Andrés Pérez | Acudía España con cierta urgencia a su amistoso ante Colombia, el primero en casa tras la borrachera que supuso el Campeonato del Mundo. La resaca parece perdurar en el conjunto de Del Bosque, que ayer, un día más, se volvió a mostrar opaco y confuso, tan apático como desmotivado y muy desconcertado en defensa. Las causas que llevan a España a afrontar cada envite de esta nula transcendencia de un modo tan tedioso son las mismas que llevaron a perder de goleada ante Portugal y Argentina: tras meses rindiendo a más del máximo nivel la relajación es la consecución natural de los hechos; tras ganar el Mundial apenas se encuentran incentivos en amistosos; cierto hastío psíquico por parte de los jugadores hacia encuentros de este calibre, etcétera. Esta vez quizá haya que disparar levemente alguna luz de alarma.
España saltó al campo convencida de que lo sucedido ante Argentina y Portugal no podía repetirse. Fue Iniesta, suave y ligero como acostumbra, quien enarboló la bandera del olvido de tales partidos apareciendo entre líneas, tocando y desapareciendo, revelándose en las esquinas más olvidadas de la defensa rival, creando fantasmas a los defensas colombianos, que perseguían sombras. Para su desgracia, Iniesta, muy activo en los primeros compases del partido, apenas encontró aliados. A los pocos minutos del pitido inicial el manchego encontró un hueco entre la amalgama de camisetas azules y asistió a Villa en profundidad, quien una vez se hubo desprendido del portero envió el balón al palo. También en el rebote de la jugada, a puerta vacía. Algunos pensaron en Raúl y en una marca goleadora aún no superada por Villa, que lleva cinco palos seguidos con la selección y que no hizo nada más el resto del partido.
España ni siquiera chocaba contra un muro. Con Villa centrado, Pedro tomó la banda izquierda y su rapidez fue tan efímera como escasamente violentas las ofensivas españolas. Xavi se hundió entre la alta densidad de jugadores que se apelotonaban frente a la portería de Ospina, al que se le adivinaban carencias en cada balón en alto o inofensivo pero del que no se tuvo ninguna noticia en todo el partido. Culpa de España. Los restantes minutos de la primera parte apenas sirvieron para una veloz jugada de Armero, que en un contraataque enviaría el balón lejos de la portería de Casillas tras zafarse de un perdido Ramos y un realmente soñoliento Piqué.
La segunda parte comenzó relativamente bien para el equipo de Del Bosque. Duró, aproximadamente, siete minutos. Los primeros cambios, lejos de reavivar el tedio, descolocaron a los que se mantuvieron en el campo y el caos fue espectacular. Durante más de veinte minutos de la segunda parte, España perdió el norte, situación que no le fue ajena a Colombia, quien se lanzó airadamente al ataque perdiéndole el respeto a España. Un fallo de Arbeloa en la entrega avisaría de las internadas posteriores del activo Cuadrado, un jugador del que se pudieron entrever maneras. Posteriormente sería Piqué y un recién entrado Silva quienes perderían la concentración en ejemplos degradantes de falta de intensidad. Colombia, espoleada por los numerosos errores españoles y por su falta de ideas y ganas en la parcela ofensiva, se terminó creyendo que, efectivamente, acudía al Bernabeu en calidad de algo más que de simple invitada al baile. De hecho, la jugada más clara de todo el partido para el conjunto colombiano llegó en una jugada envidiable por parte de Zúñiga, Guarín y Rolladega. Una simple superioridad numérica en la banda de Arbeloa —calamitoso— deparó en un disparo a bocajarro del delantero del Wigan.
