lunes, 28 de febrero de 2011

Aquellos maravillosos marrulleros


Andrés Pérez | No le será ajeno a cualquier delantero que se desempeñe en España el concepto del central marrullero. Se trata de una especie de defensor abundante en los terrenos de juego nacionales a cualquier nivel, ya sea en cadetes, juveniles o senior. Bordeando el estrecho borde legal que separa lo permisible de lo inaccesible, se muestran altivos y marcan su territorio a base de amedrentar al delantero rival. Sutilmente: una breve tarjeta de bienvenida en forma de zancadilla de espaldas al árbitro, un empujón leve e inocente en un córner, cierto codo sobrevolando la testa del rival, formas variadas de provocación verbal, etcétera. Se pueden hacer una idea.

Es, de largo, el defensa más odioso y odiado. A falta de virtudes que exasperen al delantero dadas sus innatas dotes al corte o en la anticipación, el central marrullero se fortifica bajo un manto de violencia intuida. Intimidación, en suma. Insoportable, desde luego, puesto que basa su talento en una fuerza nada relacionada con el deporte o el talento. A David Navarro, defensa central del Valencia que en los dos últimos años ha encontrado el sitio en la zaga levantina que jamás pudo encontrar en tiempos anteriores y que pasó a la fama por uno de los actos más cobardes que se recuerdan en un campo de fútbol, se le acusa ahora de ejercitar las nobles artes del defensa marrullero.

En Italia, por descontado, a David Navarro se le aplaudiría la gracia como se le ha aplaudido en innumerables ocasiones a Gattuso o Materazzi, auténticos genios del arte de la intimidación. Navarro, ayer domingo en casa del Athletic de Bilbao, mostró su mejor repertorio en un salto con Fernando Llorente: ante la imposibilidad de ganarle en el juego aéreo decidió sacar a pasear un codo, impactando en la testa del delantero riojano para, posteriormente, fingir un choque casual, lances del juego, cosas veredes amigo Sancho. Tanto Llorente como Navarro terminaron el partido con una amarilla, para indignación del delantero y de Javi Martínez, centrocampista que previamente había terminado sangrando tras cruzarse en el camino de Navarro.



La acción de Navarro ha causado la reacción de Llorente, harto, dice, de este tipo de ejemplares defensivos. Navarro es el último en llegar, huelga decir, a una larga y reciente lista de tipos admirablemente odiosos, aquellos que hicieron de la tarea defensiva un arte alejado del fútbol. Ahí van unos cuantos nombres que bien les sonarán a todos: David Albelda, Rubén Baraja, Carlos Marchena, Javi Navarro, Gabriel Heinze, Pablo Alfaro, Matteo Contini, el ya citado Marco Materazzi, Lúcio, y unos cuanto centrocampistas dignos de este ránking. Son aquellos maravillosos marrulleros, leyenda indeleble del fútbol pasado y futuro.

Ante la actitud de David Navarro & cía el árbitro poco puede hacer, en realidad. Es arte puesto que la maestría de bordear el filo de la ley y en pocas ocasiones ser castigado no merece otro calificativo. El árbitro se extralimitaría en sus funciones penalizando un comentario o un laxo empujón. La solución es la misma que a tantos otros males inextirpables, en apariencia, del fútbol: una educación de base que apueste a partes iguales por el deporte, el respeto y la competitividad. Algo inalcanzable a día de hoy a juzgar por el ambiente de cualquier partido entre equipos juveniles de su ciudad más cercana.

Imagen | RTVE.es

lunes, 21 de febrero de 2011

Ander, Dubai y Javier Aguirre


Miki Salazar | La venta de Ander Herrera no ha dejado indiferente a ningún aficionado blanquillo. El futbolista criado en las categorías inferiores del Real Zaragoza se marcha a final de temporada. La razón son los 11 millones —primas por objetivos incluidas— que en su día el equipo del Nervión ofreció al conjunto maño. Ander es un símbolo dentro de la plantilla, uno de sus mejores jugadores y promesa del fútbol español. Sin embargo las críticas sobre su venta están fuera de lugar. El Zaragoza, nos guste más o menos, es un equipo vendedor, siempre lo ha sido, y mientras la situación no cambie y vuelvan tiempos mejores siempre lo será. Además, la oferta por el mediocentro es más que razonable teniendo en cuenta que todavía no ha explotado ni se ha convertido en el jugador que se espera. Puede que algún día lo sea y que su precio se dispare, pero entonces que nadie se lamente puesto que Ander ha sido un buen negocio para el Zaragoza.

Parte de las críticas por su venta surgieron tras la noticia de que un fondo soberano de Dubai estaba intentando la compra del club. Una operación que provoca tanta ilusión como sombras tiene la información. No se conoce rostro alguno que represente a los dubaitíes ni ha existido ninguna novedad al respecto que no sea un problema en los avales. Es decir, parece que el asunto va para largo y habrá que tener paciencia. Lo que es indudable es que de confirmarse —entendiendo que la deuda sería asumida y por tanto desaparecería— el Real Zaragoza resucitaría. No es la mejor opción, ni mucho menos, pero con la situación actual la entidad no está para exigir. Sólo queda rezar para que de la noche a la mañana seamos un club saneado, objetivo prioritario, y saber aprovechar las segundas oportunidades.

Quien sí que ha aprovechado su oportunidades Javier Aguirre. El mexicano cogió un equipo roto, sin identidad ni síntomas de mejora y ahora parece un equipo y todo. Nada que ver con lo visto la primera mitad de temporada. La derrota ante el Hércules parece haber dinamitado de nuevo la moral del aficionado. Porque si en algo somos especialistas es en subirnos demasiado rápido a la nube del optimismo. Ahora, a un punto del descenso, parece que se vuelve a principio de temporada donde el Real Zaragoza. Pero no es así, la verdad es que la salvación es posible, el camino es el correcto y solo queda perder la inocencia que está caracterizando al equipo esta temporada. El vasco sabe lo que hacer y si los jugadores quieren, el año que viene seguiremos en la máxima categoría.

