miércoles, 25 de febrero de 2009

20.45, octavos de final (I)

Andrés Pérez | Reconozco que como espectador neutral los partidos del Atlético de Madrid son un auténtico placer para los ojos. Entiendo que habiendo pagado la entrada o siendo un feligrés más de la reserva se antoje un tanto complicado disfrutar con una de las oficialmente peores defensas del mundo, pero, qué le voy a hacer. No es mi caso. Y los partidos del equipo de Abel Resino dan para unos cuantos esperpentos dignos del propio Valle-Inclán. De hecho, en caso de haber vivido para contarlo, no dudo de que hoy estaría frente a un teclado dispuesto a parodiar la actuación de anoche por parte de la zaga colchonera. Un cúmulo de perfectos despropósitos que, de no ser dramáticos para un equipo de la talla del madrileño, serían considerablemente graciosos. Insisto que, al estar alejado de cualquier sentimiento positivo o negativo hacia dicho club, mi visión se acerca a la que, por no llorar, echa a reír. En un espectáculo tan grotesco la delantera, añado, la magnífica delantera, queda ensombrecida. De nada valen los dos goles del Atlético. El Oporto se lleva otros tantos a su feudo y tiene media eliminatoria ganada. A tenor, siempre, de que no hacerle un gol a este equipo es un pecado. Grave.

Y sin embargo, el partido comenzó a barlovento para el Atlético de Madrid, antaño equipo de Aguirre, antaño un despropósito en defensa sí, pero antaño un equipo ordenado e incluso en ocasiones, solvente. El Atlético, decíamos, encarriló el partido en el minuto dos gracias al gol de Maxi, tras magnífico pase de Agüero, que decidió borrarse del partido hasta su sustitución. Con ventaja en el marcador el equipo del Manzanares dio toda una lección de porqué cualquier gran equipo se basa siempre en la defensa, al igual que cualquier gran mansión depende de los pilares básicos. En este caso la metáfora habla de centrales, y por extensión, de laterales; algo que, desconozco el porqué, el Atlético no ostenta. Carece de centrales y laterales de calidad y eso que fichajes de renombre no faltan. Ahí están Ufjalusi, Heitinga, Pernía, Seitaridis e incluso Pablo. Tipos solventes en sus clubes de origen. El vestuario rojiblanco para los defensas debe ser absolutamente traumático puesto que solo así explicamos la enorme borrachera mental que atesoran todos y cada uno de ellos. En la práctica sin excepción.

Al tiempo que Seitaridis y Antonio López eran la mofa de cualquier espectador, el Oporto mantenía el nivel de sus enemigos. Esto es, fallaba tanto como la defensa rojiblanca. Cada cinco minutos una ocasión clarísima para los delanteros portugueses que, de no ser por Leo Franco, anoche hubieran cuajado una noche gloriosa, histórica, de aquellas que sentencian eliminatorias. Por el contrario decidieron unirse al esperpento madrileño y perdonaron todo aquello que diferencia los equipos ganadores de los perdedores. El Oporto se fue a casa con un empate que pudo ser una victoria por goleada. Para colmo de sus males, cuando logró empatar aprovechando una de las mayores pifias defensivas de la historia de la humanidad futbolística, el Atlético, Forlán mediante, consiguió adelantarse de nuevo, ante la perplejidad de un público que aplaudía sin saber muy bien ni cómo, ni porqué, ni donde, ni cuando, ni especialmente qué. ¿Qué? Eso mismo se preguntaba el equipo mismo. ¿Cómo? No era posible. En absoluto. El Atlético, por méritos propios añado, merecía ir perdiendo entre cuatro y siete cero. Al contrario, vencía.

