miércoles, 20 de abril de 2011

Digan no a las ruedas de prensa


Andrés Pérez | Desde hace un par de años, coincidiendo con el deterioro progresivo de la calidad de la prensa deportiva, las ruedas de prensa se han convertido en una fuente de noticias inagotables auspiciadas por los propios periodistas. La llegada de Mourinho al banquillo del Madrid supuso para el periodismo deportivo del presente su particular Dorado. Desde entonces cualquier pregunta ha tenido un trasfondo polémico buscando alguna airada contestación de Mourinho, algo mediante lo cual crear una chispa que prenda fuego a los habitualmente ineptos columnistas de los periódicos. Mourinho jamás esquiva una por lo que la temporada ha sido un festín de noticias-rumores y confrontaciones inexistentes. Cuando dicen que el portugués sabe mantener a su plantilla al margen de las polémicas se equivocan por completo: es la prensa quien le hace el trabajo sucio. Si preguntara por fútbol no tendría más remedio que responder sobre fútbol.

Pese a las diferencias que pretenden establecer unos y otros sobre los métodos de actuación de sus respectivas cavernas, en el fondo ambas son dos gotas de agua coloreadas de forma diferente. El contagio no tardó en llegar al Camp Nou. Allí Guardiola también se ha visto repetidamente incordiado por las notoriamente estúpidas preguntas de los periodistas. La final de Copa no iba a ser una excepción. Entre las muchas preguntas que tanto Guardiola como Mourinho respondieron ayer en sus respectivas ruedas de prensa pocas tuvieron como tema preferencial el fútbol. De especial recuerdo son algunas destinadas a Guaridola como «Cuando uno se enfrenta a un equipo que tiene a Pepe, ¿se puede evitar lo que hace este jugador, rozando la violencia en el campo?» o «El discurso victimista de Madrid, que parece haber calado ¿os la bufa, como se dice vulgarmente?», ésta última formulada por un periodista de TV3.

Las ruedas de prensa se han convertido en un espectáculo circense. Han perdido el poco significado que pudieran tener —explicaciones post-partido, publicación de convocatorias, parte de lesionados, evolución del estado anímico de la plantilla, planes tácticos— y por ello mismo deben ser ignoradas. No aportan nada más allá de crispación ficticia y polémicas que tan sólo sirven para rellenar columnas y páginas vacías de contenido. Deben morir. O al menos alguien debe dejarlas morir. Si ya de por sí es soporífero escuchar la mayor parte de tópicos y frases hechas utilizadas por los futbolistas en ellas —la mayoría visiblemente incómodos—, la llegada del periodismo deportivo más sensacionalista las ha terminado por convertir en un engengro. Un monstruo que ensombrece lo que únicamente debería importar: los partidos de fútbol. Digan no a las ruedas de prensa. Por su bien y por el bien de este deporte.

Imagen | El País | Elaboración propia

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