Imagen | Golfútbol

jueves, 17 de febrero de 2011

Nueva apariencia y nuevos colaboradores en Más que Fútbol

Andrés Pérez | En aras de la salud de los lectores de Más que Fútbol, llega la nueva apariencia del blog. Como podrán comprobar con facilidad, todo es más grande en Más que Fútbol ahora. La columna que contiene los posts se ha hecho mucho más ancha y se ha optado por una nueva tipografía —y más grande—: bienvenida Arial, hasta luego Trebuchet MS. La tipografía de la columna lateral también es Arial ahora, pero su tamaño no ha cambiado para resaltar la importancia de los posts. En lo que concierne a las tipografías, hay que hacer una mención especial para la del título que encabeza todos los posts —y que encabeza las secciones de la barra lateral—: ha pasado de ser Trebuchet MS a Droid Sans, cortesía de Blogger.

Asimismo, la cabecera ha cambiado. Tras dos años desde la última gran remodelación del blog —que dio como fruto un fondo más grisáceo por el anterior negro, una cabecera con mayores motivos visuales y una barra lateral menos estridente—, llega esta nueva con motivos cinematográficos —inspirada en la del blog de Miki, El Creador de Juego—. Las imágenes, antes en polaroid, sustituyen ahora a la cinta de 35 milímetros con la que históricamente se han grabado las películas de cine. Los motivos también cambian: tan sólo se mantienen Terry fallando el penalty en la final de la Champions League 2008 y Panenka y su eterno penalty. Por ahí andan Diego Milito ganando la Champions para el Inter, Iniesta y su indeleble gol en Sudáfrica, Rooney y su reciente chilena, Puskas en Berna 1954 o el Liverpool conquistando la Copa de Europa en 1978. Las imágenes posiblemente vayan cambiando. Así como la frase que acompaña a la mancheta.

Todo en aras de mejorar la lectura y la comodidad del lector. Un ejemplo de la evolución reciente del blog —incluyendo la cabecera especial del mundial—:




Eso sí, lo más importante son las nuevas incorporaciones al blog. A Juandi Mora y Eduardo Lázaro se les unen Pablo Orleans, Miguel Salazar y Víctor Úcar, todos ellos competentes escritores, apasionados del fútbol y desbordantes de ideas que aportar. Sus actualizaciones contribuirán a dar un mayor colorido al blog y serán semanales, por norma general —Pablo se estrenaba anoche—. Si tienen Twitter, pueden seguirles a todos en los primeros enlaces de la barra lateral —así como a @masquefutbol—.

Los comentarios también han sufrido un cambio sustanical. Ahora están justificados, numerados y, en aras de mejorar la legibilidad, el comentario del autor aparecerá recuadrado en amarillo claro.

Disfruten tanto como nosotros disfrutamos y disfrutaremos escribiendo sobre fútbol.

P.D.

Durante la próxima semana estaré aquí. Así como Juandi Mora y Víctor Úcar. El blog se toma un breve descanso obligado hasta el lunes que viene. Durante la semana, no obstante, saldrán dos posts publicados —el estreno de Miki y un post sobre camisetas—.

Todo o nada en el Camp Nou


Pablo Orleans | No es hora de lamentarse. El FC Barcelona hizo 79 minutos dignos, dignos de su clase, de su estilo de juego y de su forma de entender el fútbol. Jugó fiel a su filosofía, a la de un grupo y un club que respeta el balón, que respeta el fútbol y que hace fluir el esférico como fluye el agua por un río bravo, sin presa que corte su curso. Pero la presa que amansó el caudal de un cauce azulgrana se llamó Arsenal. 79 minutos de espera, de acercamientos ingenuos, sin demasiado peligro. 79 minutos que se tradujeron en peligro en un par de veces contadas. Pero un magnífico Cesc Fábregas, junto con una pareja de delanteros como Walcott y Van Persie en la retaguardia apantanaron el fluir libre de un juego culé que no desmereció en el Emirates y que volvió a dominar un césped hermoso acompañado de una gran afición.

Pero no todo es dominio. El dominio se corta de raíz con rebeliones como la de los pupilos de Wenger. El francés ganó la partida de los suplentes a Guardiola y superó a un Barça acomodado en una segunda mitad en la que no todo estaba dicho. Y vaya que no. Mientras el catalán hacía cambios pensando en una placentera vuelta en el Camp Nou con su afición, Arsène arriesgó y sacó un elenco ofensivo que enturbió las claras aguas del Barça. Mientras Pep daba descanso a Villa intentando sujetar el marcador con la entrada de Keita, el coach del Arsenal ponía en el campo a Bendtner y Arshavin dando mucha frescura al equipo y quitando a un trabajador y eléctrico Walcott y a un duro —y probablemente mal ajusticiado— Song.

El partido dio un vuelco inesperado. El gol inicial de Villa no hacía presagiar una debacle final de tales características. El Barça controlaba y manejaba el tempo del choque a través de Xavi mientras los dirigidos en el campo por Cesc corrían tras el cuero como pollo sin cabeza. El contragolpe parecía el único recurso que podían utilizar los gunners y la eliminatoria parecía muy bien encarrilada. Nada más lejos de la realidad. El frío iba haciendo mella en un equipo culé que se empezaba a acomodar en la suave alfombra londinense mientras los locales se rearmaban para comenzar la última ofensiva. Matar o morir en el intento. Jugaron y ganaron.


El cañonazo de VanGoal, el nuevo hombre de hielo, calentó unas gradas hambrientas de venganza por tantos duelos perdidos ante los azulgrana en los últimos tiempos. El palo corto, tarea de Valdés, quedó desprotegido y el holandés la ajustó haciendo estallar el Emirates en un grito uniforme que congeló a los de Guardiola. A partir de ese momento, sufrimiento. El Barça, desdibujado sobre el terreno de juego, demostraba la tremenda debilidad y mortalidad de los que parecen inmortales. Sin centro del campo, y con una defensa languidecida —hay que destacar la tremenda labor de un Abidal magnífico en el centro de la zaga— llegó el segundo —obra de Arshavin tras una perfecta combinación— y lo placentero se tornaba desapacible. En la vuelta habría que trabajar más de lo esperado.

