miércoles, 14 de marzo de 2007

Historia del Fútbol: El Maracanzo



El fútbol lo inventaron los ingleses, pero los que de verdad descubrieron el verdadero significado del fútbol fueron los brasileños.
En ningún otro país del mundo pod
emos encontrar tal cantidad de campos de fútbol (ya estén bien o mal) como en Brasil, en ningún otro lugar del mundo hay tantos niños futbolístas y ningún otro país del mundo tiene tantas copas del mundo como Brasil. Y es que allí el fútbol es algo más que un sueño, algo más que un agradable entretenimiento, es algo más, quizá, porque aquí tenemos todo lo que ellos no tienen. Una buena vida.

La pobreza en Brasil afecta a 44 millones de personas en todo el país. La población de España es de 40 millones de personas ¿Se imaginan a toda España hundida en la miseria? No, por eso nunca el fútbol será para nosotros lo que es para ellos. Para ellos el fútbol es su vida, su futuro, la única posibilidad real de salir de una pobreza axfisiante por la que niños de 12 años ya trabajan en la construción. Los chavales de las favelas no ven otra salida más que el fútbol, la vida real es demasiado dura como para intentar probarla directamente.

Sólo en la favela más grande de Río de Janeiro (ciudad con unas diferencias sociales tremendas) hay más de 250.000 personas que no tienen una vida digna. Allí, todos los chavales sueñan con llegar a ser algún día como Adriano, Ronaldo, Roberto Carlos, sueñan con hacer lo que ellos hicieron: Ser futbolistas saliendo de la pobreza.
Normalmente en estas favelas los campos de fútbol son descampados, muchos juegan descal
zos, los balones son caseros, y las porterías (cuando las hay) tres palos encontrados por la calle; una calle que es peligrosa y adictiva, donde las drogas son el pan de cada día y donde hay que tener mucha fuerza de voluntad para conseguir que no te cautiven. Por todo esto, Brasil es el país más grande futbolísticamente hablando del mundo.

Y con un panorama en el que la mejor salida es el fútbol, no es de extrañar que sea el lugar donde más veces ha llegado la Copa del Mundo.
Brasil tiene en su haber 5 Copas del Mundo. La primera en el 58 con el jovencísimo Pelé, la segunda en el 62, la tercera
en el 70 con el mejor equipo de la historia, la cuarta en el 94 y la última en el 2002.
Los mundiales empezaron en el 30, y teniendo en cuenta que Brasil empezó en los 40 a profesionalizar el fútbol ¿por qué no consiguieron nunca una antes de Pelé si eran los que mejor practicaben el deporte rey?

Lo mismo se preguntaban los seguidores brasileños cuando la Copa del Mundo volvía después de la Segunda Guerra Mundial. Sede: Brasil. Año: 1950.
La FIFA aprovechó el incipiente crecimiento de Brasil en el panorama futbolístico, que se ganaba a pasos agigantados ser el país del fútbol. No hicieron mal, por otro lado era la única candidatura que se había presentado.
No se esperaba un gran Mundial, las secuelas de la Segunda Guerra Mundial eran todavía muy dolorosas y muchos de los grandes países se negaron a participar en un campeonato de ese nivel: Alemania y Japón fueron expulsadas de la FIFA, Argentina, F
rancia y Portugal renunciaron. Ante ese panorama Brasil se frotaba las manos, era la máxima candidata al título; un título que se hacía esperar demasiado en los corazones de los aficionados brasileños, era un título que tenía que ser conseguido sí o sí, y sería sorpresa cualquier otra cosa que no fuera una victoria de Brasil. Y lo fue.
Brasil llegó a la final sin problemas. Había ganado todos sus partidos de goleada menos el empate frente a Suiza. El rival era el ex-campeón del mundo Uruguay, que tuvo más problemas que los brasileños. Era el día, era el año, era el lugar, era el equipo. Brasil iba a ser campeona del mundo.

Fue el 16-7-1950, el día que Uruguay hizo historia. Se enfrentaban a los campeones del mundo sin jugar el partido, se enfrentaban quizá, a toda una nación que conta
ba con 51 millones de habitantes, se enfrentaban a la tarea imposible de frenar a un equipo que venía de golear a Suecia 7-1 y a España (en semifinales) 6-1. Pero eran Uruguayos. Si usted conoce algún uruguayo comprenderá que no se arrugaran ante ese ambiente, son ellos, fuertes, de coraje y corazón, son charrúas, y nombrando esa palabra nombro un carácter. Sangre Charrúa.
El partido se iba a celebrar en Maracaná. El estadio más grande jamás contemplado, 200.000 almas gritando por Brasil. Los uruguayos prácticamente hubieran cumplido encajando menos de 4, pero en sus filas había un tipo, mejor dicho, una voz, que les dió fé y coraje a los charrúas. Obdulio Varela.

Obdulio era el capitán, y quizá nuncá fue
un gran jugador en lo que a detalles técnicos se refiere pero fue en su día el más psicológico. Su mente, su personalidad, venció a los brasileños.
El partido empezó como se preveía. Friaça marcó gol, Brasil ganaba. En Maracaná se vivía la fiesta del siglo. En el campo, todos los uruguayos resignados a su destino contemplaban atónitos como su capitán, se enzarzaba contra el mundo. Varela vió que el línier había levantado el banderín antes del gol, y le protestó. Con la pelota debajo del brazo, protestó al árbitro, gritó a los brasileños que cada vez se extrañaban y se cabreaban con Varela, y grito a su equipo. A uno de sus jugadores cuando intentó quitarle la bola le dijo: "O ganamos aquí o ellos nos matan, es una orden".
La desesperación no llegó todavía con el gol de Schiaffino (gran jugador), el drama, llegó cuando Gigghia marcó el gol más dramático que se recuerda: "Sólo tres personas han hecho callar a Maracaná con un sólo gesto, Frank Sinatra, Juan Pablo II y yo".
Final del partido. Uruguay campeona del mundo. "¿pero como?" Se preguntaban los aficionados brasileños.


Cuando una nación se hace ilusiones de tal calibre es normal que suceda lo que en las gradas ocurrió tras la derrota. Llanto, desgarro, dolor, angustia, muertes por paro cardíaco, fue como enterarse que su madre había muerto, o peor, fue como enterarse que a sus hijos no les gustaba el fútbol, que preferían el baloncesto.
Fue una completa ecatombe nacional. Fue la desgracia del siglo para Brasil. Y sin embargo, reaccionaron. Habían perdido, Uruguay ganaba. Reaccionaron como gran nación, serenos ante la tempestad. Se levantaron y aplaudieron cuando Varela levantó el trofeo.
Ese día, Brasil creció como nación, creció su fútbol, y creció su gente.
Brasil comenzó a convertirse en lo que es hoy, tras esa derrota. Tras el Maracanazo.

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