Eduardo Lázaro | Empezaré por el final. O mejor dicho, comenzaré por las conclusiones, para que nadie se lleve a engaño. Personalmente me alegro, disfruto, me entusiasmo, me exalto y sobre todo me complazco de la sonrojante derrota sufrida en la noche del sábado por el Real Madrid.
Era de imperiosa necesidad que la dolosa racha victoriosa del equipo merengue terminara así. Cruel y despiadadamente. Con un Barcelona enrabietado, un Barcelona que no había olvidado el pasillo —o paseíllo— del año pasado y un Barcelona dispuesto a remendar los errores anteriores para si bien no ser agasajado con un pasillo, al menos, sí hacer méritos para salir a hombros y por la puerta grande del feudo madridista.
Y así fue. Como una broma macabra puesta en el guión, Higuaín abrió el marcador con un gol tempranero para encender la caldera de la grada. Prender la mecha de las ilusiones del respetable y a partir de ahí diluirse. Más o menos lo que se ha venido haciendo todo el año, pedir a préstamo ilusiones blancas a cambio de muy poco interés por ellas. Por otro lado se encontraba el equipo azulgrana, que sin necesidad de metamorfosis extrañas y demás sandeces que suelen interpretarse se armó de oficio, concentración y calidad para, con suma facilidad, con resta tranquilidad, dar la vuelta al marcador. Vestirse de gala y bailar el más elegante vals que se ha visto en los últimos tiempos en Concha Espina.
No es cuestión de añadir un nuevo punto de vista del partido —¿acaso hay muchos posibles?—, ni de redundar en la idea de que el FC Barcelona realiza, quizás, el mejor fútbol del planeta; verbigracia, el partido del sábado. Es cuestión de reconocer que el juego ramplón y esterilizado —dícese del planteamiento de un equipo que no juega a nada— merengue tiene que terminar. Que disputarle la Liga hasta el final a uno de los equipos más grandes de la Historia no podía ocultar las graves carencias que el equipo arrastra. Y sobre todo, que de una vez por todas hay que cambiar una filosofía y un estilo agostado, caduco y demostradamente erróneo. Que los que se sientan en el palco tomen por fin cartas en el asunto, que corten donde haya que cortar y que inicien un nuevo proyecto tanto deportivo como empresarial capaz de revertir la situación. Que se sientan heridos en su orgullo, vaya.
Por el bien del fútbol español y por el bien de nosotros, los que ante todo nos deleitamos con el buen fútbol, necesitamos de un nuevo Real Madrid. Los madridistas y los que simplemente disfrutamos por encima de los colores de un buen partido y un buen campeonato liguero. Que este "roto" perpetrado por Xavi y compañía sirva como kilómetro 0 o punto de partida para el viaje que hará (así lo deseo) del Real Madrid el equipo que la capital de España merece. Por justicia y por tradición. Y por que nuestra liga doméstica pierde enteros frente a campeonatos foráneos cuando uno de estos dos grandes "estornuda".
Mientras tanto, embebámonos de la belleza sublime que supone ver en este último tramo de esta temporada estratosférica al Barça. Disfrutemos de sus últimos compases y aplaudamos el ejemplo a seguir que ha dejado el bueno de Pep para los anales. Enhorabuena.
Vía | Más que Fútbol
Imagen | De archivo
Más que Fútbol ● 2009
Era de imperiosa necesidad que la dolosa racha victoriosa del equipo merengue terminara así. Cruel y despiadadamente. Con un Barcelona enrabietado, un Barcelona que no había olvidado el pasillo —o paseíllo— del año pasado y un Barcelona dispuesto a remendar los errores anteriores para si bien no ser agasajado con un pasillo, al menos, sí hacer méritos para salir a hombros y por la puerta grande del feudo madridista.
Y así fue. Como una broma macabra puesta en el guión, Higuaín abrió el marcador con un gol tempranero para encender la caldera de la grada. Prender la mecha de las ilusiones del respetable y a partir de ahí diluirse. Más o menos lo que se ha venido haciendo todo el año, pedir a préstamo ilusiones blancas a cambio de muy poco interés por ellas. Por otro lado se encontraba el equipo azulgrana, que sin necesidad de metamorfosis extrañas y demás sandeces que suelen interpretarse se armó de oficio, concentración y calidad para, con suma facilidad, con resta tranquilidad, dar la vuelta al marcador. Vestirse de gala y bailar el más elegante vals que se ha visto en los últimos tiempos en Concha Espina.
No es cuestión de añadir un nuevo punto de vista del partido —¿acaso hay muchos posibles?—, ni de redundar en la idea de que el FC Barcelona realiza, quizás, el mejor fútbol del planeta; verbigracia, el partido del sábado. Es cuestión de reconocer que el juego ramplón y esterilizado —dícese del planteamiento de un equipo que no juega a nada— merengue tiene que terminar. Que disputarle la Liga hasta el final a uno de los equipos más grandes de la Historia no podía ocultar las graves carencias que el equipo arrastra. Y sobre todo, que de una vez por todas hay que cambiar una filosofía y un estilo agostado, caduco y demostradamente erróneo. Que los que se sientan en el palco tomen por fin cartas en el asunto, que corten donde haya que cortar y que inicien un nuevo proyecto tanto deportivo como empresarial capaz de revertir la situación. Que se sientan heridos en su orgullo, vaya.
Por el bien del fútbol español y por el bien de nosotros, los que ante todo nos deleitamos con el buen fútbol, necesitamos de un nuevo Real Madrid. Los madridistas y los que simplemente disfrutamos por encima de los colores de un buen partido y un buen campeonato liguero. Que este "roto" perpetrado por Xavi y compañía sirva como kilómetro 0 o punto de partida para el viaje que hará (así lo deseo) del Real Madrid el equipo que la capital de España merece. Por justicia y por tradición. Y por que nuestra liga doméstica pierde enteros frente a campeonatos foráneos cuando uno de estos dos grandes "estornuda".
Mientras tanto, embebámonos de la belleza sublime que supone ver en este último tramo de esta temporada estratosférica al Barça. Disfrutemos de sus últimos compases y aplaudamos el ejemplo a seguir que ha dejado el bueno de Pep para los anales. Enhorabuena.
Vía | Más que Fútbol
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Más que Fútbol ● 2009
2 Comentarios:
Quizá sí. Quizá el fútbol necesitara la victoria imperiosa del Barcelona sobre el Real Madrid, para demostrar que el fútbol, el buen fútbol, sobrevive a las circunstancias. Para demostrar que la filosofía y la ideología, como ya dije en el partido Manchester-Arsenal, no ha muerto frente al más ruín pragmatismo. Quizá era necesario por el bien de todos que el Madrid despertara de su letargo y comprobara que su senda no era la correcta. Quizá ahora el Madrid vuelva por el camino del buen fútbol. Quien sabe.
Un abrazo, sublime, como siempre!
El Real Madrid necesita regenerarse. Que entre en la directiva gente nueva dispuesta a llevar a cabo un proyecto deportivo serio y que introduzca nuevos valores que refrenden y mejoren los que ya hay en la casa. Y, ¿por qué no?, que aquellos valores obsoletos se borren sin más (incluídos algunos jugadores).
Saludos.
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