Una derrota que no puede minar la moral del FC Barcelona. El éxito se basa en saber levantarse tras una dura lucha de tú a tú y en convertir esa decepción en un triunfo logrado a base de trabajo. Eso es lo que deben hacer los de Guardiola. Levantar la cabeza y pensar que en el Camp Nou, ante los 99.354 espectadores que llenarán el estadio y rugirán con fuerza ante los ingleses, se va a remontar el resultado adverso de la ida. El juego del Barça deberá fluir en donde mejor sabe hacerlo. La filosofía heredada de Cruyff y Rexach hay que mostrarla en la vuelta. Que se note que es el equipo que mejor fútbol hace de Europa. Que se note el gusto por el buen fútbol. Qué mejor que ante un rival de la entidad y mentalidad del Arsenal. Que mejor que en casa, ante tu público. Nada vale más que eso.

Imagen | El País

miércoles, 16 de febrero de 2011

Raúl a lo suyo


Andrés Pérez | Debe ser frustrante para la afición del Valencia que Raúl, una vez había anotado a su equipo doce goles a lo largo de toda su carrera vistiendo los colores del Real Madrid, aparezca de nuevo en Mestalla, en la recta final de su carrera y portando los colores de un extravagante equipo alemán, para marcar más goles. Raúl sigue teniendo la habilidad de dejar con cara de pasmo a la grada rival. Anoche se adelantó a Navarro en el área al intuir como nadie la trayectoria de un centro lateral desde la banda izquierda y empató el partido tras un control sutil y un disparo renqueante y bulímico. Era Raúl, con otros colores y con más canas, pero seguía siendo Raúl.

Veleidades del destino, al observar al delantero madrileño celebrar un gol, una vez más, en un campo español, el automatismo inevitable es una sonrisa de incredulidad. Se fue del Madrid al Schalke e imaginamos pícaramente cómo Raúl se alzaría como estandarte de un equipo extranjero reviviendo los mejores años de su juventud. Se cumplió. Cruzó el Schalke la línea de los octavos de final y disfrutamos con la morbosa idea de ver a Raúl enfrentarse al Madrid o a otro equipo español. Se cumplió. Antes de que sucediera, a todo el mundo le cabía en la cabeza la imagen de Raúl anotando otro gol, el enésimo, en Mestalla. Se volvió a cumplir. Ante todo esto sólo cabe sonreír. Una sonrisa a mitad de camino entre la admiración y la estupefacción.

Para cuando Raúl había aguado la fiesta valencianista, Emery debía estar tirándose de los pelos. El Schalke, más allá del español, se comportó como un equipo mediocre por debajo de las posibilidades reales del Valencia. Cabe plantearse en este sentido si del Valencia se espera, ahora, más de lo que puede dar. Anoche amagó varias veces con mostrarse indolentemente superior al conjunto alemán pero no certificó tal sospecha. Se mantuvo algo tibio tras el gol de Soldado y sufrió en defensa oportunamente cada vez que Huntelaar peinaba hacia atrás y Raúl, Jurado o Farfán aparecían buscando la prolongación.


El desarrollo de la segunda parte prevía la hecatombe. A pesar del buen hacer de Banega o el Chori Domínguez, al que se le intuyen muchos minutos fructuosos en Liga, el Valencia no terminaba de rematar una faena que se podía complicar dada la voracidad carnívora de todo equipo alemán que se precie. El conjunto de Emery no aceleró el ritmo del partido para buscar el segundo, tampoco hizo sufrir a Neuer en exceso, perdió el norte cuando el Schalke se mostró más agresivo y sufrió en exceso de vértigo europeo. Soldado sólo apareció para un gol, Aduriz se mostró fallón y Joaquín y Vicente, dos aleros otrora titulares en la selección, aparecieron demasiado tarde. A Uchida, el lateral derecho del Schalke, ya se le veía débil y mareado por aquel entonces. Pero era demasiado tarde.

Raúl, que no sufre ni sufrió nunca de vértigo, ya había empatado la eliminatoria. Aún dispuso el Schalke incluso de una oportunidad de Hao, que tras un pase en profundidad del delantero español disparó seco y a la cepa del poste para que Guaita se estirara lo suficiente como para enviar el balón a córner. En esencia, el Schalke, por más que se le califique como un equipo inferior, hizo trabajar más al portero rival que el Valencia. Indómito, Raúl colocó con su gol al Schalke de cara a los cuartos de final. Quién lo iba a decir en verano. Quién se lo iba a decir a Emery tras comprender todos, incluso los aficionados del Schalke, que el Valencia tiene mejor equipo pero es incapaz de demostrarlo.

Imagen | El País

martes, 15 de febrero de 2011

De Raúl y las segundas oportunidades


Andrés Pérez | Probablemente, la imagen que evoca Raúl en la mente de todo espectador cuando se habla de su figura es la de la cuchara. Una forma de vaselina no inventada por él pero sí patentada. Pocos futbolistas han sido capaces de identificar con tamaña facilidad un gesto a su persona. Raúl ha podido, como con tantas otras cosas: un sinfín de goles, trofeos y elogios de todo tipo. Amor y odio, también por partes iguales, despertando los recelos de tantos y la idolatría de otros, ya en su recta final en el Real Madrid, abatido, viejo, lento y sumido en un eterno debate siempre al margen de sus méritos futbolísticos.

El mejor Raúl se apagó hace tiempo. Se pueden esgrimir los datos de dos de sus tres últimas temporadas en el Bernabéu —donde superó la veintena de goles en dos de ellas— e intentar defender la inmaculada trayectoria del delantero, su siempre innegable derroche de energías y de talento, en efecto. Raúl siempre estuvo ahí, en mayor o menor medida, pero el buen Raúl comenzó a desdibujarse tras el Mundial de Corea y la última Liga que consiguió aquel Madrid de ensueño liderado por él y comandado por Zidane, Ronaldo o Figo. La opacidad de la última etapa de aquella gloriosa conjunción de futbolistas ensombreció a Raúl que, cuando se marcharon todos, siguió al borde del acantilado. Seguir en aquel Madrid, post-Florentino y post-galácticos al que se le asociaba de un modo intrínseco a pesar de sus méritos previos, le valió la división definitiva entre detractores y aduladores.

