Andrés Pérez | Daniel Jarque, central y reciente capitán del Espanyol, murió hace casi diez días a los 26 años de edad. Era futbolista. Conviene no olvidar este último dato, a pesar de que pueda parecer una perogrullada. Lo hizo en plena pre-temporada, como Puerta hace dos años. ¿Se acuerdan de él? Cómo olvidarlo. Sevillista de pro, criado en la cantera, debuta con Joaquín Caparrós el 21 de marzo de 2004 frente al Málaga. De ahí a la gloria. Ganó dos copas de la UEFA —en una de ellas marcando el gol clave frente al Schalke en semifinales—, una Copa del Rey y una Supercopa de España y de Europa. Un palmarés de oro. Un jugador desequilibrante, clave en el Sevilla e internacional frente a Suecia, en aquel partido de infausto recuerdo en el que España cayó —el primer partido sin Raúl—. Hace dos años murió tras desplomarse en pleno partido de Liga frente al Getafe. Era agosto. Pre-temporada. Se pudo levantar por su propio pie pero dos días después su cuerpo finado fue declarado muerto en el hospital. El mundo del fútbol lloró entonces, como llora ahora la ida de Jarque. Recuerden, Puerta, agosto, pre-temporada, Sevilla, el equipo de la famosa papilla.
El tiempo pasó y entre medio asistimos con pavor al desfallecimiento de De la Red en un partido de Copa en Irún. De la Red cuajó una temporada sencillamente maravillosa con el Getafe —semifinales de la UEFA incluídas— que le llevó a la selección en la Eurocopa de Austria y Viena. Jugó contra Grecia, anotanto el gol del empate. El Madrid decidió repescarlo, no contaba en exceso pero jugaba algo. Se desplomó en pleno partido de Copa. Era otoño. No ha vuelto a jugar. Conmoción, recuerdo de Puerta y demás, pero no pasó de ahí. El caso se olvidó, el mundo del fútbol siguió hacia adelante y ahora, en agosto de 2009, otro futbolista muere en España. Extrañas circunstancias de nuevo. Pre-temporada. En este caso antes de iniciar la Liga, en este caso en Italia, en Coverciano, lugar habitual de concentración de la selección italiana de fútbol. En pre-temporada, cuando el físico prima, cuando la preparación elegida determina el resto de la temporada.
Jarque no pasaba de ser un central común. Titular en el Espanyol, no tan joven y con ciertas expectativas de mejoría. Nada más. En absoluto aquel central expeditivo y que había sido señalado por sendos seleccionadores nacionales para el combinado nacional —un ejemplo más del descenso a los infiernos que durante años la prensa española, a nivel deportivo, lleva labrando—. Tenía 26 años y murió de una parada al corazón. ¿Cómo? He ahí la cuestión. Por poner un ejemplo, repasen la lista de ciclistas que han muerto de una parada al corazón. Ciclistas, la mayor parte de ellos dopados. Los casos más sonados los de Pantani y el Chaba Jiménez, pero la lista es amplia y extensa, para todos los colores, incluso un chaval de diecisiete años. La mayor parte de ellos, probablemente, irían dopados hasta las cejas. Ya lo dijo Manzano: "Tengo claro que no llegaré a los cincuenta". ¿Se acuerdan de Manzano? En 2004 y tras casi palmarla en pleno Tour de Francia se marcó unas declaraciones en las que denunciaba el dopaje sistemático. En 2006, tras el cierre del sumario de la Operación Puerto se supo que él fue quien dio el chivatazo de las clínicas que Eufemiano Fuentes tenía en Madrid y Zaragoza. Destapó el pastel.
