Andrés Pérez | Tuvo el Madrid un buen arranque frente al Racing de Santander y le sirvió para adelantarse en el marcador. De ahí al final, se diluyó. Peca de inconstante y de altanería el conjunto de Pellegrini sabedor de su enorme calidad individual, pero desconoce que en la virtud de sus jugadores reside el mal del fútbol grupal inconexo y superfluo que desarrolla. A pesar de todo, a pesar de rendirse a la vagancia tras anotar su tanto, a pesar de que el Racing demostró que de haber salido al Bernabeú con un planteamiento más valiente hubiera obtenido mayor recompensa, el Madrid es líder. Lo es porque el Barça es mucho más inconstante, como el Madrid, que el año pasado. Su fútbol a pleno rendimiento sigue siendo inapelable pero sus momentos de esplendor son menos frecuentes esta temporada. De ahí su empate en Bilbao. De ahí que el Madrid llegue líder al Camp Nou.
Merece un epígrafe particular el caso del Barça. Se acerca a una de las semanas claves de toda la temporada con más dudas que certezas, sabedor de su menor efectividad y con Messi perdido y entre algodones. No deberían dispararse las alarmas ya que, no en vano, insisto, el Barça sigue siendo el mejor equipo de España en cuanto a fútbol propuesto y resolución de cara a portería. Pero falla en la regularidad. Pasa de una apatía desesperante al frenesí imparable de la temporada pasada. En la auto-complacencia reside la trampa que se crea a sí mismo el propio Barça, y las dudas le han llegado frente al Inter, jugándose la clasificación para octavos de la Champions, sin liderato y recibiendo a un Madrid presumiblemente inspirado tras la vuelta de Ronaldo.
Parece evidente que el Barça aún no ha alcanzado la excelencia del año pasado, pero también que el Madrid no está en condiciones de discutirle gran cosa el próximo fin de semana si ambos practican el fútbol que conocen. También parece dudoso que este año el Barça arrase del modo que lo hizo el pasado en la Copa y, especialmente, en Europa. Sea como fuere es cuestión de tiempo su recuperación, en caso de llegar, claro está. Sigue habiendo vida tras los dos grandes y una vida bastante agradable. Tanto el Sevilla como el Valencia, dos equipos que han encontrado su identidad, se muestran como la alternativa a los dos grandes.
Notoria alternativa en caso del Sevilla. Ventiló rápidamente a un ingenuo Tenerife por medio de armas proscritas al tiempo que legendarias: los extremos. Navas dio otro recital y Perotti demostró que crece partido a partido hacia un jugador de altos vuelos, muy por encima del ya olvidado, justamente, Capel. En su fútbol vertical, de amplio espectro ya que es moldeable para cada situación, repleto de goleadores, descubrimos el mérito de un Sevilla magnífico, al que da gusto observar. Algo parecido le sucede al Valencia. En la tradicional defensa hercúlea de sus últimos diez años, en un medio campo rocoso que le da una salida rápida al balón y en futbolistas eléctricos y escurridizos arriba nace su magnífica racha. Sus cuatro puntas de lanza se bastan para finiquitar un partido y de ahí la renuncia premeditada del Valencia a dominar a su rival por medio de la posesión. Ahogó al Osasuna, que no arranca.
Como tampoco lo hace el Atlético, desesperado frente a un Deportivo que en cierto modo mereció la misma suerte que su rival. Que el empate era lo más equitativo para ambos conjuntos era una evidencia, pero Pablo se encargó de perpetrar un penalti absurdo y que, efectivamente, era, supuso una nueva derrota del conjunto de Sánchez Flores. El Atlético se hunde en el fondo de la tabla como el Málaga, que empató cochambrosamente frente a un Zaragoza que, si bien cuajó un lamentable fútbol, mereció siempre más que su rival. El partido pasó por ser uno de los peores de los últimos 150 años, pero encontramos tal motivo en el césped de La Rosaleda, la-men-ta-ble. Como lamentable, barriobajero, paleto, rastrero, triste y sancionable fue la actitud de Apoño durante todo el partido, escupiendo a la cara de Ander Herrera. Un vergonzoso personaje que no merece mayor protagonismo y que se retrata a sí mismo con sus actos. Se dedicó todo el partido a provocar sin aportar nada de valor para su equipo. Patético.