Sus últimos días en España pasaron desapercibidos. Le valió un gol a modo póstumo en La Romareda cierta despedida honorífica antes de tiempo. Decidió marcharse a Alemania sabedor de que su ciclo se había terminado, quizá entendiéndolo demasiado tarde, quizá no. Sea como fuere, la decisión ha rejuvenecido a Raúl, que vive una suerte de segunda juventud más encorvado, más lento, pero igual de intuitivo. Asentado en la titularidad del Schalke, Raúl regresa a España para enfrentarse al Valencia en octavos loando las virtudes del competitivo campeonato alemán, disfrutando los gozos del anonimato en tierra germánica.

Ha marcado 12 goles. Ya ha dejado como marca su habitual cuchara en alguno de ellos. No sería de extrañar encontrar una vez más a Raúl anotando en Mestalla, ante uno de sus equipos fetiche, el Valencia, a quien amargó en la final del 2000 con un último gol imborrable de la retina colectiva. Por ahí andará Raúl, a ratos apagado, a ratos inspirado, con la planta extraña y poco ortodoxa que le caracterizó en su última etapa en el Madrid, revoloteando como siempre ha hecho entre líneas, silencioso, callado, en apariencia dócil. No sería extraño que no apareciera en todo el partido. Para entonces, a modo de destello del futbolista que fue y alardeando de una virtud que nunca perderá, quizá ya haya marcado en una jugada inverosímil, apareciendo tras un rechace, a la espera de una segunda oportunidad. Raúl, asentiremos para entonces todos, asintiendo lacónicamente a los últimos días de un delantero para la posteridad.



Lectura recomendada | "Estoy disfrutando en una Liga mucho más física" (El País)
Imagen | El País

lunes, 14 de febrero de 2011

Se retira el gordito de la sonrisa


Juandi Mora | Vuelvo a mi sección en esta casa tras un periodo de ausencia por caso grave de vagancia con síntomas de falta de tiempo y estrés post-becario. Me encuentro todo bien, limpio, con ese lema de calidad sobre cantidad en MQF. Y de eso venía a hablar yo hoy. De calidad. Vengo a hablar del gordito de la sonrisa, del gordito de los goles. Hoy Ronaldo Nazario De Lima ha anunciado su retirada. Hoy el gol ha llorado.

Se acabó. Esta vez es la definitiva. Lo que no pudieron la rodilla o las críticas lo ha podido el tiempo. Lo que no pudieron las horas de gimnasio o las fiestas, o las comilonas. Tenía que llegar el momento para que el mejor delantero de la última década, de los últimos quince años, colgara las botas.

Personalmente tengo una historia o intrahistoria, mejor dicho, con Ronaldo. Yo estaba frente a la televisión cuando metió el gol ante el Compostela y lo comenté con los compañeros en clase. Lógicamente un chaval de 12 años no había visto algo similar en su vida. Andaba por las calles de Zaragoza escuchando la radio cuando se lesionó de rodilla y también la segunda vez. Les podría decir cuál era el paso de cebra que cruzaba en ese momento. Vi como le mojaba la oreja a Kahn en la final del mundial. Yo estaba metiendo la cabeza para ver la televisión de la cocina de un restaurante mientras que le gritaban aquello de ¡Viva los novios¡ a una prima. Estaba sentado en una sucia butaca de La Romareda cuando Ronaldo debutaba con el Real Madrid y le metía dos goles al Alavés nada más salir. Y hoy para terminar el ciclo escribo sobre su retirada.


Jugador que no deja a nadie indiferente. Que sin lesiones, para mí, hubiera estado en ese olimpo de los cinco grandes. Era el terror de las defensas, de los entrenadores y de los aficionados rivales. Sus escarceos nocturnos eran medicados con goles, como ya hiciera Romario. Pero su potencia, su disparo con las dos piernas y su efectividad cara al gol eran envidiados por todos. Por absolutamente todos.

En su época europea creó un binomio. Ronaldo en carrera ante el portero era gol seguro. En el uno contra uno era perfecto. Daba igual que saliese el portero o se quedase bajo los palos, que se tirase a la izquierda o a la derecha, que rezara o que Ronaldo tuviese un mal día. El balón terminaba dentro de la portería. Y entonces el gordito sonreía. Alzaba los brazos y sonreía.

Podía mantenerse sin tocar el balón durante 80 minutos. Incluso quedarse quieto entre lineas sin tirar un desmarque. Como si de una iluminación se tratase, cuando le llegaba el balón a los pies cerca de la meta rival algo ocurría. Una especie de magia. No de la de hadas y duendes. Algo terrorífico, imparable, que hacía que nadie fuese capaz de evitar lo que todo el mundo sabía que ocurriría. El gol.

La locomotora empezaba a echar humo, los cañones se preparaban y la luz roja se disparaba en la defensa. Rivales y porteros desaparecían. Sólo quedaban Ronaldo y la portería. El estadio se oscurecía. El público enmudecía. Tan sólo brillaba el balón. Cuando el esférico entraba en la meta todo volvía a la luz, la luz de una sonrisa que ya no veremos en los campos de fútbol.

Lectura recomendada | Adiós al fenómeno (El País)
Imagen | Notas de Fútbol

Ronaldo Nazario De Lima



Lectura recomendada | "He anticipado mi retirada por las lesiones" (As)
Vía | Agustín Devoti

domingo, 13 de febrero de 2011

Emoción en el barro


Andrés Pérez | Cuando el drama del Zaragoza se condensaba en un planteamiento táctico inexistente y en una motivación psicológica negativa, el hecho de que la plantilla fuera de corte mediocre pasaba en cierto modo desapercibido. Digo en cierto modo porque, de un modo evidente rastros de la falta de calidad los había en cada partido, pero en general las derrotas se cimentaban en errores flagrantes o una apatía desesperante. El Zaragoza parecía un trapo. Un trapo raspado y sucio, sin vida, muerto.

