Andrés Pérez | Es posible que al magnífico Barcelona que durante tantos meses ha deleitado a media Europa con su preciosista fútbol se le haya encendido la luz de reserva. Se queda sin gasolina. Digo que es posible puesto que no soy muy dado a aventurarme en arriesgadas premoniciones, las cuales entrañan mucho riesgo para tan poco beneficio posterior. Ayer frente al Chelsea, en casa, donde pocos equipos de nivel han sido capaces de contener la verborrea futbolística de este equipo, el Barcelona tocó y tocó, dominó durante los noventa minutos para nada. El marcador no se movió. Se podrá alegar que el entramado que Hiddink montó en torno a Messi, Iniesta o Xavi era infranqueable, que el fútbol planteado por el equipo londinense fue lamentable e indigno de un semifinalista de Copa de Europa, que Cech paró la ocasión de Eto'o y que Bojan o Hleb perdonaron cuando el partido moría, sí, se puede alegar todo eso y más; sin embargo, hay motivos para la preocupación y entre ellos encontramos la poca profundidad con la que el Barça se desempeñó anoche. El partido de Messi fue bochornoso. Eto'o un contínuo quiero y no puedo sumamente egoísta y Henry pareció perder la frescura que había recuperado tras el pasado año.
Decíamos que el Barcelona dominó durante todo el partido, pero se trató de un dominio absoluto anodino. Horizontal, plano. Se trató más de un partido de balonmano eterno que de un caudal ofensivo imparable por parte del conjunto de Guardiola lo cual puede dar a varias interpretaciones. La primera es que hasta la fecha el Barça no se había enfrentado a un equipo inglés y por ende a uno de los mejores equipos del planeta y la segunda es que el Barça ha perdido el fuelle de hace no ya un mes, sino dos semanas ante el Getafe y su dominio goleador, de toque espectacular y transiciones rápidas, se ha diluido en una red de fútbol que pretende ser estilista convirtiéndose, finalmente, en un soporífero monólogo sin gracia alguna. Quizá la respuesta la hallemos en la conjunción de ambos planteamientos. El Barça tiene menos gasolina, menos chispa, menos verticalidad y el Chelsea es mucho mejor que cualquier equipo al que se haya enfrentado el equipo culé hasta la fecha. El planteamiento defensivo del equipo de Stamford Bridge fue simplemente perfecto.
Si no hablo del partido es porque no lo merece. ¿Ocasiones? Contadas. Drogba casi da el susto tras un error enorme de Márquez en la primera parte justo en el momento en que el Barça mejor jugaba. La ocasión, despejada de manera brillante por Víctor Valdés supuso un punto de inflexión para el resto del partido. El Barcelona se salió por completo del encuentro, perdió la concentración atemorado por la voracidad del delantero africano y por el escandaloso poderío físico del Chelsea. Los últimos minutos de la primera mitad, de hecho, son una prueba fehaciente de ello. Durante la segunda parte el Barça continuó dominando, tocando horizontalmente a excepción de un siempre brillante Iniesta y recibiendo patatas por doquier, seña de identidad de un equipo, el Chelsea, que si bien no es violento no se anda con pequeñeces. Ahí están Essien, Mikel, Terry, Alex o Ballack. Tipos duros. Cuando el equipo de Guardiola quiso encontrar tras tanto mareo de balón a sus delanteros, no lo hizo. O al menos no de la manera deseada. Ni Messi, ni Eto'o, excesivamente egoísta anoche, ni Henry estuvieron a la altura y me preocupa especialmente el asunto Messi, quien lleva más de un partido sin la chispa que hace un mes causaba estragos en los rivales. Anoche no hizo absolutamente nada. Y lo poco que hizo lo hizo mal, lento, apagado, impreciso, desmotivado, cabizbajo, deprimido. De todo menos Messi.
Entre tanto, Iniesta y Xavi siguieron a lo suyo. Sin referencias arriba no podían hacer nada y no lo hicieron. El partido no lo ganó el Barça porque sus delanteros, quienes atesoran más de sesenta goles juntos, no estuvieron y que alguien termine las jugadas es un requisito imprescindible para que el fútbol que plantea el Barça tenga éxito. El Chelsea, sabedor de su superioridad física y bien entrada la segunda parte, psicológica, se creció. Como lo hará en Stamford Bridge. Más allá del resultado, el Barça ha sido un poco menos Barça. La oportunidad era esta, sumar dos goles o más en casa y acudir a Londres con los deberes hechos. Sin embargo, una vez más, la cita en Londres se antoja definitiva para las aspiraciones del Barça esta temporada. Corre el riesgo el Barcelona con la Copa de Europa de que el éxito o fracaso en dicha competición condicione al equipo hasta el punto de echar por tierra sus aspiraciones domésticas. Hará bien Guardiola en reflexionar sobre el partido de anoche —que no fue malo, sucede que acostumbrado uno al caviar detesta el buen paté francés— y acudir a Londres con otro planteamiento. El Chelsea en casa no saldrá parapetado en su defensa. Ni mucho menos.
