Andrés Pérez | Al tiempo que Camuñas empujaba el balón a la red, al Real Madrid se le agotaban las expectativas de ganar la Liga. En Pamplona el conjunto de Mourinho se mostró psicológicamente endeble, corto de efectivos y nulo de ideas en ataque, colapsado no se sabe muy bien si por la ausencia de Xabi Alonso, el infierno que supone acudir al Reyno de Navarra o la presión que le debe suponer jugar, últimamente, conocedor de la victoria del Barça de antemano. Quizá sean los factores definitorios o quizá sean coyunturales. Quizá el equipo no está preparado aún para hacer frente a un Barça estratosférico que camina a golpe de goleada hacia su tercera Liga consecutiva.
Desde que Casillas encajara cinco goles en el Camp Nou con la consiguiente y comprensible humillación nacional de los pupilos de Mourinho, el Real Madrid no ha levantado cabeza. Curiosamente una de las principales características históricas de las plantillas del portugués ha sido la fortaleza psicológica, algo que a estas alturas de temporada no parece disfrutar el Madrid. Y digo parece puesto que es enero y las posibilidades de una resurrección en forma de remontada inverosímil a modo de la temporada 2006/2007 existen. Son remotas habida cuenta del estado de forma del Barcelona, pero existen, puesto que esto sigue siendo un deporte y la lógica un inconveniente muy molesto para la épica. Psicología, decíamos: el rendimiento post-Camp Nou sólo se puede calificar como decepcionante.
Previo al paso por el campo del Barça, el Madrid era un equipo ciertamente efectivo. Y hasta cierto puto espectacular. No está de más recordar alguna que otra goleada en el Bernabéu o las excelentes sensaciones que transmitió en algunas fases de la recta final de 2010, con un Di María en estado de gracia, Ronaldo haciendo goles día tras día y un centro del campo perfectamente engranado, Xabi Alonso al mando, Khedira en la destrucción y Ozil creciendo a cada jornada. Aquel era un Madrid impetuoso, voraz, enérgico que sumía a sus rivales en una espiral de frenesí apta únicamente para conjuntos físicamente portentosos a un tiempo que técnicamente irreprochables. No era lo que, con toda seguridad, aspiraba a conseguir Mourinho, no aún, pero se le acercaba.
De aquel conjunto queda poco. Físicamente el Madrid está hundido, qué mejor prueba de ello que el episodio de Pamplona, con todos los titulares hundidos en enero y sin algún revulsivo de nivel en el banquillo. La plantilla parece ser corta a estas alturas de la temporada puesto que, oh, sorpresa, jugadores como Lass o Granero no dan el perfil, Kaka' sigue sin aparecer, Benzema es intermitente y Canales o Pedro León son inexistentes. La cuesta de enero, dicen. Moral y físicamente el Madrid está, a día de hoy, a más de 7 puntos de un Barça que va con la directa y al que le resta contar días en el calendario para, de seguir así todo, proclamarse campeón.
Lo cual es profundamente aburrido.
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