Ahora que Aguirre ha agarrado las riendas de conjunto, el Zaragoza muestra una solvencia táctica antes impensable. El equipo sabe a lo que juega y la imagen que transmite no es la del desvencijado futuro club de Segunda División que apuntaba en la primera vuelta. No obstante, la calidad de la plantilla sigue siendo la que era a pesar de las incorporaciones de N'Daw y Da Silva. El primero ha debutado hoy sin aportar nada realmente destacable. Esto es, el Zaragoza sigue siendo un equipo mediocre, de perfil bajo e inferior a la mayoría de sus rivales. También al Hércules, por lo que el planteamiento de Aguirre hoy tenía sentido: pescar un gol y parapetarse atrás aguantando las embestidas de un rival superior.


El Hércules no encontró más camino que el de Tiago Gomes, que entre líneas llegó a causar serios quebraderos de cabeza a la defensa de Leo Franco. Por ahí se encontró Ponzio imperial, a gusto en su rol de barrendero oficial del reino. Lo hace como nadie. La labor defensiva del Zaragoza, por ende, fue irreprochable y los datos lo demuestran: tan sólo un tiro de volea débil y manso ejerció el equipo alicantino antes del esplendoroso gol de Farinós. El Zaragoza no sufría y ganaba gracias a un tempranero gol de Braulio. En ataque se ofuscaba, puesto que sus ideas no rezuman genialidad, pero el planteamiento era correcto, el Zaragoza, como equipo inferior que es, jugaba sus bazas y sus bazas consistían en aguantar y salir al contraataque.

No sirvió porque el Hércules contó con dos excelsas jugadas de Farinós. La primera un golazo para enmarcar y la segunda un pase a la espalda de Jarosik que aprovechó el siempre presente Trezeguet. La diferencia la marcan los jugadores, y en última instancia el Hércules los tiene y el Zaragoza no. La derrota se debe a eso. Nada más. Jarosik y Contini se coordinaron mal en la última jugada del partido regalando a Trezeguet su décimo gol en liga, todos en casa.


La zona baja de la clasificación es un espectáculo gozoso. El Hércules anotaba el segundo sobre la bocina, como un Málaga envalentonado en el segundo tiempo que remontó dos goles en contra del Getafe por pura ambición, espoleado por el empuje de sus fichajes invernales, superior Baptista a todos los demás. La locura se desataba en La Rosaleda con el gol de Rondón más allá del último segundo, pura adrenalina. Emoción en el barro, espectáculo sin límites. También el del Levante. Hace poco escribía Enrique Ballester esto en Diarios de Fútbol:

Como gran parte de la plantilla que bracea, con apuro, hacia la meta de la salvación, esa defensa conquista por la empatía que provoca. A saber, es el motor de una banda de marginados, viejos y/o cedidos. A mitad camino entre grupo salvaje y pandilla basura. Y encima visten Luanvi. Nadie los quería, pobres, y nadie está explicando ahora como ellos, en romántica lección, el valor colectivo del juego. A veces sale mal, como en Copa en el Bernabéu; y a veces sale bien, como al rascar un empate en casa al Madrid, o al provocar el sudor del Barça en el Camp Nou, pero el Levante es siempre un equipo con plan. En concreto, con el plan comunal que marca Luis García Plaza, que ya firmó un ascenso inverosímil -el club en pleno rescate financiero, un presupuesto ridículo…- subrayando la importancia del concepto de bloque.

Pocos equipos merecen la salvación tanto como el Levante, en lo que cabe calificar como un hermoso milagro. Hoy sumaba a costa del Almería su tercera victoria consecutiva: algo que contradice toda lógica.

Hay más: ayer el Racing fulminó al Sevilla para alegría de su nuevo dueño en pleno éxtasis de El Sardinero. También en Gijón la afición terminó dando por bueno el empate ante el Barça. Todos ganan, todos pierden, todos empatan. Las jornadas pasan y cada derrota parece la última en el fondo de la tabla, pero en realidad las distancias siguen siendo semejantes. No en vano el Hércules está dos puntos por encima del Zaragoza. Todos los demás se siguen condensando en un espacio de tres-cuatro puntos jornada tras jornada, suceso tras suceso, hasta el drama de la recta final. Una competición enajenada y sensacional.

Lectura recomendada | Resultados de la Jornada 23 y clasificación
Imagen | Heraldo | El País

sábado, 12 de febrero de 2011

El premio a la genialidad


Andrés Pérez | Restaban apenas quince minutos para que finalizara el United - City cuando Nani, abierto en banda, levantó la cabeza y puso el balón en el área de Hart. Para entonces ya sucedía la genialidad: Rooney había deducido que el balón se iría algo largo para un remate de cabeza, con lo que se desprendió levemente de Kompany y encadenó en el aire una serie de movimientos a mitad de camino entre lo terrenal y lo espiritual para conectar una tijereta memorable, a la escuadra del portero del City, impotente ante semejante demostración de talento. El United anotaba su segundo tanto.

El valor de la obra de arte de Rooney valía una distancia de ocho puntos —con un partido menos— con su perseguidor vecino, y en la práctica la eliminación teórica del conjunto de Mancini. Se trata del premio a la genialidad, rara vez obviado por el fútbol. Es este un deporte generoso con los arrebatos geniales de los futbolistas inconstantes y superdotados, no tanto con aquellos regulares cuya letanía se desplaza por el terreno de juego durante la totalidad del partido, haciendo y deshaciendo en todos los tramos del juego. Por ello, el gol de Rooney ocultaba a dos hombres: Silva por un lado, revelándose día tras día como uno de los mejores jugadores de la Premier, cabeza erguida y zancada divina; Giggs por otro, cuyas canas en la barba no impiden que repita para pasmo del joven aficionado mancuniano lo que era capaz de hacer en plenitud de juventud, bailar a su par al filo de la banda, en el borde de la marginación.

Tanto Silva como Giggs saben erguirse en los momentos de importancia capital como líderes de sus compañeros. El canario, inclusive, tiene los arrestos futbolísticos necesarios como para compartir encabezamiento espiritual con el capitán nato que es Tévez. Ambos representaban a sus dos equipos en un encuentro paradigma de la Premier: emocionante e imprevisible. Para rematar el cuadro que United y City dibujaban en Old Trafford para deleite del espectador, apareció Rooney. Su gol completaba el significado de Silva y Giggs, del partido, de la Premier, del fútbol. La pincelada estilista y barroca, por excesiva, que decantó la balanza. Porque la genialidad es un boleto de lotería inevitablemente ganador.

