Andrés Pérez | Y el titular ha de entenderse como una frase pronunciada por un espectador ajeno al sevillismo y subjetivamente honesto —siempre he detestado el término objetividad—. Esto es: para el aficionado del Sevilla, como es lógico, la derrota sufrida en la Supercopa de España y la eliminación posterior con dos derrotas ante un equipo de perfil muy bajo para la competición europea son dos batacazos sentimentales de altura. Sucede, sin embargo, que ambos hechos son consecuencia lógica de una realidad algo menos edulcorada de lo que se creía.
Primero los honores: el Sevilla es un grandísimo equipo que representa el buen hacer y el crecimiento escalón a escalón conjugando sabiamente la labor de la cantera y unos recursos económicos limitados pero increíblemente bien utilizados. Todo equipo de mitad de tabla hacia abajo que se precie debería fijarse en el Sevilla e intentar seguir su estela. Del pozo de Segunda y de una remota Liga prácticamente olvidada en el imaginario colectivo, el Sevilla pasó a llevarse dos Copas del Rey, dos Uefas, una Supercopa de Europa y otra de España. Es un palmarés espectacular y conseguido en un muy escaso margen de tiempo. Tan corto, que muchos jugadores, el bloque, la médula espinal, han estado presentes en todos y cada uno de ellos.
Además el Sevilla ha sabido vender bien y reinventarse. Las marchas de Sergio Ramos y Baptista parecían una losa. No lo fueron. La venta de Alves o Keita podían hacer desvanecer el empuje del conjunto: no lo hicieron parcialmente. En suma, una gestión excelente. Una vez recordado todo esto, cabe decir que el Sevilla no es un equipo que esté en la primera línea de la Champions League y su ausencia apenas será recordada como un factor sorpresivo para el resto de candidatos. A pesar de lo que Del Nido dijera el año pasado, el Sevilla nunca fue candidato potencial a alzarse con el trofeo continental.
Muy lejos de aquello quea ahora la realidad del Sevilla. A pesar de su buen hacer, el Sevilla sigue siendo un equipo incapaz de luchar por un título de más altas miras como la Liga y la Copa de Europa. La primera es coto privado de dos clubes, la segunda es un cetro inalcanzable habida cuenta del nivel de los conjuntos extranjeros candidatos al título. Así las cosas, el Sevilla haría bien en resignarse nada infelizmente a la Copa del Rey y a un título que puede ser apreciado menor como la Europa League, pero que no lo es. Centrado en la competición menor del fútbol europeo es más peligroso que desvivido en la Copa de Europa. Más aún: la afición disfrutará más la ilusión de alzar un nuevo título y seguir haciendo historia que un hipotético pase a los cuartos de final. Así que no. La no clasificación del Sevilla para la Champions League no es ningún drama.
Lectura recomendada | Batacazo del Sevilla (El País)
Imagen | Marca
Primero los honores: el Sevilla es un grandísimo equipo que representa el buen hacer y el crecimiento escalón a escalón conjugando sabiamente la labor de la cantera y unos recursos económicos limitados pero increíblemente bien utilizados. Todo equipo de mitad de tabla hacia abajo que se precie debería fijarse en el Sevilla e intentar seguir su estela. Del pozo de Segunda y de una remota Liga prácticamente olvidada en el imaginario colectivo, el Sevilla pasó a llevarse dos Copas del Rey, dos Uefas, una Supercopa de Europa y otra de España. Es un palmarés espectacular y conseguido en un muy escaso margen de tiempo. Tan corto, que muchos jugadores, el bloque, la médula espinal, han estado presentes en todos y cada uno de ellos.
Además el Sevilla ha sabido vender bien y reinventarse. Las marchas de Sergio Ramos y Baptista parecían una losa. No lo fueron. La venta de Alves o Keita podían hacer desvanecer el empuje del conjunto: no lo hicieron parcialmente. En suma, una gestión excelente. Una vez recordado todo esto, cabe decir que el Sevilla no es un equipo que esté en la primera línea de la Champions League y su ausencia apenas será recordada como un factor sorpresivo para el resto de candidatos. A pesar de lo que Del Nido dijera el año pasado, el Sevilla nunca fue candidato potencial a alzarse con el trofeo continental.
Muy lejos de aquello quea ahora la realidad del Sevilla. A pesar de su buen hacer, el Sevilla sigue siendo un equipo incapaz de luchar por un título de más altas miras como la Liga y la Copa de Europa. La primera es coto privado de dos clubes, la segunda es un cetro inalcanzable habida cuenta del nivel de los conjuntos extranjeros candidatos al título. Así las cosas, el Sevilla haría bien en resignarse nada infelizmente a la Copa del Rey y a un título que puede ser apreciado menor como la Europa League, pero que no lo es. Centrado en la competición menor del fútbol europeo es más peligroso que desvivido en la Copa de Europa. Más aún: la afición disfrutará más la ilusión de alzar un nuevo título y seguir haciendo historia que un hipotético pase a los cuartos de final. Así que no. La no clasificación del Sevilla para la Champions League no es ningún drama.
Lectura recomendada | Batacazo del Sevilla (El País)
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