Andrés Pérez | Digamos que hay dos tipos de justicia para determinar quién debió pasar a la final frente al Manchester United. Por un lado encontramos la justicia pragmática, aquella que atiende a motivos puramente terrenales, a lo plasmado en el terreno de juego. Hubo un equipo que tuvo más ocasiones, que se sintió más seguro, que ejecutó su plan de manera perfecta, que pudo sentenciar la eliminatoria pero visicitudes del destino no logró hacerlo. Por el otro encontramos la justicia poética. Aquella que reivindica el amor platónico del buen fútbol, la filosofía de tocar y moverse, la de mentes privilegiadas que atisban en rincones lóbregos espacios iluminados, la justicia de un equipo al que las trabas inmorales del rival en toda una semifinal de la Copa de Europa le impidieron plasmar la idea más bella que el fútbol jamás haya concebido sobre el césped. Por justicia pragmática el Chelsea era más digno finalista que el Barcelona. Atacó más, creó más peligro y, dejando a un lado el estilo, los caminos, aplicó su plan a la perfección sin fisura alguna. Ahogó a un Barcelona que mereció más por pura justicia romántica. Por morir con un estilo hasta las últimas consecuencias a pesar de siquiera acercarse con mínimo peligro a la puerta de Cech. No logro explicarlo, pero el destino, el misterio, un ser superior o simplemente Iniesta obraron el milagro. Reivindicaron la superviviencia del idealismo.
Hablaba el otro día del idealismo de Wenger y su pléyade de niños que tan bien mimaban el balón. El martes el Manchester se encargó de echar por tierra cualquier atisbo de romántica esperanza que el aficionado al buen fútbol, del cual Barça y Arsenal probablemente sean sus mejores representantes, pudiera tener. Es posible que el idealismo sea pura y exclusivamente idealismo. Filosofía. Ideas sin aplicación práctica. Es posible que quienes intenten vivir de la filosofía mueran en el intento, sucumban ante el pragmatismo obsceno que el Chelsea practicó anoche en Stamford Bridge. Es posible. No lo negaré. Pero el Barça de este año se ha empeñado en demostrar que es posible vivir de la idea, que es posible vencer aplicando en la práctica todo aquello con lo que sueña cualquier aficionado. Es posible ser campeón de Europa frente a equipos industriales y correosos, frente a máquinas perfectamente engrasadas con un conjunto plagado de livianos genios. Anoche estuvo cerca de sucumbir ante el ya citado pragmatismo, anoche el Barcelona estuvo a menos de un metro de descender a los infiernos y defraudarse a sí mismo, a punto de derrumbarse ante un muro de hormigón. Casualidades del destino, exista o no, no lo hizo. Parece señalado para mostrar a todo el mundo que no siempre ha de primar la táctica y el físico. Que la improvisación de jugadores pequeños y no excesivamente veloces puede y debe imponerse a todo lo demás.
Fue un milagro. Lo fue porque el Barça no tuvo opción alguna en todo el partido. Los paralelismos con el Arsenal son asombrosos. Saltó al campo convencido en la aplicación práctica del plan ofensivo, el que debería hacer bastado para alcanzar Roma. Por momentos pareció tener éxtio. Antes del imposible gol de Essien el Barça era mejor, se acercaba con cierta impertinencia a las inmediaciones de Cech y manejaba a un Chelsea desorientado, sin rumbo, esperando que en algún momento indeterminado el conjunto de Guardiola perdiera el balón, la cabeza o el don de jugar al fútbol. Sin embargo en la primera llegada del equipo londinense al área de Valdés, un fatídico rechace sirvió a Essien para demostrar que no sólo Zidane es capaz de dibujar obras de arte. La relevancia no es la misma, entendamos, ni la belleza —Zidane es el paradigma de la elegancia, voleó en seco—, lo cual no es óbice para que el gol pase desde ya a ser el mejor de todo el torneo. Sea como fuere, el Chelsea, sin querer, se había adelantado. Vaticiné días antes que este partido lo decidirían los primeros minutos. Creí no equivocarme cuando fue el Chelsea quien se adelantó. Gol a favor, eliminatoria viento en popa toda vela, férrea defensa del resultado y camino Roma.
