Eduardo Lázaro | Tras ausentarme una semana de mi colaboración en Más que Fútbol hoy vuelvo para en lugar de criticar alabar; aplaudir una actitud y un sentimiento que me hace pensar en retractarme de mis palabras. Aquellas palabras que decían que el fútbol está perdiendo (si es que no ha perdido ya) el espíritu de antaño. Este post va dedicado para los número 12, para aquellos que ni visten de corto ni pisan el césped, pero cuyos corazones laten al mismo ritmo que el de los que patean el balón. Sufren y se desgañitan. No ganan partidos, pero los ponen más fáciles.
El domingo pasado tuve la suerte de asistir al Estadio de Montjuic junto a otros dos mil parroquianos zaragocistas aproximadamente para presenciar el partido RCD Espanyol de Barcelona contra nuestro Real Zaragoza. Pese a los sinsabores de todos estos meses, pese a la mala imagen y pese a todo (que no es poco) allí estábamos, sintiendo un león rampante en el pecho. Desgañitándonos para que los jugadores se sintieran como en casa, para darles ese plus de energía al saberse arropados.
Y ahora pregunto yo, ¿quién es capaz de describir nítidamente al amor?. Probablemente para cada cuál sea un sentimiento o una emoción diferente. Bien es verdad, que hay muchos tipos de amores, pero no todos experimentaremos las mismas sensaciones. Así pues, lo vivido y demostrado en momentos como el domingo pasado para mí es amor. Amor a una institución, a unos colores, a una ciudad, a un escudo, a un deporte y a una historia. Es fácil desplazar a miles de persona a una final y se luce más. Es más agradecido para el aficionado tragar horas de autobús por un motivo así. Es más emocionante (desde mi punto de vista) ver como miles de personas no dejan solo a su equipo cuando peor vienen dadas. Cuando el calor del infierno se siente en la nuca y comienzan los sudores fríos. Cuando cualquier ayuda, por pequeña que sea es bien recibida. Porque esto es un deporte y como tal, unas veces se gana y otras se pierde. Porque este año se ha perdido mucho sí, pero aún se puede perder más.
Al igual de complicado que me resultaría dar una definición brillante y universal del amor, me resulta describir lo sentido el domingo pasado. Ver a las 8’00 de la mañana a más de una veintena de autobuses llenarse con gente que vibra con tu equipo como tú, que vencen al sueño y a la pereza con dosis ingentes de ilusión y esperanza al igual que lo haces tú y hacer un giro sobre ti mismo en estadio ajeno y observar a tanta gente con historias y vidas tan diferentes a la tuya pero con un nexo de unión entre todas tan fuerte es cuando menos sobrecogedor. Ver que no estás solo, que no estamos solos, que no están solos. Palpar que pase lo que pase volveremos a estar allí, en ese estadio, en esa grada. En otros momentos, más dulces a ser posible. Pero volveremos a juntarnos donde sea, volveremos a encontrarnos para, a pesar de nuestras dispares vidas, compartir un sentimiento y una ilusión. Porque no marcaremos goles, no; pero ensancharemos la portería rival a golpe de alma y corazón.
Este post es para todos vosotros, para los que os sentís un número 12 de vuestro equipo, sea cual sea sin distinción. Para los que entendéis que vuestro club es más que eso, para los que lo sentís parte de vuestra vida y ocupa vuestro corazón. Porque nosotros somos la fuerza y la razón de que esto funcione. Porque, decididamente, nosotros somos el espíritu del fútbol.
El penalty marcado por Oliveira en vivo y en directo:
Imagen | De archivo (de Eduardo, por supuesto)
Más que Fútbol ● 2008
El domingo pasado tuve la suerte de asistir al Estadio de Montjuic junto a otros dos mil parroquianos zaragocistas aproximadamente para presenciar el partido RCD Espanyol de Barcelona contra nuestro Real Zaragoza. Pese a los sinsabores de todos estos meses, pese a la mala imagen y pese a todo (que no es poco) allí estábamos, sintiendo un león rampante en el pecho. Desgañitándonos para que los jugadores se sintieran como en casa, para darles ese plus de energía al saberse arropados.
Y ahora pregunto yo, ¿quién es capaz de describir nítidamente al amor?. Probablemente para cada cuál sea un sentimiento o una emoción diferente. Bien es verdad, que hay muchos tipos de amores, pero no todos experimentaremos las mismas sensaciones. Así pues, lo vivido y demostrado en momentos como el domingo pasado para mí es amor. Amor a una institución, a unos colores, a una ciudad, a un escudo, a un deporte y a una historia. Es fácil desplazar a miles de persona a una final y se luce más. Es más agradecido para el aficionado tragar horas de autobús por un motivo así. Es más emocionante (desde mi punto de vista) ver como miles de personas no dejan solo a su equipo cuando peor vienen dadas. Cuando el calor del infierno se siente en la nuca y comienzan los sudores fríos. Cuando cualquier ayuda, por pequeña que sea es bien recibida. Porque esto es un deporte y como tal, unas veces se gana y otras se pierde. Porque este año se ha perdido mucho sí, pero aún se puede perder más.