El sueño duró poco porque el Oporto, en la enésima jugada ofensiva medianamente bien ejecutada y en la enésima empanada mental de Antonio López y Seitaridis, empató por medio de Lisandro López. El empate no se movería y la película de terror para unos y humor para otros continuará en Oporto, donde, si Abel Resino no lo remedia, el Atlético perecerá fruto de su lamentable defensa, indigna de cualquier equipo de Copa de Europa. Me apena escribir esto puesto que los cuatro de arriba del Atlético son jugadores formidables que juntos y en forma conforman una de las mejores delantera de Europa. Pero el mal endémico de su defensa oculta, borra del mapa su buen hacer e incluso ellos mismos se ven afectados ante tal despropósito defensivo. Si bien el partido del Atlético, cambiando radicalmente de tema, era espectacular por lo lamentable, el del Barça no pasó de la categoría de soberano aburrimiento y eso que el tempranero gol de Juninho en una nueva falta y en un nuevo error de Valdés hacían prometer a un espectador neutral un aluvión ofensivo del Barcelona.

En absoluto. Fue el Lyon quien incluso mereció marcar un segundo gol. El Barça, aletargado como camina ante el nuevo sueño madridista de remontada, perdido en su fe y en su estilo, pendiente del equipo blanco más que de sí mismo y poco convincente anoche y el fin de semana pasado en lo puramente futbolístico, se perdió en lo superfluo. Y cuando tu juego de toque se pierde en lo superfluo corre el riesgo de ser estéril y ridículo. Así sucedió. Benzema y el resto del Lyon pudieron sentenciar el partido a costa de los errores ofensivos del Barça pero no lo hicieron y cuando el equipo de Guardiola reaccionó consiguió empatar. No de manera brillante, ni siquiera con una mejoría cuantiosa respecto al primer tiempo, pero sí de una manera solvente y fiable, la suficiente como para llegar a la vuelta con un empate relativamente beneficioso. El gol de Henry, tras despiste monumental de Cris en el segundo palo en un córner, sirvió de bálsamo y no desatará ni las críticas ni la desesperación. Pero por momentos flotó en el aire. En la cabeza de Guardiola. Son humanos y los bajones psíquicos y físicos son inherentes a ellos mismos, pero haría bien Pep en dar por terminado el respiro y volver a la brillante senda del triunfo. Por su bien.

Vía | Wikipedia, As
Imagen | El Mundo

Más que Fútbol ● 2009

domingo, 15 de febrero de 2009

Y digo yo | El arte de empujar el balón

Juandi Mora | Ahora es cuando las portadas de los diarios deportivo partidistas ponen la foto de Raúl y la sitúan a la estela —por encima alguno— de la figura de Don Alfredo Di Stéfano. Al habla un admirador de Raúl González Blanco. Admirador declarado públicamente, que no es fácil. Me molesta en desmanera que mi adorado numero 7 sea comparado con Don Alfredo. El presidente de honor del Real Madrid es único, no hay nada comparable a él como no lo hay a Maradona, Cruijff, Pelé o Zidane. Raúl es Raúl.

Vengo a sumarme a la moda, de hablar de Raúl por superar los goles de La Saeta. Muchos partidos con el 7 a la espalda, muchos enemigos y siempre demostrando lo profesional que es. Discusiones varias con el director de este bendito blog han terminado hablando del pasado más que del presente. Del Raúl Balón de Oro en el 2001, lo fue a recoger Owen en su nombre y por alguna extraña razón se lo apuntaron al inglesito este, de los pichichis; del Raúl de las Copas de Europa, aquel que era admirado por todo el mundo.

Yo en mi mundo de camisetas blancas y 7 bíblicos siempre defiendo al actual Raúl. A un Raúl distinto. El Raúl de los actuales 309 goles, que contados de uno en uno son muchos, el jugador que trabaja para el equipo y practica a la perfección su trabajo del brazalete con la C. Todos eran del Raúl de las cucharas —vaselinas de toda la vida de dios— de los aguanís y del Raúl rápido y decisivo. Yo lo soy ahora, como lo era antes, del Raúl de los goles de churros a los que yo llamo raulianos y de las defensas en área propia para recuperar el balón. Soy del Raúl que grita, el que empuja el balón cuando el portero falla. Después de escribir esto lo tengo claro, yo no soy del Raúl de los 309 goles, no soy del Raul Di Stéfano. Soy raulista sin más.