Ese era el plan y el Chelsea lo aplicó a la perfección. Al Barcelona, la magnífica volea del africano le impidió pensar con frialdad. No merecía un castigo semejante y a pesar de todo con un gol estaba en la final, sin embargo el conjunto al completo se paralizó. De repente, nadie recordaba cómo jugar al fútbol, cómo bailar a un equipo que estaba sometido desde el primer minuto gracias al movimiento incesante de jugadores y balón. Se paralizó el Barça y esa paraáisis le duró hasta el final del partido. El peligro de tal estado de conmoción no era tanto el no anotar un gol a la postre definitivo como el de permitir al Chelsea lanzarse al contraataque, uno de los equipos con más argumentos para hacer temer al rival en caso de que éste se lance sin miedo a por el empate. Por ahí andaban Drogba y Malouda. El primero desquició un rato largo a Piqué y Yayá y el segundo impedirá que Daniel Alves, jugador insustituible dentro del esquema de Guardiola, juegue la final frente al United. En aquel momento parecía lo de menos. En frío, es algo más grave. Dos intervenciones milagrosas de Valdés permitieron respirar al Barcelona quien no se encontraba ofensivamente. Eto'o, sombra de sí mismo, anclado en una banda. Messi absolutamente des-a-pa-re-ci-do. Iniesta y Xavi mantenían la esperanza a flote, pero el escaso movimiento impedía cualquier posibilidad de acercamiento al área londinense. Resultado, cero ocasiones dignas de mención
El Barça hacía aguas por todas partes, sin embargo, Xavi al frente, el estilo se mantenía. Impertérrito, Guardiola no cambió el esquema siquiera cuando Abidal, iniciada la segunda parte, fue expulsado en una maniobra absolutamente censurable por parte del árbitro en cuestión. Se podrá amparar el Chelsea en el penalty no pitado a Piqué, sí, ya que lo era, pero no debiera olvidar que Abidal jamás debió abandonar el campo y que Essien, a tenor de una entrada delictiva a Iniesta, sí. En cualquier caso el problema mayor del Barça en este momento es que se enfrentará a Ronaldo y a Rooney sin sus laterales titulares. En aquel momento, en absoluto alguien pensaba en Roma. Estaba demasiado lejos. Xavi apoyaba, recibía, le daba salida al balón y conseguía movilizar al equipo. Lo hacía desde la línea divisoria por lo que el Chelsea, arropado atrás, no sufría mayor desdicha que la de despejar una y otra vez los repetitivos y previsibles ataques barcelonistas. Eto'o seguía inédito. Messi desastroso. Iniesta se difuminaba en la izquierda, Keita mantuvo un nivel absolutamente intrascendente, al igual que Busquets, quien se vió superado en todo momento. El baluarte ofensivo del Barça, con uno menos, era desolador. Alves, la última esperanza, luchaba, se ofrecía y llegaba hasta las inmediaciones del área de Cech para a la postre no saber centrar. Desesperación.
Así se debía sentir Xavi, o Piqué, o Yayá Touré, o incluso Valdés, únicos y verdaderos artífices anoche de la clasificación baulgrana. Los tres últimos evitaron la goleada —mención especial para el marfileño, quien sin ser central paró en seco todas y cada una de las acometidas londinenses— y el primero, esto es, Xavi, mantuvo en vilo la dignidad del Barça. El estilo, el tan renombrado estilo. Mantuvo, en resumen, el único argumento posible hoy a favor del Barcelona. En el campo, a excepción de él, nadie más demostró algo digno de mención, superados por el poderío físico de un Chelsea metalúrgico, aplastante, expeditivo, seguro. Y a pesar de todo, a pesar de que el Chelsea a estas alturas del partido podía ir ganando por tres goles de diferencia, a pesar de la inoperancia de Messi y de la inactividad de Eto'o, en un segundo para la historia, a Iniesta se le ocurrió colarla en la escuadra. Es posible que me bailen los datos, pero posiblemente fue el único disparo a puerta del Barça en todo el partido. En la frontal, con el Barça ahogando al Chelsea en los últimos quince minutos. El Barça está en Roma por un auténtico milagro. Iniesta apareció en el minuto final, cuando el Chelsea ya celebraba la victoria. Un gol que a buen seguro dolió. Un gol que probablemente hizo justicia a una idea y no a una praxis, un tanto que otorgó una segunda oportunidad a un Barça quizá ya, legendario.
