Andrés Pérez | Once metros. Once metros separaban al Chelsea de la gloria. Entre ellos, el balón, Van der Sar y Terry, el capitán de los blues. Terry ya es una leyenda y como tal se disponía a lanzar el último penalty, el definitivo, el que iba a dar la primera Copa de Europa al Chelsea. Llovía. Abramovich no miraba. Terry tampoco. Ronaldo había fallado y el Manchester pedía clemencia a Dios o a Terry, en cualquier caso no la iban a encontrar. O quizá sí. Todo ocurrió demasiado rápido aunque para John fueron los dos minutos más largos de toda su vida. Ronaldo lloraba. Tampoco miraba. Por una simple fórmula matemática el penalty tenía un 99% de posibilidades de entrar y Van der Sar un 1% de pararlo. Eso siempre que fuera a puerta. Pero el fútbol no entiende de matemáticas ni de compasión. Es por eso, por lo que Terry se resbaló. Se resbaló y el balón se marchó lamiendo el poste a la izquiera de Van der Sar, el mismo que había abandonado para lanzarse al derecho. Todo había salido bien. Falló el suelo, la lluvia, el pie de Terry, el balón o su propia cabeza. Pero falló y lo que vino después fue la derrota más cruel que puede existir en el fútbol. La de la tanda de penalties. John lloraba ahora. Ronaldo reía. El Manchester era campeón.
A decir verdad hubiera merecido tanto ganar el Chelsea como lo mereció finalmente el United. No fue la mejor final de la historia, ni tampoco la que más emoción tuvo hasta el final. Muchos calambres, demasiados nervios. Mediada la segunda parte Terry, Carvalho, Lampard, Ashley Cole y Heargreaves estaban en el suelo, con calambres. Luchar por tres títulos es complicado y cuando un 21 de Mayo te estás jugando la temporada 50 partidos después las piernas se resienten. Pero no quedaba otra más que seguir corriendo. Y eso hicieron. Correr hasta el minuto 120'. Porque si hubo penalties hubo prórroga, y si hubo prórroga hubo un partido igualado. Normalmente las finales igualadas son de dos tipos. Por un lado aquellas finales en las que ninguno juega a nada y el partido acaba empate a nada (Milan - Juventus en 2003) y por otro lado, aquellas que comparten una mitad para cada equipo (Liverpool - MIlan en 2005). La que anoche se jugó en Moscú tuvo más de la segunda que de la primera. Moscú, un lugar frío y alejado de la Europa que todos conocemos. Iba a llover. Pero en Rusia estaban preparados y los aviones encargados de disipar tormentas no tardaron en sobrevolar la ciudad moscovita. Hasta eso estaba dispuesto. Sin embargo, por mucho que la UEFA se empeñe, jugar una final en un campo con las gradas alejadas a 50 metros no es lo mismo que hacerlo en un estadio sin pista olímpica. Y es como si Blatter se hubiera empeñado en repetir escenario cada año. 2005: Estambul; 2006: París; 2007: Atenas; 2008: Moscú. Demasiado lejos, la grada y los jugadores se necesitan cerca.
Estadios aparte, ambos llegaban con la imperiosa necesidad de ganar y lo demostraron durante todo el partido. El Chelsea llegaba a su primera final cinco semifinales después. Desde 2004 el Chelsea ha estado en semifinales y cuatro años después disfrutaba de su primera final. Novato pero no menos peligroso. El Manchester, sin embargo, es otra cosa. Es un grande de Europa sin la suficiente gloria europea, algo parecido al Barcelona o a la Juventus. Europa nunca les sonrió salvo en contadas ocasiones. Ahora el Manchester tiene tres, pero llegaba con dos y con tan sólo cuatro jugadores poseedores de una orejuda. Van der Sar con el Ajax y Giggs, Neville y Scholes con el propio Manchester. Demasiada hambre. Scholes merecía otra Copa y Ronaldo la necesitaba para consolidarse. Por eso el partido fue un manojo de nervios bien controlados. Porque, si la tensión se palpaba en el aire, no hubo fallos que decantaran el partido a excepción del lastimoso gol de Lampard cuando la primera parte finalizaba en manos mancunianas. Si algo tuvo ante todo el encuentro, fue ritmo. Herencia inglesa supongo. Bendita herencia, afirmo.
