lunes, 21 de marzo de 2011
Un día más en casa de Su Majestad
Andrés Pérez | Viendo al Arsenal perder en West Bromwich uno podría caer fácilmente en la tentación de pensar que con un delantero como Van Persie el equipo londinense jamás ganará nada. Claro que para entonces Van Persie empujaba el empate a dos en la desangelada portería de Carson, certificando una muy emocionante remontada en un más que vibrante partido. Al Albion se le había pintado el partido de cara cuando en los primeros minutos la defensa del Arsenal decidió observar el transcurrir del universo en un córner. Más aún cuando ya en la segunda parte, sin especial intención del conjunto de Londres de poner en aprietos a la defensa blanquinegra, Almunia decidió hacer las delicias del realizador de la televisión inglesa saliendo a ninguna parte. Obviamente, el encargado de la retransmisión enfocó a Lehmann tras la espectacular pifia. Humor inglés.
Entre tanto el Arsenal dejaba escapar la Premier. Una vez más. La jornada pasada, cuando el United se mostraba ciertamente endeble en Anfield, el equipo de Wenger empató en casa ante el Sunderland. Así, a lo grande. El Manchester, del cual se puede afirmar que su capacidad de crear fútbol es como poco dolorosa, ya encarrilaba su decimonoveno título liguero a pesar de todo venciendo por la mínima y sin necesidad de mostrar mayores alardes. Para qué, se podría preguntar Ferguson cada jornada, si el Arsenal está empeñado en no ganar la Liga. Decía que observando al Arsenal perder ante un equipo que lucha por la salvación, Van Persie no se muestra como un delantero temible. Tampoco del joven Koscielny se podría decir lo mismo, espigado muchacho francés al que en un momento de la segunda parte se pudo ver caer presa de la desesperación a la que le sometió Odemwingie. Ni de Ramsey, que en la primera parte envió un balón al cuerpo de Carson a escasos metros de la línea de gol, con la admirable dificultad que ello conlleva. En general, el Arsenal no da miedo. Acaso inspira cierta compasión a estas alturas, pero no demasiado temor. Y generalmente es un factor que identifica a un equipo campeón.
Es cierto, sería injusto reclamar que el Arsenal volviera a convertirse en aquel conjunto puramente inglés del pasado, en lo que lo más parecido a un pase en el centro del campo era un cabezazo. Pero, en fin, un mínimo de competitividad entra dentro de los cabales de cualquier aficionado. Quien sí parece haber recuperado la dignidad extraviada es el Liverpool, que se impuso cómodamente ante el Sunderland y que en la segunda vuelta firma números de campeón. Una pena que Roy Hodgson lo estropeara todo con su absurdo propósito de tener la carrera de entrenador más bizarra de todos los tiempos. Luis Suárez abandera el rejuvenecido Liverpool de Dalglish en su segunda etapa como entrenador. Sin Torres, quien ejerce de delantero es Carrol, gigantón delantero comprado al Newcastle y al que, en forma, se le adivinan interesantes virtudes junto al uruguayo. Suárez vive desatado. En todos los sentidos. Ayer estuvo a punto de marcharse a la caseta expulsado segundos antes de firmar una obra de arte digna de un genio. Junto a ellos Kuyt vuelve por sus fueros y hasta Lucas Leiva aparenta ser un mediocentro convincente. Cuestión de psicología.
Psicología que enfrenta a Torres con sus demonios. Lejos de la camiseta que portó en Liverpool, el delantero español parece otro futbolista. Ayer ante un Manchester City realmente deprimido tras su eliminación en la Europa League, Torres jugó junto a Kalou en punta y revoloteó entre Kompany y Lescott de aquí para allá, conduciendo hasta el área pero siempre en el lugar inoportuno en el momento requerido. Demasiado lejos o demasiado cerca del pase, nunca en el punto exacto. Así Torres fue incapaz también en su séptimo partido de anotar un gol vistiendo de azul, y posiblemente la ansiedad comenzará a apoderarse de su cabeza. Implicando, por consiguiente, un menor rendimiento dadas sus cuitas internas. A pesar de todo ello, el Chelsea jugó bien, lo cual no deja de ser noticia en Inglaterra. David Luiz volvió a demostrar que es el central del futuro para pasmo del City, incapaz de comprender que el auténtico baluarte ofensivo de los blues no es ninguno de sus cuatro excelsos delanteros, sino un chaval melenudo proveniente de Brasil. Cosas de un día más en casa de Su Majestad, ya ven.
Información adicional | Así está la Premier
Imagen | El País | Los Tiempos
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