Andrés Pérez | Cuesta asumir que la Liga se ha vuelto monótona con el tiempo, con el paso de los años, curiosamente al tiempo que su nivel ha decrecido. Al menos en lo que respecta a los clubes de mayor poderío económico. Desde que aquel Barça de Riijkard comenzara su senda gloriosa con dos ligas consecutivas y una Copa de Europa y el Real Madrid le sucediera haciendo lo propio pero sin la Copa de Europa, la Liga no tiene más aliciente, en lo que a lucha por el título se refiere, que comprobar año sí año también cómo sendos clubes pugnan por el título. Este año es la prueba más refutable de ello. Tras la resaca internacional y el mal llamado virus FIFA —si tanto protestan porque las estrellas vayan con sus selecciones, que fichen jugadores no internacionales, pienso— la jornada 29 se presentaba intercalda entre la selección, la Copa de Europa y sus cuartos de final y la Semana Santa. Intercalda pues como un quehacer semanal entre eventos excepcionales, esto es, con menos expectación de la que suele acaparar. Nada cambió, para no variar, para mantenerse en el ostracismo de estas dos semanas. Nada varió puesto que el Barça, con penas que no fueron duras, venció; y el Madrid, con la habitual racanería que atesora, hizo lo propio.
Y temo que el resto de jornadas deparen lo mismo para el pobre espectador neutral, quien debiera apasionarse por dos equipos luchando fervientemente por el título y sin embargo no ve más emocion cada fin de semana que la de la lucha por no descender, el penoso calvario que los equipos humildes han de sufrir año sí año también. Esto es, lo que le depara al Osasuna, al Getafe, al Espanyol, al Numancia, al Betis y al resto de equipos, que son muchos, que hasta las últimas jornadas —si no lo son ya— mantendrán a sus aficionados en vilo por la improbable permanencia. Decíamos que esto último, la dramática lucha por la permanencia, es lo único que parecer quedarle al espectador, visto que por arriba, amén de los pinchazos habituales de Villarreal, Sevilla, Valencia y Atlético de Madrid, todo se decidirá a partir del Madrid-Barcelona del Bernabeú. Hasta entonces no parece creíble la teoría de la remontada madridista. Si se trata de una persecución lo disimulan bastante bien. El Madrid juega como durante todo el año. Mal. Pero gana. Como durante todo el año. No parece bastar ante un Barça netamente superior en todas las líneas.
Los alicientes para el iluso espectador que busca el espectáculo cada fin de semana desde el sofá de su casa, pegado al transistor o a la televisión —ya ven que ahora hasta Hogar 10 emite la Liga—, son más bien pocos. Se reducen a uno. A que el Barça cuaje uno de esos partidos por los que merece pagar la entrada. No más. Que nadie pretenda contemplar tal soberbia futbolística en el Madrid puesto que ni su entrenador ni sus futbolistas lo permiten. Ayer ganó al Málaga, sobrado, con un Casillas cumplidor y un destello de ese magnífico jugador llamado Higuaín, según dicen los más reputados forofos blancos cada vez que el argentino anota un gol ante un equipo de rango menor, como lo era el Málaga. El caso es que casi sin pretenderlo, el Madrid de Juande se encontró con una victoria a todas luces inmerecidas, a tenor de lo sucedido en la primera parte, para continuar con su persecución al Barcelona; Barcelona que, pasito misí, pasito misá, venció al Valladolid con una pared entre Xavi y Eto'o. No necesitó más. Abril será duro. No merece la pena deleitar cada fin de semana, la Copa de Europa y la misma Copa del Rey esperan.
Hay vida más allá de la Liga para el Barça, pero, no vencer en el campeonato doméstico supondría una losa para la moral del club. Aficionados incluidos. Esta Liga, por su desarrollo y por juego desplegado, ha de ser del Barça. Todo lo demás es fracaso. Si el Madrid gana por tercer año consecutivo habrá que comenzar a creer en las películas para no dormir de Tomás Roncero y demás palmeros del Espíritu de Juanito, habremos de creer en las brujas, las hadas, las meigas y demás entes mitológicos que se les ocurran. Será un milagro. Una maravilla, algo histórico. Sin embargo, por justicia deportiva a pesar de lo épico que pudiera parecer, no lo deseo. No por que pueda ser barcelonista, o anti-madridista —ya que no lo soy, cualquiera que pase por aquí frecuentemente lo sabe—, sino porque la supuesta gesta épica del Madrid se debería a una catástrofe de dimensiones inigualables del Barcelona. Cuesta creer que tras una jornada de Liga lo más interesante, amén de la amarga lucha de los de abajo, de la misma sean las teorías hipotéticas sobre el desarrollo de la Liga. Pero es así. La Liga lleva reducida a dos varios años. Reducida al mérito de uno y demérito de otro —alternándose entre ambos—. Triste pero cierto. El interés se desvanece en lo superfluo.
