Andrés Pérez | Era complicado encontrar algo que pudiera fallar anoche. Chelsea, Liverpool, Londres, lluvia, barro, fútbol inglés, emoción, noche de champions y grandes jugadores. Lo complicado se transformó en obvio al cabo de cinco minutos. Buen fútbol. Porque, sí, hubo emoción a raudales, pero faltó buen fútbol, jugadas combinadas y en definitiva, calidad sobre el césped. Y no porque los jugadores no la atesoraran, sino porque, salvo el Arsenal, en Inglaterra, la calidad no es un factor primordial. la constancia, el físico y la verticalidad se ven más premiadas que un simple bonito pase. Incluso la metereología se alió con la Copa de Europa, como tantas otra veces, para desvelar el misterio: la pareja de baile en Moscú a mediados de mayo del Manchester United. Fue el Chelsea. Tras otra prórroga, tras otra eliminatoria igualadísima hasta el último minuto, tras otra exhibición de coraje y de fuerza. Tras otra semifinal que, lejos de ser gloriosa, fue emocionante y pasará a la historia precisamente por eso. Cuando el fútbol falla lo único que podemos pedir es emoción, por eso, sería conveniente dar las gracias al fútbol inglés y al Liverpool y al Chelsea por brindarnos lo que hace al fútbol el deporte universal: La posibilidad de lo imposible.
El pase a la final del Chelsea es casi de mal gusto. Sin entrar a valorar la labor de Avan Grant salta a la vista que el Chelsea que viajará a Moscú es herencia al completo del ya alejado Mourinho. Es casi morboso y de mal gusto, por tanto, que ahora, cuando Mourinho está de vacaciones, finalmente el Chelsea se acerque al tan ansiado sueño de Abramovich. La Copa de Europa. Tres semifinales y unos cuartos de final después el Chelsea está en la final. Es, lo que comúnmente se denomina hacerse grande. Grande ya era el Liverpool, desde hace mucho. Su grandeza ahora vive de glorias, gestas a las que tan sólo equipos destinados a la gloria como el propio Liverpool, el Milan o el Real Madrid están destinados. El Liverpool alcanza una cuota de mística que ningún otro equipo en el mundo puede atesorar. Su valor, hoy en día, es el de ganar y ganar para una afición que nunca se cansará de animar. Su valor, es el de seguir creando un equipo ganador que poco a poco y basado en el tremendo éxito de la Copa de Europa del 2005 terminará convirtiéndose en un grandísimo equipo, de nuevo. Si el Liverpool, con todas las carencias que tiene, con todos aquellos jugadores que dicen no tener nivel para jugar en un club que siempre aspira a todo alcanza año sí y casi año también las semifinales de la Copa de Europa, no quiero imaginar que podría ocurrir con dos o tres años más de dinero traído de América. Probablemente nunca lo sepamos, porque probablemente Benítez no alcance esa fecha si el equipo sigue sin ganar una Liga, pero, en caso de que fuera así, recordaré felizmente cuando un equipo de jugadores mediocres venció al todopoderoso Milan una noche en Estambul, en 2005.
Pero este añó no será el del Liverpool. Es el del fútbol inglés personificado en Chelsea y Manchester United. Especial felicitación merece el Chelsea, equipo, como ya he dicho, que se ha hecho grande a base de caer en eliminatorias durante cuatro años seguidos. A base de aprender de los grandes. El dinero da grandes equipos, pero saber llegar a la final de la Copa de Europa no lo producen los petrodólares, sino la experiencia que adquieres cuando Barcelona, Milan, Liverpool o Real Madrid te han apeado de tu sueño europeo. Ahora sí el Chelsea es un grande. Ahora, su camino, gane o no gane la Copa de Europa, se ha visto completado. Tiene un aval que presentar cada año, y si alza la orejuda finalmente, aún más. Encomiable por tanto es lo de los blues. Es el ejemplo perfecto del empeño y del no rendirse nunca. Ejemplo, que personifica Drogba, el delantero total y hoy por hoy el mejor delantero del planeta. No hay futbolista que actualmente combine de la manera que lo hace Drogba tal capacidad técnica, táctica y física. Lo tiene todo y parece imparable. Acapara más del 70% del juego ofensivo del Chelsea y aún sabiendo los rivales que siempre serán sus botas las que canalicen los ataques de los londinenses no lo pueden parar. El hombre de la semifinal, sin duda.
