Andrés Pérez | Observando a Robben uno asume que el fútbol es más sencillo de lo que nos quieren hacer creer. Robben lo hace todo fácil, o nos hace que parezca fácil. Su jugada siempre es la misma, sin posibilidad de variante: arranca desde la derecha y con su pierna izquierda y endiablada conducción de balón va dejando atrás un oponente tras otro para, posteriormente y ya al borde del área, perfilarse para disparar. Como si jamás nadie hubiera tenido tal idea, la de correr más que el rival y en velocidad recortar hacia adentro para armar el disparo, nadie puede parar a Robben.
Quizá tan sólo él mismo sea su freno. Quién sabe si su mente provoca sus lesiones, o si sus lesiones minan su mente. Ayer, frente a la Fiorentina, Robben se reencontró una vez más con el jugador Guadiana que cada tres meses deja retazos de talento puro en cada estadio que pisa. Probó suerte mil y una veces con la misma jugada: arrancar desde la derecha, ganar en velocidad, recortar hacia adentro y golpear el balón. Obtuvo una expulsión del rival, un penalti efectuado y un rechace que Klose convirtió para dar la victoria al Bayern en el último minuto.
Sencillo. Al menos lo parece. Ningún defensa podría ser capaz de parar a Robben si éste estuviera en forma por más que su planteamiento futbolístico sea tan simple, en absoluto adornado con filigranas y amplio repertorio ego-técnico como el de Ronaldo. Robben es previsible pero infalible. Tan sólo cuando sus piernas dicen basta su fútbol vertical y subversivo se ve frenado. Tan sólo una desesperante escasez de visión de juego es achacable a un extremo de su calado. Un extremo de los de siempre. Qué hubiera dado Pellegrini por una de sus arrancadas el martes en Lyon.
Vía | El País
Imagen | La Vanguardia
Quizá tan sólo él mismo sea su freno. Quién sabe si su mente provoca sus lesiones, o si sus lesiones minan su mente. Ayer, frente a la Fiorentina, Robben se reencontró una vez más con el jugador Guadiana que cada tres meses deja retazos de talento puro en cada estadio que pisa. Probó suerte mil y una veces con la misma jugada: arrancar desde la derecha, ganar en velocidad, recortar hacia adentro y golpear el balón. Obtuvo una expulsión del rival, un penalti efectuado y un rechace que Klose convirtió para dar la victoria al Bayern en el último minuto.
Sencillo. Al menos lo parece. Ningún defensa podría ser capaz de parar a Robben si éste estuviera en forma por más que su planteamiento futbolístico sea tan simple, en absoluto adornado con filigranas y amplio repertorio ego-técnico como el de Ronaldo. Robben es previsible pero infalible. Tan sólo cuando sus piernas dicen basta su fútbol vertical y subversivo se ve frenado. Tan sólo una desesperante escasez de visión de juego es achacable a un extremo de su calado. Un extremo de los de siempre. Qué hubiera dado Pellegrini por una de sus arrancadas el martes en Lyon.
Vía | El País
Imagen | La Vanguardia
1 Comentarios:
Un extremo a la vieja usanza. Pegado a la banda cuerpo delgado y una facilidad para el desborde desmedida. Lástima de sus lesiones, más de una psicologica, y de la mala suerte que ha tenido por los clubs que ha pasado. Espero que triunfe en el Bayern, no por el equipo bávaro que no es que me haga demasiada gracia, si no por el bueno de Robben.
Un saludo
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