domingo, 18 de febrero de 2007

Jugadores MQF: Gerd Müller

Nombre: Gerd Müller
Fecha de Nacimiento: 3 - 11 - 1945
Lugar de Nacimiento:
Nordlingen (Alemania)

Posición:
Delantero Centro

Clubes:
Bayern München, Fort Lauderdale Strikers (EEUU)

Palmarés: 4 Bundesliga, 4 Copas de Alemania, 1 Recopa, 3 Copas de Europa, 1 Copa Intercontinental, 1 Eurocopa, 1 Mundial.

No era el más rápido, tampoco era el más técnico, ni el mejor dotado físicamente, no era excesivamente alto, es más estaba algo regordete. Pero Gerd Müller tenía el don del gol. El don de colocarse siempre en el momento exacto en el punto exacto para meter la pelota en el fondo de las redes.

La mayoría de sus goles son empujando la pelota solo contra el portero o a puerta vacía, nunca mucho más lejos de 5 metros de la línea de gol, eso, es lo que realmente define al delantero más prolífico de la historia de Alemania.

Bomber der Nation, el bombardero de la nación, así se le llamaban en Alemania, país por el que hizo más que mucho, siendo el máximo goleador del Mundial 1974, el segundo de Alemania. Gerd Müller, hasta el último Mundial, era el delantero que más goles había marcado en la historia de los Mundiales, récord superado por Ronaldo.

Siempre estuvo ligado al Bayern de Munich. Él, Beckenbauer y Seep Maier fueron la tríada gloriosa del fútbol alemán durante los 70. Maier ponía reflejos y carácter, Beckenbauer la clase y el liderazgo, Müller los goles. Marcó 365 goles durante toda su carrera en el Bayern, tantos como días tiene un año, además de conseguir 3 copas de Europa, una Eurocopa, un Mundial y otras tantas Bundesligas. En total unos 600 goles en toda su carrera.

A Müller nunca se le recordará por magníficas galopadas, o por regates finos, ni siquiera por disparos estilo Henry, a la escuadra y potentes. Por nada de eso, y a pesar de ello es el máximo goleador de la Copa de Europa con 66 goles. No era un tipo especial, ni siquiera tenía un aspecto fiero, hasta se burlaron de él: fue en sus inicios con al selección, los aficionados alemanes todavía enamorados de Uwe Seiler, cada vez que tocaba el balón cantaban "Uwe, Uwe", y hasta llegaron a reírse de él por sus pocos kilos de más. Su propio entrenador Cajkosvki, dijo de él: "no puedo poner a ese pequeño elefante entre mis purasangres".


Dió igual. Ni el loco del Bernabeú, pudo pararle. Lo verdaderamente admirable de Gerd, es que a pesar de no haber nacido con cualidades técnicas o físicas envidiables, consiguió meter más goles que los Ronaldinho, Eto´o, Henry o Villa llegarán a soñar.


domingo, 4 de febrero de 2007

Italia se avergüenza


El fútbol, como religión universal, cataliza los sentimientos de las personas de maneras muy diversas. Cuando se gana, el aficionado salta de alegría y entona cánticos de victoria. Pero cuando se pierde...
Hay varias opciones, una es la de impotencia, rabia y dolor, del aficionado normal y corriente, aquél que va al fútbol porque siente los colores de su equipo o porque simplemente le gusta presenciar un partido de fútbol sea el equipo que sea. Éstos aficionados, son la vida del fútbol, el alma, lo que hace de este maravilloso deporte algo que realmente merece la pena. Son ellos los que lloran desconsoladamente cuando la Selección no gana, o cuando se pierde una final. Son ellos, la imagen verdadera del fútbol.


La otra opción, es la de pagarla con quién menos tiene la culpa. Adoptar posturas violentas y radicales con la única intención de causar destrozos, de desahogar la rabia contenida ante el rival. Son actos provocados por la derrota de un equipo, o por la mala actuación del árbitro, sí, pero el trasfondo de esos actos no es el fútbol. Es el puro rencor, la maldad en persona, el simple hecho de querer hacer el mayor daño posible a unas personas que se interponen en el camino de aquellos que manchan el nombre de nuestro deporte favorito.
Son ellos la vergüenza del fútbol. Son ellos, los que hacen del fútbol un catalizador de sentimientos mal empleado, la excusa perfecta para justificar lo injustificable.


Sucedió en el último derby siciliano entre el Palermo y el Catania. Se jugaba en el estadio Angelo Maximino, del Catania. Derby caliente, como todos, entre dos equipos de una misma región, concretamente la isla que queda al sur de ese maravilloso país llamado italia.
El partido en este caso es lo de menos, ahora mismo no tiene ninguna importancia que el Palermo se colocara tercero con ese resultado y que el Catania descendiera un par de puestos. Eso no importa ya. El fútbol pierde su importancia, su valor, cuando muertes por su causa lo empañan.

Italia llora la muerte del policía que intentaba poner orden en esa batalla campal en las calles, llamada caos. Una carta bomba, llamada así el petardo que estalló en la cara del policía; lo mató por querer interponerse en su camino, por no pensar como él, no lo hizo en defensa propia, no es un crimen pasional, tampoco lo hizo defendiendo su país de un invasor. Utilizó el terror como arma para conseguir lo que quería. La cuestión es: ¿Que quería?

Eso se preguntan los aficionados italianos que aman el deporte. Eso se pregunta Romano Prodi cuando amenaza con suspender la Liga Italiana durante el resto de temporada.

Los hechos acontecidos no son el reflejo de un fútbol, ni de una sociedad, ni de mucho menos una afición.

Son el reflejo de una pandilla de vándalos, uno de ellos asesino, sin pizca de conocimiento para discernir entre lo que está bien y lo que está mal, gente amargada que utiliza la violencia para llenar ese vacío que deja su triste modo de vida. Así es como se sienten mejor. Pero su conciencia, su moral, nunca la podrán apagar y se sabran desgraciados por el resto de su vida, cuando se den cuenta de que lo que hacen no es más que un acto de cobardía. Escapan de la realidad destrozándolo todo, así creen que van a conseguir algo, o quizás crean que así su equipo ganará.

El fútbol, como catalizador de sentimientos, en manos de radicales y ultras, es un arma muy peligrosa, y es una pena que un país como Italia y un deporte como éste, se vean manchados por un grupo de desalmados.

Llora Italia, llora el fútbol. Descanse el paz inspector de policía.