domingo, 7 de septiembre de 2008

Desde Segunda con amor (Post-Mallorca)

(Desde Segunda con amor no tratan de ser crónicas al uso desde un punto de vista omnisciente sobre la vida del Real Zaragoza en su viaje por el infierno. Son las cartas de un aficionado desencantado, que viajó a Mallorca, se empapó de agua y volvió, al año siguiente, a la Segunda División con su equipo de siempre, el mismo que el año anterior le dio la decepción de su vida)

Andrés Pérez | Subí las escaleras del estadio y me encontré, de frente, con lo mismo de siempre. Siempre, entendido como un año atrás, el año de la debacle, el año cero. El año primero, post-Mallorca. Insisto, olía a lo de siempre. Sabía a lo de siempre. El mismo aroma producido por la mezcla -fatal o no, según se quiera ver- de tabaco, cerveza, césped, puros, cacahuetes y bocadillos de cualquier índole. En fin, no debiera cambiar, pensé, a fin de cuentas es un año más, en Segunda, pero no el fin del mundo. Aunque algo sí cambia, deducí de nuevo, tras echar una ojeada al estadio, semivacío, semidormido. Aletargado por la nueva estancia en segunda. Triste estancia, he de decir.

Nada hacia presagiar que algo pudiera cambiar. De hecho los resultados, en Segunda o no, no eran nada alentadores. Me explico, perdimos contra el Levante de manera fatal y perdimos contra el mismo equipo que aquella tarde estaba enfrente, la Real Sociedad. Sí, nos podíamos superar, podíamos volver a pifiarla, a fin de cuentas nos pegamos un año de error en error hasta que acabamos con nuestros huesos en Segunda. Nada de eso. Al minuto el regreso de Ewerthon -jugador que jamás debió salir- se transformó en gol tras un buen centro de Arizmendi. Un buen hombre, este Arizmendi, jamás confiaré en él a pesar de sus supuestas buenas maneras. En fin, pensé, mejor que tener en esa banda a Iñaki, como teníamos en nuestro último periplo en Segunda, cualquier cosa. Al parecer dominabamos guiados por Jorge López, de largo el mejor jugador en el medio campo dele quipo, y la Real se agazapaba presionada por Oliveira, uno de los que se quedaron. Todo ello al parecer, ya que no me atrevo ya a expresarme en términos absolutos desde el fracaso del descenso, toda medida es cauta para no volver a cometer los mismos eufóricos errores.

El partido avanzó, y Ewerthon marcó otro gol. La Real, para entonces, era un cadáver sobre la Romareda. En aquel momento desconocía si la causa de su lamentable partido se debía a su equipación, una mezcla de piolín, australia y el Norwich inglés. Es decir, de todo menos la Real. "Mejor azul marino, o rojo, no parecen ellos", escuché a mi espalda. Razón no le faltaba. La equipación era -es, será- absolutamente ridícula. Mientras los vascos perdían de dos, su afición, unos 1.000, a ojo, se pusieron a cantar aquello de: "¡Real, Real, Real!". No era el mejor lugar, teniendo en cuenta que su rival también ostentaba aquel dichoso y monárquico pseudónimo. Daba igual, se callaron tan pronto como el árbitro pitó el final y Oliveira se marchó renqueante al banquillo, entre aplausos vítores y alegría a partes iguales.

Qué bonito resultaba aquel momento. Me resultó chocante, cuanto menos, que un ser humano unas tres filas más atrás de mi asiento al iniciar el partido soltara un elegante: "¡Hijos de puta!, ¡mercenarios!, ¡paquetes!". Llevamos dos partidos y ya son todo eso, deduje, no quiero pensar si quiera que pasará cuando en la jornada vigésimo quinta no estemos en ascenso. Probablemente la Romareda será tomada por la grada, que declarará un golpe de Estado en contra de Bandrés y que hará del Zaragoza el equipo más laureado de la historia. Es más, exigiremos en tal momento que nos entreguen, de golpe, y por ser quienes somos, diez Copas de Europa. Por otro lado ir al campo a insultar y amargarse la existencia no entra dentro de mis esquemas, y menos pagando una cuantiosa suma de dinero. Aquel comentario, repetido y cacareado a lo largo del Fondo Norte, fue el preludio de lo que pasaría en la segunda mitad, cuando la Real empató, la grada vasca lo celebró, el Zaragoza se durmió, Ewerthon al larguero disparó, y el estadio a su santa madre mentó.

Para entonces había cambiado mi posición invitado por un buen amigo. Desde allí divisaba los palcos, donde dos gemelos rubios, idénticos en todo, a nivel físico y mental, echaban pestes sobre Agapito y pedían decididamente su dimisión. Incluso uno de ellos se levantó e hizo un gesto de desprecio con la mano, al tiempo que afirmaba cual mártir a punto de morir: "Me voy, no aguanto más", mientras sus compañeros de palco le agarraban del brazo deseando que se quedara, que no lo hiciera, que luego uno se arrepiente de tal desplante -aunque, más bien, se arrepiente de haber pagado-. Mientras lo observaba deduje que ese hombre no había viajado a Mallorca, ni probablemente a ningún otro desplazamiento. Era el típico cascarrabias de la Romareda, aunque joven, deseoso de quejarse por todo. Es más, aquellos como él y sus alrededores prefieren que las cosas vayan mal, porque su sino en un campo de fútbol es cabrearse, indignarse y gritar. No es pasión, ni siquiera dolor por un mal resultado, o rabia. Es vicio por la protesta. Si no es contra Agapito es contra los jugadores, y si no, contra el árbitro, a pesar de que ayer, el pobre hombre, no tuviera la culpa del desastre. Por cierto, empatamos. Y mal. Por otro lado, es la segunda jornada.

Vía | Más que Fútbol, As
Imagen | As, Marca, Hemeroteca

Más que Fútbol ● 2008

4 Comentarios:

Chechu dijo...

Con lamarcha de diego Milito y Sergio García, más difícil la papeleta. Es un proyecto serio con MArcelino, pero no sería descartable un añito en el infierno, como el Atleti. Pero estoy seguro que volveréis.

a ver si suben el Girona y, por supuesto, el Nàstic, jeje

saludos

Pablo G. dijo...

Nada es eterno y con Marcelino estoy convencido de que subiréis este año sí o sí. Es muy pronto aún. Saludos

Ángel Velasco dijo...

La Segunda División es muy pero que muy jodida, supongo que terminará ascendiendo pero hasta el momento las sensaciones no son buenas y entre otras cosas por la presión que el equipo está recibiendo, y que como el año pasado el equipo tiene problema, el año pasado no había extremos y a mi esta temporada me faltan zurdos.

Un saludo

Anónimo dijo...

Ya lo siento por el Zaragoza, pero de momento en Aragón las alegrías la da el Huesca!!!!

Qué miedo me da ser del Zaragoza y venir a El ALCORAZZZZZZZZZZZZZZ