Reconoció que el dopaje marca la salud del deportista. Que la mina y la dinamita, que temió por su vida. Todo por lo mismo: EPO, hormona de crecimiento, transfusiones y ahora, sin irse demasiado lejos, CERA. Cayó en el olvido hasta 2006. Como cayeron en el olvido los casos de Jiménez y Pantani. Adictos. Futbolistas, por paro cardíaco, mueren menos pero también mueren. Puerta, Sixto Rojas, Foe, Feher, Serginho, Hugo Cunha, Abdelwahab y varios de categorías inferiores. 40 casos en la última década. 3 en los 90. Se pueden escoger dos opciones: creer a los reputados "expertos" —médicos deportivos en su gran medida— y asumir que es absolutamente normal morir de un paro cardíaco a los 26 años, que es común que haya tres casos en dos años que afecten a futbolistas de primer nivel o intuir, la otra opción, que algo huele a podrido. Que si en el ciclismo las sospechas de dopaje se ciernen cada vez que un joven muere, en el fútbol debería suceder lo mismo. Que estaba en Coverciano, Italia, lugar de concentración de la selección italiana —Italia, donde el ELA ha sesgado la vida de 39 futbolistas—. Que hasta Inda, director de Marca, ve que hay gato encerrado. Que en el Corriere della Sera el otro día salió esto —traducido aquí—. Que Eufemiano reconoció que llevaba equipos de fútbol.
En caso de haber algo, no se sabrá. Es el sino del deporte a nivel general y del fútbol en particular. Un escándalo como el de la Juventus quedó en el olvido. Y sí, es cierto que el recurrir a técnicas para mejorar el rendimiento deportivo en un deporte técnico como este influye en menor medida que en otros deportes, donde el físico predomina —ciclismo, atletismo, natación—. Pero no deja de ser menos cierto que en caso de existir, nos engañan y se saltan las normas. No se cumple con la legalidad y por ende, cualquier resultado es fraude, amén de que se juega impunemente con la vida de los deportistas. ¿Alguien se acuerda de Cannavaro y la noche previa a la final de la UEFA cuando militaba en el Parma? ¿Y de Seedorf y otros tantos jugadores del Milan rehuyendo los controles anti-dopaje? ¿Alguien recuerda a los De Boer? ¿O a Stam, Couto, Davis, Gurpegui, Dugarry, Ferdinand y un largo etcétera? Enric González sabe lo que se cuece y es de los pocos que lo pregonan. Aunque hable de épocas remotas. La cuestión es, ¿qué fútbol queremos? ¿Por qué pasan desapercibidos los casos, por qué tan suaves las sanciones? No interesa. Y debemos comenzar a preguntarnos, llegados a este punto, si nos interesa o no. Si queremos un fútbol limpio o presuntamente sucio. Legal o ilegal. Éxitos refutables por todo aquello que elogiamos o tan sólo por recurrir a un medicamento concreto. Pregúntense y respóndanse. Sólo así todos abriremos los ojos.
Vía | Wikipedia, Foro de Ciclismo, La Voz de Galicia, El País, Lukor, El Mundo, Il Corriere della Sera, Terra, Ciclismo 2005, Deportes.com
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El tiempo pasó y entre medio asistimos con pavor al desfallecimiento de De la Red en un partido de Copa en Irún. De la Red cuajó una temporada sencillamente maravillosa con el Getafe —semifinales de la UEFA incluídas— que le llevó a la selección en la Eurocopa de Austria y Viena. Jugó contra Grecia, anotanto el gol del empate. El Madrid decidió repescarlo, no contaba en exceso pero jugaba algo. Se desplomó en pleno partido de Copa. Era otoño. No ha vuelto a jugar. Conmoción, recuerdo de Puerta y demás, pero no pasó de ahí. El caso se olvidó, el mundo del fútbol siguió hacia adelante y ahora, en agosto de 2009, otro futbolista muere en España. Extrañas circunstancias de nuevo. Pre-temporada. En este caso antes de iniciar la Liga, en este caso en Italia, en Coverciano, lugar habitual de concentración de la selección italiana de fútbol. En pre-temporada, cuando el físico prima, cuando la preparación elegida determina el resto de la temporada.