En teoría el favorito era el Manchester. Porque era su año y por historia. Al comenzar el partido me planteé si el Manchester jugaría igual que contra el Barcelona. Afortunadamente para el bien del espectador ningún equipo se traicionó a si mismo. Y digo afortunadamente porque a pesar del escaso juego del Chelsea en la primera mitad y del Manchester en la segunda, ambos jugaron a lo que sabían y de ahí la igualdad que el encuentro atesoró hasta el penalty que falló Anelka. Jugar contra el Chelsea una eliminatoria es sinónimo de igualdad, el equipo de Mourinho -es su obra- se adapta a cualquier situación y de ahí su metalúrgica rocosidad. Como iba diciendo, el Manchester jugó a lo que supo. Y eso es sinónimo de buen fútbol. Scholes prontó se puso a mandar ante Ballack, Makélélé y Lampard, y Ronaldo fue definitivamente Ronaldo. Lo necesitaba. Necesitaba un partido grande en un escenario grande. Tantos hablaron sobre sus desapariciones en los momentos clave. Tantos dudaron. Ahora nadie duda. Ahora todo el mundo elogia. Ahora todos se apuntan a ficharle. Ahora todos olvidan. Yo si fuera él no olvidaría y seguiría tapando bocas. Al finalizar el encuentro se vió como Giggs le abrazaba, le sujetaba la cabeza frente a él y le decía algo así como: "Eres muy bueno. Esta es la primera. Que sean más." Y Giggs sabe de fútbol. Ronaldo puede proclamarse una leyenda si no pierde la cabeza.
Cabeza. Un remate de cabeza necesitó el Manchester para abrir fuego en el 24'. Hasta entonces mandaban los reds pero no tiraban a puerta. Combinó Brown con Scholes, volvieron locos a Malouda y Ashley Cole, centró el lateral, remató Ronaldo en el segundo palo sólo ante el despiste de Essien. La importancia de tener un extremo rematador de cabeza. Ronaldo lo es, y lo clavó al ladito del palo, donde Cech jamás llegará. 1-0 y el Manchester jugaba mejor y se sentía más a gusto. Hasta entonces el Chelsea era una mala sombra de lo que es. Balonazos a Drogba, que es muy bueno y bajaba todas, pero una segunda línea inexistente. De nuevo Lampard y Ballack se aburrían. De nuevo obviaban el mediocampo. Hasta que Lampard se cansó y pidió balones. Los consiguió, y de un centro suyo vino la primera ocasión del Chelsea. Un despiste de Ferdinand permitió a Ballack plantarse casi solo delante de Van der Sar, que realizó un paradón enorme ante la pifia monumental del capitán del United. El Chelsea avisaba al finalizar la primera parte y certificaba en el 45'. Essien lanzó, rebotó en dos jugadores rojos y entre Van der Sar y Ferdinand -de nuevo- se encargaron de permitir a Lampard, que pasaba por allí, empujarla. Gol psicológico, porque duelen cuando ves que el descanso llega.
Salieron los dos ingleses a observarse en la segunda parte. Tarde para el Manchester. La inercia provocó que el Chelsea mandara y el Manchester obedeciera. Makélélé lo barría todo para que Lampard y Ballack ordenaran. Más allá de Drogba, Lampard, Ronaldo o Rooney, quienes verdaderamente fueron héroes fueron Makélélé y Tévez. Ejemplos perfectos de lucha constante y calidad. Makélélé casi fue el hombre de la final, porque además de barrer pulía con criterio el juego de los blues, que llegaron a disparar 17 veces en toda la segunda parte. A excepción de un palo de Drogba los demás eran lanzamientos demasiado lejanos e imprecisos. La impotencia y el miedo se apoderaba de ambos. Ronaldo desapareció en la segunda parte tras ser el dueño y señor de la primera, Rooney nunca estuvo y Tévez corría pero no hacía más. El Manchester sobrevivía a base de Ferdinand, Browm, Vidic y Evra. Nada funcionaba arriba hasta que Giggs y Nani salieron. Ambos refrescaron y dieron vida al juego del Manchester, que hasta entonces había disfrutado de las mejores ocasiones. Dos a puerta vacía, una de Carrick -en la primera parte- y otra de Giggs. Tévez se lamentaba ahora de sus ocasiones perdidas ante Cech en el primer periódo. Tocaba prórroga. Tocaba esperar.