El susto despertó en cierto modo a España, que tras la salida de Silva, enérgico y príncipe sobre el césped cuando se encuentra pleno de facultades y de físico, y de Cazorla, habitual en todas las concentraciones a pesar de su ausencia por lesión en Sudáfrica, se lanzó hacia arriba. Entre el del Villarreal y el del City, pasado el minuto 80, intentaron poner orden en el caos desatado en el Bernabeu para gloria de los miles de aficionados colombianos que se acercaron al estadio. Con Torres y Llorente arriba una vez se retiraron Pedro y Villa y con Navas recuperando el tono en la banda que defendía Armero, España encontró línea discursiva. En una jugada al borde del final del partido, cuando apenas restaban seis minutos para el pitido concluyente, Cazorla abrió a Navas, que tras desbordar al lateral centró raso al primer palo, donde flotó Silva por encima del enorme Yepes —todo el partido— para empujar el balón a la red.
Aparecían los fantasmas de una maldición post-campeonato del mundo pero Silva, que se reivindicó ayer con un partido más que decente, plantando cara a la situación apática de sus compañeros y anotando el gol de la victoria, los borró con elegancia. España ya ha ganado un amistoso, aunque haya sido de forma inmerecida y con más sobresaltos de los esperados. La lectura, no obstante, es en cierto modo preocupante. Los amistosos ante Portugal, México y Argentina llegaron cerca del verano y con la temporada apenas recién estrenada, por lo que la desconcentración y falta de tono físico estaban plenamente justificadas. Este partido, aburrido y previsible por parte de España, llega en plena temporada, con, en teoría, todos los seleccionados a pleno rendimiento.
En descargo del equipo, cabe recordar que cuando España quiso, pudo. Y en esencia eso sigue diferenciando a un equipo histórico del resto.
Imagen | El País | RTVE
España saltó al campo convencida de que lo sucedido ante Argentina y Portugal no podía repetirse. Fue Iniesta, suave y ligero como acostumbra, quien enarboló la bandera del olvido de tales partidos apareciendo entre líneas, tocando y desapareciendo, revelándose en las esquinas más olvidadas de la defensa rival, creando fantasmas a los defensas colombianos, que perseguían sombras. Para su desgracia, Iniesta, muy activo en los primeros compases del partido, apenas encontró aliados. A los pocos minutos del pitido inicial el manchego encontró un hueco entre la amalgama de camisetas azules y asistió a Villa en profundidad, quien una vez se hubo desprendido del portero envió el balón al palo. También en el rebote de la jugada, a puerta vacía. Algunos pensaron en Raúl y en una marca goleadora aún no superada por Villa, que lleva cinco palos seguidos con la selección y que no hizo nada más el resto del partido.
España ni siquiera chocaba contra un muro. Con Villa centrado, Pedro tomó la banda izquierda y su rapidez fue tan efímera como escasamente violentas las ofensivas españolas. Xavi se hundió entre la alta densidad de jugadores que se apelotonaban frente a la portería de Ospina, al que se le adivinaban carencias en cada balón en alto o inofensivo pero del que no se tuvo ninguna noticia en todo el partido. Culpa de España. Los restantes minutos de la primera parte apenas sirvieron para una veloz jugada de Armero, que en un contraataque enviaría el balón lejos de la portería de Casillas tras zafarse de un perdido Ramos y un realmente soñoliento Piqué.
La segunda parte comenzó relativamente bien para el equipo de Del Bosque. Duró, aproximadamente, siete minutos. Los primeros cambios, lejos de reavivar el tedio, descolocaron a los que se mantuvieron en el campo y el caos fue espectacular. Durante más de veinte minutos de la segunda parte, España perdió el norte, situación que no le fue ajena a Colombia, quien se lanzó airadamente al ataque perdiéndole el respeto a España. Un fallo de Arbeloa en la entrega avisaría de las internadas posteriores del activo Cuadrado, un jugador del que se pudieron entrever maneras. Posteriormente sería Piqué y un recién entrado Silva quienes perderían la concentración en ejemplos degradantes de falta de intensidad. Colombia, espoleada por los numerosos errores españoles y por su falta de ideas y ganas en la parcela ofensiva, se terminó creyendo que, efectivamente, acudía al Bernabeu en calidad de algo más que de simple invitada al baile. De hecho, la jugada más clara de todo el partido para el conjunto colombiano llegó en una jugada envidiable por parte de Zúñiga, Guarín y Rolladega. Una simple superioridad numérica en la banda de Arbeloa —calamitoso— deparó en un disparo a bocajarro del delantero del Wigan.