Imagen | El Espectador

jueves, 10 de febrero de 2011

Silva se reivindica


Andrés Pérez | Acudía España con cierta urgencia a su amistoso ante Colombia, el primero en casa tras la borrachera que supuso el Campeonato del Mundo. La resaca parece perdurar en el conjunto de Del Bosque, que ayer, un día más, se volvió a mostrar opaco y confuso, tan apático como desmotivado y muy desconcertado en defensa. Las causas que llevan a España a afrontar cada envite de esta nula transcendencia de un modo tan tedioso son las mismas que llevaron a perder de goleada ante Portugal y Argentina: tras meses rindiendo a más del máximo nivel la relajación es la consecución natural de los hechos; tras ganar el Mundial apenas se encuentran incentivos en amistosos; cierto hastío psíquico por parte de los jugadores hacia encuentros de este calibre, etcétera. Esta vez quizá haya que disparar levemente alguna luz de alarma.

España saltó al campo convencida de que lo sucedido ante Argentina y Portugal no podía repetirse. Fue Iniesta, suave y ligero como acostumbra, quien enarboló la bandera del olvido de tales partidos apareciendo entre líneas, tocando y desapareciendo, revelándose en las esquinas más olvidadas de la defensa rival, creando fantasmas a los defensas colombianos, que perseguían sombras. Para su desgracia, Iniesta, muy activo en los primeros compases del partido, apenas encontró aliados. A los pocos minutos del pitido inicial el manchego encontró un hueco entre la amalgama de camisetas azules y asistió a Villa en profundidad, quien una vez se hubo desprendido del portero envió el balón al palo. También en el rebote de la jugada, a puerta vacía. Algunos pensaron en Raúl y en una marca goleadora aún no superada por Villa, que lleva cinco palos seguidos con la selección y que no hizo nada más el resto del partido.

España ni siquiera chocaba contra un muro. Con Villa centrado, Pedro tomó la banda izquierda y su rapidez fue tan efímera como escasamente violentas las ofensivas españolas. Xavi se hundió entre la alta densidad de jugadores que se apelotonaban frente a la portería de Ospina, al que se le adivinaban carencias en cada balón en alto o inofensivo pero del que no se tuvo ninguna noticia en todo el partido. Culpa de España. Los restantes minutos de la primera parte apenas sirvieron para una veloz jugada de Armero, que en un contraataque enviaría el balón lejos de la portería de Casillas tras zafarse de un perdido Ramos y un realmente soñoliento Piqué.


La segunda parte comenzó relativamente bien para el equipo de Del Bosque. Duró, aproximadamente, siete minutos. Los primeros cambios, lejos de reavivar el tedio, descolocaron a los que se mantuvieron en el campo y el caos fue espectacular. Durante más de veinte minutos de la segunda parte, España perdió el norte, situación que no le fue ajena a Colombia, quien se lanzó airadamente al ataque perdiéndole el respeto a España. Un fallo de Arbeloa en la entrega avisaría de las internadas posteriores del activo Cuadrado, un jugador del que se pudieron entrever maneras. Posteriormente sería Piqué y un recién entrado Silva quienes perderían la concentración en ejemplos degradantes de falta de intensidad. Colombia, espoleada por los numerosos errores españoles y por su falta de ideas y ganas en la parcela ofensiva, se terminó creyendo que, efectivamente, acudía al Bernabeu en calidad de algo más que de simple invitada al baile. De hecho, la jugada más clara de todo el partido para el conjunto colombiano llegó en una jugada envidiable por parte de Zúñiga, Guarín y Rolladega. Una simple superioridad numérica en la banda de Arbeloa —calamitoso— deparó en un disparo a bocajarro del delantero del Wigan.

El susto despertó en cierto modo a España, que tras la salida de Silva, enérgico y príncipe sobre el césped cuando se encuentra pleno de facultades y de físico, y de Cazorla, habitual en todas las concentraciones a pesar de su ausencia por lesión en Sudáfrica, se lanzó hacia arriba. Entre el del Villarreal y el del City, pasado el minuto 80, intentaron poner orden en el caos desatado en el Bernabeu para gloria de los miles de aficionados colombianos que se acercaron al estadio. Con Torres y Llorente arriba una vez se retiraron Pedro y Villa y con Navas recuperando el tono en la banda que defendía Armero, España encontró línea discursiva. En una jugada al borde del final del partido, cuando apenas restaban seis minutos para el pitido concluyente, Cazorla abrió a Navas, que tras desbordar al lateral centró raso al primer palo, donde flotó Silva por encima del enorme Yepes —todo el partido— para empujar el balón a la red.

Aparecían los fantasmas de una maldición post-campeonato del mundo pero Silva, que se reivindicó ayer con un partido más que decente, plantando cara a la situación apática de sus compañeros y anotando el gol de la victoria, los borró con elegancia. España ya ha ganado un amistoso, aunque haya sido de forma inmerecida y con más sobresaltos de los esperados. La lectura, no obstante, es en cierto modo preocupante. Los amistosos ante Portugal, México y Argentina llegaron cerca del verano y con la temporada apenas recién estrenada, por lo que la desconcentración y falta de tono físico estaban plenamente justificadas. Este partido, aburrido y previsible por parte de España, llega en plena temporada, con, en teoría, todos los seleccionados a pleno rendimiento.

En descargo del equipo, cabe recordar que cuando España quiso, pudo. Y en esencia eso sigue diferenciando a un equipo histórico del resto.

