Andrés Pérez | La pasada década (2000-2009), como la gran mayoría, ha dejado imborrables imágenes en el memorial colectivo y una pléyade especialmente prodigiosa de futbolistas para el recuerdo. Si los 90 supusieron un cambio en los usos y hábitos del fútbol, es decir, si en el anterior decenio se fraguaron los mimbres del fútbol plenamente moderno, en éste que ya hemos abandonado hemos asistido a su confirmación. Entre algunos de los futbolistas de mayor talla que la primera década del siglo XXI ha dejado es posible destacar a un grupo de delanteros que durante los mejores años de su madurez asombraron a Europa por su capacidad goleadora, su voracidad de cara a portería y su violento compromiso con el gol cada jornada. Éstos son los goleadores para recordar una década:
Ruud Van Nistelrooy
Van Nistelrooy, a pesar de su aspecto bonachón, fue posiblemente el mayor depredador de área que Europa ha visto jugar en los últimos diez años. El holandés fue un compendio de virtudes que todo delantero debe manejar con eficacia si quiere convertirse en alguien algún día: descomunal en el juego aéreo, inteligente al espacio, capacidad técnica a ras de suelo, táctica impecable de espaldas a la portería y un oportunismo en las jugadas claves desesperante para sus marcadores. El holandés es el más alto de los grandes goleadores de la última década y el que peor suerte tuvo de cara a títulos europeos: no jugó apenas una final de Copa de Europa puesto que cuando llegó al Manchester éste ya había obrado el milagro en Barcelona y, para cuando quiso aterrizar en Madrid, el conjunto de la capital se hallaba lejos de tamañas metas.
En cualquier caso, Van Nistelrooy es uno de los máximos goleadores de la historia de la Champions League, lo cual son palabras mayores. Tras deslumbrar en Holanda anotando un sinfín de goles, el tulipán se acercó al hombro de Ferguson anhelando cotas mayores. El Manchester de Scholes, Giggs, Beckham, Keane o Verón se elevó a las alturas: con Van Nistelrooy el conjunto ganó en voracidad goleadora y obtuvo todos los títulos imaginables en las islas. El holandés suplió el puesto vacante que ya había abandonado años atrás Cantona y dejó una huella indeleble en Old Trafford. Berbatov, años después de su último partido vistiendo de rojo, aún tiene sobre sí la alargada sombra de quien, un día, amagó con alcanzar las cotas de excelencia de Marco Van Basten. Lejos de ser un futbolista total, a Van Nistelrooy le bastó con su apabullante media goleadora: 337 goles en 546 partidos.
Andriy Shevchenko
Shevchenko deslumbró al mundo en la Champions League 1998/1999 llevando a su Dinamo de Kiev a las semifinales de la competición, tras dejar por el camino a equipos tan notorios como Arsenal o Real Madrid, al cual, por cierto, le anotó tres goles. Shevchenko terminó aquella Champions como máximo goleador con ocho tantos. Su Dinamo cayó en semifinales ante el Bayern, posterior mártir de la final en el Camp Nou. El Milan se fijó en él y llamó a sus puertas previendo el elevadísimo rendimiento que el ucraniano podría dar en una liga de alto nivel dadas las virtudes que había mostrado: una velocidad desorbitante compaginada a la perfección con su poderosísimo disparo.
En Italia Shevchenko se salió. Consiguió una Champions League anotando el penalty decisivo en la tanda final ante la Juventus y, como cruz, premió involuntariamente con su fallo, también en la ruleta de los penaltys, en Estambul a aquel Liverpool inverosímil de 2005. Shevchenko causó pavor. Su endiablada potencia en carrera y sus buenos fundamentos técnicos le permitieron vivir por detrás del delantero, jugueteando con sus marcadores en la línea de tres cuartos, apareciendo y escondiéndose, buscando romper las costuras rivales o resolviendo la impotencia de encontrar una jugada con lanzamientos lejanos. A Shevchenko le sobraba con un espacio. Su voracidad y poderío físico se terminaron cuando emigró a Londres tras siete temporadas en Milán donde anotó más de 170 goles. Una recta final mal llevada y decadente a mitad de camino entre el Chelsea y, breve y nuevamente, Milan, ensució la impresionante carrera del mejor jugador ucraniano de siempre. ¿El balance? 309 goles en 614 partidos.
Ronaldo Nazario de Lima
De Ronaldo hablaba Juandi Mora recientemente a raíz de su retirada. Es el primero en retirarse de todos los grandes delanteros del pasado decenio y es, con total seguridad, el que mayor impronta deja en la memoria colectiva. En honor a la verdad, el Ronaldo que maravilló al mundo no jugó a partir del 2000 sino en los últimos años del 90: primero en el PSV, como Van Nistelrooy, posteriormente en Barça e Inter de Milan. El del Barça, en concreto, se postuló como heredero de Pelé y como nuevo gran rey del fútbol. Un trono que alcanzó a medias dadas sus continuas y graves lesiones en la rodilla.