De tanto esperar se puso a llover, los aviones rusos se quedaron sin gasolina. El cansancio se notó y no quedó otra más que los penalties. Tercera final en cinco años definida en los penalties. Tercer drama. Los penalties dan para varios dramas literarios y papeles como los de Anderson y Belletti, específicamente sacados al campo para lanzar la pena, deberían estar prohibidos. Como, creo, debería estarlo que un defensa lanzara un penalty. Por mucho capitán que sea. Quizá ahí ganó Ferguson a un dignísimo Grant. No supo apreciar -años de experiencia por delante para sir Alex Ferguson- que a un portero le sube la moral si el que lanza es defensa. Por mucho que se llame Terry, insisto. Todo marchaba bien hasta que Ronaldo lanzó incomprensiblemente mal un penalty tonto. Quedaba Terry. 4-4, si marcaba el Chelsea era campeón. Pero la crueldad no entiende de logros y el fútbol tampoco. Fuera como fuera Terry lanzó fuera y ahí perdió la final el Chelsea. Dió igual que Anelka lo fallara, la moral se hundió con Terry. Será la losa de su vida. Van der Sar paró con 37 años el penalty a Anelka y entonces al United se agenció la tercera. Pero el Chelsea, dignísimo subcamepón, quizá recibió demasiado castigo. Terry, en sí mismo, era un poema. Avam Grant le intentaba consolar sin éxito. Como casi todos. Nadie se acordaba de Anelka, básicamente porque, la final, se fue con el resbalón de Terry. Sir Bobby Charlton paseaba por el césped de Moscú emocionado. 50 años de la tragedia de Münich. 40, de la Copa de Europa que él mismo ganó para el club de toda su vida. Un buen hombre. Caminaba emocionado hacia el palco. Allí Giggs, mito en activo, y Ferdinand, levantaron la orejuda para el Manchester. Los sueños de Old Trafford seguirán en escena. Las pesadillas jamás volarán de la cabeza de John Terry. No es el culpable, pero en el fútbol, para que uno gane, otro tiene que fallar. Y le tocó a él. A la leyenda del Chelsea. A uno de los mejores centrales del mundo. A un tipo duro, que acabó llorando en el hombro de Grant cual niño desconsolado sin caramelo que llevarse a la boca. Felicidades Chelsea. Felicidades Manchester. Ánimo, John.
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Más que Fútbol ● 2008
A decir verdad hubiera merecido tanto ganar el Chelsea como lo mereció finalmente el United. No fue la mejor final de la historia, ni tampoco la que más emoción tuvo hasta el final. Muchos calambres, demasiados nervios. Mediada la segunda parte Terry, Carvalho, Lampard, Ashley Cole y Heargreaves estaban en el suelo, con calambres. Luchar por tres títulos es complicado y cuando un 21 de Mayo te estás jugando la temporada 50 partidos después las piernas se resienten. Pero no quedaba otra más que seguir corriendo. Y eso hicieron. Correr hasta el minuto 120'. Porque si hubo penalties hubo prórroga, y si hubo prórroga hubo un partido igualado. Normalmente las finales igualadas son de dos tipos. Por un lado aquellas finales en las que ninguno juega a nada y el partido acaba empate a nada (Milan - Juventus en 2003) y por otro lado, aquellas que comparten una mitad para cada equipo (Liverpool - MIlan en 2005). La que anoche se jugó en Moscú tuvo más de la segunda que de la primera. Moscú, un lugar frío y alejado de la Europa que todos conocemos. Iba a llover. Pero en Rusia estaban preparados y los aviones encargados de disipar tormentas no tardaron en sobrevolar la ciudad moscovita. Hasta eso estaba dispuesto. Sin embargo, por mucho que la UEFA se empeñe, jugar una final en un campo con las gradas alejadas a 50 metros no es lo mismo que hacerlo en un estadio sin pista olímpica. Y es como si Blatter se hubiera empeñado en repetir escenario cada año. 2005: Estambul; 2006: París; 2007: Atenas; 2008: Moscú. Demasiado lejos, la grada y los jugadores se necesitan cerca.
