Andrés Pérez | Entre líneas, el jugador clave de Brasil es Robinho. Su transformación como futbolista ejemplifica la transformación de Brasil como conjunto. Musculado y con una cabeza mejor ordenada a nivel táctico, Robinho baja a recibir los balones que la mediocridad de la medular brasileña no es capaz de hacer llegar a los delanteros. Lee bien el juego entre líneas, atina con los pases en los momentos oportunos y no se ceba con la conducción de balón: en suma, Robinho es el jugador clave de Brasil ya que sobre él rota la transición defensa-ataque.
Robinho ha cambiado porque Dunga le ha hecho cambiar para participar en un Brasil, dicen, táctico y defensivo, novedoso, por tanto. Es falso. Brasil renegó de su mitificado estilo jogo bonito en los 80, cuando una generación espléndida de futbolistas les dejó a las puertas de dos Mundiales. Jugaron como dioses para perder como mortales. Desde entonces, con la llegada de los noventa, Brasil adoptó el doble pivote y triunfó en el 94, alcanzó la final en el 98 y venció de nuevo en Corea y Japón. Desde el Mundial en que Parreira decidió hacer de Mauro Silva el hombre clave de su medio campo, el Brasil de Pelé o de Zico es mero recuerdo. Se europeizó.
Así que no ha de extrañar que, ahora, con un entrenador que fue futbolista defensivo y que participó en esa misma copa del mundo de 1994, en EEUU, Brasil mantenga un centro del campo de contención y fuerza y emplee un sistema que protege su portería y no sufre sin balón. Anoche Brasil se cargó a Chile al contraataque. Mortífera en las transiciones, Robinho en mente, con Alves jugando a ser Paul Breitner actuando de centrocampista libre en apariencia, Brasil dio un recital de cómo jugar al espacio. Una Chile ofuscada de cara a portería hizo el resto.
Cada pérdida de balón del conjunto de Bielsa era otro paso hacia el abismo. Lo fue porque Brasil intimida corriendo hacia arriba con espacios, pensando rápido y actuando con precisión en los momentos claves. Es un equipo letal. Esto les puede provocar un shock a los nostálgicos, pero no por ello será menos real: Brasil es mejor ahora de lo que pudiera ser intentando jugar a lo que un día fue. Como Holanda, otro equipo que ha decidido abandonar, al menos en apariencia, su estilo tradicional o la aureola que dos mundiales le hizo arrastrar. Ahora Holanda especula, reserva fuerzas y resuelve partidos en dos latigazos.
Eslovaquia no plantó la suficiente cara como para intimidar lo suficiente a una Holanda insultantemente cómoda plantada sobre el terreno de juego. No atacó porque no lo necesitó: se aferró a Robben tras un pase de Sneijder. Agarró el futbolista del Bayern el balón escorado en la banda, encaró a dos defensas, se dirigió hacia el pico del área y buscó el palo interior. La jugada de toda la vida de Robben, que por más previsible que sea no impide que sea efectiva. Es muy bueno.
Sufrirá Brasil frente a un equipo que le exigirá más ofensivamente y que, visto lo visto, no va a regalar las facilidades atrás que le regaló Chile. Holanda no se quiere volver loca en los partidos y ante todo y como Dunga mantiene el orden en su centro del campo con Van Bommel y De Jong. Sus centrales, cómodos y protegidos, juegan mejor y ocultan así sus carencias. Espera un gran partido en cuartos. Y, ante todo, espera Robben, el jugador que puede hacer campeona a Holanda. Al fin.
Resultados de la decimoctava jornada:
Holanda 2 - 1 Eslovaquia
Brasil 3 - 0 Chile
Imagen | El País | RTVE
Robinho ha cambiado porque Dunga le ha hecho cambiar para participar en un Brasil, dicen, táctico y defensivo, novedoso, por tanto. Es falso. Brasil renegó de su mitificado estilo jogo bonito en los 80, cuando una generación espléndida de futbolistas les dejó a las puertas de dos Mundiales. Jugaron como dioses para perder como mortales. Desde entonces, con la llegada de los noventa, Brasil adoptó el doble pivote y triunfó en el 94, alcanzó la final en el 98 y venció de nuevo en Corea y Japón. Desde el Mundial en que Parreira decidió hacer de Mauro Silva el hombre clave de su medio campo, el Brasil de Pelé o de Zico es mero recuerdo. Se europeizó.
