lunes, 16 de noviembre de 2009

España o la peligrosa autocomplacencia

Andrés Pérez | Cayó España en la apatía de la rutina victoriosa. Lo hizo consciente de su superioridad sobre un rival enclenque, venido a menos, marrullero y dirigido por un impresentable revanchista incapaz de asumir los notables fallos que atesora su conjunto. No es excusa que Argentina trasladara el partido a su terreno, al de la confrontación, la patada fácil y la bronca generalizada. España se durmió como venía avisando Del Bosque, a quien el tiempo le dio la razón. Haría bien el seleccionador nacional en arengar debidamente a un grupo que no debe dormirse porque en tal apatía reside el fracaso.

No digo que España haya entrado en una dinámica de confianza excesiva, sino que podría llegar a ella. A pesar de todo cuajó un primer tiempo maravilloso en el que aunló a una Argentina muy débil. Sin recursos a los que aferrarse, con un Messi desesperado, se resignó al contragolpe. Y en tal resignación descubrimos las carencias de un equipo mediocre. El baile de seleccionados impide que llegue la estabilidad para un equipo cuyo juego no fluye porque sus líneas se deshilachan ante el dominio del rival. Sucede que Argentina no sabe a qué juega, y en tal vacío de ideal reside su estraetgia. Embarrar el partido y lanzarse rápida hacia la portería contraria cuando el contrario entra en su demencial juego. España lo hizo, cayó en la trampa, y Argentina consiguió que el combinado nacional olvidara su esencia. En tal tesitura llegó el gol de Argentina.

Al contragolpe. Balón y a correr. Argumentos escasos para ganar un Mundial, si es lo que pretende Maradona. La marrullería habitual de Heinze contagió al resto de argentinos y las piernas de Xavi, Silva, Iniesta o Villa lo pagaron caro. A pesar de todo, de una segunda parte floja y conformista de España, un último arreón plagado de fútbol logró de penalty el tanto que otorgaba la victoria a España. Justamente. Argentina puede desenvolverse bien en un partido de este nivel, pero España no debería haber caído en el círculo vicioso al que le arrastró una impotente Argentina. A pulir por parte de Del Bosque la inquietante muestra de arrogancia por parte de España. El trabajo psicológico se antoja esencial, primero, para no caer en el la autocomplacencia, y, segundo, para saber sobreponerse a rivales que ante la impotencia que supone plantar cara al fútbol de España, actuarán como Argentina. Tirarán de barrio, por si suena la flauta. Sea como fuere, es una alegría saber que un campeón del mundo siempre estigmatizado por encima de España, ha de recurrir a ello.

Imagen | Marca

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