Estadios aparte, ambos llegaban con la imperiosa necesidad de ganar y lo demostraron durante todo el partido. El Chelsea llegaba a su primera final cinco semifinales después. Desde 2004 el Chelsea ha estado en semifinales y cuatro años después disfrutaba de su primera final. Novato pero no menos peligroso. El Manchester, sin embargo, es otra cosa. Es un grande de Europa sin la suficiente gloria europea, algo parecido al Barcelona o a la Juventus. Europa nunca les sonrió salvo en contadas ocasiones. Ahora el Manchester tiene tres, pero llegaba con dos y con tan sólo cuatro jugadores poseedores de una orejuda. Van der Sar con el Ajax y Giggs, Neville y Scholes con el propio Manchester. Demasiada hambre. Scholes merecía otra Copa y Ronaldo la necesitaba para consolidarse. Por eso el partido fue un manojo de nervios bien controlados. Porque, si la tensión se palpaba en el aire, no hubo fallos que decantaran el partido a excepción del lastimoso gol de Lampard cuando la primera parte finalizaba en manos mancunianas. Si algo tuvo ante todo el encuentro, fue ritmo. Herencia inglesa supongo. Bendita herencia, afirmo.
En teoría el favorito era el Manchester. Porque era su año y por historia. Al comenzar el partido me planteé si el Manchester jugaría igual que contra el Barcelona. Afortunadamente para el bien del espectador ningún equipo se traicionó a si mismo. Y digo afortunadamente porque a pesar del escaso juego del Chelsea en la primera mitad y del Manchester en la segunda, ambos jugaron a lo que sabían y de ahí la igualdad que el encuentro atesoró hasta el penalty que falló Anelka. Jugar contra el Chelsea una eliminatoria es sinónimo de igualdad, el equipo de Mourinho -es su obra- se adapta a cualquier situación y de ahí su metalúrgica rocosidad. Como iba diciendo, el Manchester jugó a lo que supo. Y eso es sinónimo de buen fútbol. Scholes prontó se puso a mandar ante Ballack, Makélélé y Lampard, y Ronaldo fue definitivamente Ronaldo. Lo necesitaba. Necesitaba un partido grande en un escenario grande. Tantos hablaron sobre sus desapariciones en los momentos clave. Tantos dudaron. Ahora nadie duda. Ahora todo el mundo elogia. Ahora todos se apuntan a ficharle. Ahora todos olvidan. Yo si fuera él no olvidaría y seguiría tapando bocas. Al finalizar el encuentro se vió como Giggs le abrazaba, le sujetaba la cabeza frente a él y le decía algo así como: "Eres muy bueno. Esta es la primera. Que sean más." Y Giggs sabe de fútbol. Ronaldo puede proclamarse una leyenda si no pierde la cabeza.
Cabeza. Un remate de cabeza necesitó el Manchester para abrir fuego en el 24'. Hasta entonces mandaban los reds pero no tiraban a puerta. Combinó Brown con Scholes, volvieron locos a Malouda y Ashley Cole, centró el lateral, remató Ronaldo en el segundo palo sólo ante el despiste de Essien. La importancia de tener un extremo rematador de cabeza. Ronaldo lo es, y lo clavó al ladito del palo, donde Cech jamás llegará. 1-0 y el Manchester jugaba mejor y se sentía más a gusto. Hasta entonces el Chelsea era una mala sombra de lo que es. Balonazos a Drogba, que es muy bueno y bajaba todas, pero una segunda línea inexistente. De nuevo Lampard y Ballack se aburrían. De nuevo obviaban el mediocampo. Hasta que Lampard se cansó y pidió balones. Los consiguió, y de un centro suyo vino la primera ocasión del Chelsea. Un despiste de Ferdinand permitió a Ballack plantarse casi solo delante de Van der Sar, que realizó un paradón enorme ante la pifia monumental del capitán del United. El Chelsea avisaba al finalizar la primera parte y certificaba en el 45'. Essien lanzó, rebotó en dos jugadores rojos y entre Van der Sar y Ferdinand -de nuevo- se encargaron de permitir a Lampard, que pasaba por allí, empujarla. Gol psicológico, porque duelen cuando ves que el descanso llega.