Imagen | El País | RTVE

miércoles, 9 de febrero de 2011

El periodismo consiste en ejercer el periodismo (incluso el deportivo)

Andrés Pérez | Ayer Mundo Deportivo se descubría con esto:


Lo comentaba Louis en La Libreta de Van Gaal con un escueto titular: «El Piqué se nos ha echado una novia artista», parodiando el típico comentario de vecina de pueblo chismorreando sobre esta juventud, mire usted, alborotada y libertina. Es posible que la portada no merezca ningún comentario de más, pero no he podido evitar ver en este extraño ejercicio periodístico el paso adelante, la evolución de la prensa deportiva. La fusión definitiva del amarillismo sensacionalista y la prensa rosa, todo en un mismo ente con el deporte como vaga excusa de fondo.

Mundo Deportivo puede presumir de inventar un nuevo género. Aún sin nombre, pero nuevo a fin de cuentas. Hoy, mientras repasaba en Google Reader los nuevos posts de los blogs que acostumbro a leer, he comentado dicha portada en Twitter.


La respuesta de Mundo Deportivo ha sido la siguiente.


Y aquí radica el auténtico drama del periodismo deportivo nacional: aún no se sabe diferenciar entre lo que interesa y lo que es noticiable. Es decir, el abc básico del periodismo. En el caso de la noticia de Piqué y su relación con otro personaje de cierta fama, no se está juzgando el hecho de que interese a los lectores de Mundo Deportivo o no. Se juzga la noticabilidad de ese hecho en un periódico que en su propia mancheta se define como deportivo. ¿Qué tiene que ver con el deporte, más allá de la profesión que desempeña Piqué, su relación con una cantante? Poco o nada.

En las redacciones de los cuatro principales periódicos deportivos se ha sacrificado el periodismo en pro del interés del lector. Es la historia de nunca acabar. El periodismo no es darle al lector únicamente lo que reclama. Es ejercer periodismo. Y este tipo de portadas distan mucho de ello.

Vía | La Libreta de Van Gaal

martes, 8 de febrero de 2011

La emoción estriba en la ausencia de competitividad


Andrés Pérez | Es cierto que a la Liga le falta competitividad y emoción en la disputa por el título. Con los datos en la mano, cuesta sostener aquel axioma universal y repetido a modo de verdad única de que la Liga es la mejor liga del mundo ya que cualquier comparación con la Liga Inglesa, por ejemplo, se cae por su propio peso. Más allá de la zona noble de la tabla, donde Barça y Madrid imponen su hegemonía millonaria e imposible de seguir, en el resto de la competición sí se puede hablar de emoción —a raudales— y no tanto de competitividad —escasa—. Veamos.

En, aproximadamente, el ecuador de la competición, los nueve últimos equipos de la clasificación se condensan en un espacio de cinco puntos. Los que separan al Real Zaragoza, duodécimo —algo sorprendente para cualquiera que haya seguido la actualidad o la primera vuelta del conjunto dirigido por Aguirre—, y al Málaga, último con 18 puntos —no menos sorprendente habida cuenta de la inversión millonaria efectuada por sus nuevos dueños árabes—. Entre ellos se ubican la siguiente relación de equipos: Sporting, Osasuna, Hércules, Racing, Deportivo, Levante y Almería. Lo peor del campeonato sin temor a la equivocación.

De mención es, quizá a modo anecdótico, que los dos únicos equipos que han conseguido vencer o bien al Real Madrid o bien al Barcelona se encuentran aquí: Osasuna y Hércules. También el Almería logró extraer un empate en su campo de la visita del Real Madrid. Nimieces, detalles, curiosidades para amantes de la estadística: los últimos nueve equipos del campeonato son fiel reflejo del mediocre nivel competitivo del que adolece la Liga por diversos motivos. El primero de ellos y quizá más cercano es el más que injusto reparto de fondos entre los clubes españoles provenientes de los contratos televisivos, reparto desigual que apenas deja unas escasas migajas a los conjuntos de la zona baja de la tabla, poniendo en peligro no ya su viabilidad deportiva sino también su propia existencia.


Existencia al mismo tiempo puesta en peligro por la crisis económica y por la gestión penosa y derrochadora durante los últimos años de sus principales dirigentes, acostumbrados a vivir en la opulencia nacida de unos beneficios difícilmente sostenibles a largo plazo. La escasez de miras, en suma, la incapacidad de prever el futuro ha deparado en esta situación, de auténtica devaluación del campeonato. El ejemplo más clarividente de todo ello es el Real Zaragoza, equipo al filo de su propia existencia como entidad —un descenso a Segunda División, con una deuda acumulada de más de 130 millones de euros supondría una más que posible ley concursal o desaparición del club— y rumiando la resaca de un desastre directivo sin precedentes en la historia del club. Como decía, el Zaragoza se ha pasado buena parte de la primera vuelta sin ser capaz de ganar un partido y sufriendo derrotas de envergadura ante rivales directos y no tan directos. Actualmente es el que encabeza la lista de los candidatos a descender a Segunda División y llevaba, hasta su empate ante el Racing de Santander, tres victorias seguidas por la mínima.

Que el Zaragoza esté en esa posición no dice gran cosa del resto de equipos ni de la competición en sí misma. El Almería pudo empatar ante el Real Madrid, pero también ha recibido 16 goles en tres partidos ante el Barça, siendo incapaz de anotar en ninguno de ellos. El Depor, por su parte, navega a la deriva tras un breve interludio de tranquilidad a mediados de la primera vuelta. Actualmente su entrenador, Lotina, termina criticando implícita y explícitamente a sus jugadores en las ruedas de prensa post-partido. Al Racing de poco o nada le ha servido al turbulenta llegada de un empresario indio que compró el club por la extraña relación que une a la ciudad con un banco y a dicho banco con la Fórmula 1. Hércules —cuya actual estancia en Primera debería estar como poco siendo investigada, hola, Federación—, Osasuna —en las horas más bajas que se le recuerdan desde su última estancia en Segunda y con su peor plantilla— y Sporting cuentan con equipos cuyo nivel competitivo es relativo.

Y entre todos ellos el Levante, sumido en una crisis económica que le ha llevado a la Ley Concursal, con el presupuesto más bajo de Primera y venciendo en el campo del Villarreal. Realmente la Liga presenta un panorama calificable como despropósito. Todos los equipos previamente citados atraviesan momentos duros y prácticamente todos al mismo nivel, por lo que su permanencia en Primera dependerá de quien sea capaz de cometer menos fallos. Porque cometerlos los van a cometer, fin de semana tras fin de semana. Es sin duda lo más emocionante del campeonato, pero también lo menos competitivo. La realidad de la Liga —la mejor del mundo, ya ven—, enfrascada ahora en la enésima estupidez polémica entre Ronaldo y Messi.