Ronaldo era un ciclón. Un jugador que combinó como ninguno la velocidad y potencia en carrera con la técnica excelsa de los mejores brasileños de siempre. A todo eso, Ronaldo le sumaba la innata capacidad de anotar goles, de perforar porterías y de sentar porteros. Su temporada en Barcelona fue una locura: en 49 partidos marcó 49 goles. Cifras históricas. Se desprendió el Barça de él y aterrizo en el Inter, donde alzó la UEFA, su único trofeo internacional y continuó su apabullante progresión. Entonces se rompió. Se rompió y deambuló tres años en un mar de impotencia e inactividad para volver en 2002, proclamarse pichichi del Mundial y, con dos goles en la final, devolver a Brasil el cetro del fútbol Mundial. Ronaldo viajó al idílico Madrid de Florentino Pérez y allí, ya convertido en un delantero de más área, de menor recorrido, volvió a anotar goles en sus últimos grandes destellos. A partir de ahí, la ruina, decadencia, Milan, Brasil, altercados con los aficionados del Corinthians, y exceso de peso marcaron su final. Para el recuerdo, esto. Y sus 352 goles en 515 partidos.
Samuel Eto'o
De los hasta ahora nombrados, el camerunés es el único que disfruta de un presente esplendoroso. Actualmente en el Inter de Milán, Eto'o lleva 15 goles esta temporada en Liga y ejerce de líder dentro del campo del vigente Campeón de Europa. En lo concerniente a Copas de Europa, Eto'o tiene amplia experiencia: ha ganado tres y ha anotado goles en dos finales diferentes. Ambas con el Barça. Hablar de Eto'o es hablar de la voracidad insaciable de un futbolista que tras ser repudiado por el Madrid se hizo un nombre y una auténtica leyenda en el Camp Nou, abriendo el marcador en las dos finales de Champions que el conjunto culé ha disputado en los últimos años.
Historia viva del fútbol, Eto'o era y es todo fibra. Un jugador que lejos de ostentar una calidad técnica notoria radicaba sus virtudes en la voracidad insaciable que le provocaba la portería rival. Su angustia, no marcar. Su plenitud, inexistente. Para Eto'o lo imposible siempre pareció poco y así, temporada tras temporada, terminó con números de auténtico escándalo. Polémico fuera del campo, abnegado trabajador dentro del mismo, el africano aún tuvo, por orgullo propio, por profesionalidad, los arrestos de marcar más de 30 goles la misma temporada en la que Guardiola le había declarado transferible en verano, antes de iniciarse la competición. De palmarés envidiable, la palabra indomable se creó para Samuel Eto'o, cuya impronta de rebelde sin causa quedará grabada a fuego en el imaginario colectivo tras sus reivindicaciones en pleno Bernabéu, al anotar un tanto, de jugar en el Real Madrid. 247 goles en 479 partidos. Nació en el 81. Los tres delanteros antes nombrados en el 76. Calculen ustedes mismos.
Thierry Henry
Durante muchos años, Henry fue considerado sin ambages el mejor jugador del planeta. Virtudes no le faltaban. A una zancada esplendorosa, Henry sumaba disparo desde larga distancia, técnica exquisita y carisma dentro del campo. El francés había sido campeón del mundo y campeón de Europa con su selección pero aún, a principios de la década, tenía los mejores años de su vida futbolística por delante. Todos ellos, a excepción de los tres últimos, en el Arsenal, en el mejor Arsenal de siempre que lo ganó todo, que durante dos años apenas encontró resistencia en Inglaterra y que, en 2006, acarició la primera Champions League de su historia.
Precisamente Henry sufrió de vértigo, quién lo iba a decir, en aquel partido. Valdés, quien más tarde seria su compañero, impidió que Henry anotara en aquella final. El Arsenal perdió ante el primer gran Barça de la década y Henry, rodeado de un equipo de viejas leyendas y jóvenes valores, aparentó reisgnarse a su sino. Dos años más tarde aterrizaría en Barcelona y, uno más, alzaría la Copa de Europa vistiendo los colores del equipo que un día le torturó. Por aquel entonces Henry era un jugador pegado a la banda, aún de prodigioso desplazamiento y capaz frente a cualquier lateral del planeta. El peso del equipo no lo soportaba ya él, pero su rendimiento fue inconmensurable. Atrás quedaban los años de liderazgo y capitanía en el Arsenal, donde su elegancia sobre el tapete verde le otorgaron el halo de ángel caído del cielo. Un ángel voraz y luminoso que dejó goles de impagable factura. 303 goles en 647 partidos.
