lunes, 17 de agosto de 2009

El fútbol que queremos

Andrés Pérez | Daniel Jarque, central y reciente capitán del Espanyol, murió hace casi diez días a los 26 años de edad. Era futbolista. Conviene no olvidar este último dato, a pesar de que pueda parecer una perogrullada. Lo hizo en plena pre-temporada, como Puerta hace dos años. ¿Se acuerdan de él? Cómo olvidarlo. Sevillista de pro, criado en la cantera, debuta con Joaquín Caparrós el 21 de marzo de 2004 frente al Málaga. De ahí a la gloria. Ganó dos copas de la UEFA —en una de ellas marcando el gol clave frente al Schalke en semifinales—, una Copa del Rey y una Supercopa de España y de Europa. Un palmarés de oro. Un jugador desequilibrante, clave en el Sevilla e internacional frente a Suecia, en aquel partido de infausto recuerdo en el que España cayó —el primer partido sin Raúl—. Hace dos años murió tras desplomarse en pleno partido de Liga frente al Getafe. Era agosto. Pre-temporada. Se pudo levantar por su propio pie pero dos días después su cuerpo finado fue declarado muerto en el hospital. El mundo del fútbol lloró entonces, como llora ahora la ida de Jarque. Recuerden, Puerta, agosto, pre-temporada, Sevilla, el equipo de la famosa papilla.

El tiempo pasó y entre medio asistimos con pavor al desfallecimiento de De la Red en un partido de Copa en Irún. De la Red cuajó una temporada sencillamente maravillosa con el Getafe —semifinales de la UEFA incluídas— que le llevó a la selección en la Eurocopa de Austria y Viena. Jugó contra Grecia, anotanto el gol del empate. El Madrid decidió repescarlo, no contaba en exceso pero jugaba algo. Se desplomó en pleno partido de Copa. Era otoño. No ha vuelto a jugar. Conmoción, recuerdo de Puerta y demás, pero no pasó de ahí. El caso se olvidó, el mundo del fútbol siguió hacia adelante y ahora, en agosto de 2009, otro futbolista muere en España. Extrañas circunstancias de nuevo. Pre-temporada. En este caso antes de iniciar la Liga, en este caso en Italia, en Coverciano, lugar habitual de concentración de la selección italiana de fútbol. En pre-temporada, cuando el físico prima, cuando la preparación elegida determina el resto de la temporada.

Jarque no pasaba de ser un central común. Titular en el Espanyol, no tan joven y con ciertas expectativas de mejoría. Nada más. En absoluto aquel central expeditivo y que había sido señalado por sendos seleccionadores nacionales para el combinado nacional —un ejemplo más del descenso a los infiernos que durante años la prensa española, a nivel deportivo, lleva labrando—. Tenía 26 años y murió de una parada al corazón. ¿Cómo? He ahí la cuestión. Por poner un ejemplo, repasen la lista de ciclistas que han muerto de una parada al corazón. Ciclistas, la mayor parte de ellos dopados. Los casos más sonados los de Pantani y el Chaba Jiménez, pero la lista es amplia y extensa, para todos los colores, incluso un chaval de diecisiete años. La mayor parte de ellos, probablemente, irían dopados hasta las cejas. Ya lo dijo Manzano: "Tengo claro que no llegaré a los cincuenta". ¿Se acuerdan de Manzano? En 2004 y tras casi palmarla en pleno Tour de Francia se marcó unas declaraciones en las que denunciaba el dopaje sistemático. En 2006, tras el cierre del sumario de la Operación Puerto se supo que él fue quien dio el chivatazo de las clínicas que Eufemiano Fuentes tenía en Madrid y Zaragoza. Destapó el pastel.

Reconoció que el dopaje marca la salud del deportista. Que la mina y la dinamita, que temió por su vida. Todo por lo mismo: EPO, hormona de crecimiento, transfusiones y ahora, sin irse demasiado lejos, CERA. Cayó en el olvido hasta 2006. Como cayeron en el olvido los casos de Jiménez y Pantani. Adictos. Futbolistas, por paro cardíaco, mueren menos pero también mueren. Puerta, Sixto Rojas, Foe, Feher, Serginho, Hugo Cunha, Abdelwahab y varios de categorías inferiores. 40 casos en la última década. 3 en los 90. Se pueden escoger dos opciones: creer a los reputados "expertos" —médicos deportivos en su gran medida— y asumir que es absolutamente normal morir de un paro cardíaco a los 26 años, que es común que haya tres casos en dos años que afecten a futbolistas de primer nivel o intuir, la otra opción, que algo huele a podrido. Que si en el ciclismo las sospechas de dopaje se ciernen cada vez que un joven muere, en el fútbol debería suceder lo mismo. Que estaba en Coverciano, Italia, lugar de concentración de la selección italiana —Italia, donde el ELA ha sesgado la vida de 39 futbolistas—. Que hasta Inda, director de Marca, ve que hay gato encerrado. Que en el Corriere della Sera el otro día salió esto —traducido aquí—. Que Eufemiano reconoció que llevaba equipos de fútbol.

