sábado, 12 de febrero de 2011

El premio a la genialidad


Andrés Pérez | Restaban apenas quince minutos para que finalizara el United - City cuando Nani, abierto en banda, levantó la cabeza y puso el balón en el área de Hart. Para entonces ya sucedía la genialidad: Rooney había deducido que el balón se iría algo largo para un remate de cabeza, con lo que se desprendió levemente de Kompany y encadenó en el aire una serie de movimientos a mitad de camino entre lo terrenal y lo espiritual para conectar una tijereta memorable, a la escuadra del portero del City, impotente ante semejante demostración de talento. El United anotaba su segundo tanto.

El valor de la obra de arte de Rooney valía una distancia de ocho puntos —con un partido menos— con su perseguidor vecino, y en la práctica la eliminación teórica del conjunto de Mancini. Se trata del premio a la genialidad, rara vez obviado por el fútbol. Es este un deporte generoso con los arrebatos geniales de los futbolistas inconstantes y superdotados, no tanto con aquellos regulares cuya letanía se desplaza por el terreno de juego durante la totalidad del partido, haciendo y deshaciendo en todos los tramos del juego. Por ello, el gol de Rooney ocultaba a dos hombres: Silva por un lado, revelándose día tras día como uno de los mejores jugadores de la Premier, cabeza erguida y zancada divina; Giggs por otro, cuyas canas en la barba no impiden que repita para pasmo del joven aficionado mancuniano lo que era capaz de hacer en plenitud de juventud, bailar a su par al filo de la banda, en el borde de la marginación.

Tanto Silva como Giggs saben erguirse en los momentos de importancia capital como líderes de sus compañeros. El canario, inclusive, tiene los arrestos futbolísticos necesarios como para compartir encabezamiento espiritual con el capitán nato que es Tévez. Ambos representaban a sus dos equipos en un encuentro paradigma de la Premier: emocionante e imprevisible. Para rematar el cuadro que United y City dibujaban en Old Trafford para deleite del espectador, apareció Rooney. Su gol completaba el significado de Silva y Giggs, del partido, de la Premier, del fútbol. La pincelada estilista y barroca, por excesiva, que decantó la balanza. Porque la genialidad es un boleto de lotería inevitablemente ganador.

Imagen | El Espectador

2 Comentarios:

Javiallulli dijo...

El golazo de Rooney es de los de guardar en la videoteca porque es impresionante. Por su dificultad, por su plasticidad y por su significado en un derby, decantando el partido y hundiendo al City. Me recuerda, salvando diferencias, al de Rivaldo ante el Valencia, con la salvedad de que Wayne ni siquiera se ha parado el balón.

Unknown dijo...

@ Javier

Más que el de Rivaldo. Más en todo: en fuerza, en plasticidad, en brutalidad, en belleza, en dificultad.