El trabajo de Drogba se ve refutado por una defensa de hierro, por un genio como Lampard y por un recuperado Ballack. Todos ellos salieron al lluvioso campo de Stamford Bridge dominando y con muchas más ocasiones de gol que un dormido Liverpool. El Chelsea era mucho mejor, tenía muchas más ocasiones y certificaba con su actitud su probable pase a la final. Tal fue la avalancha de los de Grant que el gol terminó llegando tras un fallo clamoroso de Arbeloa en defensa. Extraño nerviosismo mostraba la zaga del Liverpool anoche, nerviosismo que finalmente se ha mostrado definitivo en jugadas clave del partido. Si por algo se caracterizaba el Liverpool en Europa más allá de su gloria particular, era por cometer cero fallos cada partido en defensa. Anoche los tuvieron. Y con Drogba enfrente firmaron su sentencia de muerte. Volviendo a la jugada, un pase en profundidad de Lampard a Kalou lo terminó aprovechando el inefable Drogba para con un disparo perfecto batir a Reina. Era el minuto 32 y si nada cambiaba el Chelsea iba a arrasar al Liverpool.
Torres arriba estaba muy solo, Alonso no estaba cuajando su mejor partido, Gerrard no tocaba bola gracias a la gran labor del inagotable Makélélé y Kuyt estaba demasiado disperso en la banda, más allá de su infalible entrega habitual. Las charlas de Benítez en los descansos deberían ser estudiadas alguna vez. Comenzó la segunda parte y Xabi Alonso se puso a los mandos del Liverpool para dominar descaradamente a un Chelsea de metal que esperaba cómodamente en su campo. Cómodamente, todo hay que decirlo. Las buenas intenciones del Liverpool, que siempre combinó más y jugó relativamente mejor, recordaban al Barça del martes, empeñado en tocar pero sin crear ocasiones. Así caminaban los reds hasta que Benayoun dejó su seña de indentidad por Stamford Bridge. Arrancó desde la banda derecha, dejó en el camino a cuatro jugadores rivales y con un magnífico pase entre líneas dejó que Torres hiciera su trabajo. Trabajo, perfectamente culminado ante la salida de Cech. Cristiano Ronaldo debería aprender de Drogba o Torres, estrellas que en los partidos grandes no se ocultan. Se crecen. Hoy por hoy, ambos, Drogba y Torres, son los dos mejores delanteros del planeta.
El Chelsea recordó los fantasmas de los años anteriores y se amedrentó. Entre ellos Drogba. El Liverpool fue el dueño y señor de la segunda parte pero no consiguió marcar un gol que se hubiera mostrado definitivo. Prórroga de nuevo y a sufrir ambos equipos. La prórroga dejó en evidencia las carencias del Liverpool en defensa durante todo el partido. El Chelsea comenzó mejor la primera parte del tiempo añadido pero daba igual, era un partido descaradamente de ida y vuelta. Puramente inglés, aderezado con la mística de la Copa de Europa, claro. Corría el 98' y a Hyppia le entró un arrebato de juvenil. Nerviosísimo, entró a Ballack en la esquina del área. Penalty claro ante la incredulidad de los presentes. Hyppia, curtido en mil y una batallas perdiendo la cabeza en una jugada clave del partido. Anteriormente Rosseti había anulado correctamente un gol de Essien por fuera de juego de Carvalho, que estorbaba a Reina. Con remordimiento o sin él, no dudo en pitar la pena máxima que Lampard ejecutó a la perfección. Literalmente. En teoría no debería haber afectado al Liverpool pero la salida de Torres y en general el despropósito tras un gol inesperado dejaron sin capacidad de reacción a los de Benítez. Un penalty bastante claro a Hyppia, un gol en fuera de juego del Chelsea y un golazo de Babel tras cantada de Cech después, el Liverpool estaba en casa y el Chelsea en Moscú jugándoselo todo a una carta con el Manchester, como en la Premier. Los del norte podrán excusarse en Rosseti, en ese penalty a Hyppia o en ese fuera de juego de Malouda en el tercer gol del Chelsea, pero tal y como me negué en los cuartos de final frente al Arsenal, me niego y se deberían negar a creer que están fuera por el árbitro. Un año toca, y otro, Drogba destroza tu sueño. Es así, nadie dijo que los sueños estuvieran reservados a unos cuantos privilegiados. En eso consiste la magia del fútbol, en que los sueños están al alcance de todos. Felicidades Chelsea. Gracias Liverpool.
