sábado, 5 de marzo de 2011

Touré y su positivo, la historia mil y un veces contada


Andrés Pérez | El pasado tres de marzo el Manchester City hacía público que Kolo Touré había dado positivo en un control antidoping efectuado por la Federación Inglesa. Acto seguido, el club mancuniano decidía apartar provisionalmente al cental marfileño de la disciplina del equipo hasta que se aclarara el asunto. Ni el Manchester City ni la FA desvelaron hace dos días la fecha del control y la sustancia por la que el defensa había hecho pitar la máquina. A día de hoy, dos datos básicos mediante los cuales es posible juzgar un caso de positivo no son públicos por lo que es imposible decir si Touré está en serios problemas o no.

A la espera de que se haga pública la sustancia —extraño, en cualquier caso, que la FA no lo haya hecho público—, Kolo Touré ya se ha excusado. Evidentemente, a Touré sí le han notificado la sustancia mediante la cual ha dado positivo y, con toda seguridad, también la cantidad encontrada en su orina —¿se hacen controles de sangre en el fútbol?—. Que Touré dispone de esta información no es algo intuido sino confirmado por el propio Touré hoy en un comunicado emitido por sus representantes y adelantado el día anterior por Arséne Wenger, el que fuera su entrenador en el Arsenal. Wenger: «Quería controlar su peso porque tenía problemas con ello y le cogió productos adelgazantes a su mujer». Y añade: «Es una sorpresa porque entrené a Toure durante varios años. Lo traje al Arsenal y es un chico con una vida muy sana. Es muy honesto, siempre está en casa, es un hombre de familia y no sospecho de él. No creo que haya consumido nada para mejorar su rendimiento».

Según Touré y Wenger, el defensa, un deportista de élite que tiene controlada la alimentación y el peso por su cuerpo técnico, se encontraba pesado en el campo y no tuvo otra idea mejor que coger el bote de píldoras que su mujer estaba tomando para rebajar peso y consumirlas. Touré no acudió a sus preparadores físicos, en los que la mayoría de los clubes de alto nivel invierten un dineral para mantener la línea y la forma de sus jugadores, no, sino que optó por servirse del consejo de su esposa, la cual seguramente tendría más conocimientos médicos y fisiológicos que el conjunto de matasanos que le observan a diario entrenar. Hay dos opciones: o que Touré esté engrosando la larga lista de dopados que esgrimen excusas inverosímiles o que sea tonto.

Kolo Touré se enfrenta a una sanción de dos años, la prevista en este tipo de casos en la mayoría de los deportes de alto rendimiento a excepción del fútbol. Presumiblemente, sus abogados presentarán diversas alegaciones y estudios médicos que certifiquen la historia de Touré antes de que la FA decida. Quizá para entonces sepamos qué sustancia se ha hallado en el organismo del marfileño. Quizá no. El fútbol funciona así. Hay otros deportistas que ya tomaron el ejemplo de Touré y en algunos casos se roza el absoluto delirio. Muchos de ellos se dan en el mundo del ciclismo y tienen mucho que ver con familiares o mascotas: Rumsas, aquel ciclista lituano que se subió a un podio del Tour de Francia en 2002, excusó la posesión de hormonas de crecimiento en su caravana diciendo que estaban destinadas para su suegra. Mariano Puerta, tenista argentino, edificó una excusa muy pareja a la de Touré y contó que la epinefrina encontrada en su cuerpo antes de la final de Roland Garros de 2005 se debía a que había bebido del vaso de su mujer, la cual tomaba un medicamento con esa sustancia. También va de mascotas: el ciclista Vandenbroucke señaló que la EPO, la morfina y el clembuterol encontrados en su casa eran para su perro.

Al lado de Korda, tenista checó que justificó sus elevados niveles de nandrolona por su alto consumo de carne de vacuno —la ATP señalaría más tarde que tendría que haberse comido 40 vacas al día durante 20 años—, o de Tyler Hamilton, ciclista americano que tras su positivazo por transfusión de sangre explicó que el tener sangre de otra persona en su cuerpo se debía a un hermano gemelo con el que compartió útero y que posteriormente se perdió por el camino, Kolo Touré es un aficionado. En lo que a listado de despistes y positivos accidentales se refiere, claro.

Algunos optan por la versión recreativa, como Gasquet, tenista francés que relacionó su positivo por cocaína con el beso en la boca que le regaló a una mujer en una discoteca. También Simoni, ciclista italiano, tuvo una historia para la cocaína: en su caso se debía a unos caramelos que le habían traído desde Colombia y que contenían dicha sustancia. Más cocaína: Baumann, atleta alemán, especificó que la sustancia encontrada en su organismo se debía única y exclusivamente a que ésta se hallaba en su pasta de dientes. Otros como Boonen o Sotomayor simplemente se lo pasaban bien, aunque Fidel Castro salió en defensa del cubano alegando intereses imperialistas. Un último caso de positivo chanante: Dennis Mitchell creyó oportuno contar que la elevadísima nandrolona encontrada en su cuerpo se debía a que la noche anterior había practicado sexo cuatro veces. Todo un campeón.

Así pues, se antoja necesario cierto escepticismo ante las palabras de Touré. Su historia suena extrañamente familiar con las anteriores. Huelga decir que en la mayor parte de los casos todo son meras mentiras, tretas verbales, juegos de prestidigitación de deportistas y abogados empeñados en evitar la justicia. Ante todo escepticismo: como ya se ha señalado, no se conoce ni la cantidad ni la sustancia por la que el marfileño ha dado positivo. No deja de ser llamativo, no obstante, que antes incluso de ello su ex-entrenador y sus representantes comiencen a repartir excusas.

Por último, merece la pena recordar las palabras del campeón español de los 400 metros lisos, Santiago Ezquerro, tras conocer que LaShawn Merritt, pretendió hacer colar un medicamento para alargar el pene como el motivo de su positivo por dehidroepiandrosterona (DHEA):

Los deportistas no somos tontos. Yo tengo que mirar con lupa cada medicamento que me tomo -aunque sea por un catarro- y él, que lucha por unos objetivos deportivos y económicos mucho mayores, ¿quiere hacernos creer que toma algo sin informarse? Va a ser que no.

En ese caso, más le vale a Touré demostrar que, en efecto, es muy tonto.

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Imagen | Soccerjones