Andrés Pérez | En Brasil, no es tan importante perder sino cómo se pierde. Es decir, se puede caer marcando la retina de todos los espectadores, como hiciera la selección brasileña en los dos mundiales de los ochenta. Perder no es relevante si se hace tras un estupendo ejercicio de artificio futbolístico, virtuosidad técnica y alegría en el juego. A Brasil hoy no le queda nada de eso, por lo que su derrota ayer frente a Holanda pesa el doble: perder no es tan importante sino cómo se pierde, y Brasil perdió como un equipo mediocre y tedioso. Herencia de Dunga y de dós décadas de fútbol ordenado.
Ahora, cuando Brasil pierde no tiene justificación alguna, no se puede aferrar a la maravilla de su fútbol. La proporción del fracaso se multiplica y las críticas arrecian. El paladar periodístico y el paladar mundano del pueblo, en Brasil, es demasiado exquisito como para irse a casa en el mismo avión que Ghana y, lo más importante, volver a casa con la seguridad de no haber pasado a la historia. Nadie recordará este Brasil de Dunga porque era un equipo concebido únicamente para ganar y no hacerlo es merecer el olvido.
A pesar de adelantarse en el marcador, Brasil se difuminó con la misma rapidez que Holanda comprendió que de perdida al río. Dirigida por Sneijder, ayer imperial, el conjunto holandés, otro que traiciona a la historia pero que gana y, por ende, no es criticado, expulsó a un Brasil que había vivido hasta la fecha por encima de sus posibilidades, creando unas expectativas que en el momento clave no fue capaz de cumplir. Todo el mérito para Holanda, tapada desde un primer momento, olvidada de la pléyade de favoritas, que apartó el maquillaje para hacernos ver la cruda realidad de Brasil.
Brasil se sumió en la impotencia y decidió hacer suya una guerra total en la que todo valió y en la que un pasado de revoluciones Melo acabó en la calle. Apenas intimidó Brasil, en otro tiempo temible por el peso de su leyenda, a una Holanda bien plantada y cerciorada, cada minuto que pasaba, de su victoria y de la incapacidad brasileña. Brasil se mostró incapaz. No hay que culpar a Dunga de la pérdida del estilo brasileño ya que aquel llegó tiempo atrás, pero sí cabe achacarle algo a dicha mutación de Brasil: perdida la identidad, el ADN de su fútbol, Brasil es una más. Un conjunto que de no ganar no es nadie. Más allá de volver a casa en cuartos, el problema de Brasil es ese.
Resultados de la vigésima jornada:
Brasil 1 - 2 Holanda
Más Mundial | El 'dunguismo' acaba con Brasil (José Sámano en El País)
Imagen | El País
Ahora, cuando Brasil pierde no tiene justificación alguna, no se puede aferrar a la maravilla de su fútbol. La proporción del fracaso se multiplica y las críticas arrecian. El paladar periodístico y el paladar mundano del pueblo, en Brasil, es demasiado exquisito como para irse a casa en el mismo avión que Ghana y, lo más importante, volver a casa con la seguridad de no haber pasado a la historia. Nadie recordará este Brasil de Dunga porque era un equipo concebido únicamente para ganar y no hacerlo es merecer el olvido.
A pesar de adelantarse en el marcador, Brasil se difuminó con la misma rapidez que Holanda comprendió que de perdida al río. Dirigida por Sneijder, ayer imperial, el conjunto holandés, otro que traiciona a la historia pero que gana y, por ende, no es criticado, expulsó a un Brasil que había vivido hasta la fecha por encima de sus posibilidades, creando unas expectativas que en el momento clave no fue capaz de cumplir. Todo el mérito para Holanda, tapada desde un primer momento, olvidada de la pléyade de favoritas, que apartó el maquillaje para hacernos ver la cruda realidad de Brasil.
Brasil se sumió en la impotencia y decidió hacer suya una guerra total en la que todo valió y en la que un pasado de revoluciones Melo acabó en la calle. Apenas intimidó Brasil, en otro tiempo temible por el peso de su leyenda, a una Holanda bien plantada y cerciorada, cada minuto que pasaba, de su victoria y de la incapacidad brasileña. Brasil se mostró incapaz. No hay que culpar a Dunga de la pérdida del estilo brasileño ya que aquel llegó tiempo atrás, pero sí cabe achacarle algo a dicha mutación de Brasil: perdida la identidad, el ADN de su fútbol, Brasil es una más. Un conjunto que de no ganar no es nadie. Más allá de volver a casa en cuartos, el problema de Brasil es ese.
Resultados de la vigésima jornada:
Brasil 1 - 2 Holanda
Más Mundial | El 'dunguismo' acaba con Brasil (José Sámano en El País)
Imagen | El País
3 Comentarios:
Que partido le han dado vuelta a Brasil, de no creer.
Ah, que fenomeno Reina
http://www.marca.com/2010/07/03/futbol/mundial_2010/selecciones/espana/1278189243.html
Felicitaciones desde Argentina por un argentino que quiere que sea campeón España. Viva!!!!
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