miércoles, 8 de septiembre de 2010

Los amistosos están para perderlos

Andrés Pérez | Apenas cuesta recordar cuando desde los tronos de la prensa mediática se calificaba a España como la campeona del mundo en amistosos. El término, a mitad de camino entre lo jocoso y lo autocomplaciente, servía para rellenar notables actuaciones ante selecciones de nivel, candidatas, campeonas del mundo, competitivas. Por aquel entonces España y su título no solían atravesar la barrera de los cuartos de final. El feliz título se vio enterrado tras ganar la Eurocopa y comenzamos a bailar sobre su tumba cuando la selección se proclamó campeona del mundo. Como tal, ayer, perdió abultadamente ante Argentina.

Se podría decir que Argentina es la campeona del mundo en amistosos. En honor a la verdad, Argentina fue algo más: fue una selección que durante los primeros quince minutos supo aprovechar su exceso de revoluciones y la apatía desesperante de su rival; fue un conjunto no rejuvenecido pero sí inteligentemente dirigido, no como en el Mundial; y fue un equipo, en suma. El resultado es justo pero abultado e irreal. Amén de los primeros quince minutos de absoluto caos español, Argentina no demostró tener ningún atributo futbolístico superior a España. Prueba de ello fue la constante y progresiva mejora del seleccionado nacional, que poco a poco consiguió conectar ideas para encerrar a una Argentina que, también hay que decirlo, no pareció preocuparse.

Intentar extrapolar conclusiones definitivas de un amistoso ante Argentina en Argentina es temerario y absurdo. Lo es por diversos motivos: el once titular de España, el espíritu con el que Del Bosque —sus cambios mecánicos en la segunda parte son buena prueba de ello— afrontó el encuentro, y la notable falta de agresividad de más de la mitad de los jugadores. En fin, un amistoso. Lo que habitualmente no sería en absoluto noticiable hoy es un drama. España es así. El término medio es un incómodo intruso, aquí nos van los extremos.

Cabría plantearse lo injusto de verter críticas sobre Del Bosque y este plantel de jugadores que apenas han sufrido dos derrotas en dos años y lo han ganado absolutamente todo; esto es, cabría plantearse lo injusto de crucificar a alguien por el mero hecho actuar lo más humanamente posible, errando, pero el terreno de la ética es un fangoso lugar para el debate futbolístico. Probablemente. Se cuestiona la importancia del partido, pues. En ese caso, no cabe remitirse más que a la definición que da la RAE: 2. adj. Dicho de un encuentro deportivo: Que no es de competición. Realmente, no parece factible que el prestigio logrado en la competición más importante del mundo se desvanezca por la primera derrota clara, por resultado, en dos años.

Leerán que la derrota oscurece el brillo de la estrella en el pecho. En fin, más allá del bonito recurso poético, los amistosos están para perderlos.

Imagen | El País

sábado, 4 de septiembre de 2010

La estabilidad lograda

Andrés Pérez | En Portugal andan increíblemente enfadados con su selección tras empatar a cuatro, en casa, ante la débil Chipre. Francia palmó ante Bielorrusia a falta de cinco minutos para el final del partido continuando así, a pesar de la renovación de los seleccionados y del seleccionador, Laurent Blanc, su infernal trayectoria desde que perdiera la final del Mundial en 2006. Estonia pudo amargarle la noche a una Italia también en busca de una identidad nueva que haga olvidar los dramas de Sudáfrica. Holanda y Alemania, dos selecciones hechas y que saben qué rumbo seguir, consiguieron sendas victorias sin mayor relumbrón e Inglaterra cambió de equipación para golear a Bulgaria.

No cuesta recordar los tiempos en los que España caía lamentablemente en Chipre o en Irlanda del Norte. No están tan lejos. Apenas cuatro años, ocho como mucho. Una primera década de desencantos hasta que llegara la Eurocopa, cuya fase de clasificación no fue ni mucho menos un camino de rosas, tras el destierro lógico de Raúl, la derrota ante Suecia y el ridículo en la ya citada Irlanda del Norte. España, en cambio, ayer, venció con notoriedad, estrella en el pecho, a Liechtenstein. Como mandan los cánones, goleando sin abusar en exceso, haciendo valer su condición de campeona del mundo. Viendo jugar a España y escuchando las calamidades de Francia o Portugal, evoqué aquellos tiempos pretéritos en los que cada partido de clasificación era un drama en el que evaluar el pésimo estado del combinado nacional.

España ya no es un manojo de nervios e indecisiones. Ha logrado estabilidad, ha logrado, aunque ahora lo veamos como algo normal, ser la única selección del mundo con aplomo y seguridad ante cualquier rival imaginable. De siempre, el galardón de selección infalible lo ha merecido Alemania; el de admirable se lo ha llevado Brasil; el de fogosa y competitiva Argentina; y, el de temible hasta un punto irracional por su mística y leyenda, Italia. Ahora ninguna de ellas es lo que fue y todos esos adjetivos los acapara una España que infunde temor, admiración y, sobre todo, la seguridad de que no va a fallar, de que es capaz de absolutamente todo. Cerca de dos meses después de lograr lo máximo, cuesta no seguir alucinando con España.

