Andrés Pérez | Es una obviedad que casi ni merece la pena comentar: el Barça atraviesa un bajón físico notable. Como casi en todas las facetas de la vida, el bajón físico viene dado a su vez por cierta temeridad psicológica, quién sabe si una pérdida de confianza. No conviene, en todo caso, hacer de la derrota ante el Atlético, el pobre partido a pesar del resultado ante el Racing y la primera parte ante el Stuttgart ya en Champions ningún drama.
Como equipo que ha rozado la excelencia, cualquier cosa que no sea una victoria amplia con un abrumador dominio estilístico sobre el terreno de juego será motivo de suspicacias. No debería ser así, todos lo sabemos, pero lo es. Advirtió Guardiola: "jugando así no se pasan unos cuartos de final de la Champions". Llevaba parte de razón. El Stuttgart es un equipo competitivo y así se mostró anoche, ahogando al Barça durante todo el primer periodo con un Cacau hiperactivo y peligrosísimo. Xavi e Iniesta erraban pases, Messi perdía balones en la conducción y el cómputo de desorden lo representaba un Márquez escandalosamente débil atrás.
En tal tesitura el Stuttgart, sin jugar a gran cosa pero con la virulencia de los equipos alemanes cuando observan a su presa débil, se lanzó hacia la portería de Valdés, quien le ahorró al Barça, de nuevo, y demostrando que ha de ir sí o sí al Mundial, un disgusto mayor. Marcó Cacau tras un espléndido centro de Gebhart y el Barça se fue al descanso absolutamente noqueado.
La bronca en el descanso debió ser notable por parte de Guardiola. La segunda parte fue diferente. El Stuttgart se arropó atrás y dejó de lado los insistentes martillazos ofensivos que atestaba a la defensa baulgrana, esperando un contraataque. En esa tesitura le tocó a Xavi de nuevo echarse el equipo a las espaldas y, ya con el dominio del balón, el Barça se abrió buscando el empate. Llegó en una polémica jugada de la que Relaño, para no variar, habla hoy en su término paranoico 2.0, el Eurovillarato. De ahí al final el Stuttgart pudo marcar pero no lo hizo, y llegará al Camp Nou con la sensación de que perdió la eliminatoria avatares del azar o suerte de los campeones. Quién sabe. Pero se antoja lejana una machada en Barcelona.
Vía | As, El País
Imagen | Qué.es
Como equipo que ha rozado la excelencia, cualquier cosa que no sea una victoria amplia con un abrumador dominio estilístico sobre el terreno de juego será motivo de suspicacias. No debería ser así, todos lo sabemos, pero lo es. Advirtió Guardiola: "jugando así no se pasan unos cuartos de final de la Champions". Llevaba parte de razón. El Stuttgart es un equipo competitivo y así se mostró anoche, ahogando al Barça durante todo el primer periodo con un Cacau hiperactivo y peligrosísimo. Xavi e Iniesta erraban pases, Messi perdía balones en la conducción y el cómputo de desorden lo representaba un Márquez escandalosamente débil atrás.
En tal tesitura el Stuttgart, sin jugar a gran cosa pero con la virulencia de los equipos alemanes cuando observan a su presa débil, se lanzó hacia la portería de Valdés, quien le ahorró al Barça, de nuevo, y demostrando que ha de ir sí o sí al Mundial, un disgusto mayor. Marcó Cacau tras un espléndido centro de Gebhart y el Barça se fue al descanso absolutamente noqueado.
La bronca en el descanso debió ser notable por parte de Guardiola. La segunda parte fue diferente. El Stuttgart se arropó atrás y dejó de lado los insistentes martillazos ofensivos que atestaba a la defensa baulgrana, esperando un contraataque. En esa tesitura le tocó a Xavi de nuevo echarse el equipo a las espaldas y, ya con el dominio del balón, el Barça se abrió buscando el empate. Llegó en una polémica jugada de la que Relaño, para no variar, habla hoy en su término paranoico 2.0, el Eurovillarato. De ahí al final el Stuttgart pudo marcar pero no lo hizo, y llegará al Camp Nou con la sensación de que perdió la eliminatoria avatares del azar o suerte de los campeones. Quién sabe. Pero se antoja lejana una machada en Barcelona.
Vía | As, El País
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