Vía | AFP
Imagen | AFP, de archivo

Más que Fútbol ● 2009

jueves, 12 de febrero de 2009

Probablemente la mejor selección del mundo (España 2 - 0 Inglaterra)

Andrés Pérez | Digo más. El probablemente es puro eufemismo, corrección política, tan dada a nuestros tiempos. Probablemente indica que no hay seguridad en tu afirmación y yo creo firmemente que España, hoy por hoy y a tenor de lo visto una vez más, es la mejor selección del planeta. Sin parangón alguno. No hablo ya de resultados, ni de individualidades; tampoco quiero centrarme en títulos conseguidos recientemente ni en el futuro inmediato que pueda tener el equipo. España es la mejor porque practica un fútbol imposible para el resto, un fútbol que en absoluto tiene que envidiar algo a la mejor Brasil de 1970 o a la Holanda de Cruijff. Inglaterra lo sufrió ayer, con un equipo mediocre que justo le dio para capear el temporal español, mediada la segunda parte, lo mejor que pudo. Si hay algo achacable a España, cosa que dudo, es la poca agresividad que muestra en determinadas ocasiones. No es un mal mayor puesto que se ganó la Eurocopa con idéntica poca atracción por la goleada, pero es un pequeño resquicio por el que en un próximo Mundial una selección de un calibre mayor al de una pésima Inglaterra, puede destrozar el sueño de ser campeones del mundo. Un sueño, por muy repetitivo que se antoje, cada vez más real.

España da motivos para soñar. Dejando a un lado la espléndida Eurocopa, el equipo es precisamente eso. Un equipo. España no se sustenta en el individuo sino en el colectivo y eso provoca que estando incluso cualquier figura de primer nivel de la selección, que sin duda los tiene, a un ritmo bajo o en un segundo plano, el resto se eleva ante las adversidades para sacar de sí mismo lo mejor que tenga. Desconozco a estas alturas sin tal demostración de fútbol es la mecha encendida en la Eurocopa y se apagará en pocos meses o, si por el contrario, es el verdadero talento individual que se plasma en el colectivo de cada seleccionado. Probablemente tal disyuntiva se responda a que, en efecto, es la suma de ambas la que conduce a España a la arcadia feliz, sin algún tinte de ironía en éstas últimas palabras. El fútbol roza la perfección cuando la selección lo juega, para desesperación del rival que asiste impotente a un equipo superior en todos los aspectos, sueprlativo, a este ritmo histórico si no lo es ya. Una escuadra absolutamente brillante que nada tiene que envidiarle, definitivamente, tantos años después, a ningún otro.

No es necesario comentar el partido de ayer. No al menos en profundidad. No difiere mucho de cualquier otro a pesar de que el rival diera para que mayores ríos de tinta corrieran en este blog. Inglaterra esperaba enfrente, tiempo después de la escabrosa situación del Bernabeú y de la ya olvidada negativa de la Federación inglesa jugar en el campo madrileño. Es agua pasada. No hay manera mejor de acallar a un rival en cualquier aspecto que otorgándole un precioso baño de fútbol, un regalo para la vista. A pesar de las complicaciones iniciales, comunes para España puesto que el resto ya sabe a qué se enfrenta, la selección supo reponerse y mejor aún, supo adaptarse a las circustancias. Es cierto que cuando se tiene una filosofía con la que morir, conjugado con una calidad colectiva irrepetible, los éxitos llegan, pero la filosofía está para adaptarla. Y cuando el equipo contrario axfisia, España tiene los sufientes recursos más allá del toque aburrido para el rival y glorioso para el aficionado al que el combinado nacional nos acostumbra. Se aferra a algo más que eso. A una contra probable. A un orden notable. A Villa.

Villa abrió la escasa lata que tenía Inglaterra en su interior. Para entonces, mediada la segunda parte, España no jugaba lo mejor que podía. El extraño planteamiento de Del Bosque, con la banda derecha abandonada exclusivamente para Sergio Ramos y con Xabi Alonso y Senna compartiendo centro del campo, provocó que un desorientado Xavi —lo cual es sí mismo es una contradicción— no engranara como suele el equipo. Torres, notablemente bajo de forma, no se enteraba parcialmente de nada y Villa estaba relativamente perdido en el extraño planteamiento del nuevo seleccionador. Inglaterra, pasito misi pasito misa, mantenía el tipo e incluso planteaba ciertos problemas por su lateral izquierdo, con Ashley Cole y Downing. Sin embargo, a pesar de la visible incomodidad del equipo en su totalidad, los escasos destellos de estilismo sirvieron para que, Villa, en una obra genial, adelantara al conjunto nacional.

