Matthew Le Tissier

Andrés Pérez | Siempre he sentido predilección por los futbolistas normales. Tan clásicos. Tan humanos. Malnutridos para ser deportistas, quizá con exceso de peso, irreverentes, personas con defectos y con virtudes a fin de cuentas; tan alejados del perfecto atleta de hoy, del perfecto imbécil cuya única ambición es llenarse el cuarto de Balones de Oro, retratos de sí mismo con el torso desnudo y de vez en cuando deslumbrar con alguna floritura embriagadora gracias a que, providencia divina, manejan el balón como los ángeles. Del mérito, del trabajo, la humildad o la inteligencia mejor no hablar. Tan diferentes a Le Tissier, el genio incomprendido. Dijo una vez que comía todos los días un plato de hamburguesas con patatas fritas, que no se preocupaba por su dieta y que jamás lo haría. En fin, salta a la vista. Su calidad también, probablemente uno de los mejores talentos ingleses de la década de los noventa, pero, como la mayoría, descontrolado, desmotivado y destinado a marcar una época en un club humilde. Pregunten en Southampton por él.



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Más que Fútbol ● 2008