sábado, 28 de mayo de 2011

El asalto a la cuarta orejuda


Pablo Orleans | Último asalto de la temporada. El Barça tiene ante sí la posibilidad de conquistar el póker de Champions con una jugada magistral, en un tapete simbólicamente atractivo para el barcelonismo y ante un rival de los fuertes, un Manchester United todavía herido, eterno rencoroso, tras el golpe que los azulgrana de un novato Guardiola les asestaron en Roma, en la eterna capital italiana de inmensos coliseos y pasado glorioso. En esta ocasión, los red devils esperan cerquita de casa, en su patria, devolver el golpe recibido hace dos años y un día con la consecución de la tercera Copa de Europa de Sir Alex Ferguson, ese estratega escocés con aires de inglés ebrio. El Dictador del banquillo rojo le guarda una al Barça pero, sobre todo, se la guarda a Guardiola.

Mientras tanto, el técnico del FC Barcelona llegó a la ciudad inglesa con todos sus efectivos disponibles. El once que todos nos conocemos de carrerilla plantará cara en la alfombra de ese glorioso estadio donde, una vez, el Barça conquistó Europa. Aquel zarpazo de Koeman en el minuto 111. Aquella falta embarullada contra la Sampdoria sobre Eusebio al borde del semicírculo del área. Aquellas excelentes vibraciones cuando Ronald, el 4 del Barça atulipanado, cogía el balón con las dos manos y lo plantaba con mimo sobre el verde de Wembley. Aquel silencio previo. Aquellos corazones taquicárdicos. El miedo italiano contra la esperanza española. Esa carrera en la que todo el barcelonismo cogió aire. Aquellos dos pasos y medio frente a tres blucerchiatis y ese golpeo mágico. Seco pero dirigido, el misil que salió de la bota derecha del central holandés rozó el palo impidiendo al gran Pagliuca llegar a tiempo, convirtiéndolo en un espectador de lujo, en un protagonista derrotado.

La suerte está echada. Las aficiones, con las caras pintadas, las bufandas en el cuello, con bombos y banderas y un millón de razones para creerse ganadores, poblarán las gradas del nuevo Wembley para ayudar a sus equipos a conseguir la orejuda más valiosa, el trofeo más deseado. Sobre el terreno de juego, las miles de ilusiones de quienes no quieren perder, se unirán a las sudadas casacas de los futbolistas y juntos revivirán, como en aquel 20 de mayo de 1992, una jugada in extremis, un despiste fatal o una genialidad esperada, para llevarse la gloria o el vacío reconocimiento de ser un segundón. Que gane el fútbol, que gane el espectáculo. Pero, sobre todo, que gane el Barça.

Imagen | Gradas

0 Comentarios: