Andrés Pérez | Para que de aquí al final la Liga tuviera un mínimo de expectación uno de los dos, o Barça o Real Madrid, tenía que fallar. Paradójicamente quien lo hizo fue el equipo que mejor fútbol practica en el planeta. Lo hizo ante el Valencia, en un partido trepidante dirimido finalmente por errores ajenos que terminó con un justo empate a dos, a pesar del empuje final del Barcelona. Tenía el Real Madrid en Sevilla la oportunidad de oro para acercarse al Barcelona, recortar una vez más dos puntos y colocarse a cuatro en vísperas del derbi; y lo que es más importante: infundir miedo en la hinchada barcelonista. Lo comentaba hace pocos días Mighty Magyar en Fútbol Arte:
Raúl lo consiguió. El Sevilla se difuminó ante el poderío físico de un Madrid que, sin alardes, ha conseguido enlazar victoria tras victoria hasta llegar al tramo final de la temporada con todo por decidir. Es cuanto menos envidiable la actitud que atesora el equipo blanco ante los momentos de máxima dificultad. Por extraño que parezca, un equipo gris, exento de calidad en su juego colectivo y de brillantez en sus victorias, aferrado a la siempre dudosa épica o a la veleidosa fortuna, se mantiene a tiro de piedra del equipo definitivo, del que dicen marcará una época, de quien algunos dicen ser el mejor Barça de la historia. ¿Cómo? Nadie es capaz de adivinarlo. Como dije, el Madrid no atiende a la lógica y analizarlo desde un punto de vista racional es del todo inútil. No lleva a ninguna parte. Supongo que hay que sentirlo, o vivirlo, o creerlo. Tener fe, lo llaman. Sea como sea el próximo fin de semana se juega el derbi, allí donde estarán puestas todas las miradas, allí donde probablemente se dirimirá el tramo final de campeonato. Un campeonato ambigüo, goleador y extrañamente conmovedor.
Decíamos que al tiempo que el Barcelona empataba en Valencia, el Madrid superaba el penúltimo escollo final de la temporada ante el Sevilla, dejando de lado las teorías conspiratorias tan dadas a los periodistas y al lúcido Marcelo que daban pie a la idea de que frente al Barça los equipos salían derrotados mientras que ante el Madrid lo daban todo. En la jornada pasada sucedió lo contrario. Un Valencia renovado desde hace más de un mes salió a comerse al Barça y le plantó cara de una manera inédita desde el partido del Calderón. No se amilanó como hizo el Sevilla o como hacen todos los equipos en el Camp Nou. Al contrario, supo presionar arriba al equipo de Guardiola y aprovechar las contadas ocasiones con las que contó en los últimos minutos de la primera parte. La maldición del último minuto. Pablo, en una jugada preciosa, adelantó al Valencia tras ir perdiendo por un gol en el minuto final de la primera parte. Como empató Higuaín ante el Getafe. Como empató ayer Raúl ante el Sevilla en el Sánchez Pijuán.
Lo hizo Raúl tras una primera parte en la que el Sevilla contó con veinte minutos brillantes y el Madrid se dedicó posteriormente a asediar a Palop, a su estilo, pero a asediarle a fin de cuentas. Con un control absoluto a nivel físico en el medio campo dada su superioridad numérica consiguió hilar jugadas gracias a Guti y a la movilidad de Higuaín y Raúl. Cuando mejor jugaba el Madrid, llegó el empate. Lo hizo en el momento psicológico, en el último minuto. El Madrid no es el Madrid si no marca en cada minuto final de cada parte, minando la moral del rival, haciéndole ver que su flor, su casta, su empeño, como lo quieran llamar, no tiene límites y no se detiene ante nada. La diferencia entre el Madrid y el Barça es que mientras los catalanes se aferran al buen fútbol única y exclusivamente, sin excusas, los blancos resisten viento y marea, aguantan la tempestad y de manera inexplicable llegan a final de temporada con opciones del título. El valor de no rendirse nunca ha de ser reconocido, creo, a pesar de lo mediocre de su fútbol. Ese y no otro es el mérito de un equipo gris que de portar la camiseta de otro equipo, de jugar en otro estadio y de besar otro escudo, probablemente, caminaría lejos de la Copa de Europa y pugnando por la UEFA.