Vía | You Tube
Imagen | El Mundo
Más que Fútbol ● 2009
Decíamos que el Barcelona dominó durante todo el partido, pero se trató de un dominio absoluto anodino. Horizontal, plano. Se trató más de un partido de balonmano eterno que de un caudal ofensivo imparable por parte del conjunto de Guardiola lo cual puede dar a varias interpretaciones. La primera es que hasta la fecha el Barça no se había enfrentado a un equipo inglés y por ende a uno de los mejores equipos del planeta y la segunda es que el Barça ha perdido el fuelle de hace no ya un mes, sino dos semanas ante el Getafe y su dominio goleador, de toque espectacular y transiciones rápidas, se ha diluido en una red de fútbol que pretende ser estilista convirtiéndose, finalmente, en un soporífero monólogo sin gracia alguna. Quizá la respuesta la hallemos en la conjunción de ambos planteamientos. El Barça tiene menos gasolina, menos chispa, menos verticalidad y el Chelsea es mucho mejor que cualquier equipo al que se haya enfrentado el equipo culé hasta la fecha. El planteamiento defensivo del equipo de Stamford Bridge fue simplemente perfecto.
Si no hablo del partido es porque no lo merece. ¿Ocasiones? Contadas. Drogba casi da el susto tras un error enorme de Márquez en la primera parte justo en el momento en que el Barça mejor jugaba. La ocasión, despejada de manera brillante por Víctor Valdés supuso un punto de inflexión para el resto del partido. El Barcelona se salió por completo del encuentro, perdió la concentración atemorado por la voracidad del delantero africano y por el escandaloso poderío físico del Chelsea. Los últimos minutos de la primera mitad, de hecho, son una prueba fehaciente de ello. Durante la segunda parte el Barça continuó dominando, tocando horizontalmente a excepción de un siempre brillante Iniesta y recibiendo patatas por doquier, seña de identidad de un equipo, el Chelsea, que si bien no es violento no se anda con pequeñeces. Ahí están Essien, Mikel, Terry, Alex o Ballack. Tipos duros. Cuando el equipo de Guardiola quiso encontrar tras tanto mareo de balón a sus delanteros, no lo hizo. O al menos no de la manera deseada. Ni Messi, ni Eto'o, excesivamente egoísta anoche, ni Henry estuvieron a la altura y me preocupa especialmente el asunto Messi, quien lleva más de un partido sin la chispa que hace un mes causaba estragos en los rivales. Anoche no hizo absolutamente nada. Y lo poco que hizo lo hizo mal, lento, apagado, impreciso, desmotivado, cabizbajo, deprimido. De todo menos Messi.
Entre tanto, Iniesta y Xavi siguieron a lo suyo. Sin referencias arriba no podían hacer nada y no lo hicieron. El partido no lo ganó el Barça porque sus delanteros, quienes atesoran más de sesenta goles juntos, no estuvieron y que alguien termine las jugadas es un requisito imprescindible para que el fútbol que plantea el Barça tenga éxito. El Chelsea, sabedor de su superioridad física y bien entrada la segunda parte, psicológica, se creció. Como lo hará en Stamford Bridge. Más allá del resultado, el Barça ha sido un poco menos Barça. La oportunidad era esta, sumar dos goles o más en casa y acudir a Londres con los deberes hechos. Sin embargo, una vez más, la cita en Londres se antoja definitiva para las aspiraciones del Barça esta temporada. Corre el riesgo el Barcelona con la Copa de Europa de que el éxito o fracaso en dicha competición condicione al equipo hasta el punto de echar por tierra sus aspiraciones domésticas. Hará bien Guardiola en reflexionar sobre el partido de anoche —que no fue malo, sucede que acostumbrado uno al caviar detesta el buen paté francés— y acudir a Londres con otro planteamiento. El Chelsea en casa no saldrá parapetado en su defensa. Ni mucho menos.
Vía | You Tube
Imagen | El Mundo
Más que Fútbol ● 2009
3 Comentarios:
Está claro que anoche el Barça no fue tan incisivo como en partidos anteriores, no porque se le acabe la gasolina, ni mucho menos, sino porque el planteamiento ultradefensivo, típico del equipo de Stamford Bridge desde los años Mourinho, fue la tónica de los noventa minutos de ayer. Un equipo que saltó al campo como un conjunto pequeño y salió del césped como un grande, reforzado y con los deberes hechos. Messi está claro que no está fino, pero no hay que ser tan pesimistas ni tan catastrofistas. No es imposible ganar en Londres y el Barça lo puede hacer.
Esperemos a ver qué ocurre. No seas tan a¡catastrofista y espera, que 'no estamos tan mal'...
Muchos lo critican, pero el planteo ultradefensivo de Hiddink fue perfecto. Al tipo le gustara el buen futbol, pero vamos, tampoco es un tonto.
Sabia perfectamente que esta era la unica manera de frenar el poderio blaugrana y lo hizo. Saber anular a tu rival tambien es una virtud en este deporte.
En Londres, eso si, los Blues deberan tomar la iniciativa, aunque no alocadamente, claro.
Un saludo Andres.
www.dalepelota.blogspot.com
@ Orleans
Por supuesto que el Barça lo puede conseguir. No me cabe la más mínima duda y sigo pensando que es el favorito para pasar la eliminatoria. Sin embargo sí que ví signos de fatigamiento en el juego del Barça, especialmente notables en los tres de arriba. No es catastrofismo, es realismo. El Chelsea en casa es otra historia.
@ Nicolás
Es cierto que saber anular a tu rival es parte del fútbol, de la inteligencia futbolística. Sin embargo considero que el Chelsea renunció en exceso a la creación futbolística. Tenía argumentos para más, y, ojo, que nadie se de al engaño, los mostrará en Stamford Bridge.
Publicar un comentario