Vía | Más que Fútbol
Imagen | As, Marca, El País
Más que Fútbol ● 2008
El pase a la final del Chelsea es casi de mal gusto. Sin entrar a valorar la labor de Avan Grant salta a la vista que el Chelsea que viajará a Moscú es herencia al completo del ya alejado Mourinho. Es casi morboso y de mal gusto, por tanto, que ahora, cuando Mourinho está de vacaciones, finalmente el Chelsea se acerque al tan ansiado sueño de Abramovich. La Copa de Europa. Tres semifinales y unos cuartos de final después el Chelsea está en la final. Es, lo que comúnmente se denomina hacerse grande. Grande ya era el Liverpool, desde hace mucho. Su grandeza ahora vive de glorias, gestas a las que tan sólo equipos destinados a la gloria como el propio Liverpool, el Milan o el Real Madrid están destinados. El Liverpool alcanza una cuota de mística que ningún otro equipo en el mundo puede atesorar. Su valor, hoy en día, es el de ganar y ganar para una afición que nunca se cansará de animar. Su valor, es el de seguir creando un equipo ganador que poco a poco y basado en el tremendo éxito de la Copa de Europa del 2005 terminará convirtiéndose en un grandísimo equipo, de nuevo. Si el Liverpool, con todas las carencias que tiene, con todos aquellos jugadores que dicen no tener nivel para jugar en un club que siempre aspira a todo alcanza año sí y casi año también las semifinales de la Copa de Europa, no quiero imaginar que podría ocurrir con dos o tres años más de dinero traído de América. Probablemente nunca lo sepamos, porque probablemente Benítez no alcance esa fecha si el equipo sigue sin ganar una Liga, pero, en caso de que fuera así, recordaré felizmente cuando un equipo de jugadores mediocres venció al todopoderoso Milan una noche en Estambul, en 2005.
Pero este añó no será el del Liverpool. Es el del fútbol inglés personificado en Chelsea y Manchester United. Especial felicitación merece el Chelsea, equipo, como ya he dicho, que se ha hecho grande a base de caer en eliminatorias durante cuatro años seguidos. A base de aprender de los grandes. El dinero da grandes equipos, pero saber llegar a la final de la Copa de Europa no lo producen los petrodólares, sino la experiencia que adquieres cuando Barcelona, Milan, Liverpool o Real Madrid te han apeado de tu sueño europeo. Ahora sí el Chelsea es un grande. Ahora, su camino, gane o no gane la Copa de Europa, se ha visto completado. Tiene un aval que presentar cada año, y si alza la orejuda finalmente, aún más. Encomiable por tanto es lo de los blues. Es el ejemplo perfecto del empeño y del no rendirse nunca. Ejemplo, que personifica Drogba, el delantero total y hoy por hoy el mejor delantero del planeta. No hay futbolista que actualmente combine de la manera que lo hace Drogba tal capacidad técnica, táctica y física. Lo tiene todo y parece imparable. Acapara más del 70% del juego ofensivo del Chelsea y aún sabiendo los rivales que siempre serán sus botas las que canalicen los ataques de los londinenses no lo pueden parar. El hombre de la semifinal, sin duda.