Sin embargo todo esto caerá en balde. Tantas jornadas después todo se decide en el Bernabeú, el sábado próximo. Lo que suceda allí es un misterio. La lógica dice que el Barça debe vencer ese partido y esta Liga. Sin embargo, huelga decirlo, la lógica es completamente inútil si hablamos del Real Madrid. Hay Liga. Por fin. Como la hay por abajo y por la Champions. Al tiempo que el Sevilla se hunde poco a poco, jugando a nada, sin emoción, sin la calidad y el ritmo que antaño ostentaba, el Valencia emerge entre tanto lodo de los últimos años y ya está a un punto del equipo andaluz. El Villarreal con poco vence a un Getafe que de seguir así corre el serio riesgo de descender y el Atlético se aprovecha a costa de un necesitado Sporting. De lo demás, lo más destacable como siempre es lo que suceda por abajo. Para desgracia de cualquier humilde, el Numancia está virtualmente descendido. Si la próxima jornada no vence estará en Segunda. Y así cada fin de semana. Tal tensión es inhumana. Al Recreativo le vale con algo menos que un milagro pero sus cenizas en Primera se consumen poco a poco. Así que, salvo sorpresa, el equipo que a día de hoy puede salvarse de la quema es el Sporting. Puede hacerlo puesto que cuenta con un equipo digno de ello y con una afición aún más honesta. Lo tendrá difícil, para qué negarlo. El Espanyol renace como cada año, el Betis se mete en problemas, el Getafe cae psicológicamente —quizá el mayor de los males cuando se compite por no descender— y el resto se aleja paulatinamente. A cinco jornadas del final nada está decidido. Quién lo hubiera dicho en Diciembre.
Clasificación | (pincha aquí)
Resultados | (pincha aquí)
Los goles de Mestalla |
Y los del Sánchez Pijuán |
Vía | As, You Tube, Marca, Fútbol Arte
Imagen | El Mundo
Más que Fútbol ● 2009
Que este Madrid, como dicen en los comentarios, esté apretando al mejor Barça de los últimos quince años es digno de ciencia ficción; si el Barça tuviera una plantilla y una situación institucional similar a la del Madrid estaría peleando por entrar en UEFA —y gracias—".
Raúl lo consiguió. El Sevilla se difuminó ante el poderío físico de un Madrid que, sin alardes, ha conseguido enlazar victoria tras victoria hasta llegar al tramo final de la temporada con todo por decidir. Es cuanto menos envidiable la actitud que atesora el equipo blanco ante los momentos de máxima dificultad. Por extraño que parezca, un equipo gris, exento de calidad en su juego colectivo y de brillantez en sus victorias, aferrado a la siempre dudosa épica o a la veleidosa fortuna, se mantiene a tiro de piedra del equipo definitivo, del que dicen marcará una época, de quien algunos dicen ser el mejor Barça de la historia. ¿Cómo? Nadie es capaz de adivinarlo. Como dije, el Madrid no atiende a la lógica y analizarlo desde un punto de vista racional es del todo inútil. No lleva a ninguna parte. Supongo que hay que sentirlo, o vivirlo, o creerlo. Tener fe, lo llaman. Sea como sea el próximo fin de semana se juega el derbi, allí donde estarán puestas todas las miradas, allí donde probablemente se dirimirá el tramo final de campeonato. Un campeonato ambigüo, goleador y extrañamente conmovedor.
Decíamos que al tiempo que el Barcelona empataba en Valencia, el Madrid superaba el penúltimo escollo final de la temporada ante el Sevilla, dejando de lado las teorías conspiratorias tan dadas a los periodistas y al lúcido Marcelo que daban pie a la idea de que frente al Barça los equipos salían derrotados mientras que ante el Madrid lo daban todo. En la jornada pasada sucedió lo contrario. Un Valencia renovado desde hace más de un mes salió a comerse al Barça y le plantó cara de una manera inédita desde el partido del Calderón. No se amilanó como hizo el Sevilla o como hacen todos los equipos en el Camp Nou. Al contrario, supo presionar arriba al equipo de Guardiola y aprovechar las contadas ocasiones con las que contó en los últimos minutos de la primera parte. La maldición del último minuto. Pablo, en una jugada preciosa, adelantó al Valencia tras ir perdiendo por un gol en el minuto final de la primera parte. Como empató Higuaín ante el Getafe. Como empató ayer Raúl ante el Sevilla en el Sánchez Pijuán.