Vía | Más que Fútbol, YouTube
Imagen | Marca, El Mundo
Más que Fútbol ● 2009
Hablaba el otro día del idealismo de Wenger y su pléyade de niños que tan bien mimaban el balón. El martes el Manchester se encargó de echar por tierra cualquier atisbo de romántica esperanza que el aficionado al buen fútbol, del cual Barça y Arsenal probablemente sean sus mejores representantes, pudiera tener. Es posible que el idealismo sea pura y exclusivamente idealismo. Filosofía. Ideas sin aplicación práctica. Es posible que quienes intenten vivir de la filosofía mueran en el intento, sucumban ante el pragmatismo obsceno que el Chelsea practicó anoche en Stamford Bridge. Es posible. No lo negaré. Pero el Barça de este año se ha empeñado en demostrar que es posible vivir de la idea, que es posible vencer aplicando en la práctica todo aquello con lo que sueña cualquier aficionado. Es posible ser campeón de Europa frente a equipos industriales y correosos, frente a máquinas perfectamente engrasadas con un conjunto plagado de livianos genios. Anoche estuvo cerca de sucumbir ante el ya citado pragmatismo, anoche el Barcelona estuvo a menos de un metro de descender a los infiernos y defraudarse a sí mismo, a punto de derrumbarse ante un muro de hormigón. Casualidades del destino, exista o no, no lo hizo. Parece señalado para mostrar a todo el mundo que no siempre ha de primar la táctica y el físico. Que la improvisación de jugadores pequeños y no excesivamente veloces puede y debe imponerse a todo lo demás.
Fue un milagro. Lo fue porque el Barça no tuvo opción alguna en todo el partido. Los paralelismos con el Arsenal son asombrosos. Saltó al campo convencido en la aplicación práctica del plan ofensivo, el que debería hacer bastado para alcanzar Roma. Por momentos pareció tener éxtio. Antes del imposible gol de Essien el Barça era mejor, se acercaba con cierta impertinencia a las inmediaciones de Cech y manejaba a un Chelsea desorientado, sin rumbo, esperando que en algún momento indeterminado el conjunto de Guardiola perdiera el balón, la cabeza o el don de jugar al fútbol. Sin embargo en la primera llegada del equipo londinense al área de Valdés, un fatídico rechace sirvió a Essien para demostrar que no sólo Zidane es capaz de dibujar obras de arte. La relevancia no es la misma, entendamos, ni la belleza —Zidane es el paradigma de la elegancia, voleó en seco—, lo cual no es óbice para que el gol pase desde ya a ser el mejor de todo el torneo. Sea como fuere, el Chelsea, sin querer, se había adelantado. Vaticiné días antes que este partido lo decidirían los primeros minutos. Creí no equivocarme cuando fue el Chelsea quien se adelantó. Gol a favor, eliminatoria viento en popa toda vela, férrea defensa del resultado y camino Roma.