Así que no ha de extrañar que, ahora, con un entrenador que fue futbolista defensivo y que participó en esa misma copa del mundo de 1994, en EEUU, Brasil mantenga un centro del campo de contención y fuerza y emplee un sistema que protege su portería y no sufre sin balón. Anoche Brasil se cargó a Chile al contraataque. Mortífera en las transiciones, Robinho en mente, con Alves jugando a ser Paul Breitner actuando de centrocampista libre en apariencia, Brasil dio un recital de cómo jugar al espacio. Una Chile ofuscada de cara a portería hizo el resto.
Cada pérdida de balón del conjunto de Bielsa era otro paso hacia el abismo. Lo fue porque Brasil intimida corriendo hacia arriba con espacios, pensando rápido y actuando con precisión en los momentos claves. Es un equipo letal. Esto les puede provocar un shock a los nostálgicos, pero no por ello será menos real: Brasil es mejor ahora de lo que pudiera ser intentando jugar a lo que un día fue. Como Holanda, otro equipo que ha decidido abandonar, al menos en apariencia, su estilo tradicional o la aureola que dos mundiales le hizo arrastrar. Ahora Holanda especula, reserva fuerzas y resuelve partidos en dos latigazos.
Eslovaquia no plantó la suficiente cara como para intimidar lo suficiente a una Holanda insultantemente cómoda plantada sobre el terreno de juego. No atacó porque no lo necesitó: se aferró a Robben tras un pase de Sneijder. Agarró el futbolista del Bayern el balón escorado en la banda, encaró a dos defensas, se dirigió hacia el pico del área y buscó el palo interior. La jugada de toda la vida de Robben, que por más previsible que sea no impide que sea efectiva. Es muy bueno.
Sufrirá Brasil frente a un equipo que le exigirá más ofensivamente y que, visto lo visto, no va a regalar las facilidades atrás que le regaló Chile. Holanda no se quiere volver loca en los partidos y ante todo y como Dunga mantiene el orden en su centro del campo con Van Bommel y De Jong. Sus centrales, cómodos y protegidos, juegan mejor y ocultan así sus carencias. Espera un gran partido en cuartos. Y, ante todo, espera Robben, el jugador que puede hacer campeona a Holanda. Al fin.
Resultados de la decimoctava jornada:
Holanda 2 - 1 Eslovaquia
Brasil 3 - 0 Chile
Imagen | El País | RTVE
6 Comentarios:
Ambos han superado la fase sin sufrir, lo que se dice a media máquina. Gran análisis sobre el accionar de Robinho, del cual yo, sinceramente no lo ví tan sobresaliente (y menos Lucio, jugando de "suelto" a lo Koeman en al Barca del 93, 94).
Lo de Robben hoy fue genial, ese sí demostró ponerse el equipo al hombro.
Es muy loco pensar que Maicon es o será más que Cafú??? Futbolisticamente eh, no a nivel titulos
Yo creo que aún así Cafú se recordará siempre como uno de los mejores Laterales de la historia, sin embargo yo nunca recordaré a Maicon porque a pesar de la labor que realiza en esta selección, no me gusta.
"Brasil renegó de su mitificado estilo jogo bonito en los 80"
¡¡Al fin alguien lo dice!!Que parecia que Dunga hubiera inventado el doble pivote.
Gracias por vuestros comentarios.
@Guido: Es que la actividad de Robinho, al no perderse ya en el artificio de las bicicletas y las virguerías técnicas, pasa más desapercibido. Porque de él se espera o se esperaba que fuera un virtuoso intrascendente, pero ha modificado su estilo. Sin embargo, su función es vital o así me lo parece.
Y probablemente Maicon llegará más lejos que Cafú como futbolista. Radica su calidad en el físico y en amplios conocimientos tácticos, a diferencia de un Cafú más técnico, pero es un tractor.
@shaskh: Es normal, también, porque Cafú marcó una época como lateral. No me atrevo a calificarlo como el mejor, pero sí como uno de los mejores. Maicon es otro tipo de futbolista.
@Raist_Master: Dunga jugó e el Brasil del 94 casi con un trivote. Él no lo inventó: la leyenda del Brasil con un sólo pivote defensivo, y, para colmo, atacante, se terminó hace mucho tiempo. Baste fijarse en la del 2002.
Maicon es el tractor amarillo
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