Salieron los dos ingleses a observarse en la segunda parte. Tarde para el Manchester. La inercia provocó que el Chelsea mandara y el Manchester obedeciera. Makélélé lo barría todo para que Lampard y Ballack ordenaran. Más allá de Drogba, Lampard, Ronaldo o Rooney, quienes verdaderamente fueron héroes fueron Makélélé y Tévez. Ejemplos perfectos de lucha constante y calidad. Makélélé casi fue el hombre de la final, porque además de barrer pulía con criterio el juego de los blues, que llegaron a disparar 17 veces en toda la segunda parte. A excepción de un palo de Drogba los demás eran lanzamientos demasiado lejanos e imprecisos. La impotencia y el miedo se apoderaba de ambos. Ronaldo desapareció en la segunda parte tras ser el dueño y señor de la primera, Rooney nunca estuvo y Tévez corría pero no hacía más. El Manchester sobrevivía a base de Ferdinand, Browm, Vidic y Evra. Nada funcionaba arriba hasta que Giggs y Nani salieron. Ambos refrescaron y dieron vida al juego del Manchester, que hasta entonces había disfrutado de las mejores ocasiones. Dos a puerta vacía, una de Carrick -en la primera parte- y otra de Giggs. Tévez se lamentaba ahora de sus ocasiones perdidas ante Cech en el primer periódo. Tocaba prórroga. Tocaba esperar.
De tanto esperar se puso a llover, los aviones rusos se quedaron sin gasolina. El cansancio se notó y no quedó otra más que los penalties. Tercera final en cinco años definida en los penalties. Tercer drama. Los penalties dan para varios dramas literarios y papeles como los de Anderson y Belletti, específicamente sacados al campo para lanzar la pena, deberían estar prohibidos. Como, creo, debería estarlo que un defensa lanzara un penalty. Por mucho capitán que sea. Quizá ahí ganó Ferguson a un dignísimo Grant. No supo apreciar -años de experiencia por delante para sir Alex Ferguson- que a un portero le sube la moral si el que lanza es defensa. Por mucho que se llame Terry, insisto. Todo marchaba bien hasta que Ronaldo lanzó incomprensiblemente mal un penalty tonto. Quedaba Terry. 4-4, si marcaba el Chelsea era campeón. Pero la crueldad no entiende de logros y el fútbol tampoco. Fuera como fuera Terry lanzó fuera y ahí perdió la final el Chelsea. Dió igual que Anelka lo fallara, la moral se hundió con Terry. Será la losa de su vida. Van der Sar paró con 37 años el penalty a Anelka y entonces al United se agenció la tercera. Pero el Chelsea, dignísimo subcamepón, quizá recibió demasiado castigo. Terry, en sí mismo, era un poema. Avam Grant le intentaba consolar sin éxito. Como casi todos. Nadie se acordaba de Anelka, básicamente porque, la final, se fue con el resbalón de Terry. Sir Bobby Charlton paseaba por el césped de Moscú emocionado. 50 años de la tragedia de Münich. 40, de la Copa de Europa que él mismo ganó para el club de toda su vida. Un buen hombre. Caminaba emocionado hacia el palco. Allí Giggs, mito en activo, y Ferdinand, levantaron la orejuda para el Manchester. Los sueños de Old Trafford seguirán en escena. Las pesadillas jamás volarán de la cabeza de John Terry. No es el culpable, pero en el fútbol, para que uno gane, otro tiene que fallar. Y le tocó a él. A la leyenda del Chelsea. A uno de los mejores centrales del mundo. A un tipo duro, que acabó llorando en el hombro de Grant cual niño desconsolado sin caramelo que llevarse a la boca. Felicidades Chelsea. Felicidades Manchester. Ánimo, John.
Artículos relacionados | El Manchester campeón de Europa (El Balón Digital), La noche que Manchester y Chelsea jugaron a la ruleta rusa en Moscú (El Hacha de Rubén Uría), Manchester campeón (El que no corre vuela), Siempre nos quedará Anelka (Bar Deportes), El Manchester es el nuevo rey de Europa (El Balón Europeo)
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Más que Fútbol ● 2008
11 Comentarios:
Bueno creo que el chelsea merecio mejor suerte, pero el peso historico del manchester le cayo encima
mucha garra tevez!
hice una nota sobre el partido, despues pasate
si te parece linkeamos articulos compañero, avisame
saludos
devo
PD: nos leemos en Balon Digital, saludos
Te soy sincero, he llegado a leer hasta la foto de Van der Sar en el gol de Lampard. Es tarde, mañana sigo con el resto.