Ese era el plan y el Chelsea lo aplicó a la perfección. Al Barcelona, la magnífica volea del africano le impidió pensar con frialdad. No merecía un castigo semejante y a pesar de todo con un gol estaba en la final, sin embargo el conjunto al completo se paralizó. De repente, nadie recordaba cómo jugar al fútbol, cómo bailar a un equipo que estaba sometido desde el primer minuto gracias al movimiento incesante de jugadores y balón. Se paralizó el Barça y esa paraáisis le duró hasta el final del partido. El peligro de tal estado de conmoción no era tanto el no anotar un gol a la postre definitivo como el de permitir al Chelsea lanzarse al contraataque, uno de los equipos con más argumentos para hacer temer al rival en caso de que éste se lance sin miedo a por el empate. Por ahí andaban Drogba y Malouda. El primero desquició un rato largo a Piqué y Yayá y el segundo impedirá que Daniel Alves, jugador insustituible dentro del esquema de Guardiola, juegue la final frente al United. En aquel momento parecía lo de menos. En frío, es algo más grave. Dos intervenciones milagrosas de Valdés permitieron respirar al Barcelona quien no se encontraba ofensivamente. Eto'o, sombra de sí mismo, anclado en una banda. Messi absolutamente des-a-pa-re-ci-do. Iniesta y Xavi mantenían la esperanza a flote, pero el escaso movimiento impedía cualquier posibilidad de acercamiento al área londinense. Resultado, cero ocasiones dignas de mención
El Barça hacía aguas por todas partes, sin embargo, Xavi al frente, el estilo se mantenía. Impertérrito, Guardiola no cambió el esquema siquiera cuando Abidal, iniciada la segunda parte, fue expulsado en una maniobra absolutamente censurable por parte del árbitro en cuestión. Se podrá amparar el Chelsea en el penalty no pitado a Piqué, sí, ya que lo era, pero no debiera olvidar que Abidal jamás debió abandonar el campo y que Essien, a tenor de una entrada delictiva a Iniesta, sí. En cualquier caso el problema mayor del Barça en este momento es que se enfrentará a Ronaldo y a Rooney sin sus laterales titulares. En aquel momento, en absoluto alguien pensaba en Roma. Estaba demasiado lejos. Xavi apoyaba, recibía, le daba salida al balón y conseguía movilizar al equipo. Lo hacía desde la línea divisoria por lo que el Chelsea, arropado atrás, no sufría mayor desdicha que la de despejar una y otra vez los repetitivos y previsibles ataques barcelonistas. Eto'o seguía inédito. Messi desastroso. Iniesta se difuminaba en la izquierda, Keita mantuvo un nivel absolutamente intrascendente, al igual que Busquets, quien se vió superado en todo momento. El baluarte ofensivo del Barça, con uno menos, era desolador. Alves, la última esperanza, luchaba, se ofrecía y llegaba hasta las inmediaciones del área de Cech para a la postre no saber centrar. Desesperación.
Así se debía sentir Xavi, o Piqué, o Yayá Touré, o incluso Valdés, únicos y verdaderos artífices anoche de la clasificación baulgrana. Los tres últimos evitaron la goleada —mención especial para el marfileño, quien sin ser central paró en seco todas y cada una de las acometidas londinenses— y el primero, esto es, Xavi, mantuvo en vilo la dignidad del Barça. El estilo, el tan renombrado estilo. Mantuvo, en resumen, el único argumento posible hoy a favor del Barcelona. En el campo, a excepción de él, nadie más demostró algo digno de mención, superados por el poderío físico de un Chelsea metalúrgico, aplastante, expeditivo, seguro. Y a pesar de todo, a pesar de que el Chelsea a estas alturas del partido podía ir ganando por tres goles de diferencia, a pesar de la inoperancia de Messi y de la inactividad de Eto'o, en un segundo para la historia, a Iniesta se le ocurrió colarla en la escuadra. Es posible que me bailen los datos, pero posiblemente fue el único disparo a puerta del Barça en todo el partido. En la frontal, con el Barça ahogando al Chelsea en los últimos quince minutos. El Barça está en Roma por un auténtico milagro. Iniesta apareció en el minuto final, cuando el Chelsea ya celebraba la victoria. Un gol que a buen seguro dolió. Un gol que probablemente hizo justicia a una idea y no a una praxis, un tanto que otorgó una segunda oportunidad a un Barça quizá ya, legendario.
Vía | Más que Fútbol, YouTube
Imagen | Marca, El Mundo
Más que Fútbol ● 2009
10 Comentarios:
Bffff... qué decir en noches como ésta. Sí, tienes razón, el pragmatismo es resultadista y en numerosísimas ocasiones consigue los objetivos que se marca; pero díganme... en el cómputo global de la temporada, ¿acaso uno no disfruta y se encandila viendo jugar al FC Barcelona?.
