasta el minuto 68. En esos instantes Esnáider inventó una volea seca y virulenta que dejó al portero inglés temblando e intentando descifrar como ése misil tierra-aire se había logrado colar por su escuadra derecha.


El delirio fue instantáneo, Jesús sentía cómo el grito de gol al unísono se iba extendiendo entre la afición zaragocista como la espuma de las olas al romper. Las pulsaciones se disparaban, el calor corporal subía y la marea blanquilla ahogaba sin cesar a los ingleses. Jesús, Zaragoza, Aragón y España vibraban con la gesta. No hay cabida para la improvisación, hay que seguir dominando cavilaba Jesús. Jesús y probablemente unos 40 millones de personas más. Lo más difícil se había logrado: abrir el marcador. Pero ante tal intensidad de juego las piernas comienzan a pesar y la fatiga va abriendo brechas poco a poco. El equipo londinense, hasta ese momento adormilado, empezó a desperezar y a estirar... y en una de esas llegadas, con pase de la muerte incluído, John Hartson puso el 1-1 en el marcador. Minuto 75.

De ahí al final, dos equipos temerosos poblaban el terreno de juego, quizá asustados por la idea de un fallo que pudiera decantar el partido sin tiempo para remediarlo ya. Así, en plena batalla, se llegó al final de los 90 minutos establecidos. Mientras los jugadores recuperaban algo de aliento y reponían fuerzas para afrontar la prórroga, la hinchada aragonesa tiraba de bufandeo y cánticos al tiempo que Jesús maldecía su suerte: ya no quedaban uñas en sus manos. Ante tal ausencia y la palpable falta de oxígeno y ya casi fuerzas en su equipo, Jesús empezó a acumular los nervios dentro de sí. Muy adentro. En el alma. Cada jugada era un suplicio y una nueva palidez en los rostros. El tiempo se agotaba y nada parecía presagiar ese gol soñado por todos las noches previas a la final que diera la victoria al equipo aragonés. Jesús tenía un golpe de efecto preparado, tenía un clavo ardiendo al que agarrarse.

Allí, entre amigos y vecinos, de pie en la grada, con el tiempo ya casi agotado, decidió orar y entrar en contacto con su padre, Dios. De su boca salían, como tantas veces antes, aquellos versos que dicen: "El Zaragoza va a jugar, el Zaragoza va a vencer, el Zaragoza va a luchar por su afición...". Al rato se le escuchaba balbucear "...azul y blanco es el color del campeón...", "...la raza en el juego, nobleza y valor...". Pero de repente, como si de Moisés separando las aguas se tratara, Jesús pronunció él solo y a viva voz la estrofa que sesgó el cielo de París "...La Romareda vibrará y el cachirulo se alzará, como un gigante es el equipo aragonés...".

En ese instante, la Vírgen del Pilar —que nunca quiso ser francesa, pero ese día fue incapaz de perderse la cita de París— en claro compromiso por antiguas amistades con el padre de Jesús, salió espoleada de la nube parisina en la que estaba escondida presenciando el partido sobre el estadio. Atrapó en sus manos aquél maldito balón que un instante antes había "reventado" Nayim mandándolo al estrellado cielo de la ciudad de la luz para, ante la mirada incrédula de los miles de espectadores congregados en el campo y frente al televisor, llevarlo majestuoso hasta el fondo de la red.

Fin del partido.





P.D.: Jesús, sin duda, lloró esa noche. Lloró de emoción y comprendió, al igual que muchos de nosotros, el significado de amar a un escudo; y le dio sentido a una vida sufriendo, disfrutando y viviendo por su equipo. Por su Real Zaragoza, por nuestro Real Zaragoza.

Vía | Más que Fútbol, Wikipedia, YouTube
Imagen | Notas de Fútbol, Planeta Zaragocista, Flickr Rickiakia

Más que Fútbol ● 2008