El susto despertó en cierto modo a España, que tras la salida de Silva, enérgico y príncipe sobre el césped cuando se encuentra pleno de facultades y de físico, y de Cazorla, habitual en todas las concentraciones a pesar de su ausencia por lesión en Sudáfrica, se lanzó hacia arriba. Entre el del Villarreal y el del City, pasado el minuto 80, intentaron poner orden en el caos desatado en el Bernabeu para gloria de los miles de aficionados colombianos que se acercaron al estadio. Con Torres y Llorente arriba una vez se retiraron Pedro y Villa y con Navas recuperando el tono en la banda que defendía Armero, España encontró línea discursiva. En una jugada al borde del final del partido, cuando apenas restaban seis minutos para el pitido concluyente, Cazorla abrió a Navas, que tras desbordar al lateral centró raso al primer palo, donde flotó Silva por encima del enorme Yepes —todo el partido— para empujar el balón a la red.
Aparecían los fantasmas de una maldición post-campeonato del mundo pero Silva, que se reivindicó ayer con un partido más que decente, plantando cara a la situación apática de sus compañeros y anotando el gol de la victoria, los borró con elegancia. España ya ha ganado un amistoso, aunque haya sido de forma inmerecida y con más sobresaltos de los esperados. La lectura, no obstante, es en cierto modo preocupante. Los amistosos ante Portugal, México y Argentina llegaron cerca del verano y con la temporada apenas recién estrenada, por lo que la desconcentración y falta de tono físico estaban plenamente justificadas. Este partido, aburrido y previsible por parte de España, llega en plena temporada, con, en teoría, todos los seleccionados a pleno rendimiento.
En descargo del equipo, cabe recordar que cuando España quiso, pudo. Y en esencia eso sigue diferenciando a un equipo histórico del resto.
Imagen | El País | RTVE
4 Comentarios:
Sublime análisis. Sólo apuntar que no debemos dar tanta importancia a que España no esté deslumbrando en estos momentos.
Alex Alonso
Creo que este equipo ha demostrado de sobras lo que es capaz de hacer...por eso considero que no debemos darle demasiada importancia a este tipo de partidos. No obstante, estoy de acuerdo contigo en el hecho de que, a estas alturas de la temporada, ayer hubo muchos jugadores que parecían no estar físicamente a tono...algo preocupante. ¿O quizás resulta que después de haberlo ganado todo estos partidos no les ofrecen ningún tipo de motivación? Quiero pensar que no. A lo mejor el desgaste de ete último mes ha pasado factura (me refiero a los jugadores del Barça y el Madrid, columna vertebral de la selección). Por eso, creo que es mejor no darle más importancia de la que tiene. Buen artículo my friend! Ahora con Twitter te leeré mucho más a menudo!
Viko
@ Alex
No se la doy, ojo, simplemente advierto del estado apático. Puede ir a mayores.
@ Viko
Sin duda. De hecho, como he dicho en Twitter a Alex, cuando las goleadas de Portugal y Argentina y la indignación de tantos por "manchar la estrella", intentaba restar importancia a partidos desarrollados en momentos y circunstancias puntuales.
La motivación tiene mucho que ver. Más que eso, hay que tener en cuenta que estos jugadores, con la selección, llevan casi tres años rindiendo al máximo nivel. Al máximo prácticamente histórico. Es normal que no se prodiguen en exceso (una mezcla de cansancio más psíquico que físico) en estos amistosos.
Gracias por vuestros comentarios.
Esperemos que la llegada de partidos de clasificación para la Euro despejen nuestras dudas y España siga siendo digna de disfrutar.
Alex Alonso
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