Mi más sinceras felicitaciones al club catalán y cómo no a Andrés Iniesta por conseguir el billeta a Roma. De manera más o menos brillante sí, pero a Roma.
Ahora sólo queda esperar a que se levante el telón de la gran final y que gane el mejor (y el que más bonito juega)
:-)
No estoy de acuerdo en que el Chelsea atacase más. Contraatacó más, defendió más y llegó más. El Barça fue el que atacó, el que se atrevió y el que se la jugó fuera de casa. Menudos valientes los londinenses...ni en su feudo.
Además, el único equipo que intentó jugar y ganar como un equipo de fútbol fue el Barça. Si hubiese quedado apeado por el antifútbol del Chelsea habría quedado con la cabeza bien alta. Ni el Chelsea, con un juego tan...horrible, pudo con este Barça de ensueño, este Barça que puede hacer algo muy grande.
NO ME GUSTÓ EL CHELSEA.
Saludos!
Más de acuerdo no puedo estar, Andrés. Lo de ayer del Barça fue una pesadilla con final feliz. Messi no estuvo, Eto'o menos y tuvo que ser Iniesta el que los llevara a la gloria. Ayer canté el gol como un barcelonista más. Maravilloso.
Un abrazo. Por cierto, te he añadido a mis favoritos :-D
El fútbol es así de grande. SE pasa de la tragedia a la gloria en unos segundos. Un abrazo.
@ Eduardo
Yo pienso que sí. Que en el cómputo global de la temporada el Barcelona es mejor equipo y hace disfrutar más, al menos a mí (cuidado, no a todo el mundo le ha de encandilar ese fútbol, cosa que me extraña). El pragmatismo no venció, aunque es de alabar el tesón y la inteligencia defensiva del Chelsea. Ha sido el único equipo de todo el año capaz de entender que al Barça sólo se le podía parar así.
Y en Roma... Lo de siempre, cuidado con el Manchester.
@ Pablo
Bueno, atacar, contraatacar, a fin de cuentas es tener más ocasiones. Defendió mejor porque sabía que era el único modo de frenar al Barça y, no es falta de valentía o cobardía, quizá sea inteligencia.
Niego la mayor, como un equipo de fútbol intentaron ganar los dos. Te podrá gustar más o menos, pero el Chelsea no hizo nada ilegal. Jugar intentando cortar el goteo de ocasiones del Barça también es jugar como un equipo de fútbol, más o menos bonito, pero fútbol.
@ Álvaro
Pesadilla con final feliz. Me la apunto ;)
@ Fernando
De la tragedia a la gloria. Sin duda. Que se lo digan al Bayern en el 99.
@ Andres; no es lo mismo contratacar que atacar, y tener mas ocasiones de gol no significa haber sido mas ofensivo.
Por que? Atacar es una idea, una estrategia; q luego se manifiesta en los hechos; y no al reves.
El significado del verbo Atacar no cambia segun las variables, o sea; que hubiera pasado si guardiola hubiera decidido poner 10 jugadores en el area chica? Cuanta habria atacado el chelsea? Nada, CERO. Como habria jugado el barcelona si el chelsea atacaba los 180 min de la semifinal? El barsa habria jugado igual.
El chelsea no jugo a atacar, jugo estrictamente defensivo a esperar el error del rival.
Si una persona desempleada se queda en su casa diciendo "quiero trabajar, solo voy a esperar a que me vengan a tocar el timbre ofreciendo empleo", no esta realmente buscando trabajo; ahora, puede darse la increible casualidad que un dia aparezca una persona ofreciendole un puesto es su empresa.
La justicia poética no justifica, creo yo, un resultado. Ayer el Chelsea mereció pasar la eliminatoria por justicia. Pero ojo, no me refiero a justicia en cuanto a juego pues los goles, goles son, sino a aspectos extradeportivos como las decisiones del árbitro. Y ayer el árbitro fue totalmente clave para que el Barça no se fuera a casa con 1-0 durante los primeros 93 minutos de partido. 3-4 ppenalties no pitados son motivo suficiente para decir que el árbitro influyó.
