miércoles, 2 de marzo de 2011

Tendencias


Andrés Pérez | No hace mucho, Canal + promocionaba la Premier League con imágenes de partidos en vertical. La sutil metáfora ejemplifica a la perfección la forma de plasmar gráficamente los estados emocionales de los equipos ingleses: a diferencia de la expresión horizontal de la selección española y el actual Barça, en Inglaterra la voracidad ofensiva se plasma en el eje de coordenadas Y, para deleite del espectador ansioso de emociones primarias alejadas de cualquier superficialidad estética. Anoche, tanto Manchester United como Chelsea intercambiaron papeles y asumieron el rol de equipo avasallador/avasallado en función de la capacidad física y psicológica de sus futbolistas.

Fue el United el primero en leer con acierto la debilidad del rival. Si el partido se resume de algún modo, es en la capacidad de ambos de oler la sangre de su adversario. El United, equipo que hace de la velocidad y la movilidad en la parcela ofensiva su forma de existir, mareó durante veinte minutos a un Chelsea apático. Ivanovic y Ramires miraban estupefactos cómo Nani y Evra reinventaban el concepto más anticuado del fútbol: tocarla y ofrecerse al espacio. Por la banda izquierda, vía Evra, llegaban las mejores ocasiones del United. Todas ellas quedaron refrendadas en el gol de Rooney, disparo raso y ajustado al borde de la frontal ante la pasividad dolorosa de la defensa del Chelsea. David Luiz, imperial anoche, incluido.

El Chelsea sucumbía como un juguete roto ante la presumible exhibición ofensiva de Chicharito, Nani, Rooney o Fletcher. No fue tal puesto que en un campo inglés la verticalidad no es una constante. Alejados de la monotonía de los conjuntos dominadores en el plano horizontal, el equipo inglés medio no entiende de constancia y funciona por tendencias. En ocasiones inclina el campo hacia la portería rival; en ocasiones hacia la propia. Así, en el filo que separa la gloria del desastre saltando por encima del centro del campo, United y Chelsea regalaron una segunda mitad vertiginosa.

Antes de ella, al final del primer tiempo, el Chelsea recuperaba sus constantes vitales de la mano de Essien y un interesado pero impotente Lampard. Ramires, jugador que necesita de sus mejores compañeros para rendir, comenzaba a carburar. Anelka corría. Torres aún no. Entre tanto, Ivanovic y Cole decidían volver a parecer futbolistas. Ya en la segunda parte todo rotó en torno a David Luiz, mejor jugador arriba y abajo del conjunto de Ancelotti y central para varios lustros: inteligente al corte, fuerte en el contacto, rápido y con buen manejo de balón, el brasileño destrozó los planes del United voleando un balón a la red dentro del área. Fue David Luiz el empuje y Drogba y Lampard los repuntes finales: uno y otro se bastaron para poner de los nervios a Vidic, que terminó expulsado. Penalty que jamás fue, Lampard que fusiló y victoria marcada por la tendencia decreciente del United y creciente, a base de tensión, del Chelsea.

Cosas del fútbol inglés, en Londres la alegría hoy es doble.

Imagen | Clarín

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