domingo, 1 de mayo de 2011

Al Arsenal le resta el honor


Andrés Pérez | Parecía que el Arsenal ya se dejaba llevar, eliminado de la Champions League, de la FA Cup, perdida la final de la Curling Cup en el último minuto y descolgado de la Premier tras desaprovechar una y otra vez oportunidades para recortar distancias respecto al Manchester United —siete puntos en los últimos seis partidos, tan sólo una victoria—. Parecía que el Arsenal caía otra vez presa del vértigo, incapaz de madurar, aburrido de sí mismo cuando el devenir de los acontecimientos es negativo. Lo parecía y de hecho lo era, pero tiene de tanto en cuanto el conjunto de Wenger arrebatos coléricos de honor y genialidad que le permiten sembrar adulación y admiración allá por donde fuere visto, como ante el United, hoy, dominador, altivo, insultante en las formas, capaz en labores defensivas, victorioso, en suma.

Pese a su exhibición ante el Schalke en Europa, el United llega relativamente cansado al final de la Premier y tras su estela se ha situado el Chelsea, que ha remontado el vuelo en la recta final del campeonato tras vagar lejos incluso de la Champions varios tramos de la temporada. El conjunto londinense está a tres puntos y aún tiene que enfrentarse al United en Old Trafford, en teoría inexpugnable feudo donde no ha ganado nadie, nobody, en toda la temporada. Le es indiferente al Arsenal ésto último. Él ya lanzó su temporada por la borda hace días. Su victoria y la forma en la que la ha obtenido hoy debería hacer reflexionar a Wenger porque el Arsenal, de no pinchar en infinidad ocasiones de forma infantil e impotente, podría haber ganado esta Premier. Ahora está a seis puntos de la cabeza y no es factible que el United caiga dos veces en lo que queda de campeonato y que, al mismo tiempo, el Chelsea haga lo propio. Son dos equipos expertos y graníticos cuando la situación lo requiere.

Le queda al Arsenal el honor demostrado ante el United, Wilshere y Ramsey a la cabeza, Song por detrás, Van Persie ejerciendo de líder y capitán en punta de ataque, cayendo a banda y labrando como un extremo a veces, recibiendo de espaldas a la portería en otras ocasiones, llegando desde segunda línea y asistiendo en multitud de ellas. En una de las apariciones del holandés llegó el gol de Ramsey, que crece a cada jornada. Juntos, Wilshere y Ramsey, han logrado que la alargada sombra de Cesc Fábregas haya desaparecido en cierto modo. Hoy nadie le ha echado de menos. Apoyados en Nasri o en Arshavin, el Arsenal completa un conjunto vivaz y fulgurante que cae en los ruborosos pecados y en las deliciosas virtudes de la eterna juventud. La apuesta idealista de Wenger se corresponde de forma inevitable con dos caras de la misma moneda. Educar a niños prodigios siempre es así. De ahí que el Arsenal, un año más y pese a todo, vaya a terminar la temporada sin haber obtenido ningún título.

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Imagen | Palco Deportivo

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