Jarque no pasaba de ser un central común. Titular en el Espanyol, no tan joven y con ciertas expectativas de mejoría. Nada más. En absoluto aquel central expeditivo y que había sido señalado por sendos seleccionadores nacionales para el combinado nacional —un ejemplo más del descenso a los infiernos que durante años la prensa española, a nivel deportivo, lleva labrando—. Tenía 26 años y murió de una parada al corazón. ¿Cómo? He ahí la cuestión. Por poner un ejemplo, repasen la lista de ciclistas que han muerto de una parada al corazón. Ciclistas, la mayor parte de ellos dopados. Los casos más sonados los de Pantani y el Chaba Jiménez, pero la lista es amplia y extensa, para todos los colores, incluso un chaval de diecisiete años. La mayor parte de ellos, probablemente, irían dopados hasta las cejas. Ya lo dijo Manzano: "Tengo claro que no llegaré a los cincuenta". ¿Se acuerdan de Manzano? En 2004 y tras casi palmarla en pleno Tour de Francia se marcó unas declaraciones en las que denunciaba el dopaje sistemático. En 2006, tras el cierre del sumario de la Operación Puerto se supo que él fue quien dio el chivatazo de las clínicas que Eufemiano Fuentes tenía en Madrid y Zaragoza. Destapó el pastel.
Reconoció que el dopaje marca la salud del deportista. Que la mina y la dinamita, que temió por su vida. Todo por lo mismo: EPO, hormona de crecimiento, transfusiones y ahora, sin irse demasiado lejos, CERA. Cayó en el olvido hasta 2006. Como cayeron en el olvido los casos de Jiménez y Pantani. Adictos. Futbolistas, por paro cardíaco, mueren menos pero también mueren. Puerta, Sixto Rojas, Foe, Feher, Serginho, Hugo Cunha, Abdelwahab y varios de categorías inferiores. 40 casos en la última década. 3 en los 90. Se pueden escoger dos opciones: creer a los reputados "expertos" —médicos deportivos en su gran medida— y asumir que es absolutamente normal morir de un paro cardíaco a los 26 años, que es común que haya tres casos en dos años que afecten a futbolistas de primer nivel o intuir, la otra opción, que algo huele a podrido. Que si en el ciclismo las sospechas de dopaje se ciernen cada vez que un joven muere, en el fútbol debería suceder lo mismo. Que estaba en Coverciano, Italia, lugar de concentración de la selección italiana —Italia, donde el ELA ha sesgado la vida de 39 futbolistas—. Que hasta Inda, director de Marca, ve que hay gato encerrado. Que en el Corriere della Sera el otro día salió esto —traducido aquí—. Que Eufemiano reconoció que llevaba equipos de fútbol.
En caso de haber algo, no se sabrá. Es el sino del deporte a nivel general y del fútbol en particular. Un escándalo como el de la Juventus quedó en el olvido. Y sí, es cierto que el recurrir a técnicas para mejorar el rendimiento deportivo en un deporte técnico como este influye en menor medida que en otros deportes, donde el físico predomina —ciclismo, atletismo, natación—. Pero no deja de ser menos cierto que en caso de existir, nos engañan y se saltan las normas. No se cumple con la legalidad y por ende, cualquier resultado es fraude, amén de que se juega impunemente con la vida de los deportistas. ¿Alguien se acuerda de Cannavaro y la noche previa a la final de la UEFA cuando militaba en el Parma? ¿Y de Seedorf y otros tantos jugadores del Milan rehuyendo los controles anti-dopaje? ¿Alguien recuerda a los De Boer? ¿O a Stam, Couto, Davis, Gurpegui, Dugarry, Ferdinand y un largo etcétera? Enric González sabe lo que se cuece y es de los pocos que lo pregonan. Aunque hable de épocas remotas. La cuestión es, ¿qué fútbol queremos? ¿Por qué pasan desapercibidos los casos, por qué tan suaves las sanciones? No interesa. Y debemos comenzar a preguntarnos, llegados a este punto, si nos interesa o no. Si queremos un fútbol limpio o presuntamente sucio. Legal o ilegal. Éxitos refutables por todo aquello que elogiamos o tan sólo por recurrir a un medicamento concreto. Pregúntense y respóndanse. Sólo así todos abriremos los ojos.
Vía | Wikipedia, Foro de Ciclismo, La Voz de Galicia, El País, Lukor, El Mundo, Il Corriere della Sera, Terra, Ciclismo 2005, Deportes.com
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