En cuanto a trayectorias, pues sí, el Barça merece estar en la final por un temporadón. Pero eso no es motivo suficiente. El United que ahora juega finales se quedó en semis por jugar mal contra el Milán pese a llevar una temporada buenísima. Y fue justo.
Siguiendo con el United, no estoy de acuerdo contigo cuando no lo incluyes junto al Bará en la cima del fútbol bonito. Creo que es un espectáculo ver jugar a jugadores que tan bien saben aprovechar los espacios, jugadores que vuelan literalmente en el campo y que tienen una técnica endiablada. Además, si hablamos de jugar bien, el Barça y el United vuelven a coincidir siendo los equipos que más efectividad muestran.
Saludos
Primero.Un hurra por el amigo Hiddink, entrenador multidisciplinar que le da igual Corea que Londres. Sabía lo que tenía que hacer en el momento que lo tenía que efectuar.
Poetica hubo, tensión más. Un partido de semifinales de Champions en lo que emoción se refiere, y un gol que pasará a los anales para decir, que ese blanquito de Albacete era bueno, y que como no hablaba muy alto y no salia en los anuncios de Nike no era una superestrella. Buhh, es un grande que juega a la pelotita como los ángeles.
He dicho
@ Mcgammon
No creo que sea la metáfora más acertada. Pienso que atacar, en este caso, sí es una acción y no una idea. Las diferentes variables del ataque constituyen la idea pero el ataque en sí mismo es una acción.
El Chelsea no fue ofensivo. Saltó a la vista. Sin embargo tuvo más oportunidades y pudo liquidar la eliminatoria en cualquier momentos, sus fallos motivaron su eliminación. Respecto a que el Chelsea no hubiera variado su esquema... En fin, pienso que en este caso ahí reside el merito. El Barça está capacitado para jugar siempre igual, para aplicar una filosofía y ello a mí me parece bello y meritorio. Sin embargo no todos son capaces de hacer lo propio. El Chelsea jugó sus bazas y en la capacidad de adaptarse ante dificultades extremas como las que el Barça plantea, también hay dignidad y merecimiento.
@ Chechu
Bueno, mantendré toda mi vida que el resultado de un partido casi nunca es achacable al resultado final de un partido, no a este nivel. El Chelsea está fuera por fallar lo indecible, por perdonar las oportunidades que el Barça le otorgó en defensa, nada más, amén de la suerte infinita del Barça en el último minuto. ¿3 ó 4 penaltys? Yo ví uno clarísimo, el de Piqué y otros tres que de haberse pitado, media Europa hubieran clamado contra la incompetencia del árbitro. Esto es, eran tan dudosos (y algunos ni eso, considerar que Touré le hace penalty a Drogba me parece obsceno, toca balón descaradamente) que de ser pitados, probablemente la decisión se hubiera tildado igualmente de errónea. Conviene recordar a su vez que Abidal dejó el campo inmerecidamente y que Essien jamás debió terminar el partido tras el patadón a Iniesta, pero esa es otra historia. Prefiero no hablar de árbitros, es un asunto que me aburre. Quien quiera creer que el Barça ha llegado hasta donde ha llegado por los árbitros allá él.
Y en lo relativo al Manchester, cuidado, que no le cite no implica que no me deleite con su juego. De hecho, para mí, es más favorito el Manchester que el Barça con mucha diferencia. La final soñada, los dos mejores equipos de Europa.
@ Juandi
Hiddink es un genio. A pesar de lo de Corea. Y sí, lo de Iniesta no tiene nombre.
Gracias a todos por vuestros comentarios.
El Chelsea jugó feo. El Chelsea jugó a especular. El Chelsea jugó a buscar, precisamente, eso; un penalty o una resolución a balón parado. Sí, dispuso de más ocasiones pero ¿por qué?. Por que el Barcelona fue fiel a una filosofía. Su arma es el balón y el balón y la suerte lo han llevado a Roma.
La misma suerte, que una vez más, por justicia poética mereció el Barça.
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