miércoles, 6 de abril de 2011

Una goleada que no oculta las carencias del Madrid


Andrés Pérez | Sigue lejos el Real Madrid de ser una máquina infalible a pesar de su contundente goleada al Tottenham. Se atasca con facilidad cuando el rival mantiene el tono físico, no encuentra salidas ante un conjunto encerrado en su área y sus defensas se desconcentran con excesiva frecuencia en campo abierto. No es de extrañar, tras este diagnóstico, que el Tottenham se acercara con cierto peligro al área de Casillas mediada la primera parte, una vez Adebayor ya había adelantado al Madrid y una vez Crouch, en juvenil acto de irresponsabilidad, había decidido dejar a su equipo con un jugador menos. Primero fue Bale, tras una carrera asombrosa desde el centro del campo, y más tarde Van der Vaart solo ante Casillas, antes de que Carvalho impidiera el empate del equipo londinense. Ciertamente, el Madrid no sufrió más. Pero en aquel momento se hallaba muy descolocado.

La expulsión de Crouch supuso un punto de inflexión relativo en el partido. Durante los primeros seis minutos el Tottenham se había encerrado alrededor de Gomes. No por voluntad propia sino por el empuje imparable del Madrid, que en un córner obtuvo premio. Pese a oler sangre, los de Mourinho dejaron recomponerse al Tottenham, que comenzó a manejar levemente y muy lejos de Casillas el balón. Todo ello hasta que Crouch entró con la plantilla por delante por segunda vez. Imaginamos en ese momento a Redknaap seriamente contrariado con su delantero. La marcha prematura de Crouch dejó al Tottenham sin delantero. Y aquí es donde Mourinho debería encontrar motivos para la preocupación: no es que el Madrid se estampara ante el muro londinense en ataque, es que el Tottenham aprovechó los espacios lógicos que el Madrid cedía atrás. Las coberturas llegaban tarde y el caos comenzaba a asomar.

El resto de la primera parte no fue gran cosa. Atormentado por sus propios fantasmas, el Madrid no creó excesivas ocasiones en el área de Gomes. La segunda parte fue otro cantar. Con Marcelo hiperactivo y como el único jugador capaz de romper líneas defensivas en una internada con el balón controlado, Adebayor preparó un salto en suspensión para cruzar el balón con la cabeza hacia un lugar en el que un caótico Gomes jamás imaginaría llegar. El segundo gol sirvió de espoleo para el Madrid, que fulminó físicamente al Tottenham. Aquí sí el conjunto blanco se mostró superior de una forma insultante. Los spurs contaban ya con Defoe en el campo, lo que redujo el volumen de centrocampistas, un placer para Xabi Alonso, que se dedicó a construir y destruir a su antojo.


Marcelo y Xabi Alonso. Ahora que Benzemá ha vuelto al dique seco, son los dos jugadores más importantes del Madrid cuando Ozil se esfuma entre las líneas rivales. Marcelo por desequilibrante e imprevisible y Alonso por estable y racional. El fondo físico imposible de los jugadores blancos hizo el resto hasta el punto de que Sandro, Gallas y Bale sufrieron calambres durante toda la segunda parte. El Tottenham, fundido ante la exigencia física que le proponía el Madrid, se transformó en un trapo, y lo que durante la primera parte se convertía en una agonía posible en al segunda se antojó imposible. No había capacidad para resistir los embistes del Madrid. Un Ronaldo egoísta lo probaba; Ramos se unía al ataque una vez neutralizado Bale; Di María buscaba encontrar salidas a pesar de su creciente irrelevancia en el juego del Madrid; y en defensa Pepe y Carvalho parecían superar sus traumas. El Madrid, entonces sí, era un conjunto temible.

Cuatro a cero, goleada, eliminatoria sentenciada a excepción de hecatombe histórica y dos lecturas. La primera la de un equipo incapaz ante rivales demasiado pergeñados alrededor de su área y nervioso en defensa cuando el rival tiene metros para recorrer. La segunda la de un equipo apabullante que humilla al contrario físicamente y lo remata sin piedad una vez está para el arrastre. Sucedió también ante el Lyon: el Madrid en casa exige demasiado a su rival como para que aguante los 90 minutos. De cara a un futuro enfrentamiento ante el Barça esto tiene un problema evidente: ni el fondo físico de los de Guardiola es tan bajo ni permitirá que el Madrid le imponga el correcalles que sí ha logrado imponer en octavos y en cuartos. El Barça le robará el balón. Y la última vez que al Madrid le sucedió eso recibió cinco goles. A pesar de la goleada, el Madrid debe mejorar si pretende seguir la estela del Barça en un mes que se presenta frenético para ambos equipos.

P.D.

Mientras tanto, en el otro extremo de la galaxia y demostrando que todos los analistas futbolísticos somos auténticos incapaces para este oficio, el Schalke 04 marcó cinco goles al Inter en San Siro y prácticamente dejó sentenciada la eliminatoria. El Schalke, el renqueante y desquilibrado equipo de Raúl que eliminó al Valencia en octavos, ha goleado y humillado al vigente campeón del mundo. Dicho sea de paso y vista su defensa de feria, no es algo que tenga especial mérito. Pero sí sorprende viniendo de un equipo al que nadie esperaba en semifinales —salvo machada heroica de los de Leonardo en Gelsenkirchen— y del que se ha dicho que es caótico, falto de talento, lento, sustentado por sus estrellas y con un cuadro defensivo digno de categorías del infrafútbol. Qué noche de Champions.

Lectura recomendada | El Schalke descuartiza al Inter (El País) | Visto y no visto (Esteban Moneo)
Imagen | El País

1 Comentarios:

Pablo Orleans dijo...

Lo de Crouch es lamentable. Si bien es cierto que probablemente con su presencia el curso del encuentro no habría variado mucho, sí que hizo que las escasas posibilidades del Tottenham en el Bernabéu se difuminasen en esos primeros quince minutos. Error, no juvenil, sino benjamín y claramente de un tipo que no supo estar en su sitio y que dejó abandonado a su equipo en el momento más dulce de su historia.