miércoles, 4 de mayo de 2011

Caer presa de su propia trampa: el Barça volverá a Wembley


Pablo Orleans | Cuarto y último acto de la temporada, que no del año, entre los máximos rivales del fútbol español y que volvió a dejar vencedores y vencidos. El mundo esperaba un choque intenso, con un Real Madrid distinto que buscaría la sorpresa en Can Barça y adelantaría las retrasadas líneas de la ida para buscar el necesario gol que le metiese en la eliminatoria. Así fue. Los del innombrable, hoy encabezados por Aitor Karanka, presentaban un plantel completamente distinto, en dibujo y en esencia, al de una conservadora ida en el Bernabéu. Y se vio otra cosa. Dos equipos que jugaban o intentaban jugar, que atacaban o eso buscaban y que alternaban ocasiones de gol con modelos distintos y maneras de jugar completamente diferentes y absolutamente válidas.

La sensación cambiaba tras 300 minutos de juego en los que, mientras unos elaboraban su fútbol y seguían hasta la última consecuencia su filosofía como se pudo ver en la Copa, los otros cambiaban –con derecho de hacerlo- su manera habitual de jugar y dar espectáculo para destruir fútbol y mostrar tres encuentros soporíferos que, aunque llenos de emoción, no llegaban a la suela del zapato de lo que se podía esperar en tres semanas de «partidos del Siglo».

Y es que, el planteamiento del Madrid en el Camp Nou demostraba varias cosas. En primer lugar, que el técnico portugués y su plantilla no daban por perdida la eliminatoria e iban a por todas a Barcelona. Un once ofensivo sobre el césped presumía un Real al ataque y mucha velocidad en punta que fraguó a medias y que se quedó huérfano de un enganche en condiciones. Por otro lado, este planteamiento deja claro que el Madrid es capaz de tutear al Barça del toque y la precisión, al tiempo que deja al descubierto el remiendo táctico tras el mal planteamiento del conjunto capitalino en el primer choque de Champions. Sólo el Madrid perdió la eliminatoria, dejando al Barça el camino libre de obstáculos en el campo más hostil para ellos. Por último, la sensación es que se han tirado a la basura tres encuentros —más una prórroga— de fútbol de verdad entre dos potencias mundiales y dos estilos efectivos.

Pero al final sólo gana uno. El Barça volverá a Wembley diecinueve años después de que Koeman le diese la primera de las tres al Barça. Previsiblemente será el ManU el que vuelva a medirse, como en 2009, en el estadio inglés con «la orejuda» de por medio. Se acabó lo que se daba. Iniesta inventó para que Pedro concretase. Abidal volvió para poner en pie al Camp Nou y al mundo futbolístico. Esta noche, los seguidores azulgrana, bien del sur o del norte, estarán de acuerdo: El Barça es finalista de la UEFA Champions League tras derrotar a un gran rival que cayó presa de su propia trampa. La cuarta está más cerca.

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Imagen | El País

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