Al igual de complicado que me resultaría dar una definición brillante y universal del amor, me resulta describir lo sentido el domingo pasado. Ver a las 8’00 de la mañana a más de una veintena de autobuses llenarse con gente que vibra con tu equipo como tú, que vencen al sueño y a la pereza con dosis ingentes de ilusión y esperanza al igual que lo haces tú y hacer un giro sobre ti mismo en estadio ajeno y observar a tanta gente con historias y vidas tan diferentes a la tuya pero con un nexo de unión entre todas tan fuerte es cuando menos sobrecogedor. Ver que no estás solo, que no estamos solos, que no están solos. Palpar que pase lo que pase volveremos a estar allí, en ese estadio, en esa grada. En otros momentos, más dulces a ser posible. Pero volveremos a juntarnos donde sea, volveremos a encontrarnos para, a pesar de nuestras dispares vidas, compartir un sentimiento y una ilusión. Porque no marcaremos goles, no; pero ensancharemos la portería rival a golpe de alma y corazón.
Este post es para todos vosotros, para los que os sentís un número 12 de vuestro equipo, sea cual sea sin distinción. Para los que entendéis que vuestro club es más que eso, para los que lo sentís parte de vuestra vida y ocupa vuestro corazón. Porque nosotros somos la fuerza y la razón de que esto funcione. Porque, decididamente, nosotros somos el espíritu del fútbol.
El penalty marcado por Oliveira en vivo y en directo:
Imagen | De archivo (de Eduardo, por supuesto)
Más que Fútbol ● 2008
4 Comentarios:
Después de casi 12 años entrando en el Estadio Municipal de La Romareda (siempre me gustó llamarlo asi). Sigo sintiendo esa sensación poco explicable. Esta sensación comienza cuando desde los accesos comienzas a vislumbrar el campo poco a poco. Primero el marcador, luego la porteria del otro fondo y poco a poco el campo entero. Esos segundos de exploración visual, sobretodo cuando los focos estan encendidos, es solo comparable a la sensación que se siente cuando ves la bajada en una Montaña Rusa.
Luego en el campo, las sensaciones se comparten, es como una gran fuerza colectiva que grita, vibra y sufre, sufre mucho. Reconozco que el momento en el que más metido estoy en el partido es cuando el señor del pito viene a ser protagonista, ahi es cuando todo el campo esta de acuerdo, cuando esta fuerza colectiva es mayor. Pero ultimamente, sobretodo el pasado partido contra el recreativo de Huelva, esta fuerza colectiva estuvo latente durante todo el partido. Los pelos de punta. Sensaciones inexplicables. Solo cuando llegas a un campo de fútbol y lo vives desde dentro la sientes.
Espero que sea así mañana contra el Deportivo.
Buen post Lázaro!
Un saludo
La afición es sin duda el alma del fútbol. Perder esa perspectiva para la mayoría de directivos y jugadores es perder la propia imagen que deberían tener todos del fútbol. Si ganan dinero, si son famosos, si la gloria les es otorgada no es más que gracias a nosotros, la afición y nadie más. La afición hace del fútbol el deporte universal además de su propia idiosincrasia, de su propia concepción.
Los Mundiales se crearon para que la gente se lanzara a verlos, las Eurocopas para que todos los pueblos de Europa festejaran juntos tanto tiempo después. Todo lo demás, los resultados, los goles y los títulos es secundario. Ante todo, que la afición disfrute y que el fútbol sirva para que todos por muy distintos que seamos nos sintamos en algún momento iguales. O completamente diferentes. Pero felices. Felices por sentir un mismo sentimiento a la vez nos sintamos del equipo que nos sintamos. El de amor a unos colores, y, por encima de los colores, el amor a una afición, a un pueblo, a nosotros mismos.
Por todo eso y por más, siempre gritaré que viva el fútbol. A pesar de quienes tratan de insultarlo y ensuciarlo.
Gran gran post Lázaro.
Un abrazo.
www.dedomingoadomingo.com
La afición es el alma del fútbol. Y quien diga lo contrario miente, o le reto a que mire los vídeos en youtube, por ejemplo de Anfield, donde The Kop es un lugar mágico...
La gente vibra por su equipo, sufre por él y en muchos casos los futbolistas no llegan a valorar de verdad a su afición, no la respetan ni lo más mínimo... Ved como se despidió el Barça el otro día en Old Trafford, ni dar las gracias a gente, que además tiene que cubrir todos los gastos por unos jugadores que duden en meter la pierna o luchar un balón...
¿Dónde está el problema? En Zaragoza sabemos que valorar lo de casa cuesta, el más reciente es el caso de Cani, y los que vienen de fuera, con quizás más nombre, no sienten lo que de verdad transmite ese león que llevan bordado en la camiseta...
Pero bueno, siendo fríos, para muchos solo se trata de un negocio
Muy buen post. El sentimiento que desprende el fútbol para sus verdaderos aficionados es indescriptible.
Saludos!
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