miércoles, 19 de mayo de 2010

96 puntos

Andrés Pérez | Como es habitual, la normalidad en el Real Madrid no existe. O hay gloria o hay drama, el término medio brilla por su ausencia. A pesar de haber batido el récord de partidos ganados en una Liga de veinte equipos y de haber alcanzado la asombrosa cifra de 96 puntos, no ha sido campeón. Se ha quedado a un mísero punto del Barça. Visto así, su participación en el torneo es inmejorable. Si recordamos que cayó con un Segunda B en la primera ronda de Copa y que el Lyon, un buen equipo pero lejos de la élite europea, le tiró de la Champions, la temporada del Madrid ha sido desastrosa.

Decía que no se puede analizar o que los analistas no tienden a analizar las temporadas o los actos del Madrid de un modo racional. La normalidad es aquel sueño inalcanzable por la imperiosa necesidad de vender periódicos o aumentar la audiencia. La mediatización es tal que allá donde se pregunte habrá dos respuestas posibles: o no somos tan malos, o esto es un desastre; o Pellegrini no es culpable, o Pellegrini ha de marcharse. De ésto último tiene gran parte de culpa Eduardo Inda, del que sobran las palabras por mil y una veces pronunciadas. Sin embargo, y a pesar de lo sacrílego que pueda sonar, la temporada del Madrid ni es perfecta ni es un desastre. Como suele suceder, oscila en un término medio.

Llegó Florentino a le presidencia y desembolsó más de 250 millones de euros para hacer frente al mejor Barça de la historia. La recuperación del Madrid como gran adquisidor de estrellas polarizó un campeonato ya de por sí dividido entre los dos grandes y el resto. Lo que ha sucedido no es ninguna sorpresa: antes de empezar lo que todo el mundo esperaba era esto, dos equipos excesivamente grandes logrando récords inalcanzables para cualquier otro conjunto. Ronaldo, Kaka', Benzema, Albiol, Arbeloa, Granero y Garay. Siete adquisiciones para hacer un equipazo.

El Madrid ha jugado, por momentos, bien. Por momentos lo ha hecho fatídicamente. Hay que entender el contexto de cada situación: normalmente, ha cuajado partidos ofensivamente magníficos frente a equipos alejados de su órbita, esto es, de la parte baja de la tabla; habitualmente, y especialmente en la primera vuelta, se ha visto superado por conjutos de mayor talla. La falta de juego brillante del Madrid no debe ocultar su mérito: ha marcado más goles que nadie, la famosísima pegada. No es el estilo de este Madrid, o no ha sido, el de dominar futbolísticamente al rival, sino, más bien, el de destrozarle en cuanto ha tenido la oportunidad. Sin contemplaciones.

Es un estilo legítimo, pero ha fallado. Ha fallado en los momentos oportunos, en los que definen un campeonato. El Madrid, más allá de sus propios demonios internos, ha sido un conjunto imparable para 18 equipos de Liga. Ha sido regular, ha defendido bien y a pesar de arrastrar carencias notables en el medio campo, ha marcado más de cien goles. Sin embargo cuando tuvo que estar no estuvo: ni en el Camp Nou, ni en el Bernabeú frente al Barça, ni frente al Lyon, ni frente al Alcorcón. Luces, las de una temporada casi perfecta desde el punto de vista numérico; sombras, muy negras, si vamos a los momentos claves, a aquellos que definen una temporada.

No debería volverse loco el Real Madrid, aunque temo que ya lo ha hecho. Pellegrini se irá y considero que es un error: la primera temporada de Riijkard no fue buena, por más brillante segunda vuelta que cuajara. Cae el Madrid de nuevo en el error de pretender imitar al Barça, de pretender obtener seis títulos en un año, en el año de debut de su nuevo y flamante entrenador. Es tarde, Pellegrini está defenestrado. La plantilla necesita de reformas urgentes, pero no sustanciales: un delantero de mayor talla que Higuaín y un tipo que juegue por delante de Xabi Alonso con criterio, además de un extremo.

Obviando al delantero, que podían haber obtenido por cinco millones más el año pasado —Villa, que ahora se va al Barça—, el Madrid tenía lo que necesita: Sneijder y Robben. Se desprendió de ellos, y no está de más recordarles, porque fue el primer y mayor error de Florentino y sus directivos. Ya es tarde. Sin perder la cabeza, porque hay unos cimientos bestiales, el Madrid debería reponerse lejos de los radicalismos. Aunque, en fin, esa ya es la historia de un mundo utópico.

Lectura recomendada | ¿Queremos volver a ser grandes? (Alfonso del Corral en El País)
Imagen | Club Angel Portugués CR | El Espectador

2 Comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno señor andres.Buena opinion que tienes sobre el tema de la cual opino lo mismo que usted no es culpa de pelegrini, yo tampoco lo hecharia pero bueno tipico no funciona en un año fuera pues no pero bueno lo de siempre......