Andrés Pérez | Escribía el domingo Javier Monsón en el As, a propósito del Huesca - Zaragoza:
Dice el refrán que hay quienes tienen la extraña virtud de ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Supongo que Javier Monsón, un columnista más de la redacción As en Aragón, es uno de ellos. Como lo deben ser tantos y tantos aficionados del Huesca —que me disculpen quienes no den cabida en su ser a estos sentimientos— que tan visceral odio destilan por cada esquina cada vez que la palabra Zaragoza se escucha. Entran en estado de ebullición de inmediato. Como si del diablo se tratara.
Desconozco el porqué. Da la casualidad que, desgracias del destino, el Zaragoza cuajó el año pasado una temporada deplorable y se vió exiliado un año más a la Segunda División, al tiempo que el Huesca vencía en cierto campo de Écija y se ganaba con todo el merecimiento de este desdichado mundo un billete al paraíso. Universos paralelos. Como lo llevaban siendo años y años. No en vano hacía más de cincuenta años que sendos equipos aragoneses no se enfrentaban entre ellos. La rivalidad, huelga decirlo, es inexistente desde Zaragoza puesto que dado su ostracismo en el fútbol español, el Huesca ha sido siempre un actor desconocido desde la capital de la comunidad. Sin embargo, he aquí la sorpresa, descubre la afición blanquilla que en Huesca, ese club del que tantos se alegraron el día de su ascenso —servidor, iluso, incluído—, la mayor parte de su visceral población no sólo no festeja las remotas y nostálgicas victorias zaragocistas sino que odian con toda la fuerza de su corazón cualquier aspecto cotidiano que rezume colores blancos y azules y tenga el león por bandera.
Pardiez, farfulla la afición maña. Somos una especie de anticristo en ciernes. Comprendo que la afición del Zaragoza no sea considerada como la mejor del mundo, de hecho yo mismo reconozco que La Romareda es un campo destinado a que cada hombre y mujer de esta bendita ciudad descargue su frustración contra los jugadores, directivos y entrenadores del conjunto blanquillo, cumplan con su labor o no. Hasta ahí lo comprendo. Comprendo que nadie del Huesca haya de celebrar un gol de Ewerthon puesto que cada uno es muy libre de elegir el equipo al que seguir, llorar, criticar u obviar con la más insultante indiferencia. Todo ello cabe en mi mente. Lo que no alcanzo a comprender, quizá porque aún la radicalidad no corre por mis venas o porque el universo en el que yo resido de mente y espíritu es por completo antagónico al de tantos personajes, es el profundo desprecio que destilan la mayor parte de aficionados del equipo oscense hacia el Zaragoza.
Verbigracia. El mismo sábado se escucharon gritos de ánimo hacia el Hércules, ese club hermanado históricamente con el Huesca; berridos contra la Virgen del Pilar como si mancillando el nombre de una estatua su equipo se acercara más a la meta rival y, como no podía ser de otro modo, continuas alusiones a la estancia del Real Zaragoza, un conjunto al que presuponemos grande dentro de esta enorme piel de toro llamada España, en segunda división. Reconozco que ésto último debió ser hilarante para cualquier aficionado del Huesca, quien, si se precia medianamente, odiaría hasta un punto respetable de cara a la opinión pública oscense al conjunto vecino. Toda una lección de elegancia. Temo recordar que Zapater aún guarda con cariño y ahínco el amado escupitajo, repleto de clase y estilo, que un oscense dedicó con toda la amistad que en su corazón pudiera residir a su zamarra del Zaragoza. No negaré la mayor. La afición del Zaragoza es un buen ejemplo de sociedad escatológica. Por el contrario, la oscense, a tenor de las sabias palabras de Monsón y de las imágenes que aún mi retina guarda en la memoria, es el civismo personificado. Y, una vez he reflexionado, desmiento y me desdigo el título de este clarividente post. De paja y vigas nada. El Zaragoza, que no contento con robar el encuentro ha de difamar sobre la elegante afición de Huesca.
Vía | Más que Fútbol
Imagen | Diario del Alto Aragón
Más que Fútbol ● 2009
(...) creo que Zaragoza, la Zaragoza deportiva y futbolística, se ha equivocado lamentablemente en su enfoque. Se equivocó no queriendo venir a El Alcoraz y haciendo que el club devolviese las entradas. Se equivocó planteando el derbi desde un extraño victimismo paternalista (...) El Zaragoza no ha demostrado nada, fue un Barcelona favorecido arbitralmente ante un Chelsea que perdonó en su más clara ocasión, que en la primera parte fue superior y que no tuvo fortuna (...) ¿El Zaragoza? Ójala suba... bien lejos."
Dice el refrán que hay quienes tienen la extraña virtud de ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Supongo que Javier Monsón, un columnista más de la redacción As en Aragón, es uno de ellos. Como lo deben ser tantos y tantos aficionados del Huesca —que me disculpen quienes no den cabida en su ser a estos sentimientos— que tan visceral odio destilan por cada esquina cada vez que la palabra Zaragoza se escucha. Entran en estado de ebullición de inmediato. Como si del diablo se tratara.