Lectura recomendada | El Racing destituye a Portugal (El País)
Imagen | Qué.es

sábado, 5 de febrero de 2011

El tiempo de Torres

Mi opinión acerca del traspaso es que beneficia a todas las partes. Al primer interesado, Torres, por cambiar de aires, intentar olvidar las lesiones y aspirar a un desafío mayor -que incluye Champions League-. Al Chelsea porque adquiere a un gran jugador, y al Liverpool porque se deshace de él. No era una carga, ni mucho menos, pero se requerían grandes cambios en Anfield sobre el terreno de juego y sobreponerse a la dependencia de Torres y Gerrard.

Andrés Pérez | Lo cuenta Pol Gustems en ese canto continuo al talento que es Diarios de Fútbol. Es posiblemente la opinión más unánime alejada del entorno red en cuanto al caso Torres. Un traspaso que por más que suponga la marcha del ídolo perdido no debe ocultar el evidente beneficio que conlleva para todas las partes. Carragher fue de los primeros en decirlo, al tiempo que aficionados del Liverpool se dedicaban a prender camisetas del delantero español ya perdido.

Pase lo que pase en el partido de esta tarde, el Chelsea sigue siendo un equipo con mayor proyección que el Liverpool. Se entiende que la compra del conjunto de Abramovich de Torres no es una inversión a corto plazo, ni que el motivo por el que Torres lo ha hecho haya sido ese. Torres arguye en su defensa que su objetivo es ganar títulos, crecer como profesional, como futbolista, y es algo que el Chelsea le puede ofrecer de modo exponencial a como podía ofrecérselo el proyecto roto y sin rumbo de la entidad red. Cuenta el delantero que tiene por delante los tres mejores años de su carrera deportiva. Si en ellos consigue una Champions League por primera vez para la historia del club londinense habrá hecho historia y habrá justificado la millonada que ha costado.

En caso contrario, de no ganar nada tampoco en Londres, hablaríamos de un futbolista inflado en cada traspaso y poseedor de cero títulos de club. De él depende estar a la altura.

Lectura recomendada | "El Liverpool necesita tiempo, y yo no lo tengo" (El País)

viernes, 4 de febrero de 2011

Los petrodólares aterrizan en Zaragoza


Andrés Pérez | Por paradójico que parezca, quizá por el monopolio que los grandes empresarios de la construcción han ejercido durante años en las presidencias de los clubes españoles, la Liga Española ha sido la última gran liga europea a la que han llegado los petrodólares de los países del golfo pérsico. El desembarco está siendo progresivo pero evidente: primero ha sido el Málaga, con nulos resultados hasta la fecha; le ha seguido el Racing, en este caso con dinero proveniente de la emergente India; y, ahora, al parecer, es turno del malogrado Real Zaragoza.

Ayer se conocía la noticia en Heraldo de Aragón: un fondo soberano de Dubai, la megaciudad nacida del dinero del petróleo, ofrecía 3 millones de euros por el Real Zaragoza asumiendo toda la deuda del club —asciende a los 130 millones de euros conocidos—. De quienes están detrás de la operación se sabe poco, o, mejor, se sabe absolutamente nada. Eso sí, hay algunas caras visibles: se habla de Javier Abad, agente FIFA y conocido en el fútbol regional aragonés, como futuro presidente; de Aurelio Rodrigo Villuendas como futuro director general de la entidad —actual abogado que representa al fondo soberano—; y, atención, de Xavier Aguado y Gustavo Poyet como partes activas del proyecto. ¿Qué relación une a multimillonarios árabes, ex-futbolistas, abogados españoles y agentes activos del fútbol regional aragonés? He aquí uno de los principales puntos oscuros.

La respuesta, probablemente, sea más sencilla de lo que la imaginación pueda suponer. Hace poco Arturo Aliaga, consejero de Industria de la DGA, se reunió en Fitur con el responsable de promoción turística de Dubai. Casualidades. Más allá de este pequeño cabo suelto del que se conocerán los detalles en el futuro como de casi todo, cabe plantearse porqué desde Dubai hay un interés creciente por una entidad endeudada y con un proyecto deportivo de perfil muy bajo. A este hecho hay que añadir los tiempos en los que se ejecuta la operación: justo después del mercado de fichajes, cuando no tiene gran sentido hacer la oferta. Todo esto son puntos oscuros de una operación, que, de concretarse definitivamente, supone un soplo de aire fresco para el Real Zaragoza.

Lo esencial es que llega dinero. De Dubai, sí, de EAU, un país donde no se respetan los derechos humanos más fundamentales, pero dinero y la asimilación de una deuda brutal. La lectura primaria es que Agapito Iglesias tiene en su mano desembarazarse de su actual camino tortuoso que es el Real Zaragoza: si vende se olvida del club. Así de sencillo. Parece irracional sus reticencias a dejar escapar una oportunidad de este calibre tanto para él como para la entidad del Zaragoza. En Twitter, hoy, ha surgido el rumor de que una notaría de la ciudad ha confirmado ya que la venta del club se ha ejercido. En todo caso, hay que mantener las reservas a tal respecto y esperar la confirmación —o no— del medio que ha destapado la noticia.

Si finalmente hay venta, al Zaragoza se le abren dos posibilidades ante lo desconocido: por un lado, que el fondo soberano actúe a modo de los que manejan el Arsenal o el Manchester City, esto es, inversión potente de dinero y proyecto a largo plazo; por otro, que los intereses de la compra radiquen en temas superfluos y caprichosos como los que han motivado la adquisición del Racing o la triste historia del Portsmouth. La primera opción es la esperanzadora. No tanto la segunda. En todo caso, ante cualquiera de los dos la entidad no pierde nada. Se antoja complicada una situación peor.

Lectura recomendada | Abad viaja a por los avales (Heraldo)