viernes, 13 de mayo de 2011

El Barça consigue «la esperada»


Pablo Orleans | Puede parecer prepotente. Puede, incluso, parecer excesivamente exigente. Aún así, no es despreciar el título liguero, ni mucho menos. Pero ganar la Liga, sin una victoria y tras tantas oportunidades por delante, no llena al barcelonismo. El Ciudad de Valencia no era el estadio perfecto y la celebración no era plena. Las oportunidades se perdieron hace una semana y media, cuando la derrota blanca en el Bernabéu ante el Zaragoza dejaba en bandeja el alirón culé en su próximo encuentro en casa si ganaba en Anoeta. Las dudas sembraron el infierno y la Real se llevó una victoria discutible y fácil ante un Barça —B— cómodo y centrado en Europa.

Así, tras la victoria en el derbi catalán, las opciones pasaban por Valencia. Los granotas del Levante esperaban a un Barça plagado de figuras y concienciado en sentenciar, de una vez, una Liga con propietario fijo desde hace algunas semanas. La tercera consecutiva asomaba desde hacía tiempo pero no daba el paso firme hacia adelante para llenar canaletas por segunda vez en una semana. Los jugadores, protagonistas de una celebración necesitada, respondían con agrado a los numerosos culés de Valencia para terminar la noche con los miles que esperaban en Barcelona.

A un paso del doblete, la temporada del FC Barcelona puede ser ovalada. Me explico. Con la Liga en el bolsillo, los de Guardiola esperan a Wembley para el asalto a la cuarta orejuda de su historia. La nota discordante de la Copa achata los polos de esta temporada redonda para no hacerla tan perfecta. A pesar de que todavía queda un partido para la gloria, nada se puede reprochar a un grupo de ases que han coincidido en una época y en un grupo difícilmente igualable. Mientras el Madrid hace cantera a base de talonario, los culés disfrutan en familia de la tercera —consecutiva— victoria liguera de sus pupilos.

El fútbol premia a los valientes. El fútbol premia a los atrevidos, a los superdotados, a los humildes y trabajadores. Y el Barça, este Barça para la historia, lo tiene todo para ser el más galardonado. El atrevimiento de jugar a un estilo imposible, perfecto, preciso y eficaz. De mimar el esférico con sublimidad y controlar el juego en todo momento. De apostar por los de casa, por una filosofía trabajada y por un estilo estudiado concienzudamente. La perfección se trabaja, y eso es algo en lo que los integrantes de la plantilla azulgrana tienen un máster. Trabajan con humildad para seguir haciendo lo que más les gusta. Trabajan con seriedad sin preocuparse por los arbitrajes, por los errores ajenos ni el beneficio propio a base del perjuicio del prójimo. La pócima, bien guardada bajo llave en la hucha de La Masía, reposa con la receta esencial para crear genios y unir mentalidades. El fruto se convierte en ligas; en finales de Copa y de Champions consecutivas. En celebraciones que, prontas o tardías, vuelven a poner —año tras año— al barcelonismo en la cumbre del balompié. Enhorabuena Barça.

Imagen | El País

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