Andrés Pérez | Atemorizada como llegaba España a la cita frente a Honduras, el resultado obtenido, un dos a cero claro y evidente que no pudo convertirse en la exhibición de Portugal por falta de puntería y cierta ambición en los últimos minutos, es positivo. Lo es porque recupera el aliento de un grupo al que se le había dilapidado o enterrado tras la derrota ante Suiza y lo es, esencialmente, porque en un Mundial cuesta purgar las heridas y más a España. Honduras se enfrentó a un equipo obligado a redimirse y a convencer, espoleado por el fracaso de la primera jornada, y necesitado de gustarse a sí mismo, de autocomplacerse. En esa situación sucumbió, como cabía esperar.
Es cierto y no cabe ningún pero a la siguiente afirmación: Honduras es un rival menor cuya presencia en el Mundial es prácticamente exótica y que para colmo de sus males adolece de la falta de cierto gen competitivo como selección. Intentar elevar a los altares el partido de España frente al combinado centroamericano es distanciarse de la realidad, convengamos, pero no lo es en menor medida exhibir el ímpetu habitual, tan de aficionado español, de crítica por la pura crítica. Esto es: de hablar de horrendo partido de España y fatal resolución frente a la portería hondureña, de aventurar la inminente y segura eliminación ante Chile.
Los fantasmas no los crea el fútbol sino sus aficionados, y en España tenemos una fábrica de sábanas agujereadas en la que trabajan cuarenta y cinco millones de obreros. La selección modificó el esquema para darle mayor verticalidad a su juego y una Honduras latina, adelantada, deseosa de lanzarse al ataque y menos ordenada y seria que la Suiza de Hitzfeld, hizo el resto. Le regaló a España espacio y Xavi abrió a Navas y a Villa para que aprovecharan desde la banda la función de pivote de Torres, anoche ensimismado en su desgracia, en su lesión y en su fatal racha con la camiseta española. Perdió posesión España, en lo que algunos interpretan como peor fútbol que el habitual cuando antes precisamente criticaban la posesión, a favor de un fútbol más vertical y punzante, más peligroso.
Encolerizada como andaba, Villa alzó la voz con un zarpazo estrellado en el larguero de Valladares y refrendó la virulencia del combinado nacional cuando al borde del área grande, escorado a banda, porque el asturiano no entiende de táctica para buscar el marco contrario, se zafó de dos defensores hondureños para colocar el balón en la escuadra. A partir de entonces España dominó y jugó a su gusto, no creando posesiones anodinas y estériles en el medio campo y sí buscando con perpetuidad el marco hondureño, alertando de una goleada escandalosa que no llegó por los continuos desatinos de Torres y la falta de originalidad de un, en apariencia, maniatado Navas, quién sabe si por ser el último en llegar.
Le sentaron bien los cambios a España y ahora a Del Bosque se le plantea una duda razoble: si mantener este once tipo o imaginar un mediocampo con un pivote menos y con Fábregas al lado de Xavi. En cualquier caso el camino será complejo: espera una Chile ordenada y fogosa al mismo tiempo necesitada únicamente del empate para pasar a octavos de final. España se complicó la vida en Suiza y por eso hoy el país es una suerte de cisma entre los optimistas y los cenizos, pero la vorágine absurda de debates inocuos entre aficionados radicales no debería desteñir una evidencia futbolística: ningún equipo, y sí, repítanselo si quieren, era Honduras, ha dominado tanto y ha creado tanto peligro como España. Parece un buen aval.
P.D.1
En el resto de la jornada, Portugal decidió destrozar a las cándidas almas norcoreanas para asegurarse virtualmente el pase a los octavos de final tras la chapuza de Costa de Marfil ante Brasil el domingo. Chile, por su parte, se impuso a la misma Suiza de España y casi, casi, roza con placer el cruce ante Portugal o Brasil.
Es cierto y no cabe ningún pero a la siguiente afirmación: Honduras es un rival menor cuya presencia en el Mundial es prácticamente exótica y que para colmo de sus males adolece de la falta de cierto gen competitivo como selección. Intentar elevar a los altares el partido de España frente al combinado centroamericano es distanciarse de la realidad, convengamos, pero no lo es en menor medida exhibir el ímpetu habitual, tan de aficionado español, de crítica por la pura crítica. Esto es: de hablar de horrendo partido de España y fatal resolución frente a la portería hondureña, de aventurar la inminente y segura eliminación ante Chile.
Los fantasmas no los crea el fútbol sino sus aficionados, y en España tenemos una fábrica de sábanas agujereadas en la que trabajan cuarenta y cinco millones de obreros. La selección modificó el esquema para darle mayor verticalidad a su juego y una Honduras latina, adelantada, deseosa de lanzarse al ataque y menos ordenada y seria que la Suiza de Hitzfeld, hizo el resto. Le regaló a España espacio y Xavi abrió a Navas y a Villa para que aprovecharan desde la banda la función de pivote de Torres, anoche ensimismado en su desgracia, en su lesión y en su fatal racha con la camiseta española. Perdió posesión España, en lo que algunos interpretan como peor fútbol que el habitual cuando antes precisamente criticaban la posesión, a favor de un fútbol más vertical y punzante, más peligroso.
Encolerizada como andaba, Villa alzó la voz con un zarpazo estrellado en el larguero de Valladares y refrendó la virulencia del combinado nacional cuando al borde del área grande, escorado a banda, porque el asturiano no entiende de táctica para buscar el marco contrario, se zafó de dos defensores hondureños para colocar el balón en la escuadra. A partir de entonces España dominó y jugó a su gusto, no creando posesiones anodinas y estériles en el medio campo y sí buscando con perpetuidad el marco hondureño, alertando de una goleada escandalosa que no llegó por los continuos desatinos de Torres y la falta de originalidad de un, en apariencia, maniatado Navas, quién sabe si por ser el último en llegar.
Le sentaron bien los cambios a España y ahora a Del Bosque se le plantea una duda razoble: si mantener este once tipo o imaginar un mediocampo con un pivote menos y con Fábregas al lado de Xavi. En cualquier caso el camino será complejo: espera una Chile ordenada y fogosa al mismo tiempo necesitada únicamente del empate para pasar a octavos de final. España se complicó la vida en Suiza y por eso hoy el país es una suerte de cisma entre los optimistas y los cenizos, pero la vorágine absurda de debates inocuos entre aficionados radicales no debería desteñir una evidencia futbolística: ningún equipo, y sí, repítanselo si quieren, era Honduras, ha dominado tanto y ha creado tanto peligro como España. Parece un buen aval.
P.D.1
En el resto de la jornada, Portugal decidió destrozar a las cándidas almas norcoreanas para asegurarse virtualmente el pase a los octavos de final tras la chapuza de Costa de Marfil ante Brasil el domingo. Chile, por su parte, se impuso a la misma Suiza de España y casi, casi, roza con placer el cruce ante Portugal o Brasil.
Resultados de la undécima jornada:
Portugal 7 - 0 Corea del Norte
Chile 1 - 0 Suiza
España 2 - 0 Honduras
P.D.2
Más que Fútbol, tras el parón del fin de semana, volverá a la normalidad hasta el final del Mundial. Espero.
Imagen | El País
1 Comentarios:
Estoy totalmente de acuerdo con lo que dices al final. No he visto ningún partido de Argentina, la verdad, pero también pienso que es España la que mejor juega y la que crea más peligro, sin más. Lo de Suiza puede considearse un incidente que si vencemos a Chile no tendrá repercusión alguna.
Un saludo.
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