De ahí al paraíso. Lo que vino en la segunda parte fue un recital del hoy por hoy mejor centrocampista del mundo y para un servidor, uno de los mejores jugadores españoles de la historia sino el mejor. Hablo de Xavi. Ni Ronaldo, ni Messi, ni Kaka' ni Torres. Que me disculpen el resto de nominados al FIFA World Player pero yo me quedo con Xavi. Juega a otra cosa. Vive en otro mundo, mejor, por supuesto. De su cabeza nacieron los mejores momentos de España que humilló literalmente a Inglaterra, impotente ante tal demostración de calidad de los de Del Bosque. Y junto a Xavi, Iniesta, Xabi Alonso, Senna, Silva y demás gente preparada, destinada más bien, a hacer del fútbol un deporte creado para el entretenimiento de la masa. Cuando España juega, el fútbol, definitivamente, es el opio del pueblo. Por ende, la mejor defensa es un buen ataque. No sirve de nada replegarse atrás. No sirve de nada tildar de antiguos a aquellos que ven en el conservadurismo la antítesis del fútbol ententido como espectáculo. No sirve de nada todo ello cuando al tiempo que te humillan, te dominan, te ganan, al tiempo de todo ello decíamos, se defienden inquebrantablemente. España no sufrió atrás. No lo hizo porque quien posee el balón, posee el fútbol. Y, hoy por hoy, quien posee el fútbol es Xavi.

Vía | Más que Fútbol
Imagen | El Mundo

Más que Fútbol ● 2009

martes, 10 de febrero de 2009

¿Ya se va?

Andrés Pérez | Huntelaar se quiere ir.

El mal momento que está atravesando Huntelaar en el Real Madrid, que ha provocado que el delantero confiese privadamente que se "quiere ir del club" y que no aguanta más "su situación en el equipo blanco", ha propiciado que grandes clubes de Europa hayan vuelto a poner sus ojos en el ariete holandés.

Ahora bien.

Huntelaar (que se encuentra concentrado con su selección) publicó ayer un comunicado en su página web afirmando lo siguiente en referencia a la noticia de este periódico: "Soy del Madrid y me quedaré. No estoy pensando en irme". Sin embargo, en una entrevista concedida al diario holandés De Telegraaf dejó caer su malestar actual: "Aspiro a jugar más de un cuarto de hora a la semana".

Hoy en el As, Huntelaar es bipolar.

Vía | As

Más que Fútbol ● 2009

Mil disculpas de rigor

Andrés Pérez | Ha de saber, asiduo lector, si es que hay alguno todavía por ahí, que Más que Fútbol es un blog mantenido íntegramente por un universitario y por sus dos colaboradores, ambos también universitarios. Y, como sabrá, los primeros meses del año son siempre poco propicios para la especie humana universitaria. Llegan los exámenes, los agobios, las prisas, los nervios y por supuesto llega la soledad y la marginalidad o bien en una biblioteca o bien en la habitación de sus respectivas casas. Es decir, llega el estudio. Y como tal, y aunque periodismo no sea la carrera más complicada habida y por haber, los demás aspectos sociales y ociosos de su vida, la del universitario, se apagan.

Sin embargo renacen cual ave fénix cuando los temidos exámenes de febrero llegan a su fin. Y ese momento es ahora. Más que Fútbol retoma su actividad tras el tradicional parón navideño, esperando volver a conseguir los lectores asiduos pre-navideños y esperando agradar a todo el mundo en el que dentro de poco se convertirá el tercer año de existencia de este humilde blog. Comienza la andadura en 2009 de Más que Fútbol. Quedan bienvenidos todos, aunque suene tarde.

Más que Fútbol ● 2009