jueves, 17 de marzo de 2011

El Madrid rompe con su pasado reciente


Andrés Pérez | Acudía el Madrid con gran urgencia al partido de vuelta de los octavos de final. La urgencia que provoca el peso de seis años sin superar una ronda que comenzaba a mostrarse maldita y que era reflejo de las miserias del conjunto madridista durante los últimos años a pesar de los exiguos campeonatos de Liga. Ante el reto que proponía su historia reciente, el conjunto de Mourinho respondió con virulencia ocasional y espesura general. En cualquier caso doblegó a su bestia negra, el Lyon, domado a pesar de su buen sentido del juego y excesivamente blando en las pocas ocasiones de las que dispuso. Su inocencia defensiva la aprovechó un Madrid, esta vez, desbocado.

Como lo lleva durante toda la temporada. Al Madrid se le podrá achacar falta de fluidez en el juego, excesiva verticalidad o demasiada dependencia de sus individualidades, pero no capacidad de remate e intimidación. Cerca del área rival, Benzema, Ronaldo, Ozil o Di María son jugadores versátiles en todas las zonas del campo, rápidos y potentes. Además dotados técnicamente. Una pesadilla para la defensa rival, por más que no encaje el esquema o el centro del campo no gobierne como debiera con Xabi Alonso y Khedira. Es el recurso del Madrid, aferrarse a la violencia ofensiva de sus mejores jugadores. No deja de ser un recurso lícito y, ante todo, efectivo.

El Madrid salió con la intención de controlar el juego pero no pudo hacerlo dados sus evidentes nervios y el buen hacer del centro del campo francés, donde Toulalan y Kallstrom ofrecieron la calma que la parcela ofensiva del Madrid nunca encontró. Los tres primeros minutos fueron un frenesí que auguraba serios problemas para Lloris. Sin embargo, el Lyon clamó el tempo del partido y trianguló con sobriedad para poner en apuros a la defensa blanca en más de una ocasión. Transcurrió la primera parte con la sensación de que era el Madrid el equipo necesitado de un gol para pasar a cuartos de final y no el Lyon. Mal presagio. En los últimos minutos del primer periodo, no obstante, el Madrid decidió aplicar la misma línea de juego que el Lyon y enarbolando jugadas a ras de suelo consiguió acercarse con más inteligencia al área francesa. Fue Marcelo, en una de sus muchas subidas por banda, quien tras tirar una pared con Ronaldo y un recorte excelso anotó el primero.


El panorama no difería en exceso para el Lyon dado que seguía necesitando un gol para estar en la eliminatoria. El escenario, sin embargo, era el ideal para el Madrid, que exigía menos paciencia y más juego directo dadas las urgencias del Lyon, más volcado hacia arriba y cediendo más espacios en su retaguardia. En ese contexto, el papel de los defensores franceses fue clave. Excesivamente inocentes, un robo de balón deparó en un balón largo de Marcelo a la espalda de Lovren, anoche calamitoso, que no acertó a despejar. La pelota se quedó franca para Benzema, que la cosió a su pie y la encajó bajo las piernas de Lloris, al que se le cayó el larguero encima.

Para entonces el partido y la eliminatoria estaban sentenciados. Fue entonces cuando se encontró mejor el Madrid, anotando incluso un tercero tras otra actuación desafortunada de Lovren. No debe engañarse el Madrid: ha doblegado a su rival con la autoridad que refleja el resultado, no su juego. No hay más superioridad que su voracidad y brutalidad en el área rival. Su primera parte fue gris y mediocre y ante un rival de mayor talla se le adivinan más problemas a un Madrid que, en ocasiones, peca de ansiedad. No piensa y resume su plan ofensivo en balones rápidos a sus veloces delanteros, incluido Ozil, desaprovechado en circunstancias así. Sea como fuere, la maldición, el peso de la historia, se ha resquebrajado. De la historia reciente, se entiende. El Madrid ya está en cuartos, de nuevo. Dispone de plantilla, entrenador y capacidad para ser temible en cualquier circunstancia. Pero ha de mejorar. Inevitablemente si desea ganar esta Champions.

P.D.

Comentario aparte merece la actuación de Pepe. Agredió en dos ocasiones a dos jugadores diferentes del Lyon sin motivo aparente. La primera, un planchazo injustificado a Lisandro al borde del área de Casillas. La segunda, un arrebato encolerizado que casi termina con la cara de Cissoko en el hospital. Pepe tiene un grave problema psicológico. Sus arrebatos de ira le pueden costar muy caros al Madrid, y con Albiol en el banquillo no parece que merezca la pena de este modo arriesgar. Alguien debería hablar con él.

Imagen | El País

2 Comentarios:

Anónimo dijo...

Lo de Pepe fue anoche de juzgado de guardia. La verdad es que el Madrid tuvo suerte porque el árbitro no quiso ver la evidencia. En cualquier caso no habría supuesto nada para la eliminatoria, pues ya estaba prácticamente cerrada y además no creo que el Lyon hubiese sacado algo de provecho. Pero ojito más adelante con rivales más poderosos como al amigo Pepinho se le vaya la olla y se atrevan a mandarle a la grada. Además de una dura sanción dejará a su equipo muy mermado. Veremos si Mou es capaz de reconducir a nuestro maravilloso marrullero

Viko

Pablo Orleans dijo...

Y yo que no me enteré de lo de Pepe...

Aún con todo, sólo lo de Casquero merece una visita al psicólogo.