Filippo Inzaghi
Inzaghi pertenece a esa clase de delanteros que viven de su oportunismo. Lo lleva haciendo desde que debutara siendo un imberbe en el Piacenza, a mediados de los noventa hasta sus últimos días en Milán. Inzaghi no es rápido, no es alto, no es fuerte, no es un futbolista técnico y tampoco posee una pegada temible. A pesar de ello, es uno de los máximos goleadores históricos de la Copa de Europa y un ídolo irrepetible en Milán, donde ni siquiera ha fraguado los mejores años de su carrera. Es Inzaghi, la excentricidad por bandera y el mito como mayor aval. Uno de esos extraños casos que el fútbol decide premiar.
A Inzaghi se le recuerdan sus mejores años en Turín, vistiendo los colores de la Juventus y marcando durante cuatro años seguidos más de veinte goles por temporada, números asombrosos, especialmente las de su primer año allí, alcanzando la muy admirable cifra de 36 goles en un equipo italiano. Le es indiferente, al Pippo le da igual, como le ha dado igual todo. Sus enfervorizadas celebraciones, su cartel de alborotador nato, su piel cetrina, su eterno pelo lacio y moreno, su histrionismo, todo es tan inherente a su nacionalidad, la italiana, que observándole cuesta no entender los motivos de su idolatría. A pesar de todo, Inzaghi ha sido capaz de anotar en dos temporadas más de diez goles en competición europea. Todo un logro. Algo común para Inzaghi, jugador que vive al filo de la red, en el área pequeña, buscándose la vida en cotos vedados para tipos como él: las alturas, las largas carreras, el cuerpo a cuerpo. Inzaghi, aquel futbolista que anotaría dos goles en una final de Copa de Europa para martirio de Reina, finaliza sus días aún amargando la vida a grandes equipos. El último en sufrirle fue el Real Madrid. Bendito sufrimiento, añado. 315 goles en 607 partidos.
Raúl González Blanco
Albergaba dudas sobre la posibilidad de incluir aquí a Raúl o no. Si bien es cierto que el mejor Raúl pertenece a la primera década del siglo XXI, sería un acto temerario obviar en el balance de su carrera las excelsas primeras cinco temporadas como profesional, todas ellas disputadas en los noventa, Champions League de 1998 inclusive. Asimismo, Raúl no es un nueve. No es un delantero al uso como los anteriormente nombrados. Posiblemente, éste último argumento en contra de su inclusión se volvió, de una forma algo irónica, a su favor: a pesar de no ejercer de delantero puro, Raúl tiene un promedio de goles apabullantes y lidera holgadamente la clasificación de máximo goleador histórico de la Copa de Europa con 69 goles. Números inmejorables, de leyenda, de uno de los mejores jugadores de siempre en España y en Europa.
A Raúl le pesará por siempre su vinculación madridista, su penalty ante Barthez y sus últimos años como profesional en Madrid, siempre rodeados de la polémica sobre su titularidad o estancia en el equipo. Ajeno a todo ello y mucho antes de que Raúl pasara a ser objeto de agrias disputas entre aférrimos a su causa y absolutos opositores, su trayectoria es impecable. De auténtico genio. Raúl, el más prematuro de todos los aquí nombrados, el más genio, el más inteligente, el que mejor supo sacar provecho de sus virtudes, el más puntual a su cita con la Historia, el más temido por hinchadas rivales, termina sus días en Alemania, vistiendo los colores del Schalke, aún a tiempo de amargar la existencia de algunos. En su día fue uno de los mejores jugadores del momento. Alejado siempre de los focos del fútbol mediático, obstinado en su trabajo en el Madrid, a Raúl se le negó un Mundial y un Balón de Oro, títulos que, no tanto el segundo, hubieran engalanado más si cabe su palmarés. Su historial de virtudes, de golazos, de goles inverosímiles, oportunistas, de cuchara, de rebote, de estar ahí. Porque Raúl está, estuvo y siempre estará ahí. Acechando. Oliendo a triunfador. 338 goles en 779 partidos.
Por el camino se quedan unos cuantos. Gracias a todos los que propusisteis nombres de grandes delanteros de la pasada década y al intenso debate que se creó en Twitter. Los nombres de aquellos delanteros que de un modo u otro serán herencia de esta década: Elber, Jardel, Forlán, Makaay, Morientes, Owen, Crespo, Claudio López, Larsson, Palermo, Klose, Drogba o Trezeguet entre otros muchos.
Lectura recomendada | Tabla histórica de goleadores de la Liga de Campeones
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viernes, 11 de marzo de 2011
Delanteros para una década
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2 Comentarios:
Macho, vaya pedazo de entrada te acabas de cascar. Sinceramente, creo que si envías esto a cualquier periódico de España (y de Europa) te lo publican echando ostias. Muy buen análisis, recopilación de datos y capacidad para describir en unas líneas a grandísimos jugadores. Espero que dentro de 10 años hagas otro post con los Messi, Rooney, Cristiano & CO
muy buen post amigo...los datos son muy correctos, aunque son datos de toda la carrera de cada jugador, me gustaria ver datos de la decada exclusivamente, aun asi me gusto mucho.
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