El trabajo de Drogba se ve refutado por una defensa de hierro, por un genio como Lampard y por un recuperado Ballack. Todos ellos salieron al lluvioso campo de Stamford Bridge dominando y con muchas más ocasiones de gol que un dormido Liverpool. El Chelsea era mucho mejor, tenía muchas más ocasiones y certificaba con su actitud su probable pase a la final. Tal fue la avalancha de los de Grant que el gol terminó llegando tras un fallo clamoroso de Arbeloa en defensa. Extraño nerviosismo mostraba la zaga del Liverpool anoche, nerviosismo que finalmente se ha mostrado definitivo en jugadas clave del partido. Si por algo se caracterizaba el Liverpool en Europa más allá de su gloria particular, era por cometer cero fallos cada partido en defensa. Anoche los tuvieron. Y con Drogba enfrente firmaron su sentencia de muerte. Volviendo a la jugada, un pase en profundidad de Lampard a Kalou lo terminó aprovechando el inefable Drogba para con un disparo perfecto batir a Reina. Era el minuto 32 y si nada cambiaba el Chelsea iba a arrasar al Liverpool.
Torres arriba estaba muy solo, Alonso no estaba cuajando su mejor partido, Gerrard no tocaba bola gracias a la gran labor del inagotable Makélélé y Kuyt estaba demasiado disperso en la banda, más allá de su infalible entrega habitual. Las charlas de Benítez en los descansos deberían ser estudiadas alguna vez. Comenzó la segunda parte y Xabi Alonso se puso a los mandos del Liverpool para dominar descaradamente a un Chelsea de metal que esperaba cómodamente en su campo. Cómodamente, todo hay que decirlo. Las buenas intenciones del Liverpool, que siempre combinó más y jugó relativamente mejor, recordaban al Barça del martes, empeñado en tocar pero sin crear ocasiones. Así caminaban los reds hasta que Benayoun dejó su seña de indentidad por Stamford Bridge. Arrancó desde la banda derecha, dejó en el camino a cuatro jugadores rivales y con un magnífico pase entre líneas dejó que Torres hiciera su trabajo. Trabajo, perfectamente culminado ante la salida de Cech. Cristiano Ronaldo debería aprender de Drogba o Torres, estrellas que en los partidos grandes no se ocultan. Se crecen. Hoy por hoy, ambos, Drogba y Torres, son los dos mejores delanteros del planeta.
El Chelsea recordó los fantasmas de los años anteriores y se amedrentó. Entre ellos Drogba. El Liverpool fue el dueño y señor de la segunda parte pero no consiguió marcar un gol que se hubiera mostrado definitivo. Prórroga de nuevo y a sufrir ambos equipos. La prórroga dejó en evidencia las carencias del Liverpool en defensa durante todo el partido. El Chelsea comenzó mejor la primera parte del tiempo añadido pero daba igual, era un partido descaradamente de ida y vuelta. Puramente inglés, aderezado con la mística de la Copa de Europa, claro. Corría el 98' y a Hyppia le entró un arrebato de juvenil. Nerviosísimo, entró a Ballack en la esquina del área. Penalty claro ante la incredulidad de los presentes. Hyppia, curtido en mil y una batallas perdiendo la cabeza en una jugada clave del partido. Anteriormente Rosseti había anulado correctamente un gol de Essien por fuera de juego de Carvalho, que estorbaba a Reina. Con remordimiento o sin él, no dudo en pitar la pena máxima que Lampard ejecutó a la perfección. Literalmente. En teoría no debería haber afectado al Liverpool pero la salida de Torres y en general el despropósito tras un gol inesperado dejaron sin capacidad de reacción a los de Benítez. Un penalty bastante claro a Hyppia, un gol en fuera de juego del Chelsea y un golazo de Babel tras cantada de Cech después, el Liverpool estaba en casa y el Chelsea en Moscú jugándoselo todo a una carta con el Manchester, como en la Premier. Los del norte podrán excusarse en Rosseti, en ese penalty a Hyppia o en ese fuera de juego de Malouda en el tercer gol del Chelsea, pero tal y como me negué en los cuartos de final frente al Arsenal, me niego y se deberían negar a creer que están fuera por el árbitro. Un año toca, y otro, Drogba destroza tu sueño. Es así, nadie dijo que los sueños estuvieran reservados a unos cuantos privilegiados. En eso consiste la magia del fútbol, en que los sueños están al alcance de todos. Felicidades Chelsea. Gracias Liverpool.
Vía | Más que Fútbol
Imagen | As, Marca, El País
Más que Fútbol ● 2008