Una cosa, Scholes tiene una Champions aunque no jugase la final por sanción y Gary Neville también ;)
Me gusta leerte tío, muy largos pero muy buenos.
Un abrazo.
Gracias Andrés.
Gracias por describir con ese detalle el partido más importante del año.
No lo pude ver entero y ahora sé lo que pasó practicamente minuto a minuto.
Por lo demás, dar la enhorabuena a este gran Manchester que, como bien has dicho, es un grande de Europa poco recompensado en la máxima competición europea.
Inglaterra no tendrá Eurocopa, pero tiene la Copa de Europa.
Un saludo!
@ Devo
Quizá pesó la historia. Aunque en estos casos pesa hasta el último miligramo de tu cuerpo. A Terry le pesó todo su cuerpo.
@ Boves
Sí, al terminar el post dije: Me quedó largo. Pero no sé hacerlo de otra manera, ya lo sabes xD
@ Orleans
De nada hombre. Pues sí, Inglaterra no irá a la Eurocopa pero se queda con el prestigio a nivel Liguístico (?) y con la Champions. Sigo sin comprender lo de Inglaterra a nivel nacional. Gerrard, Lampard, Terry, Ferdinand, Rooney, Carrick, Scholes (aunque la dejó tiempo atrás)... Son jugadores mínimo, de semifinales.
Por cierto, no me gustaría dejar pasar el detalle de Drogba. Drogba jugó de maravilla pero su impotencia ofensiva cuando se trataba de encarar a Van der Sar o a la defensa mancuniana explotó en el incidente que provocó Tévez (aplaudía Bilardo desde su casa). ¿Cómo se le pudo ir la olla de esa manera? El manotazo a Vidic no es nada, cierto, pero delante del árbitro y en una final de Champions... Incomprensible. Bueno sí, sólo veo una explicación. Se borro de la tanda.
Fue un partido muy emocionante, la primera parte fue para el United y la segunda para el CHelsea. Por ocasiones deberia haber ganado el CHelsea. POr los palos y demas. En lso penaltis tuvo muy mala suerte Terry... Yo queria que ganase el Chelsea para que Ronaldo pudiera salir de alla con menos problemas.
Un saludo
Fue un partio muy reñido, cualquiera de los dos hubiera sido justo vencedor o justo perdedor, fueron partes muy desiguales y cualquier resultado hubiera sido justo.
Un saludo.
www.linternadevelasco.blogspot.com
Saludos,
Una gran crònica. Un partido vibrante, que quizà se mereciò ganar el Chelsea. O mejor, un partido que el Chelsea no se mereciò perder.
El fùtbol a veces es cruel, como ayer con Terry. En unos segundos, C. Ronaldo encontrò la salvaciòn y el alivio de no saberse culpable de la derrota. En el otro lado, las làgrimas del capitàn inglès. Maldita sea.
Un abrazo.
Gonzalo
Gran post andres, de verdad.
A mi tambien me dio mucha pena por Terry, habia hecho un gran encuentro.
Igual, sigue siendo un ejemplo como capitan.
El Manchester lo merece por lo hecho a lo largo de todo el certamen, no por lo realizado en esta final.
Un abrazo y pasate, yo tambien subi un articulo relacionado.
Grandísima final y muy guapo el post. A años luz de estos equipos se encuentran Madrid o Barcelona.
Enhorabuena al Manchester.
Un saludo!
Muy interesantes los datos que marcás!
Yo creo que no es tiempo para que Ronaldo se vaya del Manchester. Tiene un futuro en Inglaterra para eregirse como uno de las grandes glorias de los "reds". Eso no se paga ni con todo el dinero del mundo!
Respecto a la final, hemos presenciadpo un encuentro emotivo y lleno de emociones. Fue para el ManU, también pudo ser del Chelsea!
Saludos!
Migue
Me alegro porque soy del United. Los dos hicieron los mismos méritos para ganar pero la suerte d elos penalties decidió que fuera el Mancheser. Con mucha suerte ganó, por cierto, ya que si no uhbiese sido por el resbalón de Terry el penalty habría sido anotado y el campeón hubiese sido el Chelsea del ruso Abramovic, quien no pudo ganar en su tierrañ
Saludos
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