Desconozco el porqué. Da la casualidad que, desgracias del destino, el Zaragoza cuajó el año pasado una temporada deplorable y se vió exiliado un año más a la Segunda División, al tiempo que el Huesca vencía en cierto campo de Écija y se ganaba con todo el merecimiento de este desdichado mundo un billete al paraíso. Universos paralelos. Como lo llevaban siendo años y años. No en vano hacía más de cincuenta años que sendos equipos aragoneses no se enfrentaban entre ellos. La rivalidad, huelga decirlo, es inexistente desde Zaragoza puesto que dado su ostracismo en el fútbol español, el Huesca ha sido siempre un actor desconocido desde la capital de la comunidad. Sin embargo, he aquí la sorpresa, descubre la afición blanquilla que en Huesca, ese club del que tantos se alegraron el día de su ascenso —servidor, iluso, incluído—, la mayor parte de su visceral población no sólo no festeja las remotas y nostálgicas victorias zaragocistas sino que odian con toda la fuerza de su corazón cualquier aspecto cotidiano que rezume colores blancos y azules y tenga el león por bandera.
Pardiez, farfulla la afición maña. Somos una especie de anticristo en ciernes. Comprendo que la afición del Zaragoza no sea considerada como la mejor del mundo, de hecho yo mismo reconozco que La Romareda es un campo destinado a que cada hombre y mujer de esta bendita ciudad descargue su frustración contra los jugadores, directivos y entrenadores del conjunto blanquillo, cumplan con su labor o no. Hasta ahí lo comprendo. Comprendo que nadie del Huesca haya de celebrar un gol de Ewerthon puesto que cada uno es muy libre de elegir el equipo al que seguir, llorar, criticar u obviar con la más insultante indiferencia. Todo ello cabe en mi mente. Lo que no alcanzo a comprender, quizá porque aún la radicalidad no corre por mis venas o porque el universo en el que yo resido de mente y espíritu es por completo antagónico al de tantos personajes, es el profundo desprecio que destilan la mayor parte de aficionados del equipo oscense hacia el Zaragoza.
Verbigracia. El mismo sábado se escucharon gritos de ánimo hacia el Hércules, ese club hermanado históricamente con el Huesca; berridos contra la Virgen del Pilar como si mancillando el nombre de una estatua su equipo se acercara más a la meta rival y, como no podía ser de otro modo, continuas alusiones a la estancia del Real Zaragoza, un conjunto al que presuponemos grande dentro de esta enorme piel de toro llamada España, en segunda división. Reconozco que ésto último debió ser hilarante para cualquier aficionado del Huesca, quien, si se precia medianamente, odiaría hasta un punto respetable de cara a la opinión pública oscense al conjunto vecino. Toda una lección de elegancia. Temo recordar que Zapater aún guarda con cariño y ahínco el amado escupitajo, repleto de clase y estilo, que un oscense dedicó con toda la amistad que en su corazón pudiera residir a su zamarra del Zaragoza. No negaré la mayor. La afición del Zaragoza es un buen ejemplo de sociedad escatológica. Por el contrario, la oscense, a tenor de las sabias palabras de Monsón y de las imágenes que aún mi retina guarda en la memoria, es el civismo personificado. Y, una vez he reflexionado, desmiento y me desdigo el título de este clarividente post. De paja y vigas nada. El Zaragoza, que no contento con robar el encuentro ha de difamar sobre la elegante afición de Huesca.
Vía | Más que Fútbol
Imagen | Diario del Alto Aragón
Más que Fútbol ● 2009
2 Comentarios:
Aquí vemos la más clara demostración de lo que es la afición del Huesca. Una afición que hace gala del villanismo y el provincianismo más rancio y lamentable.
Sinceramente, su actitud porcina (sí, porcina; como la gripe que asola México) durante el partido frente al Real Zaragoza ni me escandaliza ni me sorprende. No era de esperar más... ni menos.
Pero yo, pacífico y reconciliador, invito a todos esos oscenses que escupieron hacia la camiseta del Real Zaragoza, que ensuciaron el nombre de la Vírgen del Pilar y que desprestigiaron el nombre de la capital de Aragón a lo siguiente. Cuando vengáis a Zaragoza a comprar todo aquello que en vuestra ciudad no tenéis, cuando reclaméis las ayudas que en vuestra ciudad no podéis solicitar y cuando paseéis por las calles de nuestra ciudad hacer lo mismo con cualquier ciudadano zaragoza. Hacer apología de vuestra incultura e insultar al vecino de la capital. Aquel con cuyos impuestos hace crecer Aragón y que lo bueno que pueda haber se reparta entre todos.
Hacedlo, si tenéis valor. Hacedlo. Y también podéis hermanaros, para mayor afrenta con el Real Zaragoza, en sucesivas temporadas, con el Club Atlético Osasuna para que os ceda jugadores y os desée la mejor de las suertes.
Disfrutad la mejor temporada en la Historia de vuestro club. Esa que os permite ser un equipito de mitad de tabla en la Segunda División española y, con un poco de suerte, el año que viene no tendréis que molestaros por ver al mejor equipo que esta tierra, Aragón, ha dado.
Suerte al Huesca y ánimo al Real Zaragoza en este tramo final de navegación que llevará a la playa de la Primera División. Al lugar de el que nunca debiera salir.
Saludos.
Se está haciendo más complicado de lo esperado, pero el regreso del Zaragoza pronto se hará realidad. Que bueno es Marcelino. Saludos
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