Andrés Pérez | Sin tiempo a permitir que el Arsenal se envalentonara, el United finiquitó la eliminatoria en diez minutos. Fue entonces cuando distinguimos entre un equipo grande, campeón, cuajado, físicamente imponente, frente a una camada de cachorros superados por las circunstancias y por el rival. Cuando el balón que Ronaldo cuidadosamente colocó en la red de Almunia y firmó el segundo tanto del Manchester, el Arsenal se sometió a la humillación. Necesitaba ya cuatro goles para alcanzar la tan soñada final y tal logro, frente a un Manchester United a pleno rendimiento, no sólo parecía una labor imposible sino que también lo era. No había posibilidad alguna, la eliminatoria, en diez minutos, se había termiando para el Arsenal. Lo que vino después fue la humillación propia y ajena a la que el equipo de Wenger se sometió. Propia puesto que nadie se dignó a jugar como sabe y ajena porque en el momento en que el United agarraba el balón, el partido se reducía a un enfrentamiento entre los de cuarto contra los de primero. Mayores contra pequeños. Y no hay mayor humillación que empequeñecer de manera tan sagrante.
El Arsenal no tuvo opción alguna. Sí pareció tenerla cuando tras siete minutos de acoso y derribo a la portería de Van der Sar, el Manchester parecía adormilado, encerrado en sí mismo, quizá nervioso ante la avalancha de tan jóvenes adalides del buen fútbol. Nada más lejos de la realidad. Lo que el Manchester anoche transmitía no era más que tranquilidad, sabedor de sus posibilidades, sabedor de su estrategia y de su calidad. No tardó en demostrarlo. Tanto como Ronaldo se hubo acercado al área de Almunia. Un error de Gibbs, cara de niño, volvió una vez más a dejar al descubierto las carencias defensivas del Arsenal y Park, el eterno segundo espada de Ferguson, solo tuvo que empujarla delicadamente a la malla gunner. Punto y final. Se terminó. No hubo más. Lo que posteriormente acaeció en el Emirates Stadium fue un recital de soberbia del United, quien, en cada jugada, evidenciaba las carencias de espíritu y de táctica defensiva del Arsenal. Su defensa, el gran mal del conjunto de Wenger. Fábregas decidió no aparecer, aunque tampoco se lo permitieron, y Nasri, el único medianamente activo y redundante del Arsenal, pecó de individualismo. Para cuando los gunners quisieron maquillar el resultado el United, guiado por un soberbio al tiempo que ególatra y engreído Ronaldo, ya había finiquitado definitivamente una eliminatoria que quedó sentenciada en cuanto ambos equipos pisaron Old Trafford. La cuestión única a resolver hoy es, ¿será capaz el United de reeditar tantos años después de que lo hiciera el último equipo, un título consecutivo de Copa de Europa? Dictarán sentencia Chelsea o Barça. Si ambos juegan tan amilanados como lo hizo el Arsenal anoche, la respuesta es obvia.
Vía | Wikipedia, Más que Fútbol
Imagen | Marca, El Mundo
Más que Fútbol ● 2009
El Arsenal no tuvo opción alguna. Sí pareció tenerla cuando tras siete minutos de acoso y derribo a la portería de Van der Sar, el Manchester parecía adormilado, encerrado en sí mismo, quizá nervioso ante la avalancha de tan jóvenes adalides del buen fútbol. Nada más lejos de la realidad. Lo que el Manchester anoche transmitía no era más que tranquilidad, sabedor de sus posibilidades, sabedor de su estrategia y de su calidad. No tardó en demostrarlo. Tanto como Ronaldo se hubo acercado al área de Almunia. Un error de Gibbs, cara de niño, volvió una vez más a dejar al descubierto las carencias defensivas del Arsenal y Park, el eterno segundo espada de Ferguson, solo tuvo que empujarla delicadamente a la malla gunner. Punto y final. Se terminó. No hubo más. Lo que posteriormente acaeció en el Emirates Stadium fue un recital de soberbia del United, quien, en cada jugada, evidenciaba las carencias de espíritu y de táctica defensiva del Arsenal. Su defensa, el gran mal del conjunto de Wenger. Fábregas decidió no aparecer, aunque tampoco se lo permitieron, y Nasri, el único medianamente activo y redundante del Arsenal, pecó de individualismo. Para cuando los gunners quisieron maquillar el resultado el United, guiado por un soberbio al tiempo que ególatra y engreído Ronaldo, ya había finiquitado definitivamente una eliminatoria que quedó sentenciada en cuanto ambos equipos pisaron Old Trafford. La cuestión única a resolver hoy es, ¿será capaz el United de reeditar tantos años después de que lo hiciera el último equipo, un título consecutivo de Copa de Europa? Dictarán sentencia Chelsea o Barça. Si ambos juegan tan amilanados como lo hizo el Arsenal anoche, la respuesta es obvia.
Vía | Wikipedia, Más que Fútbol
Imagen | Marca, El Mundo
Más que Fútbol ● 2009
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