jueves, 10 de marzo de 2011

Y sin embargo se mueve


Andrés Pérez | Sucede con frecuencia en el fútbol: ser mejor implica una demostración práctica. La teoría es papel mojado hasta que se aplica en el plano real. Es cierto, el Valencia tiene mejores mimbres que el Schalke 04, un desordenado conjunto alemán cuya defensa es caótica y cuyas principales virtudes son las individualidades talentosas en el frente de ataque. En apariencia, y a pesar del sufrido empate que los de Emery cosecharon en campo propio, gol de Raúl incluido, el Valencia era el favorito para pasar a los cuartos de final. Tanto la situación del conjunto alemán en Liga como el buen estado de determinados jugadores valencianistas invitaban al optimismo. En teoría. En la práctica no basta con ser mejor sino con saber ser mejor. Y en ese sentido el Schalke impartió una lección.

Se adelantó de nuevo el Valencia, como ya hiciera en Mestalla. Esta vez el encargado de abrir el marcador fue Ricardo Costa, de manera casi fortuita tras un buen destello de calidad de Topal en la banda izquierda, supuesta autovía para los deslices desmesurados del portento físico que es Mathieu. Supuesta puesto que Uchida, el joven lateral japonés que se desempeña en el carril derecho del Schalke, demostró cierta flaqueza defensiva en el campo valencianista pero apenas tuvo errores anoche. El gol de Costa no espoleó al Valencia sino que lo acomodó en una peligrosa tierra de nadie, donde el lento y anodino transcurrir de los acontecimientos, alejado el Schalke de Guaita, conformista el equipo valenciano de cara a la portería de Neuer, relajó en exceso a los de Emery. Al Schalke, equipo de limitaciones técnicas evidentes con un centro del campo huérfano desde la marcha de Rakitic al Sevilla, se le apreciaba más tesón que ideas, lo que, en un principio, no suponía mayores quebraderos de cabeza para David Navarro y Costa, pareja de centrales anoche.

Sin embargo, la acomodación fue excesiva. El Valencia no se relajó: directamente se durmió. Perdió de vista la portería rival y comenzó a preocuparse por el ímpetu plenamente físico que Farfán o Kluge imponían en las bandas. Jurado revoloteaba por el carril izquierdo acompañado de Escudero, grata sorpresa de la noche, y Raúl y Gavranovic buscaban recibir de espaldas a la portería de Guaita. No tuvo especiales contratiempos el canterano hasta que al borde del área, en una acción un tanto desafortunada de Navarro, Gavranovic cayó al suelo. Había transcurrido casi toda la primera parte y el Valencia, a pesar del tanto inicial, no aparentaba ser un equipo que tuviera el partido bajo control. Menos aún cuando Farfán, en un ejercicio fabuloso de precisión, superó la barrera valencianista y firmó el gol de la jornada.


El empate, no obstante, suponía cierto peligro para el Schalke. Tal es la paradoja: ante la falta de ambición del Valencia una vez se puso por delante, Neuer apenas se tuvo que esforzar. Sin embargo, el empate presagiaba malas noticias para el equipo de Magath: con un tanto el Valencia obligaría al Schalke a anotar otros dos. Una empresa algo utópica para un conjunto de limitaciones evidentes como el alemán. Lejos de ello, el Valencia siguió sin rumbo, sin plano, sin idea alguna que transmitir desde el campo. Banega no lograba conectar con Mata y Aduriz se perdía entre la enclenque defensa alemana hasta el punto de marrar un mano a mano claro ante Neuer. Fue un destello, casi un accidente provocado por la debilidad de la defensa del Schalke, en ningún caso el resultado de una tendencia ofensiva.

El Schalke, espoleado por el atronador rugido de su afición, apta como pocas para la entonación de cánticos corales en un estadio de acústica sublime, siguió concentrado en su particular batalla, la de vencer a sus propias limitaciones. Una acometida de Kluge en banda izquierda frente a un Bruno algo parsimonioso deparó en un altísimo centro. Guaita intentó despejar en vez de blocar y falló. El balón pasó por delante de Mathieu y llegó a Farfán, quien en primera instancia mandó el tiro, al borde del área pequeña, al cuerpo de Guaita. El rechace lo aprovechó Gavranovic para adelantar por primera vez al Schalke en la eliminatoria. De ahí al final, al conjunto de Magath sólo le restaba rezar.

Rezar por una defensa adelantada incapaz de medir los pases a su espalda. Hasta en dos ocasiones fueron capaces los centrocampistas valencianistas de superar por alto, en balones frontales, sencillos y francos, a los centrales locales. Ninguna de las dos ocasiones, de clara ruptura de la última línea del Schalke, fue aprovechada por el Valencia. Emery se ofuscó y retiró a Banega, el mejor dotado del equipo valenciano, para dar salida a Tino Costa. Con Soldado en el campo en detrimento de Aduriz la consigna estaba clara: balones por alto. Un caramelo para la defensa del Schalke, feliz en su desempeño aéreo, lo único realmente fiable de sus virtudes. Hasta el minuto final el Valencia dispuso de pocas ocasiones claras y el Schalke entre tanto sufrió para anotar el tercero y sentenciar la eliminatoria. Tras dos ejercicios de fútbol irrisorio, Farfán, con el Valencia en área contraria, marcó el tercero. Había muerto el Valencia víctima de sus propios errores. No es mejor equipo el Schalke, y sin embargo lo fue. No giraba la tierra en torno a nada, y sin embargo se movía. En el fútbol, la teoría es y será simple y mera teoría.

P.D.

En otro orden de cosas, el Tottenham empató a cero en White Hart Lane para echar fuera de los cuartos al Milan. Sólo resta el Inter en competición europea y parte en desventaja la semana que viene frente al Bayern. De caer en Munich, no quedará ningún equipo italiano en competición continental en marzo.

Imagen | El País

1 Comentarios:

Esteban moneo dijo...

Lo has definido perfectamente, equipo superior, falla, se acomoda, cambia mal y sucumbe ante un equipo poco alemán, debido a su caos defensivo.

Siempre pasa una perita, este año es alemana, y una bomba ucraniana. El resto son correosos, salvo los 2 ingleses que faltan que son duros de roer.

Lo que si es verdad, que la Champions es otra competición, la competición