Vía | Más que Fútbol, As
Imagen | El Mundo
Más que Fútbol ● 2009
Y temo que el resto de jornadas deparen lo mismo para el pobre espectador neutral, quien debiera apasionarse por dos equipos luchando fervientemente por el título y sin embargo no ve más emocion cada fin de semana que la de la lucha por no descender, el penoso calvario que los equipos humildes han de sufrir año sí año también. Esto es, lo que le depara al Osasuna, al Getafe, al Espanyol, al Numancia, al Betis y al resto de equipos, que son muchos, que hasta las últimas jornadas —si no lo son ya— mantendrán a sus aficionados en vilo por la improbable permanencia. Decíamos que esto último, la dramática lucha por la permanencia, es lo único que parecer quedarle al espectador, visto que por arriba, amén de los pinchazos habituales de Villarreal, Sevilla, Valencia y Atlético de Madrid, todo se decidirá a partir del Madrid-Barcelona del Bernabeú. Hasta entonces no parece creíble la teoría de la remontada madridista. Si se trata de una persecución lo disimulan bastante bien. El Madrid juega como durante todo el año. Mal. Pero gana. Como durante todo el año. No parece bastar ante un Barça netamente superior en todas las líneas.
Los alicientes para el iluso espectador que busca el espectáculo cada fin de semana desde el sofá de su casa, pegado al transistor o a la televisión —ya ven que ahora hasta Hogar 10 emite la Liga—, son más bien pocos. Se reducen a uno. A que el Barça cuaje uno de esos partidos por los que merece pagar la entrada. No más. Que nadie pretenda contemplar tal soberbia futbolística en el Madrid puesto que ni su entrenador ni sus futbolistas lo permiten. Ayer ganó al Málaga, sobrado, con un Casillas cumplidor y un destello de ese magnífico jugador llamado Higuaín, según dicen los más reputados forofos blancos cada vez que el argentino anota un gol ante un equipo de rango menor, como lo era el Málaga. El caso es que casi sin pretenderlo, el Madrid de Juande se encontró con una victoria a todas luces inmerecidas, a tenor de lo sucedido en la primera parte, para continuar con su persecución al Barcelona; Barcelona que, pasito misí, pasito misá, venció al Valladolid con una pared entre Xavi y Eto'o. No necesitó más. Abril será duro. No merece la pena deleitar cada fin de semana, la Copa de Europa y la misma Copa del Rey esperan.
Hay vida más allá de la Liga para el Barça, pero, no vencer en el campeonato doméstico supondría una losa para la moral del club. Aficionados incluidos. Esta Liga, por su desarrollo y por juego desplegado, ha de ser del Barça. Todo lo demás es fracaso. Si el Madrid gana por tercer año consecutivo habrá que comenzar a creer en las películas para no dormir de Tomás Roncero y demás palmeros del Espíritu de Juanito, habremos de creer en las brujas, las hadas, las meigas y demás entes mitológicos que se les ocurran. Será un milagro. Una maravilla, algo histórico. Sin embargo, por justicia deportiva a pesar de lo épico que pudiera parecer, no lo deseo. No por que pueda ser barcelonista, o anti-madridista —ya que no lo soy, cualquiera que pase por aquí frecuentemente lo sabe—, sino porque la supuesta gesta épica del Madrid se debería a una catástrofe de dimensiones inigualables del Barcelona. Cuesta creer que tras una jornada de Liga lo más interesante, amén de la amarga lucha de los de abajo, de la misma sean las teorías hipotéticas sobre el desarrollo de la Liga. Pero es así. La Liga lleva reducida a dos varios años. Reducida al mérito de uno y demérito de otro —alternándose entre ambos—. Triste pero cierto. El interés se desvanece en lo superfluo.
Vía | Más que Fútbol, As
Imagen | El Mundo
Más que Fútbol ● 2009
1 Comentarios:
Casi siempre de acuerdo Andres. La supuesta persecucion del Real Madrid no tiene sustento, por lo que el Barcelona se quedara con una Liga que merece amliamente.
Un abrazo!
www.dalepelota.blogspot.com
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