Resultados | (pincha aquí)
Clasificación | (pincha aquí)
Osasuna - Valencia |
P.D.
No tiene demasiado que ver con la actualidad liguera, pero no se ve un 9-1 todos los días. El Tottenham al Wigan.
Vía | YouTube, Más que Fútbol, Marca
Imagen | El País
Merece un epígrafe particular el caso del Barça. Se acerca a una de las semanas claves de toda la temporada con más dudas que certezas, sabedor de su menor efectividad y con Messi perdido y entre algodones. No deberían dispararse las alarmas ya que, no en vano, insisto, el Barça sigue siendo el mejor equipo de España en cuanto a fútbol propuesto y resolución de cara a portería. Pero falla en la regularidad. Pasa de una apatía desesperante al frenesí imparable de la temporada pasada. En la auto-complacencia reside la trampa que se crea a sí mismo el propio Barça, y las dudas le han llegado frente al Inter, jugándose la clasificación para octavos de la Champions, sin liderato y recibiendo a un Madrid presumiblemente inspirado tras la vuelta de Ronaldo.
Parece evidente que el Barça aún no ha alcanzado la excelencia del año pasado, pero también que el Madrid no está en condiciones de discutirle gran cosa el próximo fin de semana si ambos practican el fútbol que conocen. También parece dudoso que este año el Barça arrase del modo que lo hizo el pasado en la Copa y, especialmente, en Europa. Sea como fuere es cuestión de tiempo su recuperación, en caso de llegar, claro está. Sigue habiendo vida tras los dos grandes y una vida bastante agradable. Tanto el Sevilla como el Valencia, dos equipos que han encontrado su identidad, se muestran como la alternativa a los dos grandes.
Notoria alternativa en caso del Sevilla. Ventiló rápidamente a un ingenuo Tenerife por medio de armas proscritas al tiempo que legendarias: los extremos. Navas dio otro recital y Perotti demostró que crece partido a partido hacia un jugador de altos vuelos, muy por encima del ya olvidado, justamente, Capel. En su fútbol vertical, de amplio espectro ya que es moldeable para cada situación, repleto de goleadores, descubrimos el mérito de un Sevilla magnífico, al que da gusto observar. Algo parecido le sucede al Valencia. En la tradicional defensa hercúlea de sus últimos diez años, en un medio campo rocoso que le da una salida rápida al balón y en futbolistas eléctricos y escurridizos arriba nace su magnífica racha. Sus cuatro puntas de lanza se bastan para finiquitar un partido y de ahí la renuncia premeditada del Valencia a dominar a su rival por medio de la posesión. Ahogó al Osasuna, que no arranca.
Como tampoco lo hace el Atlético, desesperado frente a un Deportivo que en cierto modo mereció la misma suerte que su rival. Que el empate era lo más equitativo para ambos conjuntos era una evidencia, pero Pablo se encargó de perpetrar un penalti absurdo y que, efectivamente, era, supuso una nueva derrota del conjunto de Sánchez Flores. El Atlético se hunde en el fondo de la tabla como el Málaga, que empató cochambrosamente frente a un Zaragoza que, si bien cuajó un lamentable fútbol, mereció siempre más que su rival. El partido pasó por ser uno de los peores de los últimos 150 años, pero encontramos tal motivo en el césped de La Rosaleda, la-men-ta-ble. Como lamentable, barriobajero, paleto, rastrero, triste y sancionable fue la actitud de Apoño durante todo el partido, escupiendo a la cara de Ander Herrera. Un vergonzoso personaje que no merece mayor protagonismo y que se retrata a sí mismo con sus actos. Se dedicó todo el partido a provocar sin aportar nada de valor para su equipo. Patético.
Resultados | (pincha aquí)
Clasificación | (pincha aquí)
Osasuna - Valencia |
P.D.
No tiene demasiado que ver con la actualidad liguera, pero no se ve un 9-1 todos los días. El Tottenham al Wigan.
Vía | YouTube, Más que Fútbol, Marca
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