miércoles, 9 de marzo de 2011
Marcar cuatro goles, recibir un único disparo y sufrir hasta el último minuto
Pablo Orleans | A la tercera va la vencida. Eso debían pensar Wenger y sus secuaces tras el favorable resultado de la ida y el balance contrario de los últimos años. Ni en 2006, en la finalísima de París; ni en 2010, en una eliminatoria con vuelta catastrófica para los gunner. Un año después, el destino volvía a cruzar a Cesc con su equipo. Un año más tarde, el políglota francés tenía en bandeja una revancha encarrilada. Nada. El Arsenal, equipo joven, con calidad y velocidad, saltaba al Camp Nou asombrado ante tanto bullicio. Sus caras lo decían. El Arsenal, un proyecto que —como bien comentó Andrés Pérez y adelantó Víctor Úcar— es una idea romántica de Wenger, se agazapó atrás y aguantó con un fútbol atípico al que no está demasiado acostumbrado. La defensa como base de su juego. El contragolpe como una buena oportunidad.
El Barça, fiel a su patentada filosofía del toque y el juego raso imperativo, tomaba las riendas de un encuentro tenso para todos en el que el Arsenal guardaba posiciones con una estrategia tan poco sorprendente como defensiva. La situación de Robin «el insólito» Van Persie en punta presagiaba un choque lleno de idas y venidas, de balones largos y peligro constante. Su fugaz recuperación, la ajustada convocatoria y la titularidad esperada, hacían del tulipán el arma sorpresa de Wenger mientras los de Guardiola seguían a lo suyo. La posesión se volcaba del lado culé y las ocasiones, poco a poco aparecían como un ejemplo de necesidad. El pesado paso de los minutos giraba en torno a un domino claro sin marcador definido. Los azulgrana apretaban, pero el muro defensivo gunner se mostraba rígido en las acometidas del denominado MVP, Messi, que no cesaba en sus intentos fallidos.
El objetivo inglés se acercaba. Muy fiel a la mentalidad anglosajona, los metódicos londinenses veían en su resistencia del ecuador la clave para tener media eliminatoria ganada. Pero al filo del descanso, cuando el líder francés se frotaba las manos y pensaba en el discurso a los suyos en el vestuario, una iluminación del genio culé con el 8 a la espalda, dejaba en bandeja el esférico a Messi. Éste, en una complicación digna de un astro —o loco— del balompié, regalaba a los espectadores del Camp Nou un hermoso gol que les mandaba directamente a los cuartos. Con 45 minutos por delante, la eliminatoria estaba encarrilada, los ánimos elevados y la cena servida para disfrutar del segundo acto.
Falta de visibilidad. Así se puede resumir el accidentado empate del Arsenal. Balón al área botado desde la esquina, trío culé al salto y, Busquets, completamente tapado, hace de ése el único disparo legal del Arsenal. Pero —tristemente para el fútbol y para la victoria del Barça— entró en escena el protagonista de la noche. Massimo Busacca, el controvertido colegiado suizo, dejó destellos de su irregularidad. En primer lugar, por no señalar un posible —e ignorado por TVE— penalty sobre Messi. En segundo lugar, por expulsar de manera excesivamente rigurosa a Robin «el alterado» y dejar con uno menos a los de Wenger con lo que ello conlleva. El trencilla, exageradamente severo y legal. El holandés, atontado donde los haya y realizando el primer y último disparo inglés de la noche que le llevó prematuramente al vestuario.
A partir de ahí, el Barça dominó —más si cabe— el encuentro y sitió el área londinense con rapidez, internadas, movimientos y verticalidad hasta que, de nuevo el genio Andrés, combinó con Xavi y éste con Villa, que dejó solo al capitán para batir a un Almunia suplente-salvador. Pero la prórroga, si bien servía a los ingleses, no a los culés que siguieron volcados sobre la puerta gunner hasta que una zancadilla en terreno hostil mandaba el balón a los once metros para que Messi pusiese el 3-1 final. Bendtner tuvo en sus botas el 3-2 a falta de cuatro minutos, en un error defensivo incomprensible, que no supo aprovechar y que no habría hecho justicia, objetividad en mis palabras, para un equipo que llegó, especuló con el resultado y se va con la sensación de robo a la isla. Wenger dijo: «Busacca ha matado el partido. La expulsión de Van Persie ha sido frustrante», a lo que Guardiola respondió: «no han dado tres pases seguidos. Si ellos creen que la razón ha sido la expulsión de Van Persie no llegarán lejos y siempre se quedarán a las puertas de todo». Sólo los grandes llegan lejos. Los especuladores se quedarán siempre en el camino.
Imagen | El País
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1 Comentarios:
No mereció de ningún modo el Arsenal pasar la eliminatoria. Por mérito del Barça o demérito propio (un poco de todo) vuelve a estamparse ante su realidad: la de un equipo bello, joven, ilusionante pero impotente.
Boussaca no debió expulsar a Van Persie jamás, en otro orden de cosas. Pero no fue una acción que, creo yo, determinaría a posteriori el resultado de la eliminatoria. Por cierto, mención especial a Xavi e Iniesta. Los dos mejores del partido.
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