Lo hizo Raúl tras una primera parte en la que el Sevilla contó con veinte minutos brillantes y el Madrid se dedicó posteriormente a asediar a Palop, a su estilo, pero a asediarle a fin de cuentas. Con un control absoluto a nivel físico en el medio campo dada su superioridad numérica consiguió hilar jugadas gracias a Guti y a la movilidad de Higuaín y Raúl. Cuando mejor jugaba el Madrid, llegó el empate. Lo hizo en el momento psicológico, en el último minuto. El Madrid no es el Madrid si no marca en cada minuto final de cada parte, minando la moral del rival, haciéndole ver que su flor, su casta, su empeño, como lo quieran llamar, no tiene límites y no se detiene ante nada. La diferencia entre el Madrid y el Barça es que mientras los catalanes se aferran al buen fútbol única y exclusivamente, sin excusas, los blancos resisten viento y marea, aguantan la tempestad y de manera inexplicable llegan a final de temporada con opciones del título. El valor de no rendirse nunca ha de ser reconocido, creo, a pesar de lo mediocre de su fútbol. Ese y no otro es el mérito de un equipo gris que de portar la camiseta de otro equipo, de jugar en otro estadio y de besar otro escudo, probablemente, caminaría lejos de la Copa de Europa y pugnando por la UEFA.
Sin embargo todo esto caerá en balde. Tantas jornadas después todo se decide en el Bernabeú, el sábado próximo. Lo que suceda allí es un misterio. La lógica dice que el Barça debe vencer ese partido y esta Liga. Sin embargo, huelga decirlo, la lógica es completamente inútil si hablamos del Real Madrid. Hay Liga. Por fin. Como la hay por abajo y por la Champions. Al tiempo que el Sevilla se hunde poco a poco, jugando a nada, sin emoción, sin la calidad y el ritmo que antaño ostentaba, el Valencia emerge entre tanto lodo de los últimos años y ya está a un punto del equipo andaluz. El Villarreal con poco vence a un Getafe que de seguir así corre el serio riesgo de descender y el Atlético se aprovecha a costa de un necesitado Sporting. De lo demás, lo más destacable como siempre es lo que suceda por abajo. Para desgracia de cualquier humilde, el Numancia está virtualmente descendido. Si la próxima jornada no vence estará en Segunda. Y así cada fin de semana. Tal tensión es inhumana. Al Recreativo le vale con algo menos que un milagro pero sus cenizas en Primera se consumen poco a poco. Así que, salvo sorpresa, el equipo que a día de hoy puede salvarse de la quema es el Sporting. Puede hacerlo puesto que cuenta con un equipo digno de ello y con una afición aún más honesta. Lo tendrá difícil, para qué negarlo. El Espanyol renace como cada año, el Betis se mete en problemas, el Getafe cae psicológicamente —quizá el mayor de los males cuando se compite por no descender— y el resto se aleja paulatinamente. A cinco jornadas del final nada está decidido. Quién lo hubiera dicho en Diciembre.
Clasificación | (pincha aquí)
Resultados | (pincha aquí)
Los goles de Mestalla |
Y los del Sánchez Pijuán |
Vía | As, You Tube, Marca, Fútbol Arte
Imagen | El Mundo
Más que Fútbol ● 2009
2 Comentarios:
Siempre ha habido liga, y la seguirá habiendo hasta que la matemática decida. Eso sí, el próximo partido liguero entre blancos y culés será decisivo. Ya sabes, apuesto por ese 2-4.
Saludos.
@ Orleans
Ya sabes qué apuesto yo, aunque pienso que jamás yo he asistido a un derbi tan igualado. Todo puede ser.
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