En caso de haber algo, no se sabrá. Es el sino del deporte a nivel general y del fútbol en particular. Un escándalo como el de la Juventus quedó en el olvido. Y sí, es cierto que el recurrir a técnicas para mejorar el rendimiento deportivo en un deporte técnico como este influye en menor medida que en otros deportes, donde el físico predomina —ciclismo, atletismo, natación—. Pero no deja de ser menos cierto que en caso de existir, nos engañan y se saltan las normas. No se cumple con la legalidad y por ende, cualquier resultado es fraude, amén de que se juega impunemente con la vida de los deportistas. ¿Alguien se acuerda de Cannavaro y la noche previa a la final de la UEFA cuando militaba en el Parma? ¿Y de Seedorf y otros tantos jugadores del Milan rehuyendo los controles anti-dopaje? ¿Alguien recuerda a los De Boer? ¿O a Stam, Couto, Davis, Gurpegui, Dugarry, Ferdinand y un largo etcétera? Enric González sabe lo que se cuece y es de los pocos que lo pregonan. Aunque hable de épocas remotas. La cuestión es, ¿qué fútbol queremos? ¿Por qué pasan desapercibidos los casos, por qué tan suaves las sanciones? No interesa. Y debemos comenzar a preguntarnos, llegados a este punto, si nos interesa o no. Si queremos un fútbol limpio o presuntamente sucio. Legal o ilegal. Éxitos refutables por todo aquello que elogiamos o tan sólo por recurrir a un medicamento concreto. Pregúntense y respóndanse. Sólo así todos abriremos los ojos.

Vía | Wikipedia, Foro de Ciclismo, La Voz de Galicia, El País, Lukor, El Mundo, Il Corriere della Sera, Terra, Ciclismo 2005, Deportes.com
Imagen | Google Images

sábado, 15 de agosto de 2009

Una proposición: prohiban televisar la pretemporada

Andrés Pérez | Los vaivenes personales y laborales me impiden actualizar este verano. Hasta hoy. Me han permitido, para gracia de mi salud mental, abstraerme del mercado de fichajes, rumores, promesas, creencias, milagros y demás retahíla de imbecilidades que inundan la prensa cada vez que la temporada se da por finiquitada, el calor hace acto de presencia y las portadas monotemáticas de Marca y As se quedan sin novedades relativamente noticiosas con las que pegarle patadas a la RAE y al sentido común. Dicho esto reconozco que he visto dos partidos en todo el verano. Uno, el del Real Zaragoza contra el Recreativo de Huelva en el que pude ver debutar al asombroso Pennant, la bizarra mezcla entre Gary Dourdan y Lenny Kravitz que a buen seguro calará hondo entre la parroquia zaragocista.

Otro, hoy. El Real Madrid multimillonario, del que habrá tiempo largo y tendido para hablar, contra la centenaria Real Sociedad. Mediocre. Común entre los comunes. El partido, claro, no me referiré a ninguno de los dos equipos protagonistas. Medio durmiendo el encuentro, lo cual ya tiene delito, he alcanzado a comprender que las pretemporadas, por el bien de la humanidad, no deberían ser televisadas. Y menos al nivel que lo hace La Sexta, dando la brasa una y otra vez con el Madrid magnífico perpetrado por Florentino y el Barça tricampeón. De verdad que por mucho que uno quiera a este magnífico deporte, es imposible dar validez a las bromas veraniegas. No aportan nada al espectador. Ni le quitan el mono futbolístico —quien piense que un amistoso de medio pelo sacia la sed, va listo— ni aportan nada constructivo. En el tintero quedan guardadas, deparan una tragedia —o eso parece a tenor del caso Jarque, del que mañana hablaré— por agosto y sirven para que Antonio Esteva descienda a los pozos del periodismo cada noche.

Me explico. Escuchar a este hombre es un sufrimiento, un dolor. Pretende darle a la narración el cariz tan típico y fructífero de Carrusel Deportivo sin caer en la cuenta de que, ni su talento da para ello, ni las circunstancias acompañan. La agilidad narrativa de la radio viene dada porque el locutor ha de pintar en el cerebro del oyente todo aquello que éste no puede ver. No hace falta ser un genio para comprender que eso en la televisión no es necesario, y menos ahora con la HD y las diez millones de cámaras repartidas en cada esquina del estadio. Da igual. Dudo que alguien le haya explicado tan sanas nociones de locución audiovisual a Esteva —aun, ojo, cuando pìenso que la propuesta que hace está bien, pero mal aplicada: no es Juan Carlos Rivero, algo es algo—. Tiene la habilidad de cargar la narración inútilmente de recursos embellecedores, aburriendo al espectador, provocando que un calor ardiente le ascienda por el espinazo hasta que, hastiado, se largue a leer un libro. Si ya de por sí la pretemporada es insoportable, calculen con este panorama.

Ahora bien. Felicitar al descubridor del joven colaborador de Esteva. Aunque tiene cierto halo maldiniano —parece que es indispensable hablar con un tono agudo y con celeridad para ser tomado en serio como experto en fútbol mundial— sabe de lo que habla, en contraposición de Esteva, para quien —obviando sus repetidas y manidas menciones a "aquí, en La Sexta" y sus promociones de programas tan variados como Numb3rs, La Sexta Deportes o, qué se yo, el Real Madrid-Barça de, por poner un supuesto, marzo— todo es magnífico, sublime y merece elogio. Si la acción la efectúa Cristiano Ronaldo "el deseado", Kaka' o Benzema, calculen. Le viene un orgasmo. Y al espectador un infarto. Infartado termina, harto de escuchar a este hombre, paradigma del lamentable periodismo deportivo español.

Baste con comentar que, a falta de conocer a los jugadores en profundidad, todo lo que hagan cuando Esteva narre antes de que hayan aparecido, será su característica principal. Si Xabi Prieto cambia de banda, Esteva anunciará con rápido ritmo que el donostiarra es un gran orientador del balón de banda a banda. Si Torres recupera un balón, el genial compañero de Montes —otro— afirmará sin rubor que la mayor virtud del madrileño es la casta y el tesón defensivo. Si el recogepelotas le entrega el balón a Drenthe para que saque, Esteva asumirá que el Drenthe es un gran tipo tratando así de simpático al recogepelotas. La pretemporada, señores. Que empiece la Liga. Por favor.

Imagen | Rincón del Forero, Versión Subtitulada, PhotosRonaldo