Lectura recomendada | España no se duerme (El País)
Imagen | El País

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Real Zaragoza, sobre el papel

Andrés Pérez | Por descontado, la situación es, será y jamás dejó de ser absolutamente catastrófica. Es decir, probablemente eso leerán en cualquier medio especializado del entorno del Real Zaragoza, conjunto dado al extremismo más fatal y reacio al optimismo o, directamente, a la valoración de aspectos positivos y negativos. La exageración, en cualquier caso, inmutable a lo largo de los años, para mal, siempre, tiene su base científica: a nivel económico la situación es francamente precaria y el presidente de la entidad ha tenido que lanzar un plan de ajuste presupuestario de aquí a ocho años para que el club no se vaya al garete; a nivel deportivo la plantilla es corta ya que son diecisiete los jugadores que lucharán por no descender, esto es, por la salvación, lejos de las aspiraciones de tiempos pretéritos en los que el Zaragoza optaba a la UEFA o a una Copa del Rey.

En efecto, lo han deducido correctamente, el Real Zaragoza es hoy un conjunto de mitad de tabla hacia abajo y por lo visto en el último día de mercado europeo lo seguirá siendo mucho tiempo. La realidad es esa. No se puede aspirar más que a la salvación y creer o querer creer que la situación debe y será reversible a corto plazo es una temeridad peligrosa ya que conduce al desencanto, y, por ende, a una ira irracional alejada de cualquier pensamiento crítico. El Real Zaragoza es hoy un conjunto que a nivel económico y deportivo lucha por mantener la categoría. Es doloroso pero es lo que hay. Analicemos pues, al Real Zaragoza, desde ese punto de vista y no desde el que nosotros creyéramos que debiera ser, puesto que no deja de ser un condicional y no una realidad.

Romaric, uno de tantos que finalmente no llegó.
La dirección deportiva ha actuado de forma nefasta, claro. Leerán eso y, de hecho, es el calificativo más adecuado. La misma dirección deportiva que el invierno pasado fue capaz de reconstruir un equipo, asearlo, y salvarlo de un descenso que ya había asumido cada rincón del zaragocismo, esa misma, ha sido incapaz de cerrar una mísera cesión o un triste traspaso de poca monta en la última jornada del mercado de fichajes. Sonó Rosenberg y se fue al Racing. Lo mismo sucedió con Waldo Ponce. Parecía Romaric la respuesta pero se quedó en Sevilla. Hablaron de Mario Bermejo y..., en fin, ahí sigue, en Xerez. El Zaragoza no ha contratado nada para suplir ninguno de los puestos en los que anda escaso de recursos, a saber: defensa y delantera.

No hay delantero referencia sobre el papel. El neoprofesional Marco Pérez apunta maneras pero apenas alcanza la veintena de edad; Sinama Pongolle lleva varios años extraviado para el fútbol; Braulio es un jugador que no ha dado la talla. Sobre el papel, insisto: Marco Pérez demuestra calidad y quién sabe si su rendimiento será ascendente y no anodino; Sinama Pongolle fue capaz hace años de hacer del Recreativo de Huelva un equipo interesante. Es decir, como la capacidad de adivinar el futuro parece reservada para un par de iluminados, curiosamente siempre los mismos, lo lógico es decir, eh, oigan, quién sabe.

Y, en defensa, el asunto clama al cielo: el Zaragoza cuenta con dos centrales y dos mediocentros defensivos lentos capaces de desempeñarse en esa posición. A pesar de ello y de tener a Laguardia lesionado, se ha desprendido de tres centrales para esta temporada. Especialmente sangrante es el asunto de Goni, que se largó ayer al Castilla cedido como si sobrara. ¿Los pros? Diogo, Jarosik, Contini y Obradovic es, probablemente, la mejor, sobre el papel, línea defensiva de los equipos que luchan por descender. Nos encontramos de nuevo ante una dirección deportiva caótica pero ante una realidad práctica que es cuanto menos esperanzadora habida cuenta de su rendimiento durante la segunda vuelta del año anterior.

Sucede que en el Zaragoza se mezcla todo, no se marcan los límites de la culpabilidad y el aficionado termina hecho un manojo de indignación en el que no sabe diferenciar al culpable de la víctima. Llegado a ese punto, cualquier jugador se veá imbuido en una espiral destructiva de la que no podrá salir. Llegados a ese punto, los aficionados reclamarán al presidente de turno una explicación coherente de porqué este año tampoco se ha ganado la Copa del Rey.

Lo que hoy es un clamor contra Herrera y Agapito, mañana serán insultos o calificativos poco simpáticos hacia Gay. "Es un inútil", dirán, cuando el día de antes echaban pestes de la dirección deportiva y asumían que efectivamente la plantilla era corta e insuficiente. En cualquier caso la realidad, como siempre, anda en un término medio. Se trata de una conclusión tibia: con una directiva incompetente, a pesar de todo, el Zaragoza tiene un equipo capaz de mantener la categoría. Sobre el papel, claro, como siempre, si las lesiones no lo machacan como vienen haciéndolo.

No, el presente no es un pozo negro de frustración. Eso es el Celta. Oirán cantos de cisnes que llaman a la revolución, como si hubiera un líder al que seguir, una solución a lo existente, como si en vez de por medio del dinero el dueño del club lo fuera por sangre, como si de sentimientos se pudiera financiar una entidad, como si de un cambio fuera posible. Hagan caso omiso. Acudan al campo. Observen. Sigan observando. Oberven más. Reflexionen. Saquen sus conclusiones. Animen. Sigan animando. No decaigan en su empeño. Y, cuando el Zaragoza esté este año en Segunda, esperemos que no, entonces, vuelvan aquí y llámenme de todo. Pero sólo hasta entonces, hagan el favor.

Lectura recomendada | Imposible convencer a nadie (Heraldo de Aragón)
Imagen | Heraldo | El Zaragoza.com